Un marido sin vocación

1Este curioso trabajo forma parte de una serie de cinco (sin la E, sin la A, sin la O, sin la I y sin la U) que el autor publicó en la sección de cuentos del diario «la ...
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´ UN MARIDO SIN VOCACION Narraci´ on escrita sin utilizar la letra e (La m´ as usual en castellano)1 Un oto˜ no —muchos a˜ nos atr´as— cuando m´as ol´ıan las rosas y mayor sombra daban las acacias, un microbio muy conocido atac´o, rudo y voraz, a Ram´on Camomila: la furia matrimonial. —¡Hay un matrimonio pr´oximo, pollos! —advirti´o como saludo a su amigo Manolo Romagoso cuando sub´ıan juntos al Casino y toparon con los camaradas m´as ´ıntimos. —¿Un matrimonio? —Un matrimonio, s´ı —corrobor´o Ram´on. —¿Tuyo? —M´ıo. —¿Con una muchacha? —¡Claro! ¿Iba a anunciar mi boda con un cazador furtivo? — ¿Y cu´ando ocurrir´a la cosa? —Lo ignoro. —¿C´omo? —No conozco a´ un a la novia. Ahora voy a buscarla. . . Y Ram´on Camomila sali´o como una bala a buscar novia por la ciudad. *** A las dos horas conoci´o a Silvia, una chica algo rubia, algo baja, algo gorda, algo sosa, algo rica y algo idiota; hija u ´nica y suscriptora contumaz a La moda y la Casa (publicaci´on para muchachas sin novio). Y al a˜ no, todos los amigos fuimos a la boda. ¡La boda! ¡Bah!. . . Una boda como todas las bodas: galas blancas, azahar por todos lados, alfombras, m´ usica sacra, bimbas, sonrisas, codazos, almohad´on para hincar las rodillas los novios y para hincar las rodillas los padrinos; lunch, sandwichs duros como un fiscal. . . Al onzavo sandwich hubo una fuga s´ ubita por la sacrist´ıa y un auto pas´o raudo, y unos gritos brotaron: —¡Adi´os! ¡Adi´os! ¡Vivan los novios! ¡Vivaaan! Y los amigos cogimos otro sandwich —dozavo— y otra copita. Y all´ı acab´o la cosa. *** 1

Este curioso trabajo forma parte de una serie de cinco (sin la E, sin la A, sin la O, sin la I y sin la U) que el autor public´ o en la secci´on de cuentos del diario la voz en 1926 y 1927.

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Mas, para Ram´on Camomila, la cosa no hab´ıa acabado all´ı. . . Al contrario: all´ı daba principio. Y al subir con su novia al auto fugitivo, vio claro, vio clar´ısimo: ni amaba a Silvia, ni notaba inclinaci´on ninguna al matrimonio, ni sinti´o su alma con la vocaci´on m´as m´ınima por construir un hogar dichoso. —¡Soy un idiota! —murmur´o Ram´on—. No valgo para marido, y lo noto cuando ya soy ciudadano casado. . . Y corrobor´o rabioso: —¡Soy un idiota! Silvia, arrinconada junto a Ram´on, bajaba los ojos con rubor, y al bajar los ojos sub´ıa dos mil grados la rabia masculina. —¡Dios m´ıo! —gru˜ n´ıa Ram´on mir´andola—. ¡Casado! ¡Casado con una ni˜ na insulsa como unas natillas!. . . No hay ya salvaci´on para m´ı. . . , ¡no la hay! Incapaz para dominar su irritaci´on, dirigi´o unas palabras dur´ısimas a Silvia. —¡Prohibido fingir rubor y mirar a la alfombra! —grit´o. (Silvia mir´o al parabrisas con infantil docilidad). Y Ram´on a˜ nadi´o para su sayo, alumbrado por una brusca soluci´on: —Voy a lograr su odio. Voy a obligarla a suplicar un divorcio r´apido. Poco valgo si no logro inspirarla asco con cuatro o cinco burradas a cual m´as disparatada. . . Y tal soluci´on tranquiliz´o mucho a su alma. Por lo pronto, al subir a la fotograf´ıa (visita cl´asica tras una boda), Ram´on hizo la burrada inicial. Un fot´ografo modoso y fin´ısimo abord´o a Ram´on y a Silvia. —Grupo nupcial, ¿no? —indag´o. —S´ı —dijo Ram´on. Y a˜ nadi´o: —Con una variaci´on. —¿Cu´al? —La sustituci´on m´as original vista hasta ahora. . . Novio por fot´ografo. Hoy hago yo la foto. . . ¡Viva la originalidad! Y Ram´on aproxim´o la m´aquina y advirti´o al asombrado fot´ografo: —¡Vamos! Coja por la mano a la novia y sonr´ıa con ilusi´on: La cara m´as alta. . . ¡Cuidado! ¡As´ı!. . . ¡Ya! Ram´on tir´o la placa, y a continuaci´on oblig´o al pago al fot´ografo; guard´o los duros y sali´o con Silvia orondo y dichoso. —¡Al auto! —mand´o. (Silvia ahora iba llorando) —¡La cosa marcha! —susurr´o Ram´on. 2

*** Al otro d´ıa trasladaban sus organismos a Ir´ un. (Lo cl´asico, asimismo, tras una boda.) Ram´on no quiso subir al vag´on con Silvia. —Yo viajo con los maquinistas —anunci´o—. Voy a la locomotora. . . ¡Hasta la vista! Y subi´o a la locomotora, y ocup´o su actividad ayudando a partir carb´on. Al arribar a Ir´ un hab´ıa adquirido un magn´ıfico color antracita. ........................................................................... Ya all´ı, compr´o sus harapos a un sordomudo andrajoso, visti´o los harapos y march´o a la fonda a buscar a Silvia. Y tocado con las ropas andrajosas anduvo por Ir´ un, acompa˜ nando a Silvia y cogido a su brazo m´orbido y distinguido. Nutrido p´ ublico los miraba al pasar, asombrado. Silvia sufr´ıa cada d´ıa m´as. —¡La cosa marcha! ¡La cosa marcha! —murmuraba todav´ıa Ram´on. Pronto rogar´a Silvia un divorcio total. Sigamos las burradas. Sigamos con la droga antimatrimonial, multiplicando la dosis. Ram´on visti´o a continuaci´on sus fracs m´as maravillosos, y al pisar un sal´on, un dancing u otro lugar p´ ublico acompa˜ nado por Silvia, imitaba a los criados, y con un pa˜ no al brazo acud´ıa sol´ıcito a todas las llamadas. ........................................................................... Una ma˜ nana pint´o sus p´arpados con barniz rojo. *** Por fin lo trasladaron al manicomio. Y Ram´on asisti´o a su propia dicha: su contrato matrimonial yac´ıa roto y viv´ıa imposibilitado para otra boda con otra Silvia. . .

Enrique Jardiel Poncela

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