Un país con muchas heridas sin cicatrizar

Heinrich Heine, el poeta alemán, previó lo peor a principios del siglo .... Partido Popular (PP), es la reduc- ción de las indemnizaciones por despido, que ...
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EXTERIOR

Viernes 10 de septiembre de 2010

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LOS DESAFIOS DE LA CASA BLANCA s UN 11 DE SEPTIEMBRE CON POLEMICA

Un país con muchas heridas sin cicatrizar ROGER COHEN THE NEW YORK TIMES LONDRES.– La tapa de The Economist, días después del 11 de Septiembre, afirmaba: “El día que el mundo cambió”. Ha cambiado, y no sólo en los aeropuertos donde se han quitado varios millones de zapatos. Nueve años después, hay una cosecha de furia. Quemar libros es una idea espantosa. Heinrich Heine, el poeta alemán, previó lo peor a principios del siglo XIX: “Donde queman libros, finalmente acabarán por quemar personas”. Menos de una década separó la quema de libros ordenada por los nazis en 1933 de los crematorios de la “solución final”. Terry Jones, pastor de una pequeña iglesia de Florida, haría bien en prestar atención a las advertencias de la historia y cancelar la quema del

CONTRA LA CRISIS

Aprueban la reforma laboral en España En rechazo, habrá una huelga general ADRIAN SACK PARA LA NACION MADRID.– La controvertida ley de reforma laboral impulsada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con el propósito de frenar el crecimiento de la actual tasa récord del 20,05% de desempleo fue aprobada ayer en forma definitiva por el Congreso español. Pero su puesta en práctica no será una tarea para nada sencilla: tan sólo 20 días después de conseguir su ratificación parlamentaria, la flamante normativa deberá resistir los embates de la huelga general del próximo 29 de septiembre, convocada por las centrales obreras españolas. La innovación más polémica de esta ley, que enfrentó al gobierno socialista con los sindicatos y la principal fuerza de oposición, el Partido Popular (PP), es la reducción de las indemnizaciones por despido, que pasarán de 45 días por cada año trabajado a sólo 33. Sin embargo, no sólo los trabajadores en actividad se verían afectados por la reforma: los desempleados que perciben subsidios sufrirán la quita de la prestación en caso de que, dentro de un período máximo de 30 días de la entrada en vigor de la ley, no acepten realizar un curso de formación laboral de los que ofrecen los Servicios Públicos de Empleo. El difícil clima político vivido en la tarde de ayer tras la sanción de la ley, que apenas fue festejada por una bancada oficialista que logró rechazar todas las enmiendas propuestas por el PP, puso en evidencia la falta de consenso que signó a la reforma desde que el gobierno la propuso, en 2009. Los sucesivos desencuentros con los titulares de las cámaras empresariales y los líderes sindicales para elaborar un texto conjunto que diera sustento a la futura ley llevaron al presidente español a pasar la reforma por decreto en junio último. Pero gracias al pacto que el gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Nacionalista Vasco (PNV) lograron alcanzar en los últimos días, el gobierno consiguió imponer las normas más polémicas y resistidas aun dentro de las mismas filas socialistas. Entre ellas, está la de autorizar a un empleador a pagar a su empleado una indemnización de apenas 20 días por año trabajado (25 días menos que en la ley vigente) en caso de que la compañía justifique pérdidas “actuales o previstas” o en la eventualidad de que se registre “una disminución persistente en el nivel de ingresos” de una empresa. Este último punto, solicitado por los dirigentes empresariales para enfrentar la actual coyuntura de elevado desempleo y caída de la actividad económica, disparó al mismo tiempo la ruptura entre el gobierno y las centrales sindicales, que ya vislumbran una gran adhesión para el primer paro general que realizarán en los 6 años de gobierno de Rodríguez Zapatero.

Corán para conmemorar el noveno aniversario del ataque de Al-Qaeda. El anuncio de la quema enfureció a los musulmanes y, si se concreta, se convertirá en una poderosa arma de reclutamiento para los mismos jihadistas que intentan santificar la violencia indiscriminada por medio de selectivas referencias al Corán. ¿Por qué, casi una década después de Mohammed Atta, con su mensaje de despedida recomendando “leer el sagrado Corán”, casi nada ha cicatrizado? ¿Por qué Estados Unidos se encuentra en conflicto por los planes de construir una mezquita cerca del Ground Zero, y los europeos experimentan una división similar respecto de la creciente presencia de musulmanes en sus sociedades? Son tiempos sombríos. Sólo una chispa, según parece, separa el resentimiento de la revuelta.

Desde mi reciente regreso a Europa, me ha impresionado el veneno que flota en el aire: un miembro del Bundesbank, que se lamenta de la dilución musulmana de su país en un best seller titulado Alemania se elimina a sí misma; la creciente influencia del derechista holandés Geert Wilders, que mañana pronunciaría un discurso en Manhattan en una protesta contra la construcción de la mezquita; un clima político que hace que el ingreso de Turquía en la Unión Europea se aleje cada vez más; la prohibición de minaretes en Suiza, y una dura actitud en Francia y Bélgica ante el uso del velo. Todo esto ocurre mientras la derecha norteamericana aprovecha el plan para construir la mezquita para galvanizar el sentimiento antiislámico y pintar a los demócratas como ejemplo de blandura ante la sharia.

Los ataques del 11 de Septiembre destruyeron la imagen de país que Estados Unidos tenía de sí mismo. Un santuario del tamaño de un continente había dejado de existir. Un horrendo neologismo, el “hogar natal” (homeland) fue acuñado para describir a un país que ahora necesitaba protección interna y externa. Dos guerras, entre ellas la más larga de la historia del país, profundizaron el trauma. Mientras un Estados Unidos combatía, otro hacía compras hasta que el gasto desenfrenado en cuotas terminó en caos y, para su horror, los norteamericanos descubrieron que ya no podían apuntalar sus decadentes ingresos pidiendo préstamos con la garantía del valor de sus hogares (antes, muy alto; ahora, por el suelo). Lo que quedó, y que ahora alimenta la furia nacional, fue un duro esfuerzo por conservar la casa, los hábitos y la

esperanza intactas mientras los ahora rescatados peces gordos que habían inventado las hipotecas securitizadas se perdían en el horizonte. Y los veteranos, llenos de las cicatrices de guerras remotas, volvían rengueando al “hogar natal”, que antes era sólo el hogar. La desigualdad se profundizó. Para muchos, la promesa norteamericana se convirtió en desilusión. Nada de todo esto induce a perdonar. Más bien estimula una búsqueda de chivos expiatorios... Wall Street o los wahabbistas. Con este telón de fondo, el islam es fácilmente manipulado por los que quieren pintarlo como el enemigo. Su propia efervescencia y sus valores conservadores, especialmente en lo referido a los derechos de las mujeres, es pasto para las fieras. Debemos avanzar con cuidado. No dudo de la sinceridad de Feisal

Abdul Rauf, el hombre que respalda el proyecto de una mezquita. Pero no considero que la iniciativa sea una prueba de la libertad religiosa en Estados Unidos. Esas libertades están abundantemente probadas, especialmente por la capilla no confesional –que con frecuencia se usa como mezquita– del Pentágono. Sobre todo, tampoco dudo del dolor de muchos familiares de fallecidos que recuerdan las palabras de Atta y se sienten perturbados por la presencia de un importante centro islámico tan próximo al suelo en que sus seres queridos perdieron la vida. El proyecto de la mezquita refirma un gran principio estadounidense, pero no es una idea sensata. Cuando hay una cosecha de furia, hace falta sentido común.

Traducción de Mirta Rosenberg