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MOTIVACIONES PERSONALES Por Rogelio E. Pérez Díaz Usado con permiso Cierto hermano, al conocer de nuestro ministerio, le comentó a otro que le habló de él, acerca del cuidado que debíamos tener al emprender algo para Dios, con nuestros “intereses personales”. Nunca he tratado, en lo que hago para Dios, ni siquiera en lo que va dirigido simplemente a los hombres, de imponer mi criterio. Siempre, y sobre todo cuando escribo, presento mis puntos de vista, no convirtiéndolos en “camisa de fuerza” a la vez que trato de ser receptivo en cuanto a la opinión de los demás. Ahora, intentaré hacerlo de igual manera. Opino (es mi posición, no la suya) que todas las cosas que hacemos los seres humanos están movidas por “motivaciones personales”. Le digo más: creo que es de Dios que así sea; por algo nos hizo como nos hizo. Lo importante es cuidar hacia dónde dirigimos las referidas motivaciones. ¡Cierto!, cuando concebimos el proyecto (o cuando Dios lo puso en nuestros corazones) particularmente (y no dudo que a alguno que otro hermano le haya sucedido lo mismo) fui movido por “intereses propios”: PRIMERO: Mi lucha, la más grande de todas, por ver cómo vivían mis familiares alejados de Dios. Y no un pariente lejano, sino mi propio hijo. O por ver a otros “buscándole” a través de caminos torcidos (atajos) y, en este segundo caso, tampoco hablo de “un primo de mi primo”, me refiero a mi hermana y mi hija. Quizá lo hagan “a su manera” con el corazón, con el alma y la mente, pero de una forma equivocada, tratando de llegar hasta nuestro Creador a través de sus ídolos o de sus obras. ¿Es acaso mala la “motivación” de un padre preocupado por corregir a sus hijos, por educarlos? ¿Cree usted que a Dios, a ese Dios que puso en nuestras manos esa descendencia y nos mandó educarles y suplir sus necesidades, vea como malo ese “interés personal” de cumplir un mandato que él mismo nos encomendó? SEGUNDO: Mi gratitud. Cuando veo la obra que Jehová ha iniciado en mí y que cada día perfecciona, obra en la que yo por mis propias fuerzas nada he podido hacer, siento en el corazón el deseo de hacer algo, por ínfimo que sea, como muestra de gratitud hacia él. Dios lo sabe: me duermo orando, (a veces ni siquiera sé cuando sucede) sin terminar mi oración. Es como si él me dijese “Yo estoy a tu lado, calla ya, sé todo lo que tienes que decirme; descansa, que lo estás haciendo en mis brazos”. Despierto también orando. Cuando abro los ojos, aún sin levantarme de la cama, ya le estoy diciendo a mi amante y misericordioso Padre, “Gracias Señor, por este nuevo día...” Sin embargo, ni aun así siento que es suficiente; me falta tiempo para orar, para comunicarme con él. Pero también le pregunto, ¿rechazará Dios mi “motivación personal” de sentir gratitud por lo que de él recibo? Creo, en ambos casos, que la respuesta es NO. Ciertamente hermano, me mueven intereses individuales. Es posible que me mueva también la “autocomplacencia egoísta” por lo que hago. Eso sí es pecado. Por ello oro cada día, porque Dios me muestre que esta obra no es mi obra sino la suya, y he visto que él me escucha y aleja de mi corazón el deseo de vanagloriarme. Pudiera decirle más: Revise en lo más profundo de su corazón. Si no lo mueve la “motivación personal” de cuidar de su familia y de glorificar a Dios, pienso entonces que nuestro ministerio no necesita de usted, porque Dios no necesita de usted. No le juzgo ni limito su cooperación, sólo le llamo a la reflexión. Dios escudriña las intenciones escritas en su corazón y en el mío. Sólo él está capacitado para juzgar y desechar. Que el Señor le bendiga y le capacite para entender lo que con mi limitado intelecto he tratado de decirle es mi mayor deseo y, recuerde que el apóstol Pablo nos dice en Filipenses 1:14-18:

“14Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor. 15Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. 16Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; 17pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio. 18¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún.” No sea cosa que criticando iniciativas ajenas o con su aparente conformismo y tibieza espiritual tropiece o haga tropezar al hermano. Yo, por mi parte, voy a continuar enfocado mis acciones en esos dos sentidos: glorificar a Dios y cuidar a mi familia. El autor es miembro de la agrupación paraeclesiástica cubana: Ministerio CRISTIANOS UNIDOS. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.

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