PESCANDO EN PECERA Por Yoandys A. López Pérez Usado con permiso Romanos 15:20-21 Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; Y los que nunca han oído de él, entenderán. La ciudad donde vivo tiene como característica peculiar el encontrarse en ella uno de los embalses más extensos de Latinoamérica (La presa Zaza); esta provee de pescado de agua dulce gran parte del consumo del país y la exportación al extranjero. En estas aguas existen ciertos lugares donde se cultivan de forma artificial e intensiva los peces y los que los cubanos conocen como viveros. Claro que la pesca en estos es ilegal por las características de ellos. Lo interesente es que un amigo me contaba de la oportunidad que tuvo en una ocasión de desarrollar sus habilidades de pesca en uno de estos viveros. Lo que me sorprendió es como me contaba lo excitante y a la vez lo frustrante de esta experiencia; excitante por el hecho de que no hacia más que llegar la carnada al agua y al instante contaba con un ejemplar de un tamaño considerable por cada vez que lanzaba la cuerda, frustrante por el hecho de que su impresionante pesca no se debía a su experiencia ni habilidades como pescador sino por el gran cúmulo y concentración de peces. Al escuchar la historia de mi amigo recordaba un fenómeno que se observa en mi país en el sentido espiritual y al que algunos han llamado Pescar en Pecera. Este suceso se refiere a pastores que mostrando su incapacidad de formar discípulos y líderes emplean su tiempo en robar las ovejas de otros, prometiendo “futuros mejores”. Lo que al parecer nadie investiga es que al final tanto la congregación que aumenta numéricamente a través de este “funcional” método como el feligrés que deja su antiguo grupo es o serán en el futuro causantes o victimas de problemas producidos por diferencias doctrinales, costumbres, métodos de trabajo, formas de adoración etc. Cada líder tiene su estrategia en el servicio al Señor y en la visión que Dios le da, discipúla, forma, guía a los suyos y conoce sus fortalezas, debilidades y necesidades. Un miembro en una iglesia y pastor que no conoce se encuentra tan desorientado como un soldado que escucha el sonido de la trompeta pero no sabe qué significa, si avanzar, replegarse o retirada. La Biblia en el pasaje del rescate de Abraham a su sobrino y su victoria sobre los reyes muestra una de las características de las que se supone fueron la causa de su victoria. Abraham era un hombre espiritual, tanto que tenía un correcto orden de prioridades en su vida, en contraste a muchos de nosotros los hombres y creyentes de hoy. El padre de la fe donde llegaba extendía su tienda (muestra de lo temporal) pero edificaba sus altares (muestra de lo trascendente y eterno) pero también conocía y confiaba en sus siervos que le seguían. La Biblia afirma que estos eran sus criados, nacidos en su casa, los que él había moldeado, a los que conocía y en las manos de los cuales podía poner aún su seguridad personal y la de su familia. Génesis 14:14 Oyó Abram que su pariente estaba prisionero, y armó a sus criados, los nacidos en su casa, trescientos dieciocho, y los siguió hasta Dan. Otras de las causas del intento de algunos de hacerse con la mayor cantidad de miembros de la forma más rápida posible, es una muestra más que clara de su falta de identidad (no saben quienes son), por lo que buscan aceptación, valor, nombre u otras cosas mucho peores, en la cantidad de miembros de su congregación, cantidad de iglesias hijas u ofrendas recogidas en las mismas. El apóstol Pablo, el fundador de muchas de las iglesias entre los gentiles del primer siglo, hizo énfasis en la importancia de anunciar a Cristo solo donde este no hubiera sido dado a conocer. (Romanos 15:20-21)

Continuaremos perdiendo el tiempo jugando a las iglesias, convirtiéndonos en numerólatras (haciéndonos idólatras de la cantidad de personas en nuestros templos), apaciguando nuestra conciencia y auto engañándonos. Esta no es una competencia tonta entre pastores, ¿no es nuestra tarea evangelizar y discipular?, ¿no es esta nuestra verdadera labor y responsabilidad con el reino de los cielo? Si es así, arrepintámonos del mal de la pesca en pecera y ocupémonos de comunicarles las buenas nuevas a aquellos que existen en un mundo de malas noticias. Este escrito es una contribución de la agrupación para eclesiástica cubana: Ministerio CRISTIANOS UNIDOS. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.