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ME AMÓ PRIMERO Por Arlina Cantú Lectura bíblica ... - ObreroFiel

respaldado por mi participación diaria en la liturgia romana y el cumplimiento fiel a todos sus sacramentos. Pasados muchos años aprendí que los cristianos ...
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ME AMÓ PRIMERO Por Arlina Cantú Lectura bíblica: Mateo 18:11-14 Texto clave: “Y nosotros le amamos a él porque él nos amó primero”. 1 Jn. 4:19 Conocí a mi amiga Cledia de la Garza cuando las necesidades económicas de mi casa me obligaron a dejar los estudios para empezar a trabajar. Me contrataron como cajera en una farmacia de prestigio que forma parte de una cadena reconocida a lo largo de la frontera norte de México. En ese tiempo no era requisito haber cursado la escuela preparatoria para ingresar a la Escuela Normal para Maestros, de tal manera que habiendo egresado de la secundaria me vi en la necesidad de dejar la escuela normal después del primer año escolar. Tambien, en esa época de mi vida, militaba yo activamente en un grupo de señoritas con firmes creencias religiosas, denominado Acción Católica Juvenil Mexicana. Este activismo estaba respaldado por mi participación diaria en la liturgia romana y el cumplimiento fiel a todos sus sacramentos. Pasados muchos años aprendí que los cristianos evangélicos están siempre pendientes de cada oportunidad que el Señor les da para hablarles a otros de la salvación, y mi amiga no fue la excepción. Al recordar esa época, no puedo dejar de sentir admiración por su tacto y su delicadeza para conseguir mi amistad. Primero, se dedicó a conversar largamente conmigo cada vez que nos tocaba laborar en el mismo horario. Siempre estuvo pendiente de cualquier necesidad que yo expresara, para auxiliarme desinteresadamente. Después, se aventuró a invitarme al rancho de su papá, para que viera por primera vez en mi vida, una carrera de caballos. Y escogió con extrema cautela el día en que me invitó a la reunión de jóvenes de la iglesia presbiteriana a la que ella pertenecía. Esto, a sabiendas de que yo era católica “de hueso colorado” como se les llama a quienes son extremadamente fieles e instruidos en la práctica romana. Acepté con recelo aquella invitación. Y digo que con recelo porque, como dice un cantautor argentino “el miedo ancestral a la sotana” es algo muy difícil de quitar. Imaginaba en mis internos temores, que algún clérigo conocido pasara por aquel templo protestante justo cuando yo entrara o saliera de él, y esto haría de mí una personas destinada a la excomunión, considerado el más terrible castigo para un católico. Hablo, claro, de los años 60’s en que las cosas eran bastante diferentes a ese respecto. Sin embargo la estancia y el transcurrir de aquella reunión dejaron un sentimiento placentero en mi alma. Cuarenta años después no soy capaz de recordar nada de la Palabra que haya sido expuesta por los jóvenes dirigentes de aquel grupo. Lo único que soy capaz de admitir con perfecta claridad, es que ese día fue cuando Jesús empezó a buscarme para darme la salvación.

Cinco años transcurrieron para que tratara formalmente conmigo y cinco años más para que yo aceptara su oferta gratuita de salvación. Doy gracias al Señor por la vida de mi amiga. Pero más le doy las gracias porque hoy le amo sin lugar a dudas, porque él me amó primero. Me buscó, me convenció, me instruyó y me ha guiado hasta poder decir como el apóstol Pablo “por la gracia de Dios, soy lo que soy”. A él sea la gloria. OREMOS POR CADA CRISTIANO QUE COMPARTE SU SALVACIÓN. Usado con permiso

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