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tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.” (SHEMA, Deuteronomio 6:4-9). Este escrito es una contribución de la agrupación para eclesiástica cubana: Ministerio CRISTIANOS UNIDOS. Puede comunicarse con MCU al correo: [email protected]. Usado con permiso. ObreroFiel.com ...
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NO NECESITO… YO NECESITO Por Rogelio Pérez Díaz Tengo hechas mis cuentas, por si un día me olvido, o alguien de mi casa lo hace, acerca de lo que necesito para ser totalmente feliz. Las hice hace mucho tiempo y quiero dejarlas escritas, para que nos sean por señal en el camino. No necesito una casa enorme, con habitaciones lujosas y decoradas de superflua pacotilla, donde haga falta una maravilla de la tecnología al comunicarse con el familiar que descansa en el cuarto contiguo y un patio de tapias que llegan al cielo, para aislarnos del bullicio callejero y con flamante piscina en el centro. Solo necesito una modesta casita, con un cuarto de cuatro por cuatro ornado por una rosa encima de la mesa, desde el que, con llamada suave, pueda anunciar a mi hija en el cuarto contiguo la llegada de la hora de levantarse. Donde el patio tenga mi horizonte visual por frontera y un transparente riachuelo en que deshacerme del bochorno veraniego. A la que se pueda llegar por un enmarañado camino carretero y sólo se escuche el ajetreo de los pajarillos que buscan cobijo en los árboles vecinos. No necesito un coche del año, con cabina climatizada, estéreo, asientos reclinables y colores chillones que anuncien a los cuatro puntos cardinales el arribo del propietario. Sólo resuelvo, a falta de una modesta bicicleta, con tener un par de piernas firmes, como las tengo, que me transporten a la supersónica e increíble velocidad de cinco kilómetros por hora, mientras la fresca brisa mañanera abofetea mi rostro, haciéndole de acompañante a los acordes de una flauta que se desgranan del barranco al lado del camino, donde pienso sentarme a descansar mi agotada osamenta y dar una tregua al descolorido calzado. No necesito un banco entero para guardar mis ahorros, con el sobresalto constante de que amanezca un día con la mala nueva de que ha quebrado y mi fortuna, o mejor dicho, mi preocupación se ha evaporado. Si con dos monedas compro el alimento del día y con otras cinco cubro las necesidades más básicas, mientras puedo dormir despreocupado y sin cobija encima, esperando el amanecer, si es que hay un nuevo amanecer para mí. No necesito estar rodeado de personas que a cada paso, en actitud servil, me digan señor, señor. Si tengo a mi lado una flamante “señora” que, al parecer, ha olvidado mi nombre y sólo sabe decirme “amor” y una chiquilla malcriada que repite hasta el cansancio y de manera poco respetuosa “papi”, “papi”. Y menos aún ser aclamado como señor, si Señor es solo uno. No necesito, en fin, y esto es lo más importante, una sarta de dioses – uno para cada propósito – que contiendan entre sí, porque cuando “el dios del sueño” quiere que duerma “el dios del amor” se empeña en que acaricie a mi esposa. Si tengo por bastante y suficiente a un Único, pero Enorme Dios, Enorme mucho más allá de lo que usted o yo podamos imaginar, que está al tanto de todos mis asuntos, suple mis necesidades y es absoluta y totalmente equilibrado. Un Dios perfecto e insustituible, para ser exacto, y que me ha regalado una modesta casita, un par de piernas firmes, las siete monedas del sustento diario, una esposa y una hija maravillosas y su propia y perfecta vida a cambio de la mía, imperfecta chapucera, vulgar y carente de sentido. Eso es tan solo lo que necesito. Eso es todo lo que tengo. Y doy diariamente gracias a Dios que me lo ha dado. Y usted, ¿conoce sus necesidades? “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tú Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;

y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.” (SHEMA, Deuteronomio 6:4-9) Este escrito es una contribución de la agrupación para eclesiástica cubana: Ministerio CRISTIANOS UNIDOS. Puede comunicarse con MCU al correo: [email protected] Usado con permiso ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.