AL BORDE DEL ABISMO Por Arlina Cantú Lectura bíblica ... - ObreroFiel

Conversábamos, mi hija, mis nietos y yo, acerca de la belleza que brindaban los diferentes paisajes que iban quedando abajo, mientras nos adentrábamos ...
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AL BORDE DEL ABISMO Por Arlina Cantú Lectura bíblica: Salmo 86:7, 13 Texto clave: “He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales...” Is. 8:18 A pesar de los medios de transporte que existen en la actualidad, sigue siendo más bello viajar por carretera porque se te permite la libertad de detenerte donde lo desees, y generalmente acompañado por los que ama tu corazón. Es entonces cuando el espíritu se deleita en la contemplación del paisaje, y el entendimiento aprende a descubrir su belleza tanto en el día como en la noche. La República Mexicana cuenta con una red carretera que se ha vuelto extensa, gracias al empeño de los gobiernos de cada lugar. Es gratificante comprobar que puede viajarse por ellas con toda comodidad. Que se han construido las llamadas supercarreteras que –al mismo tiempo que ofrecen la ventaja de las altas velocidades- brindan vistas panorámicas de grandiosa belleza. Resulta lógico, entonces, que el alma se deleite de igual manera cuando recorre los lugares más desérticos, donde la vegetación es escasa y muy diferente a las de otros rumbos, que cuando cruza puentes kilométricos construidos sobre grandes abismos que semejan mares verdes y profundos, por la increíble vegetación que los llena. Otros paisajes bellísimos se encuentran en las carreteras que serpentean entre las montañas que se elevan majestuosas en el oriente y poniente del territorio nacional y que son llamadas Sierra Madre Oriental y Sierra Madre Occidental. Viajábamos en camioneta hacia la capital de la república y recién habíamos comenzado el ascenso por la Sierra Madre Oriental, que es el paso más concurrido cuando se transita del norte al centro del país. Conversábamos, mi hija, mis nietos y yo, acerca de la belleza que brindaban los diferentes paisajes que iban quedando abajo, mientras nos adentrábamos sierra arriba. No faltaban, ciertamente, los comentarios del peligro latente en los enormes tramos que había sin barra de contención. Y de pronto, al tomar una curva, otra camioneta que viajaba en sentido contrario, invadió nuestro carril obligándonos a una maniobra que nos enfiló inevitablemente hacia el borde del abismo, justo donde no existía muro de contención. Un rápido viraje del volante evitó que cayéramos hacia una muerte segura, pero al hacerlo, el giro del vehículo nos llevó de frente –y a gran velocidad- a impactarnos contra la enorme pared de piedra que era aquella majestuosa sierra. Fueron apenas unos instantes, pero recuerdo la angustia de mi corazón al saber que peligraba la vida de mi hija y de mis nietos. Recuerdo también sus voces temerosas por aquellas volteretas, sin embargo, ante la inminente tragedia que se avecinaba, pronuncié el nombre de Jehová de los Ejércitos invocando su protección.

Todos quedamos maravillados al ver los pocos centímetros que faltaron para estrellarnos y morir. Luego, todo volvió a la normalidad. Nos colocamos de nuevo en el carril por el que íbamos y continuamos el viaje. Me atrevería a asegurar que el culpable de los hechos ni se enteró de todo lo que nos causó. Pero a nosotros, como familia, nos quedó la seguridad absoluta de los cuidados y la protección de Dios para nuestras vidas. OREMOS POR TODOS LOS QUE VIAJAN POR CAMINOS PELIGROSOS. Usado con permiso

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