ENTUSIASMO COMPARTIDO Por Arlina Cantú Lectura bíblica: 1 Co. 13:1-5 Texto clave: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”. Col. 4:6 Cuando mi vida transcurría en la primera juventud, muchas veces llegó a mi pensamiento la idea de que quizás no llegaría mi existencia hasta el año 2000. Recuerdo que me resultaban abrumadores los comentarios que hacían mis mayores acerca de que en ese año se acabaría el mundo. Pero dice la Biblia que el Señor ha puesto límite a nuestros años y solo él conoce el final de ellos. Así pues, su infinita bondad me concedió llegar al año mencionado y rebasarlo por varios más, sin duda, con un propósito definido en su plan perfecto para mi vida. Y en los últimos cinco años de mi existencia me dediqué a escribir, pero a escribir con tal vehemencia como si tuviera prisa por plasmar en letras todas las ideas que bullen en mi mente con burbujeante placer. Comencé escribiendo sobre el amor humano. Ese que fluye del corazón enamorado que desborda su pasión en expresiones efímeras, pero que anudan sentimientos y mantienen unidas las parejas. Después encontré un amor más sublime al cual dedicarle mis pensamientos, y me volqué gozosa a llenar cuartillas que glorifiquen al Dios y Señor de mi vida. Y un buen día, se me ocurrió la idea de empezar a tocar puertas de las empresas editoriales, buscando quien se interesara en sacar a la luz mis libros. Fui guiada –sin duda- por el Espíritu Santo, a una empresa cuyo director se interesó por uno de mis libros dedicado a los niños. Y recuerdo que el hombre tuvo la gentileza de llamar por teléfono a mi casa para hacerme saber la intención que tenía de que su esposa revisara aquel material que parecía bueno para su publicación. Me consultó si estaba de acuerdo y cuando respondí que sí, puso de inmediato a su esposa en la línea. Cuando escuché la voz de aquella mujer, tuve la certeza de que sólo el Señor podía haberla puesto en mi camino. Nadie, antes de ese día, ni familiares ni amistades, habían mostrado un interés igual por mis escritos. Un entusiasmo increíble brotaba de la línea telefónica manifestándome, de viva voz, su seguridad en el alcance que podían tener aquellas historias en la vida de muchos niños. Apenas si podía yo dar crédito a lo que oía. Casi no lograba asimilar que una persona que jamás me había visto, pudiera identificarse con tanto amor hacia mi trabajo, prodigarme confianza para alcanzar juntas esa ilusión, y agregar llena de alegría que sería la primera en obtener un ejemplar para su nieto por nacer. A partir de allí estuvimos en contacto, continuamente, a través de la internet, hasta concluir la revisión del material.
Es mi amiga Beth. Vive en Puebla, México. Y me ha brindado su afecto y su amistad esperando que algún día el Señor nos permita reunirnos. Anhelo ese día para agradecerle su amor fraternal en Cristo, su tiempo invertido en mi libro y su confianza en mi trabajo, que fue la mejor muestra de amor al prójimo que su corazón me dio. El Señor hará lo demás. OREMOS PARA QUE EL SEÑOR NOS CONCEDA SER BUENOS AMIGOS. Usado con permiso
ObreroFiel.com - Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.