LA INYECCIÓN DE ÁNIMO Por Arlina Cantú Lectura bíblica: 1 Ti. 4:6-11 Texto clave: “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios”. 1 Co. 1:18 Amanecí con el ánimo desganado. El día estaba gris y a pesar de haber tenido mi devocional parecía que mi ánimo no encontraba motivación humana. Sin embargo, me arreglé y me fui al gimnasio como todos los días. Estaba sumida en mis pensamientos cuando aquella voz empezó a llegar a mis oídos sin que yo le pusiera mucha atención. Era mi entrenados que me comentaba el enojo que le había causado uno de sus compañeros de trabajo. Lo único que se me ocurrió decir para no sonar descortés, fue que no permitiera que la actitud de otra persona alterara su carácter apacible para con todos nosotros los que nos ejercitábamos bajo su dirección. Supongo que el hombre escuchó lo que le hacía falta oír en ese momento, porque a pesar de no tener autorización para conversar con quienes asisten a hacer ejercicio, volvió a detenerse junto a mí cuando me indicó que cambiara de aparato. Se refirió otra vez al alcoholismo de su compañero que le estaba causando dificultades y decidí escucharlo con atención. De pronto mencionó que había escuchado una predicación en la radio, y en ese punto aproveché la ocasión para hablar con él de la salvación. Cuando le pregunté si era creyente evangélico, su respuesta fue una mezcla de denominaciones a las que alguna vez ha asistido y de las que ha intentado sacar lo mejor para su vida. Pero, era demasiado valiosa la oportunidad como para dejarla ir y continué indagando acerca de su salvación personal. Percibí que hablaba con mucha cautela, hasta que le mencioné mi fe. Entonces la conversación se dio con mayor facilidad. Compartimos sobre el maravilloso perdón que Jesucristo ofrece, sobre la bendición de conservar la vida para darle gracias a cada momento y sobre todo de su amor infinito para levantarnos cada vez que caemos y le fallamos. Tuve oportunidad de comentarle también mi inquietud por saber si cada persona que asiste a ejercitar su cuerpo cuidará de igual manera su alma, y grande fue mi alegría cuando le escuché decir que él se esfuerza todo el tiempo por hablar, sobre todo con los jóvenes y darles algunos consejos para mejorar su vida. Posiblemente el hombre no forma parte de alguna iglesia específica, pero lo importante es que conoce a Jesucristo y su poder redentor, que es lo más valioso para la vida del ser humano. Maravilloso también fue lo que Dios hizo en mi vida. Es único su cuidado y su providencia, porque con esa conversación inesperada iluminó mi día, levantó mi ánimo y me dejó en el alma

la certeza de que siempre está atento a mis necesidades, cualesquiera que éstas sean. Bendito sea. OREMOS POR QUIENES SUFREN DESÁNIMO EL DÍA DE HOY. Usado con permiso

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