Miércoles 14 de abril de 2010
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la mirada de Ezequiel Fernández Moores s
Para LA NACION N
Un prostíbulo sin vírgenes
C
reo que para Al Capone hubo más respeto”, dice Luciano Moggi, a quien apodan Lucky Luciano o Big Luciano. Moggi, ex director general de Juventus, la “Vecchia Signora” del calcio, el equipo más popular y más veces campeón de Italia, había sido despojado de los “scudettos” de 2004 y 2005 y descendido a la B por corrupción. A él lo suspendieron por cinco años. En sus tiempos dorados, cuando designaba árbitros, vendía jugadores, colocaba entrenadores y sacaba campeón a Juventus, lo llamaban todos. Dirigentes, representantes y hasta ministros. Recibía 417 llamadas por día a sus diez teléfonos celulares. “El era el pastor y nosotros su rebaño. Nos decía qué pasto comer y lo hacíamos sin preguntar si era bueno o malo. Volvíamos a casa llenos y él nos ordeñaba”, graficó el arquero Angelo Peruzzi. “Pero tras la condena, los tres celulares mudos eran testigos de mi drama. Nadie llama a un «monstruo» y un «monstruo» no llama a nadie.” Lo cuenta Moggi en su libro Un calcio nel cuore (Una patada al corazón). Sus celulares, que estuvieron más de tres años bajo escucha judicial, volvieron a sonar en estos días porque llegó la hora de la “vendetta”. El primer golpe lo dio este martes en un tribunal de Nápoles. Ofreció escuchas que enchastran a Inter, que era supuesta imagen de limpieza, y también a otros clubes. “Todos hacíamos lo mismo” es su lema. “El calcio –escribe en su libro– es un prostíbulo sin vírgenes.” Juventus fue condenado en 2006 porque Moggi apareció en cientos de llamadas hablando de su poder sobre los árbitros. Sabía antes que las propias autoridades qué árbitros y qué jueces de línea saldrían designados en los sorteos. Pedía árbitros amigos para Juventus y sus clubes aliados. Regalaba celulares a los árbitros, con chips suizos, para evitar las escuchas. Y hasta se jactaba de haber dejado encerrado en el vestuario a un árbitro que había perjudicado a la Juve. Debía hacerlo, decía, porque si no los árbitros se inclinarían ante el Milan del premier y magnate Silvio Berlusconi. El club del poder político y televisivo. “La Juve –se justificó una vez– es una sociedad que cotiza en Bolsa, no una confraternidad.” La batalla tuvo premio. De 1992 a 2006, Juventus ganó siete campeonatos y Milan, seis.
Lazio (en 2000) y Roma (2001) fueron los únicos que interrumpieron el duopolio. No el Inter del petrolero Massimo Moratti, centro de las burlas porque dilapidaba millones y jamás salía campeón. Un tonto en un mundo de vivos. Hasta que en 2006 estalló “calciopoli” o “Moggiopoli”. Una referencia a “Tangentopoli”, el escándalo de corrupción y coimas que cambió a la política italiana en 1992. Juventus echó a Moggi, Antonio Giraudo y Roberto Bettega, la arrogante “triade” que le hizo ganar 16 títulos en doce años. Su nueva dirigencia pactó el descenso a la B ante el temor de una sanción mayor y aceptó que le fueran quitados los títulos de 2005 y 2006. El de 2005 quedó vacante. Pero el de 2006 fue reasignado a Inter, que a partir de allí inició su era hegemónica. Inter busca ahora su quinto scudetto consecutivo. La nueva Juve, en cambio, está hoy otra vez en crisis. Sin chances de título y cerca de no poder clasificarse a la próxima Liga de Campeones. Sus fanáticos rodearon el autobus del plantel hace dos semanas. El domingo pasado cantaron amenazas a los jugadores. Sus dirigentes viajan con custodia. Por suerte, apareció nuevamente Moggi. “Lucky Luciano” admitió que pensó en el suicidio en 2006. Y que lo salvó el padre Antonio Gambale, heredero del padre Pío. Moggi adora al religioso capuchino y santo italiano de fines del 1800. “La justicia de los hombres –le dijo el padre Antonio– no debe provocarte miedo, sólo la justicia divina dirá quién es Luciano Moggi.” Recordó a una señora que unos años antes lo vio en Palermo. La señora le dijo a Moggi que se le había aparecido el padre Pío. Y que le ordenó que fuera a decirle que había tenido un sueño. Y que en su sueño, el padre Pío vio que Moggi era el pastor. Lo cuenta Lucky Luciano en su libro. El padre Pío es herencia paterna. De niño lo llevaban a las procesiones. El mantuvo su fe cuando de modesto empleado ferroviario en Civitavecchia pasó a ser el hombre más poderoso del calcio. Un poder que comenzó construyéndose en el Torino, donde fue acusado de contratar prostitutas para atender a los árbitros de copas europeas. El declaró que no era responsabilidad suya que esas señoritas, que él había contratado como “traductoras”, luego tuvieran sexo con los árbitros. Moggi se refugió en la fe para no suicidarse en la crisis de 2006. Y se hizo fuerte para contragolpear después. A diferencia de Juventus, y del propio Giraudo, él no pactó la rendición. El juicio penal que se desarrolla en Nápoles tendrá una audiencia acaso
¿Otro escándalo en Italia antes de un Mundial? Cuando estalló Calciopoli en 2006, poco antes del Mundial de Alemania, el escándalo obligó a declarar ante la justicia a los jugadores campeones de la Juve y al propio entrenador de la selección, Marcello Lippi, y al capitán, Fabio Cannavaro. Ambos fueron campeones en Alemania y ahora están otra vez en sus puestos. Sin p 2. miedo a calciopoli erando el Mundial Esperando de Sudáfrica.
decisiva el martes próximo, cuando se dictamine si las nuevas escuchas telefónicas aportadas por Moggi serán incorporadas a la causa. De ser así, la Federación Italiana podría reabrir “calciopoli” y hasta quitarle a Inter el scudetto de 2006. El título le había sido reasignado por Guido Rossi, ex dirigente de Inter y entonces interventor de la FIGC. Además de Rossi, Moggi siempre apuntó a Marco Tronchetti Provera, accionista y sponsor de Inter. Y también ex titular de la Telecom, donde fue reemplazado por Rossi. ¿Por qué la justicia desgrabó las conversaciones en las que Moggi hablaba hasta del menú de la cena con su esposa y desechó en cambio otras en las que el fallecido ex presidente de Inter, Giacinto Facchetti, también hablaba de árbitros con el designador de la FIGC Paolo Bergamo? Se lo preguntó el martes Moggi, en el juicio que se le sigue en Nápoles por
fraude y asociación para delinquir. Comparar esa llamada de Facchetti con las de Moggi “equivale a comparar un petardo con un camión de explosivos. Ambos explotan y pueden hacer mal, pero hay alguna diferencia”, afirmó el escritor Beppe Severgnini, hincha de Inter. ¿Cómo comparar esa llamada de Facchetti con las 42 que realizó Moggi antes de un clásico de 2004 Juventus-Inter, la mayoría al árbitro del cotejo, Paolo Bertini. ¿Cómo comparar si el fiscal Giuseppe Carducci llegó a decir que la “asociación para delinquir” de Moggi era similar a la P2 y a la mafia? “Robar diez o uno es robo igual”, replican los seguidores de Moggi. “Es el viejo truco del pícaro italiano: comparar lo incomparable es perdonar lo imperdonable”, dice Severgnini. Eso quiere Moggi. Primero la absolución, luego las disculpas y, finalmente, la reivindicación dicación. En 2008 dijo que por ahora no le interesaba int la política, aunque aseguró que tiene el voto del setenta por ciento cien de los hinchas de Juven“Nueve millones de votos”, se tus. “Nu Los ultra Drughi y los ultra jacta. Lo Viking, V Vi king, fanáticos de las curvas Sur y Norte, se unieron el domingo en sus cánt cánticos pidiendo la vuelta de Moggi, Mogg g i, i q que de niño era hincha de Inter. Ya volvió Bettega como nuevo viced vicedirector general. ¿Por qué no él, si la J Juve está en crisis y precisa ganar? ¿¿Acaso Berlusconi y Moratti no le ofr ofrecieron r alguna vez llevarlo a Milan o a Inter? ¿Y no lo adoraba casi ttoda oda la prensa? La nueva nue conducción de la Federación itali italiana presume de una política distinta. Limpia y transparente. Hoy hay sanc sanciones hasta para los jugadores que blasf blasfeman en pleno partido. “Porco od io” pu dio” puede equivaler a una fecha de suspensión. Por momentos, el fútbol itasuspensió liano par parece un conflicto eterno. Inter y Juventus juegan este viernes un clásico caliente. Pero habrá que estar atentos. Cuando e estalló calciopoli en 2006, poco antes del Mundial de Alemania, el escándalo escánd obligó a declarar ante la justicia a los jugadores campeones justi de lla Juve y al propio entrenador de la selección, Marcello Lippi, d y al capitán Fabio Cannavaro. Ambos fueron campeones en Alemania y ahora están otra vez en sus puestos. Sin miedo a calciopoli 2. Esperando el Mundial de Sudáfrica. M
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