heridas profundas

Familias numerosas (falta de tiempo y atención). Cuidados por terceras personas o en guarderías. Abandono de la madre (Ej., niños encontrados en ho- teles o ...
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HERIDAS PROFUNDAS Víctor Rodríguez

HERIDAS PROFUNDAS  Autor: Víctor Rodríguez  Contacto: Telefono (829)986-9038  E-mail: vrodrí[email protected]  ISBN: 978-9945-8813-7-0  Diseño de portada y diagramación: Rossy Trinidad  Santo Domingo, República Dominicana.

AGRADECIMIENTOS En primer lugar a Dios, quien por su gracia nos ha brin- dado la oportunidades para publicar esta obra, a mi que- rida esposa Martha Jacqueline Fernández de Rodríguez por su entrega, apoyo incondicional y su comprensión. A mis hijos. A mi pastora América Rodríguez. También a mis pastores en Estados Unidos: Alexis Fernández, Sebastian Eugenio Antigua, y Amauris Antigua. Gracias a todos y muchas bendiciones de parte de Dios.

INDICE Prólogo ...................................................................................………………….…………………………...11 Introducción ........................................................................………………………………….15 1-La amargura detiene tu futuro .......................................……………....……….…...19  2-Sanidad espiritual y sanidad física ....................................................……………..23 3-Amor, aceptación y aprobación .....................................……...............…………....27  4-Trauma y rechazo .......................................................................................................31  5-El Espíritu Santo: Consejero y Psiquiátra divino ............................................37  6-El rechazo engendra rechazo .................................................................................43 7-El árbol del rechazo ....................................................................................................47 8-Rechazo a si mismo por actitudes propias ........................................................53 9-Quebrantamiento del alma .....................................................................................57 10-El pecado reaccionario ...........................................................................................61  11-Mecanismos de defensa ........................................................................................67  12-El perdón como arma de liberación ..................................................................73  13-Perdonar es un mandato de Dios .....................................................................83  14-La revelación sobre la esquizofrenia ...............................................................89  15-Pasos en el proceso de sanidad de Dios .........................................................99  16-¿Cómo nos cambia Dios? ¿Cómo nos transforma? .................................107 

PROLOGO

Cuando se trata de una herida en nuestro cuerpo, los remedios a aplicarse son de conocimiento común, y regularmente no faltan quienes ofrecen con rapidez sus recetas. La curación de estas heridas puede pronosticarse en un tiempo más o menos preciso –días o semanas– de acuerdo a la gravedad de las mismas. La recuperación del cuerpo herido es apreciable y está a la vista de todos. Quizás quede alguna cicatriz, pero regularmente sin ningún efecto doloroso y retroactivo. Las heridas del alma, esas que muchas veces no sabemos cuando ocurren, ni como ocurren, esas, en las que las re- cetas que nos ofrecen, tienden a empeorar más la condi- ción del herido, esas, que tendemos a curar con evasivas y excusas, y que con frecuencia ocultamos tratando de vivir como si no las tuviéramos, esas heridas profundas son so- bre las que el hermano Víctor Rodríguez nos quiere llamar la atención en este libro.  “Heridas profundas” nos aproxima a niveles de con- ductas que se veri can en ciertas personas, conductas que no entendemos, que no podemos explicárnosla con una simple conversación o especulando sobre los motivos que llevan a ciertas personas a ser como son.

12 Heridas Profundas Se trata de comportamientos producidos, en gran parte por heridas, por traumas que marcan a las personas y las convierten en inadaptados sociales, pero también en personas infelices e irrealizadas. Victor Rodriguez logra combinar conocimientos de la sicología moderna con un correcto enfoque bíblico para conducir a las personas heridas a una curación sustancial, a una restauración significativa. No importa si la persona herida ha caído en drogas, no importa si está al borde del suicidio o si su estima anda rastreando el suelo, hay herramientas que pueden auxiliar al herido, que pueden dar inicio a un proceso de curación que culmine con una restauración apreciable e integral. Uno de los mas graves problemas que tienen los he- ridos del alma, es que estan heridos, profundamente heri- dos, y no lo saben, lo que va convirtiendo su situación en una hemorragia moral, en un profuso sangrado espiritual que lo va debilitando hasta llevarlos a la muerte. Las bue- nas noticias para estas personas es que, aun estando mori- bundas, hay solución en Cristo Jesus para sus problemas. Las heridas que no son visibles ni percibidas por los sentidos humanos, Cristo las ve, y es importante que el herido sepa su condición y acuda al remedio y siga las re- comendaciones de lugar para que pueda ser sanado. Un parte de este libro que me llamó la atención es la que se refiere al enojo contra Dios, muchas gentes desco- nocen que están enojados contra Dios, que están incon- forme con lo que han recibido o dejado de recibir de parte de Dios, pero nunca se han puesto a pensar en el por qué están enojados con Dios. Quiero decirles que enojados con Dios, nunca podremos tener paz con Dios. Enojarse con Dios es una posibilidad; sin embargo, Él dice:

13 Víctor Rodríguez   “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros peca- dos fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18). Es maravilloso saber que el Señor nos invita a que nos pongamos de acuerdo con Él, muchas personas no saben, ni siquiera que están en desacuerdo con Dios, enojadas con Dios. Algunos cristianos se escandalizan cuando se habla del enojo contra Dios, pero esta es una realidad po- sible que el mismo Dios admite; sin embargo, Él está en plena disposición de hacer la paz con nosotros. “Heridas profundas” es un libro útil para pastores, consejeros y per- sonas en general que

estén interesadas en su salud espiri- tual y las de los demás. Es bueno recordar que no hay que estar enfermo de gravedad para tomar algunas medicinas preventivas, especialmente aquellas que tienen que ver con nuestra fortaleza interior para rechazar cualquier dar- do punzante que quiera penetrar nuestro ser y herirnos. Vayan nuestras congratulaciones para el hermano Víctor Rodríguez por este bendecido esfuerzo para ayudar en la construcción de una vida cristiana más fortalecida y firme, y por la entrega de una herramienta tan útil para identificar las heridas que pueden desangrar todo nuestro ser y llevarnos a la muerte. Celebramos la publicación de un libro que sueltas ata- duras en cristianos, fortalece su resistencia al pecado y al diablo, y ofrece una oportunidad de salvación y vida eter- na a las personas heridas por las drogas, el abuso sexual y sicológico, el maltrato familiar y social, y todos esos males, que arrastramos desde la caída. Celebramos un libro que hace advertencias sobre las heridas, contribuye a su cura, al tiempo que nos da herra- mientas que anuncian vida, restauración y esperanza, sin importar cuan grave o profundas son las heridas que nos han ocasionado en la vida.

14 Heridas Profundas La buena noticia es que hay liberación posible y cer- cana, que las heridas que usted tiene son curables, y que usted tiene herramientas para curar sus heridas y las que usted pudiera causarles a otros.

Apóstol, Santiago Ponciano,  Santo Domingo, República Dominicana  Diciembre, 2012.

INTRODUCCIÓN Las heridas pueden producirse debido a una inespe- rada frustración o fracaso, un fuerte golpe emocional, una situación traumática provocada por un grave accidente, un largo período de soledad, una decepción causada por un ser querido o cercano en quien tanto confiábamos y que traicionó dicha confianza, la separación repentina de aquel ser a quien mucho amábamos y que se marchó de nuestro lado sin explicación alguna, un severo regaño que nos hicieron siendo pequeños nuestros padres o alguna persona adulta que representaba en ese momento la auto- ridad, un error o un pecado grave que cometimos y que no nos perdonamos a nosotros mismos, e incluso, un defecto o limitación física que poseemos y que ha sido motivo de continuas burlas o desprecios por parte de los demás. Las heridas profundas, como el título de este libro lo indica, son heridas que nos han

hecho cuando no las es- tábamos esperando, precisamente por personas en quienes habíamos depositado nuestra confianza y no creíamos capaces de perpetrar este tipo de agresión contra nosotros. Las heridas que no se trabajan hasta ser curadas produ- cen daños que en algunos casos son irreparables. Estas heridas pueden lastimar a personas, sin importar qué tanto las apreciamos y las amamos. Lamentablemente, las

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heridas que más dolor nos producen vienen de personas cercanas y queridas, de familiares y personas de con anza. Pueden ser golpes intencionales o no, provocados por una palabra o una mala actitud, pero lo cierto es que no es lo mismo que un desconocido nos falte el respeto, a que lo haga alguien a quien le hemos abierto nuestro corazón, cuanto más si esa persona es un familiar cercano –padre, madre, hermano– o alguien a quien admiramos.  ¿Qué son las heridas profundas?  Son heridas emocionales: el resentimiento, el odio, la amargura, el rechazo, y todo tipo de recuerdos dolorosos. Es necesario que seamos liberados de todos estos senti- mientos negativos que vienen siendo como un cáncer para nuestro corazón.

La voluntad de Dios es sanarnos, pero solo si le permi- timos que lo haga, y solo sucede, teniendo una comunión con su Espíritu de forma personal. Tal como la Biblia dice en San Juan 10:27-30: “Mis ovejas oyen mi voz y me siguen.” Para ser sanados de nuestras heridas tenemos que buscar a Dios y aprender a distinguir su voz para poder seguirla.  “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen. Y yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mis manos. Mi padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi padre. Yo y el Padre uno somos”. Dios quiere confortar nuestra alma a través del per- dón y su aceptación y también quiere guiarnos en nuestro camino. Pero, es importante buscar su dirección a través de la fe sin esperar respuestas mágicas o antinaturales. Aquí el Señor toca este tema y dice: “Yo te voy a cubrir con mi protección, te voy a ungir con mi aceite”.

17Víctor Rodríguez Hay actitudes que no debemos tomar cuando nos he- mos sentido estafados o profundamente lastimados, pues nos llevarán a cometer acciones peores. Lo que debemos evitar es:

Ignorar el dolor: Es decir que no nos pasa nada cuando por dentro estamos destruidos.

Minimizarlo: Es cuando nos queremos convencer de que lo ocurrido no es de mayor importancia, cuando en realidad nos está llevando a tomar malas decisiones.

Proyectarlo hacia adelante: Es asentir que lo que hemos sufrido nos ha devastado pero que no es tiempo de resol- verlo, sino que esperaremos que el tiempo lo resuelva.

Escapar: Es tratar de evitar el sufrimiento tapándolo con otra cosa o evadiendo su causa (Salmo 55:4-7).

Repasar una y otra vez lo ocurrido: Esto le da lugar al re- sentimiento y la amargura en el corazón y no permite que podamos madurar sino, por el contrario, que no podamos dejar el pasado atrás.

Capítulo1

LA AMARGURA DETIENE TU FUTURO Una persona con un corazón lleno de resenti-miento, es alguien que no puede ser estable en sus emociones. Su presente está marcado por el dolor del pasado. Es tiempo de enfrentar de la mano de Jesús el pasado y dejar que él unja las heridas con su aceite. El Salmo 39:2 habla de esto; no es cuestión de callar, sino de confesar a quienes puedan ayudarme a salir del pasado. David estaba tan lleno de preocupaciones y proble- mas que prefería escapar (Salmo 55:3-7). Y ¿Quién no ha pensado en huir en momentos de dolor? Sin embargo, hay quienes buscan el escape escondiéndose detrás de vicios o envolviéndose en actividades que lo “ayuden a no pensar”. Otros se cubren detrás de un carácter agresivo tratan- do de evitar volver a ser lastimados, o se esconden detrás de mascaras para evadir su real condición. Pero más allá de todo lo que te hayan hecho, hoy Dios te puede sacar de cualquier pozo de desesperación y ¡llevarte a vivir una vida de victoria!

20 Heridas Profundas En Santiago 5:16 hay un secreto: la confesión y la ora- ción. Es la oración de fe la que abre el corazón de Dios. Si estás dolido, con ésalo a tus pastores, a Dios, a personas capacitadas que los pastores designen. La clave es abrir el corazón. ¡Puedes tener una vida diferente! Es tiempo de clamar al Señor y decirle: ¡Enséñame a salir del dolor! No permitas que tu pasado gobierne tu presente. Suelta el dolor, renuncia al resentimiento y podrás vivir en libertad.  ¿Cómo es posible que una persona pueda llegar a tener problemas tan agudos en su vida? Para entenderlo tenemos que comprender la manera en que Dios nos ha creado.

El Señor nos conoce mejor que nosotros mismos. Los psicólogos que estudian al individuo logran encontrar ciertas verdades respecto a nuestra naturaleza; pero la Per- sona que nos creó nos conoce detallada y minuciosamente en todos los aspectos de nuestra existencia. Si hay algo que no anda bien, Dios conoce claramente el origen del pro- blema y tiene la capacidad de solucionarlo, si nosotros se lo permitimos. Cristo ha venido a sanar a los quebrantados de cora- zón. El vino a libertar a los cautivos, incluyendo la cauti- vidad que generan nuestros propios complejos. ¡Cristo ha venido para darnos libertad!  “El Espíritu del Señor está sobre mi, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” ( Lucas 4:18-19). Jesús sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas. Dios no nos regaña cuando tenemos heridas, Él nos sana (Salmo 147:3).  Ciertamente llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros do- lores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y

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abatido. Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados (Isaías 53:4-5).

Cristo llevó nuestras enfermedades y nuestros dolo- res. Dolores y enfermedades son dos vocablos diferentes, con distintos signi cados que pueden presentarse simultáneamente o en situaciones independientes. La Palabra del Señor nos habla en cuanto a nuestras enfermedades físicas y nuestros dolores síquicos. El tam- bién llevó nuestros pecados. Todo lo anterior nos permite concluir que enfermedad, dolor y pecados son situaciones diferentes que afectan diferentes partes de nuestro ser.  “Y el mismo Dios de paz os santi que por completo; y todo vues- tro ser, espíritu, alma y cuerpo, sean guardados irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo, el es el que os llama, el cual también lo hará ”(1Tes. 5:23-24). En griego, el idioma original en el cual el Nuevo Tes- tamento fue escrito, la palabra psykhe, que quiere decir alma, es la que da origen a nuestra palabra psiquis de la cual deriva “psicología”. Al leer el versículo tal como está en el original, encontramos:  “El mismo Dios de paz os santi que por completo y todo vuestro ser, espíritu, psiquis y cuerpo, sean guardados irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará ” (1Tes. 5:23-24).

Capítulo   2 SANIDAD ESPIRITUAL Y SANIDAD FÍSICA

Oímos decir con mucha frecuencia en nuestras congregaciones que Cristo vino para sanarnos espiritualmente y perdonar nuestros pecados. Esta es la base de nuestra sanidad. Cuando nos entrega- mos al Señor Jesucristo, Él entra en nuestras vidas, nos limpia de nuestros pecados, nos hace sus hijos y nos da su salvación. La palabra soso en griego quiere decir de manera in- discriminada, salvar y sanar. No existen en tal sentido dos palabras diferentes. Cristo no vino solamente para salvar- nos, sino también para sanarnos. Cuando Él salva espiri- tualmente, sana también nuestro espíritu. Ambos elemen- tos son parte de un proceso único y completo. La Biblia también nos habla de la sanidad física. San- tiago nos dice que si alguien está enfermo, debe llamar a los ancianos de la iglesia, quienes les ungirán con aceite, orarán por él y Dios le sanará. De dicha sanidad física oí- mos hablar con mucha frecuencia. Constantemente las congregaciones realizan grandes campañas en las que se ora por sanidad física.

24 Heridas Profundas Sanidad psicológica (del alma) 

La estructura psicológica es una parte muy importante de nuestra naturaleza humana. Sin embargo, casi nunca se habla en nuestras congregaciones acerca de la sanidad que esta área requiere. Casi nunca se menciona que Cristo también vino para sanar nuestra psiquis. Dicha sanidad casi siempre la dejamos en manos de los psicólogos.

Es una lástima la carencia de una adecuada enseñanza en esa área, ya que el Señor vino para sanar nuestra psiquis tanto como nuestro espíritu y cuerpo. En Santiago 5:14- 16 no solamente se habla de los enfermos que han de ser sanados y los pecados que serán perdonados; también se nos dice que debemos confesar nuestras ofensas los unos a los otros, y orar los unos por los otros para que seamos sanados.

Sanidad integral  • Sanidad del cuerpo, al llamar a los ancianos, y estos un- girnos con aceite. (Cristo llevó nuestras enfermedades en la cruz).  • Sanidad de la psiquis, al confesar nuestras faltas. (Cristo llevó nuestros dolores en la cruz).  • Sanidad del Espíritu, al confesar nuestros pecados. (Cris- to llevó nuestros pecados en la cruz). 

Un aspecto muy importante es el hecho de que cada uno de los procesos de sanidad se lleva a cabo por medio de la oración. Cristo también vino para cargar todos nues- tros pecados en la cruz. Obstáculos para decir la verdad.   “La verdad os hará libres” dijo Jesús. Pero muchas personas tienen temor de decir la verdad en cuanto a lo que sienten. Entre los obstáculos para decir la verdad se encuentran:

25Víctor Rodríguez   • El temor de culpar a otros: Hay personas que no dicen la verdad en cuanto a lo que sienten porque no quieren culpar a sus seres queridos, pero debemos entender que expresar la verdad en cuanto a lo que sentimos, no quiere decir que lo estamos culpando, ellos seguramente hicieron lo mejor que pudieron. Al n y al cabo, ellos tenían sus propias heridas ocasionadas por sus seres queridos. Más aun, si no permites que Dios te sane a ti, vas a trasmitir tus heridas a tus hijos.   • El temor a lo desconocido. Tú puedes pensar: Pero si empiezo a decir la verdad en cuanto a lo que yo siento, ¿Qué es lo que voy a encontrar más adentro? Tenemos temor de lo que puede estar escondido dentro de nosotros que no hemos descubierto. Si digo la verdad, decir la verdad duele, dolió cuando entró y va a doler al momento de salir. No es su ciente hablar en cuanto a lo que ha pasa- do, es necesario sentir el dolor otra vez. Tú puedes llorar amargamente en cuanto a lo que te ha pasado, pero si no sacas el dolor en sí, seguirás de la misma forma y para ser sanado, tienes que sacar lo que tú sentiste cuando las cosas pasaron.  ¿Cuál fue el sentimiento que acompañó la difícil ex- periencia que viviste? Precisamente, de ese sentimiento es que tenemos temor y es porque nos dolió tanto cuando aquello pasó, que ahora no queremos que ese dolor se re- pita otra vez. El concepto de Dios. 

¿Cómo es Dios para ti? ¿Es como tu padre? ¿Muy rígido, listo para corregirte y castigarte?.

No estamos hablando en cuanto a lo que nuestra mente sabe acerca de Dios, sino de lo que nosotros senti- mos acerca de Dios. Dios existe tal cual es a pesar de nues- tro concepto de Él.

Capítulo 3

AMOR, ACEPTACIÓN Y APROBACIÓN

Todo ser humano necesita tres elementos bá-sicos para satisfacer sus necesidades internas: amor, aceptación y aprobación. Los padres so- mos los responsables de inyectar esta vitamina en nuestros hijos, desde el momento de la concepción. Los primeros 5-6 años de vida de los niños, son rele- vantes para forjar su carácter y desarrollar su personali- dad. Durante este tiempo, la vitamina es vital, pues nutrirá sus emociones y el concepto que tenga de sí mismo y de los demás. Cuando falta, o es de mala calidad, adulterada, porque en la mayoría de los casos los padres a su vez no la recibie- ron en forma adecuada, se provoca un serio problema con resultados devastadores. Este problema se llama rechazo. El rechazo incapacita a los niños para recibir amor, seguridad, identidad, aceptación, autoestima, autoimagen sana. Esta incapacidad lo destruye emocionalmente para amar y ser amado. Su comportamiento será influenciado por esta carencia. Los hijos son afectados cuando los padres no saben comunicar el amor, aceptación y aprobación necesarios

28 Heridas Profundas  para darles una seguridad interna. Una consecuencia mar- cada en niños y jóvenes, es la falta de identidad; es decir, adquieren una identidad distorsionada. No saben quiénes son ni qué desean. Esa falta de identidad provoca una cri- sis interna, trayendo como consecuencias:  1. inseguridad  2. incapacidad para amarse a sí mismo y a los demás. La Biblia nos enseña que debemos amar a nuestro prójimo, como a nosotros mismos. No más, ni tampoco menos, sino en la misma manera en que nos amamos a nosotros mismos… pero si no te amas a ti mismo ¿cómo podrías amar a los demás en la forma que el Señor manda?  3. Los extremos de la falta (distorsión) de identidad se re ejan en dos puntos notables:  a) Homosexualidad, lesbianismo y transexualismo (aun- que la psicología moderna argumente que el individuo es libre de manifestar su preferencia sexual, la Biblia a rma que Dios “varón y hembra los creó”. Este es un problema de la psique (alma), y no genético; mucho menos de “preferen- cias”.   b) Esquizofrenia. Donde el individuo tiene varias personali- dades y se comporta de acuerdo a lo que piensa que es en ese momento. Suelen vivir en mundos imaginarios pensando que es una realidad. La Medicina dice que el origen puede ser orgánico o emocional.

La rebeldía juvenil es otra consecuencia de la anemia emocional. Por eso se a rma que el rechazo siempre pro- duce rebeldía. La rebeldía son gritos silenciosos internos pidiendo a sus padres amor, aceptación y aprobación, ya que el amor que los padres trasmiten a sus hijos es con- dicional, mejor conocido como “chantaje emocional”: “cuando haces esto o te portas bien, te premio…”, “si haces esto….” o frases similares.

29Víctor Rodríguez El amor debe ser incondicional como el de Dios. Esta situación lastima a los niños y crecen con esa herida. Los jóvenes no son rebeldes de la noche a la mañana, sino que van asumiendo esta conducta en la medida en que el eno- jo por las heridas y la impotencia, salen a ote. Esto se da mediante el siguiente proceso en sus emociones, que los destruye:  1. Herida emocional  2. Resentimiento, decepción  3. Rencor y odio  4. Amargura (suicidio)  5. Rebeldía

Los padres que lastiman a sus hijos y muchos crecen con resentimientos y rencores en su interior. El odio se hace presente, llevándolos a la amargura, donde se aíslan y critican a la persona que los lastimó, llegando a la rebeldía para hacer daño y llamar la atención. Posteriormente brincan a la inmoralidad, practicando sexo para tener aceptación; drogas, alcohol, etc. Después que han probado de todo, ya no tienen satisfacción y se sienten vacíos y decepcionados de la vida, pierden el inte- rés de vivir y no hay nada que los motive a seguir adelante a superarse. Entran a una etapa depresiva con tendencia a ser cró- nica, corriendo peligro de abrir la puerta falsa para esca- par de esta angustia y ansiedad: el suicidio. Cuando los padres no aman y apoyan a sus hijos, ellos se sienten rechazados y sucede lo siguiente:  1. Luchan consigo mismos.  2. Tratan de crear una buena imagen.  3. La opinión de otros les afecta.  4. Trauma y rechazo.

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Capítulo 4 

TRAUMA Y RECHAZO Hablar de rechazo es hablar de “trauma”; pala-bra que, etimológicamente, signi ca “herida” (la cual a su vez, deriva del término “perforar” (sinónimo de “horadar”: agujerear una cosa, atravesándo- la). Por lo tanto, cuando hablamos de trauma, hacemos referencia a un hecho que deja su marca, su sello, algo que quebranta nuestro interior. Hablar, por tanto, de rechazo, es hablar de un trau- ma: de una herida dolorosa en el alma, en los recuerdos. Es referirse a un hecho que dejó su marca, su sello, que atravesó nuestra alma dejando una marca dolorosa; que la quebrantó, es decir, la quebró, la deformó, la torció en sus afectos, en sus recuerdos, en sus emociones, en sus pensamientos, en sus conceptos de sí mismo, de otros y de Dios...¡en su vida misma! 

1. Es un suceso que se produce con intensidad  2. Es un suceso al cual no pudimos responder adecuada- mente

32 Heridas Profundas  3. Es un suceso que provoca un trastorno o efecto desequili- brante en nosotros: frente a todo hecho traumático, el indi- viduo intenta encontrar una salida, a través de mecanismos de defensa (aquellos mecanismos o conductas que la perso- na, inconscientemente, utiliza para mantener un equilibrio de la personalidad) Situaciones específicas que dejan marcas profundas: 

1. Rechazo 2. Abuso y maltrato  3. La baja autoestima (sentimientos de inferioridad)  4. La culpa falsa Rechazo: algunas de niciones:  1. Es la ausencia o la percepción de la ausencia de amor signi cativo, en otras palabras, de amor y aceptación incondicionales. Lo anterior, da como resultado el rechazo de sí mismo y una baja autoestima, lo cual resulta en rechazo a otros (no podemos ni debemos amar al prójimo, más de lo que nos amamos a nosotros mismos) por lo tanto, produce más rechazo hacia la víctima original. el rechazo obra en un circulo vicioso (que da más oportunidad a los demo- nios para oprimir y manifestarse)  2. Signi ca “separar de sí a algo o alguien”  Cuando se produce en la infancia y proviene de los propios padres, implica que: No han sido satisfechas las necesidades básicas de amor y aceptación indispensables para constituir una mente sana.

En su lugar, aparecen una serie de pensamientos y sentimientos negativos tanto de sí mismo (“no valgo” “no sirvo”...); como sobre los demás (descon anza, dudas, ren- cor, enojo, rechazo, etc.).

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1. Sigmund Freud sostenía que lo contrario de amor no es odio, sino la indiferencia, lo cual duele más que una bofeta- da.  2. Rechazo es lo opuesto a la aceptación, es sentirse anulado, excluido y no deseado.  3. Es brindar amor sin que nadie lo quiera, o desear amor y NO recibirlo.  Rechazo abierto (mani esto o evidente) De nido como conducta obvia que lleva un mensaje: el niño no es amado. Ejemplos:  1. decir al niño que no fue deseado. 

2. Decir al niño que hubieran preferido que no naciera.  3. Decir al niño que esperaban un hijo del otro sexo . 4. Frases constantes que escuchan los niños: 

“No sé para qué te traje al mundo”. “Estúpido, inútil, nunca llegarás a nada”. “Tendrías que aprender de tu hermano, él sí que es un ejemplo”. “Siempre serás un infeliz.” “Desaparécete de mi vista”. “Estoy harto/a de ti”. “Tenías que ser tú”. “Ya no te quiero”. 

Rechazo cerrado (cubierto, oculto: usualmente no in- tencionado) Tiene lugar de maneras más sutiles que, muchas ve- ces, no expresan la intención de los padres. Ejemplos:  1. Sobreprotección 

2. Amor condicional  3. Muerte prematura de uno o ambos padres  4. Con namiento  5. Comparaciones y favoritismos

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 6. Divorcio de los padres  7. Suicidio de alguno de los padres

Por lo general, los niños pequeños que sólo reciben mensajes negativos de sí mismos, terminan siendo vícti- mas de algunas de las siguientes consecuencias: Por temor al fracaso (o al rechazo), no intentan hacer nada de lo que les gustaría, por lo tanto, a menudo se sien- ten frustrados, aburridos e insatisfechos. 

Son muy indecisos (inseguros).

Perfeccionistas: sienten la necesidad de hacer todo perfecto. De manera que permanecen inactivos, no hacen nada y esto los deprime. O bien, cuando no hace algo a la perfección, (de acuerdo a sus propias normas de exi- gencia) el sentimiento de culpa aumenta. Su motivación se encuentra contaminada: desean ser perfectos para im- presionar, o para sentirse importantes o amados. Esto, de acuerdo a las exigencias con que los demás los condiciona- ron es decir, de acuerdo a fortalezas en la mente, hábitos de pensamiento o comportamiento. Siendo la mayoría de las veces, si no es que casi en un 100%, de manera inconsciente e involuntaria... condicio- nados por su misma rigidez (intolerancia) consigo mis- mos. A menudo, resultan ser reservados o mentirosos. De hecho, es como si dijeran: “no me gusta mi forma de ser, imperfecto. Nadie soporta que tenga fallas. Así que no diré ni mostraré a nadie como soy...o les diré cosas que me con- viertan en la persona de acuerdo a sus expectativas. Expliquémonos esto por medio de la siguiente ilus- tración: en el tocón de un árbol que ha sido cortado, los naturalistas pueden mostrar y señalar los anillos del árbol que revelan la historia de su desarrollo año tras año: Aquí, un anillo que representa un año en que hubo una terrible

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sequía; aquí, un par de anillos de años en que hubo mu- cha lluvia; aquí, otro en que cayó un rayo sobre el árbol; aquí, anillos de años de crecimiento normal; este otro ani- llo, muestra un incendio en el bosque que casi destruye al árbol; este otro, una peste que lo afectó. Todo esto se halla dentro del corazón del árbol, repre- sentando la autobiografía de su crecimiento.... Esto es lo que nos ocurre a nosotros. Un poco por dentro de la corte- za protectora, la máscara que protege y esconde, están los anillos que registran nuestras vidas. Hay cicatrices de penas profundas, antiguas, como cuando un niñito desciende las escaleras una mañana de Navidad y espera hallar, bajo el arbolito, algo precioso en el calcetín, pero todo lo que encuentra es una piedra como castigo por alguna travesura trivial infantil. Esta herida le ha corroído por dentro, causándole toda clase de dificul- tades interpersonales. Aquí hay una mancha descolorida, trágica, que ha enturbiado toda su vida... cuando muchos años atrás, a escondidas, en algún lugar secreto, un her- mano mayor se llevó a su hermanita y la puso al corriente, de modo práctico, de las miserias del sexo, no ya de sus misterios. Y aquí vemos la presión de un recuerdo repri- mido, penoso... el tratar de detener a un padre borracho que está a punto de matar a la madre y luego de arrancarle el cuchillo de las manos. Estas heridas han sido enterradas en el dolor durante tanto tiempo, que están causando un rencor y sufrimien- tos inexplicables. Y estas heridas no las toca la conversión ni la gracia santificadora, o los beneficios ordinarios de la oración. En los anillos de nuestros pensamientos y emo- ciones, es donde está el recuerdo; los recuerdos persisten, y están vivos. Y, de modo directo y profundo, afectan a nuestros conceptos, sentimientos y relaciones. Afectan la manera en que vemos la vida y a Dios, a los demás y a no- sotros mismos.

Capítulo 5 EL ESPÍRITU SANTO: CONSEJERO Y PSIQUIATRA DIVINO El Espíritu Santo es el consejero y psiquiatra di-vino, que está dispuesto a ayudarnos si se lo permitimos. Tomar conciencia de esto, es el propósito principal de este estudio. Pero es necesario que hagamos la parte que nos corresponde, para que El realice la Suya, lo que para nosotros es imposible ¿Qué es lo que nos corresponde a nosotros? Veamos:  1. Haz frente al problema. Con toda sinceridad y va- lor, y con la gracia de Dios, enfrentándote con esa terrible realidad: has sido rechazado, y con altas probabilidades, has rechazado... Haz frente a este terrible recuerdo de la infancia por profundos que sean los sentimientos que lle- vas dentro. Reconócelo tú mismo y también ante Dios de modo bien claro.... Él ya lo sabe, lo ha sabido y ha sufrido vién- dote lleno de amargura, de resentimiento, de rechazo a ti mismo y hacia otros. Te ha visto cuánto has sufrido espe- rando que otros satisfagan tus necesidades de amor, acep- tación y aprobación y sólo has conseguido lo contrario...

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 y por dentro, estás lleno de heridas y falsas cicatrices que duelen demasiado... Cómo has creído las mentiras del acusador sobre tu identidad, valía personal y sobre Dios... Él lo sabe, pero desea que tú lo reconozcas, para que corras a El, que ya te ha aceptado en el Amado: a Sus amorosos brazos, los cuales están dispuestos a consolarte y soste- nerte en Su regazo, muy cerca de Su corazón, dispuestos a limpiarte, a rmarte, liberarte... los brazos de tu Padre, tu Padre celestial.   2. Acepta tu responsabilidad en el asunto. No sobre lo que te hicieron, sino sobre la reacción pecaminosa que has tenido ante ello... haciendo pagar a otros, que no son culpables, incluyéndote a ti mismo. No puedes seguir diciendo “soy así, porque así me hicieron”. Dios te puede transformar, pero necesitas estar dispuesto a renovar tu manera de pensar  3. Pregúntate si de veras quieres ser sanado. ¿Sí quieres? Pues es necesario pagar un precio... ¡pero no te asustes! Te saldrá más barato pagarlo, que continuar como hasta ahora.  ¿Cuál es ese precio?: Arriesgarte  1. Arriésgate a creerle a Dios, a con ar en El y en su Palabra, en Su Sabiduría, en Su Autoridad...  2. A perdonar, soltando de tu anzuelo a quienes te hi- rieron, te dañaron, y con ar en la justicia y misericordia de aquel que te ha amado con amor eterno y dio su único Hijo por ti, porque tuvo compasión de ti... a perdonarte a ti mismo...de lo que no fuiste culpable y que siempre te has sentido así, pero también del daño que has hecho, pues “el que con esa su pecado y se aparta, alcanzará misericor- dia” (Prov. 28:13)...  3. A que el proceso va a doler, pero se cumplirá Su promesa: El sana a los quebrantados de corazón y venda

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sus heridas (Salmo 147:3). “Cercano está Jehová a los que- brantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu” (Salmo 34:18)... el que a Jesús viene, no lo echará fuera (no lo rechazará)  ¿O es que no quieres, realmente, ser sanado? Simple- mente quieres hablar de “tu” problema ¿Quieres usar el problema para conseguir simpatía de los demás? ¿Lo usas simplemente como una muleta emocional, para seguir co- jeando?

Dios, en Hebreos 4:14-16 nos asegura que podemos acercarnos con adamente ante Su Trono, el cual es el Tro- no de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro... podemos hacerlo PORQUE el puede compadecerse de nosotros a causa de nuestras de- bilidades...El nos entiende, se hace cargo incluso del sen- timiento de nuestras debilidades; no sólo de la debilidad en sí, o del problema o trauma emocional y los con ictos internos, sino del sufrimiento que resulta de ello. Comprende la frustración y contrariedad, depresión, penas, sentimientos de abandono, soledad o aislamiento y el rechazo...Él sabe lo que es clamar con lágrimas. Él sabe lo que es clamar al Padre con sollozos en alta voz. El luchó con sentimientos que casi lo despedazaron. Él lo sabe. Ha pasado por todo ello, pues ha sido “despreciado y desechado entre los hombre, varón de dolores, experimentado en quebranto, y como que escondimos de Él el rostro, fue me- nospreciado y no lo estimamos.  Ciertamente llevó El nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores (emocionales); y nosotros le tuvimos por azotado, por he- rido de Dios y abatido. Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre El y por Su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:3-5) (én- fasis mío, así como el paréntesis)....puede hacerse cargo de lo que te pasa a ti. Él sufre contigo.

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Dios quiere que sepas que no está enojado contigo a causa de tus sentimientos...Él te comprende... Quiere sa- narte. El comprende el clamor del abandono, del rechazo. Él tomó sobre sí toda la gama de nuestros sentimientos, y llevó el sentimiento de nuestras debilidades para que no tuviéramos que llevarlo solos. Es esto, seguridad y garantía. Lo que nos da base y esperanza para nuestra sanidad: El hecho que Dios no sólo conozca lo que son nuestras emociones traumatizadas y esté dispuesto a ayudarnos, sino que las comprende ple- namente. Este es el factor más importante en nuestra sa- nidad. ¡Arriésgate! vale la pena... nada ni nadie más puede ayudarte, sólo Él, pues:  “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; apregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”. (Lc 4:18-19) . Pídele al Espíritu Santo que te muestre en qué consiste el verdadero problema, sus raíces y todo lo concerniente al mismo (tu pecado reaccionario, el dolor enterrado, la falta de perdón, la culpa falsa y verdadera, los temores, las mentiras que has creído, las imágenes distorsionadas de Dios, etc.) y cómo debes orar. Él te llevará a toda Verdad, lo promete...Te llevará al conocimiento de Dios a través de Jesucristo, el cual es la Verdad {(y del mismo Espíritu Santo, el cual es el Espíritu de Verdad...es decir, al conoci- miento del único Dios verdadero, el Dios Trino, pues:

"conocereis la Verdad, y la Verdad os hara libres...asi que si el Hijo os libertare, sereis verdaderamente libres" (Juan 8:32,36)e Sólo Él puede capacitarte y habilitarte para vencer con las armas que te ha dado, las cuales son poderosas en Él (Dios) para destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta (que se ha levanta- do en tu vida) contra el conocimiento de Dios, y llevando  

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cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2 Cor 10:4-5; ver también Jeremías 9:23 y 24 y Filipenses 4:8) (paréntesis míos)  Es un acontecimiento de la vida de la persona, que se caracteriza por tres componentes: Principales resultados del rechazo. 

1. Inferioridad, odio (disgusto de sí mismo).  2. Inseguridad, sentimiento de no ser amado, soledad crónica.  3. Inadecuación, debilidad, timidez.  4. Miedos, temores y dudas.  5. Culpa (tanto real como imaginaria) . Signos comunes del rechazo Cuando un individuo posee estos estados mentales y se relacionan con otras personas en circunstancias donde hay presiones, podemos esperar los siguientes problemas:  1. Depresión  2. Hostilidad  3. Ansiedad  4. Escapar por medio de trabajo excesivo, TV, alcohol, relaciones fuera del matrimonio, pornografía, drogas, es- tudios, pasatiempos.  5. Enfermedades psicosomáticas.  6. Rebeldía: “si alguien no me quiso ¡se lo haré saber!” o “como nadie me ama, haré mi propia voluntad”. “¡Nadie va a decirme lo que tengo que hacer!”.  7. Hechicería, dominación o manipulación de los de- más (aún los niños son capaces de hacer estas cosas)  8. Comerse las uñas.  9. Mojar la cama.

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 10. Chuparse el dedo.  11. Nerviosismo.  12. Problemas crónicos de lujuria.  13. Fantasías.  14. Pensamientos obsesivos.  15. Esquizofrenia, doble ánimo.  16. Paranoia.  17. Incapacidad de expresar los sentimientos.  18. Aislamiento emocional  19. Perfeccionismo (el cual nace del auto rechazo).  20. Miedos (temores).  21. Auto condenación.  22. Preocupación y dudas.   23. Imágenes erróneas de Dios: Dios indiferente; Dios iracundo, más que listo para azotar; Dios enojado y nos rechaza por nuestras faltas, decepcionado, listo para desecharnos porque no valemos la pena; Dios que nos culpa; Dios que no nos ama o que su amor es condicional.

Capítulo 6

EL RECHAZO ENGENDRA RECHAZO Recuerde: El rechazo engendra rechazo. Los pa-dres o madres que fueron rechazados, no pue-den dar el amor adecuado (dan un amor distor- sionado) y usualmente, trasmiten este espíritu a sus hijos. Las personas que no encuentran aceptación en un área, la buscan en otras (Ej.; alguien puede convertirse en un adicto al trabajo, al encontrar aceptación a través de la provisión de cosas materiales, al “éxito” obtenido o a la fama) descuidando o destruyendo relaciones en otras áreas de la vida (pues al descuidarlas es una forma de re- chazo y le rechazarán por ello). Una lucha interminable por obtener aceptación es un claro síntoma del rechazo que está en operación. El cónyuge que antes del matrimonio ha experimenta- do rechazo significativo, no sabe cómo dar o recibir amor y nunca ha aprendido la confianza básica. Los cónyuges bien adaptados, usualmente no comprenden el comporta- miento neurótico de una persona rechazada.

44 Heridas Profundas Las personas que tienen un patrón de rechazo des- de su niñez, a menudo indicarán rechazo en situaciones o conversaciones donde no existe rechazo alguno (espíritu de rechazo percibido: espíritu mentiroso que le dice a su anfitrión que hay rechazo presente cuando en realidad no lo hay; es como si pusiera un filtro en la mente de la per- sona, y en consecuencia, se interpretaran muchas decla- raciones inocentes como afirmaciones o conclusiones de rechazo. Si algo se puede interpretar como positivo o negativo, la interpretación negativa se aceptará de inmediato como verdadera, aunque haya sido lo más lejano que alguien po- dría haber tenido en mente).Ya sea real o imaginaria, una interpretación falsa de ciertos hechos abre viejas heridas y amplía el rechazo supuesto o verdadero. Con frecuencia, las personas rechazadas se casan en- tre sí y siguen un patrón de rechazo mutuo.   El rechazo adicional Otro resultado común del rechazo son los esfuerzos de la otra persona para reducir estas situaciones, se inter- pretan como rechazo adicional. De ahí, que la persona agobiada desea terminar la relación y así se demuestra, como parece, que los temores más profundos de la perso- na rechazada sean ciertos. Las personas rechazadas no pueden permitir (tienen miedo de que se alejen) que sus amigos verdaderos tengan derecho a ser independientes, sino que muchas veces tam- bién tratan de controlarlos, como consecuencia, los alejan y sin querer, y así dan lugar a otro rechazo. El amar incondicionalmente a una persona rechaza- da, con frecuencia resultará en que el rechazado muestra emociones o comportamiento neuróticos, pues no sabe cómo obrar normalmente en un ambiente de amor y se siente “fuera de control”. A menudo, se comportará de tal

45Víctor Rodríguez  manera, que origina más rechazo en quienes lo rodean cuando intenta probar el amor que le tienen. Avergonzar a un niño por su comportamiento, tam- bién profundiza el rechazo. Las comparaciones y/o rivali- dades, así como el trato desigual o igual sin sabiduría (ignorando las necesidades individuales), pueden producir sentimientos de inferioridad que lleva al rechazo y vice- versa. Pueden sufrir patrones exagerados de rechazo si la ca- dena de rechazo comienza por los padres que también es- tán en rechazo. Esta búsqueda de aceptación e identidad, se puede distinguir por grupos de edad (ver el árbol del rechazo). “Examinadlo todo; retened lo bueno”.

Capítulo 7

EL ÁRBOL DEL RECHAZO

Phyl y Noel Gibson de Australia propusieron un modelo llamado “La raíz y el fruto de los Sistema de rechazo”. Doris M. Wagner le llama “árbol del rechazo”. La explicación del árbol es muy sencilla. Recuerde, “las raíces producen frutos”. Una persona a igida por reacciones de agresividad, síntomas de rechazo a sí misma o problemas egocéntricos, estos por lo general se rastrean de una forma u otra hasta el rechazo. Cuando algo desa- gradable aparece como un fruto, generalmente se puede rastrear hasta una raíz.  Raíces  1. Manera o momento de la concepción Concepción fuera de matrimonio, producto de for- nicación, adulterio, violación, incesto (la madre no quiso quedar embarazada). En un momento “inoportuno”.  Mala situación económica.

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Familia numerosa.  Enfermedades de la madre, edad, etc.  Problemas que traerán el embarazo (gastos, enferme- dades, molestias, etc.) y un nuevo hijo.  O no fue anhelado.  A menudo se establece una sensación de rechazo de por vida.  2. En la matriz de la madre  El feto, de alguna manera, capta los mensajes de rechazo, cuando la madre los expresa verbalmente:  Que no quiere al niño o que lo odia (o lo maldice).  Mani esta el deseo de no estar embarazada.  Si la madre sufre maltrato (verbal, físico, emocional y/o sexual), el niño podría sentir culpa, lo cual desencade- naría graves sentimientos de rechazo.

Intento de aborto: Incidente traumático (sufrimiento emocional de la madre, cirugías (de la madre y/o feto), accidentes, etc. Muerte en la familia.  Un acto/perversión inusual de la madre.  Odio al embarazo.  Dependencia de drogas o alcohol.  Enfermedades o complicaciones en el embarazo.  3. La manera en que nace.  Parto largo y/o difícil con complicaciones.  Complicaciones perinatales (Ej., enfermedad hipertensiva del embarazo).  Sufrimiento fetal agudo.  Circular de cordón al cuello.

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Nacimiento por cesárea.  Lesiones durante el parto.  Madre muerta al momento del parto o con algún traumatismo.  Parto prematuro por intento de aborto.  4. Falta de lazos afectivos con la madre  Incubadora u hospitalización: aislamiento de la madre.  Falta de contacto físico por necesidad (enfermedad de la madre o del bebé, muerte de la madre, aislamiento de la madre) o negligencia (rechazo de la madre, rapto, etc.). Discriminación por defectos físicos y/o mentales, color, sexo, etc. Gemelos (por competencia).  Familias numerosas (falta de tiempo y atención).  Cuidados por terceras personas o en guarderías.  Abandono de la madre (Ej., niños encontrados en ho- teles o la madre lo regala o lo da en adopción). Espíritus de abandono, aislamiento y soledad.  5. Ser adoptado o “arrimado”.  Con frecuencia sienten rechazo: ¿Por qué no me quisieron? ¿por qué me abandonaron?  Casi siempre, espíritus de abandono.  6. Rechazo hereditario  Abandono emocional: Se mani esta frecuentemen- te con maltrato físico de cualquier clase (a menudo en la misma manera en que el victimario fue tratado). Cuando este espíritu está en la línea familiar, la respuesta habitual de los padres es frustración, ira y desilusión hacia sus hi- jos, y su método de disciplina es moler a palos hasta sacar sangre o dejar moretones (el espíritu de ira, frecuentemen- te se acompaña de espíritu de violencia).

50 Heridas Profundas Por lo general, las personas con rechazo hereditario, rechazarán a los que están a su alrededor, especialmente a los miembros de su familia. Múltiples problemas especia- les que enfrentó en el hogar durante la infancia o adoles- cencia. Entre los más comunes:  Ausencia del padre y/o madre, lo cual puede ser por:  Muerte Abandono físico y/o emocional  Divorcio, separación.  Encarcelamiento.  Hospitalización  Con namiento (siquiátrico, militar, etc.)  Otros  Competencia con hermanos  Maltrato verbal, físico, sexual y/o emocional  Críticas constantes  Control  Alcoholismo  Vergüenza por un miembro de la familia  Peleas contínuas  Desinterés en las actividades del niño  Incesto  Perversiones sexuales contra el niño o adolescente.  Disciplina injusta, estricta y/o rígida  Discriminación por el sexo, discapacidades, conducta, habilidades, estatura, complexión física, color de piel, belleza física, etc.  Distinciones y/o preferencias entre hermanos  Comparaciones con hermanos y/o terceros

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9. Problemas causados por maestros y/o compañeros  Ridiculizaciones  Acusaciones falsas y/o injustas  Exhibición  Castigos excesivos  Injusticias, preferencias, diferencias (trato diferente).   Discriminación por discapacidades, sexo, estatura, complexión, uso de prótesis o anteojos, coe ciente inte- lectual, religión, conducta, habilidades, aptitudes, nivel socioeconómico, belleza física (color de ojos, de piel y/o cabello, etc.). Espíritus de falta de perdón, trauma y rechazo.

Capítulo 8

RECHAZO A SÍ MISMO POR ACTITUDES PROPIAS

Estar descontento por como luce, su género o algún defecto físico (incluye uso de prótesis, frenos, anteojos, etc.), nivel socioeconómico, cultural, estado civil, aptitudes, etc. No poderse perdonar pecados, faltas, errores, debilidades, etc. Espíritu de rechazo personal: Para expulsarlo, prime- ro debe haber perdón propio y confesión de pecado, ya que Dios no se equivocó. Culpa y vergüenza, ejemplos de autorechazo  Factores dolorosos  Divorcio, muerte, separación o abandono del cónyuge (más comunes y más dolorosos)  In delidad de la pareja  Ruptura de un compromiso  Pérdida de empleo  Traición de un amigo  Ruptura de relaciones familiares

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Incompatibilidad matrimonial  No poder resolver problemas emocionales como la depresión, temor, trastornos obsesivos/compulsivos, etc.  Violación  Maltrato físico, verbal, emocional y/o sexual  Muerte de seres queridos  Pérdida de salud  No satisfacer tanque de amor  Ramas y frutos:  R-1 Reacciones agresivas: El rechazo produce rebeldía  Frutos:  Rechazo al bienestar rechazo a otros  Aspereza, insensibilidad escepticismo, incredulidad  Actitudes agresivas  Discusiones, terquedad  Desafío, irrespeto, pleitos  Daño a otros, rebeldía  La frase que describiría la conducta de la persona que posee estos síntomas: “Si alguien no me quiere, ¡se lo haré saber!”

R-2 Síntomas de auto rechazo.  Frutos:  Baja autoestima (pobre imagen personal)  Sensación de inferioridad, odio, disgusto de sí mismo  Inseguridad e ineptitud  Tristeza, dolor y pena  Autoacusación y auto condenación  Incapacidad o negativa a comunicarse  Temor al fracaso (especialmente temor a opiniones ajenas  Otros temores, miedos y dudas

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Ansiedad, preocupación, depresión  Negativismo, pesimismo  Desesperanza y desesperación  Autocastigo  Desórdenes alimentarios, adicciones  Timidez  Culpa real y/o imaginaria (falsa)  Sentimiento de no ser amado, soledad crónica  FRASE: “Dijeron que no me querían y tienen razón, no valgo absolutamente nada”

R-3 Medidas para contra atacar el temor al rechazo  Esfuerzo, logro  Rendimiento, competencia  Retraimiento, soledad, independencia, aislamiento  Autoprotección, etc.  Egocentrismo, egoísmo  Auto justi cación, pretensiones de superioridad auto idolatría  Críticas (o espíritu de crítica), juicio  Envidia, celos  Codicia, autocompasión orgullo, egoísmo, altivez  Manipulación y control, posesividad  Inmadurez emocional  Perfeccionismo  Arrogancia FRASE: “Alguien no me quiso; le probaré que soy alguien”  Fruto global del rechazo:  Se afecta toda la personalidad  El crecimiento y tipo de fruto variarán de acuerdo al

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grado de rechazo. Ante el rechazo, buscar siempre los si- guientes cuatro espíritus, los cuales aparecen frecuente- mente en el siguiente patrón: Espíritu de rechazo (por ser una víctima del rechazo y hacerse un victimario de otros). Rechazo heredado (rechazo a otros y a sí mismo)  Rechazo percibido  Temor al rechazo.

Capítulo 9

QUEBRANTAMIENTO DEL ALMA

Algunos cristianos tienen di cultad para creer que el alma puede ser quebrantada, “sin em-bargo” expresa Wilde “la evidencia apunta que las personas somos quebrantables (Salmo 34:18 y 69:20; Prov 15:13; 17:22). En la única referencia a los “quebran- tados de corazón” que se hace en el Nuevo Testamento, Cristo a rma que ha venido a sanarlos. No dice que vino para buscar la pieza que creó y tirar lo demás”. Quebrantamiento. Rotura en trozos, desmenuza- miento y de ahí, ruina, destrucción Quebrantar. Romper, separar con violencia las par- tes de un todo // Cascar (romper una cosa quebradiza, es decir, que es fácil de romperse, que con facilidad se hace pedazos (es frágil) // Destruir (inutilizar una cosa (hacerla no útil, vana o nula, es decir, incapaz) // Fig. destruir, cau- sar grave daño (grande, de mucha importancia); maltratar (tratar mal a uno de palabra u obra// menoscabar, echar a perder) // Machacar: golpear una cosa para quebrantarla o deformarla (desfigurar: afear, deslucir la composición y hermosura de facciones y el semblante) // Inmutarse {ex-

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perimentar alguna conmoción (movimiento o perturba- ción violenta -fuera de su estado natural-) súbita del áni- mo, que hace alterarse el semblante (cara// representación de un afecto o sentimiento en el rostro).   • Quebranto. Descaimiento (debilidad en el ánimo o en el cuerpo), desaliento // Fig. Lástima (expresión que mueve a la compasión y enternecimiento, lo cual provo- ca, inspira a la conmiseración y piedad (misericordia) de otro hacia el que padece el quebranto // Grande pérdida (carencia de lo que poseía) // Daño (perjuicio // Dolor) // Dolor o pena grande  • Quebrar. Quebrantar // Doblar (romper una cosa encorvándola), torcer (encorvar // Desviar una cosa de su posición o dirección habitual o que llevaba) // A veces se usa en sentido gurado para hablar de un corazón o sen- timiento quebrantado RCP. Reanimación cardiopulmonar (maniobras empleadas para devolver el latido cardíaco y la respiración, cuando ambas se han detenido)   • Rencor. Resentimiento o encono (animadversión, enemistad// Mala voluntad; rencor arraigado (que ha echado raíces, haciéndose muy rme y difícil de extirpar) arraigado y tenaz (que se pega o ase (prende) fuertemente a una cosa y es difícil de separar)   • Repugnancia. Oposición entre 2 cosas // Tedio (fas- tidio, hastío: enfado, disgusto, molestia) y aversión (asco) • Resentimiento. Disgusto, enfado (impresión desa- gradable y molesta que hacen en el ánimo algunas cosas // Enojo, movimiento del ánimo que suscita ira contra algu- na persona), pesar (a icción, abatimiento, dolor, congoja) por una cosa SFA. Sufrimiento fetal agudo: Estado en que por falta de oxigenación en el feto (la cual puede deberse a variadas causas, como por ej., circular de cordón al cuello, hemorragia abundante de la madre, contracciones uteri- nas anormales durante el trabajo de parto, presión sanguí-

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  nea alta de la madre (la cual puede ser por la enfermedad hipertensiva del embarazo, también llamada Preeclampsia o Eclampsia; anteriormente llamada Toxemia gravídica)} éste es llevado a un estado de stress (desequilibrio) meta- bólico y a angustia emocional . • Venganza. Satisfacción (estado que resulta de la realización de lo que se deseaba // Reparación de un agra- vio o daño // Agrado, placer, alegría) o desquite que se toma de un agravio (Salmos 147:3 RV).    3 Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas. (LBLA)  ¿Alguna vez se ha roto un hueso? ¿Se ha roto un hueso más de una vez? ¿Cuántas veces le han dado más de trein- ta puntadas para cerrar una herida? ¿Cuántos han tenido una cirugía? ¿A cuántos los han apuñalado en una cocina o en un callejón oscuro? ¿Le han disparado alguna vez? ¿Cuántos han sido heridos en una guerra?

Dios sana tus heridas ocultas. No heridas físicas sino esas heridas que están ocultas. Pueden ser memorias de su pasado que cuando las recuerda aún causan dolor en tu vida. Pueden ser recuerdos de abandono, de abuso, del ridículo, de crítica severa, de odio, de perjuicio, cosas que lo derrumbaron como el abuso físico, espiritual, sexual o emocional.  ¿De donde vienen las heridas ocultas en su vida? De todos lados. Estoy seguro que lo han sentido. A veces viene de la so- ciedad y de sus perjuicios, otras veces vienen de los miembros de su familia y esas son las que más duelen – las que vienen de los padres, de los hijos, de los hermanos y las hermanas, de los tíos y las tías. Las puede recibir en el trabajo, en el patio del colegio por los niños malos. Están en todos lados.

A lo largo de los años he aprendido dos verdades sobre la vida:

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Una, que todos tenemos una herida oculta. Al menos una. Una cicatriz emocional producida por alguien que nos lastimó seriamente en el pasado. La otra cosa que he aprendido es que las cicatrices emocionales toman más tiempo en sanar que las heridas físicas. Las personas han ido a la guerra y han regresado. Sus cuerpos se sanan pero a veces toma años y años recu- perarse de las heridas emocionales.

Hay una buena noticia: Jesucristo quiere sanar sus heridas ocultas y puede empezar ese proceso en este mo- mento. Dios se da diferentes nombres hebreos de acuerdo a los beneficios que recibimos de Él. Uno de ellos está en Éxodo 15: “Yo soy Jehová Rafa” que quiere decir “Soy el Dios que sana”. La Biblia dice: “sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.” (Salmos 147:3, RV 1995). Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus he- ridas. (LBLA). Usted puede preguntarse: “¿Y cómo hace eso? Quisiera que sanara mis heridas ocultas, esas heridas y recuerdos del pasado”.

Capítulo10

EL PECADO REACCIONARIO

Pecados propios o cometidos contra él: pecados sociales (reaccionarios) de ira, resentimiento, rabia, rechazo y rebeldía. Es la reacción pecami- nosa de una persona que ha sufrido abusos, en contra de sus opresores, contra terceros e incluso contra Dios. La víctima se convierte en victimaria (activador de pecado) contra su opresor. O si se encuentra en una po- sición de menos poder que él, vuelve su rabia hacia otras personas inocentes. Esto produce una reacción en cadena que difunde el pecado, a menudo, durante generaciones enteras. Dicha reacción debe ser detenida por libre decisión de las víctimas, de perdonar a quienes abusaron de ellas -así como Cristo las ha perdonado a ellas mismas- aún en el caso que sus opresores no soliciten el perdón. Ese es el ejemplo que estableció Jesús, según 1Pedro 2:21-25; 3:8- 18. La ira, el resentimiento, la rabia, el rechazo a otros y la rebeldía, son pecados reaccionarios. Aunque el pecado

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reaccionario surge debido al mal, o supuesto mal, in igido a un individuo, puede por sí mismo abrir la puerta a los espíritus malos.

La mayoría de los demonios de ira, resentimiento, rabia, rechazo y rebeldía entran después de que el abuso contra la víctima deja paso a la ira o la rabia por lo que sucedió sucede. El cristiano debe hacer morir las obras de la carne en su vida si quiere llegar a tener una victoria en la guerra contra el pecado en la cual participa; de no ser así, pronto se convertirá en una víctima de guerra. Otros pecados que se podrían clasi car como peca- dos reaccionarios son: Ocultismo, el pecado sexual y las maldiciones procedentes del mundo espiritual. Por tanto, siempre existe una razón para que los demonios estén pre- sentes:   Espíritu de rechazo El rechazo hereditario se mani esta frecuentemente con maltrato físico de cualquier clase (cuando esto sale a la super cie, por lo general se hace evidente que el maltra- tante también ha sido maltratado, a menudo de la misma manera). Cuando este espíritu está en la línea familiar, la res- puesta normal de parte de los padres es frustración, ira y desilusión, y su método de disciplina es moler a palos a su hijo (incluso hasta sacarle sangre o dejarle marcas mora- das por varios días). 

Espíritus de suicidio, ansiedad y depresión A menudo, estos problemas pueden rastrearse hasta asuntos más profundos en las líneas familiares (ante cual- quier problema mental o emocional, debe hurgarse en la historia familiar). Si un problema idéntico a igió a un miembro de la familia en una generación anterior, enton- ces usted primero debe tratar por nombre a ese espíritu.

63Víctor Rodríguez Espíritu de lujuria.   Otro espíritu común (manifestado en historia de masturbación, in delidad, adulterio, pornografía y per- versiones sexuales. Los espíritus de lujuria, parecen atraer a otros que tienen el mismo problema.  Espíritu de adicción

No le sorprenderá que ciertos problemas parecen se- guir líneas familiares. Es comúnmente sabido que en las familias se presentan adicciones a cosas como alcohol, drogas, juegos, gastar más de la cuenta, ejercicios compul- sivos, comida, cafeína, tabaco, etc. Un espíritu de adicción puede tomar muchas formas y aún seguir siendo el mismo espíritu. Ej., una mujer puede tener problemas con el alcoholismo, pero su hijo quizás sea afligido con una adicción a las drogas, si el alcoholis- mo no lo ha esclavizado. Si el problema se inició a muy temprana edad, es que probablemente se hizo una apertura en la línea familiar, por parte de algún pariente en una generación anterior. Alguna “ayuda” profana empujó a la persona hacia el pro- blema. 

1. También llamado mecanismo de defense   2. La hermana Hammond menciona una tríada, pero en mi estudio, sigo el modelo de la hermana Doris M. Wagner al hablar de cuatro tipos de espíritus de rechazo, de los cuales hablo en la sección Árbol del rechazo  3. aquí se re ere a lo relativo a “asideros de pecado” y “pe- cado reaccionario” ya comentado al principio de mi estudio

Pero también lo realicé con la intención de que aque- llos que no han sido heridos en forma profunda por el re- chazo, puedan comprender, amar y no cargar más a aque- llos que, probablemente, les parecen ridículos, infantiles, inmaduros, carnales y tal vez hasta hipócritas, falsos o

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  mentirosos... pero que no lo son. La realidad es que son personas con penas, heridas y cicatrices y con una progra- mación equivocada que inter ere en su comportamiento presente. Si entendemos que la salvación no nos da la salud emocional instantánea, obtenemos una comprensión bá- sica de la doctrina de la santi cación. Es imposible saber hasta qué punto una persona es cristiana juzgando mera- mente a base de su conducta exterior.  ¿No es verdad que los conoceremos por sus frutos? (Mt 7:16) Sí; pero también es verdad que hemos de com- prenderlos según sus raíces; es decir, su pasado, y no juz- garlos.

Podemos tener a una persona, que parece más espiri- tual y responsable que otra. Pero en realidad, consideran- do las raíces de una persona y el terreno excelente don- de ha crecido, en comparación con la otra puede ser un santo. Puede que haya progresado mucho más que la otra persona en la conformación real a la imagen de Jesucristo ¡Qué poco cristiano y qué erróneo es juzgar a la gente de modo super cial! Las personas que hacen estas cosas son muy crueles. Sólo están amontonando más peso sobre la persona que ya no puede llevar su carga, que está dolida y lucha en vano por desprenderse de un problema emocio- nal arraigado.

Se siente culpable por el problema, porque “los cris- tianos no deben tener esta clase de problemas”; y cuan- do alguien le hace sentirse peor por este motivo (juzgán- dolo, criticándolo, condenándolo, “aconsejándolo” que lea más la Biblia, ore más, tenga más fe “¿acaso no eres cristiano?”...), no hace más que doblar su carga de culpa y abatimiento” (del libro: Curación para los traumas emo- cionales del escritor Seamands) . Si comprendemos todo lo anterior, podremos ser libres para perdonar a aquellos que nos han herido... porque también fueron heridos... y 65Víctor Rodríguez 

de pedir perdón a quienes estamos hiriendo (o lo hemos hecho) para cortar esa cadena maligna y así, ellos a su vez, no hieran más...

Algunos pueden objetar “¿qué es lo que está hacien- do? ¿rebajando los estándares? ¿está negando que el poder del Espíritu Santo puede curar nuestros viejos problemas? ¿está tratando de facilitar excusas y coartadas para eludir la responsabilidad, de modo que podamos echar la culpa a la vida, la herencia, los padres, los maestros, los novios o cónyuges y así explicar nuestras derrotas y fracasos? O sea, en las palabras de Pablo: ¿seguiremos pecando para que la gracia abunde? (Rom 6:1) Y yo contestaría con las palabras de Pablo: “¡de ninguna manera!” lo que estoy diciendo, es que hay ciertas áreas de nuestra vida que necesitan ser sa- nadas por el Espíritu Santo. Porque no están sometidas a la oración, disciplina y fuerza de voluntad ordinarias, sino que necesitan una comprensión especial, para “desapren- der” una programación anterior o pasada errónea y volver a aprender y a programar, de modo que nuestras mentes sean transformadas, renovadas. Y esto no se hace de la no- che a la mañana, mediante una crisis experimental. Quiero insistir en el amor del Señor, que para todos aquellos que están escuchando Su voz a través de estos te- mas, aparte de no endurecer el corazón, como nos acon- sejan las Escrituras, busquen en oración (es decir, bajo la guía de Dios y en comunión con Él) y hagan una lista de todas aquellas personas a quienes deban perdonar punto por punto... así mismo, también en oración, pidan ayuda al Señor para poder elaborar una lista donde Él les mues- tre las siguientes cuatro cosas: 

1. De qué forma y por quiénes han sido rechazados (o lo están siendo).  2. De qué forma se han auto rechazado (o lo están hacien- do).

66 Heridas Profundas

 3. De qué forma y a quiénes han rechazado (o lo están haciendo).  4. De qué forma han percibido rechazo (real o imaginario). Todo esto es muy importante de entenderlo, y el único que puede revelarlo y convencernos es el Señor. Recuerden: hagamos nuestra parte (lo que Él nos de- manda hacer) que Él hará la suya (lo que nadie, excepto Él, puede hacer). 

Capítulo 11

MECANISMOS DE DEFENSA

Simplemente, son medios humanos variados que usamos para no ver la verdad y protegernos del temor y la ansiedad. No cambian la verdad o realidad de la situación. Sólo cambia la manera en que la vemos. En realidad, funcionan protegiéndose uno mismo, engañándose, de modo que no se tenga que cambiar. Debido a que muchos puntos especí cos (experien- cias dolorosas) están protegidos por nuestros mecanismos de defensa y escondidos en nuestros recuerdos enterra- dos, no podemos encontrar alivio emocional y espiritual para sus ataques. Necesitamos poner a la vista (identi car) las situaciones, experiencias y actitudes que causaron las emociones negativas y permitir al Espíritu Santo que las resuelva.  Ejemplos de mecanismos de defensa:  a) Aislarse  b) Tratar de llamar la atención: Muchas veces quere- mos ser el centro de atención, mientras todo gira a nuestro alrededor, sentimos que al menos tenemos algo de valor. Es por eso que tratamos de llamar la atención.

68 Heridas Profundas

 c) Sentirse demasiado susceptible: El que se siente in- ferior es demasiado susceptible; no resiste la crítica; mira a todo el mundo como si fuera superior a él. Cuando lo critican se siente aun más inferior, no puede aceptar la crí- tica. También puede suceder que no acepta el halago.  d) Ser demasiado posesivo: El que se siente inferior tiende a ser demasiado posesivo. Se le oye decir: Esas son mis cosas, que nadie me las toque. Es mi amigo.  e) Buscar el perfeccionismo: Hay personas que tienen que hacer todo perfecto. Si no lo hacen así, se sienten sin valor. Si no pueden alcanzar el 100% de perfección, sienten que ya no valen nada. Si tienen cinco grados de inferiori- dad, los tienen que compensar con cinco grados de perfec- cionismo. Otras personas que tienen apenas un grado de inferioridad, puedan tolerar cometer algunos errores, sin descompensarse.  f) Criticar a otros: Los que se sienten inferiores criti- can demasiado a los demás. Dicen: “Él no sabe nada, mire lo que ha hecho”. “¿Cómo puede ser tan tonto para hacer eso?”. Si alguien se siente inferior a otra persona pero ve que aun es capaz de notar las faltas de los demás, siente que por lo menos vale un poco. De otro lado, cuando esta persona pasa cerca de un grupo y oye que están hablando en voz baja, lo primero que piensa es: “están hablando mal de mí”. Nunca se le ocurre pensar que ellas podrían es- tar planeando celebrar su cumpleaños. Está seguro de que siempre están hablando mal de él.   g) Mantenerse alejados de los pensamientos volunta- rios, los recuerdos dolorosos, aparentemente olvidándolos (aunque no es así, pues se tienen presentes para poder reprimirlos, lo cual consume mucha energía mental y espi- ritual)  h) A través de ciertas conductas como la intolerancia, el culpar a otros de lo que uno se siente culpable, el negar el dolor y los sentimientos reactivos al mismo.

69Víctor Rodríguez

De niciones de “carne” (en el sentido moral):  1. Ray Stedman: “El instinto de egocentrismo que hay dentro de nosotros; esa deformación de la naturaleza humana que nos lleva a desear ser nuestro propio dios. Ese ego orgulloso, ese yo sin cruci car que es la sede de la rebeldía y del desafío obstinado a la autoridad”.  2. Ed Murphy: “Es nuestra humanidad defectuosa que se inclina hacia el egocentrismo, tiene su sede en nuestros cuerpos pecaminosos, y que incluye nuestra mente, emociones y voluntad”  3. Neil T. Anderson: “La carne es la tendencia que hay en cada persona, a actuar independientemente de Dios y centrar su interés en sí misma. El inconverso traba- ja completamente en la carne (Romanos 8:7-8) adorando y sirviendo a la criatura antes que al Creador (Rom. 1:25).

Cuando usted experimentó el nuevo nacimiento, su viejo yo murió y nació el nuevo, pero durante los años que había estado separado de Dios, sus experiencias munda- nas le habían programado meticulosamente el cerebro con pautas de pensamiento, indicios de memoria, respuestas y hábitos que son extraños al Señor. De modo que aunque su viejo jefe ya no esté (el viejo yo, cruci cado con Cristo), su carne sigue opuesta a Dios en la forma de una propen- sión a pecar programada de antemano que vive independientemente de El” La carne con la que luchamos a diario, no equivale a ese viejo yo que antes controlaba nuestra vida, pero que ahora está permanentemente crucificado con Cristo (Gál. 2:20). Antes de conocer a Jesús, nuestra existencia era do- minada por esa naturaleza pecaminosa heredada de Adán. Estábamos separados de Dios y muertos en lo espiri- tual. Ese era el “viejo hombre”, el “viejo yo”.... Jesús se llevó consigo a la cruz a nuestro viejo hombre: “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con

70 Heridas Profundas Él (Rom. 6:6) El viejo yo está muerto y los creyentes somos nuevas personas como consecuencia de la vida de Cristo morando en nosotros (Rom 6:5-8; 8:9; 2 Cor 4:711; Gál 2:20; Col 1:27; 3:1-4). Alma (la cual incluye voluntad, sentimientos, me- moria, razonamiento, pensamientos y emociones).  • Argumento: Razonamiento: serie de conceptos dirigidos a demostrar algo o a persuadir (inducir, mover, obligar con razones a creer o hacer algo) a alguien que se emplea para probar o demostrar una proposición o para convencer a otro de algo.  • Abuso ritual sexual (practicado por satanistas).    Asidero: Pecado, trauma (herida) o recuerdo dolo- roso no resuelto, que dan base (derecho legal) para que un espíritu inmundo obre en determinada área en la vida de una persona. Una vez quitado de en medio esta base, el asidero que- da destruido carnal. Terrenal y que sólo mira a las cosas del mundo cautivo.  • Con ar: Tener con anza, estar alentado// Esperar con rmeza y seguridad.   • Conocer: Tratar, frecuentar, codearse, relacionarse, enterarse, percatarse, advertir, comprender, sentir, experi- mentar, adjudicar, atribuir, discernir (dar, entregar, apre- ciar, reconocer).  • Debilidades: Son características de la naturaleza humana que pueden predisponernos o inclinarnos al pe- cado. No son pecados en sí. Pueden existir en el área men- tal, moral, emocional o física (aunque en este estudio no me re ero a las físicas).  • Destrucción. Ruina, asolamiento // Acción de des- truir (deshacer, arruinar // Inutilizar una cosa // causar grave daño).

71Víctor Rodríguez

• Firmeza: Perseverar, no variar de estado o resolu- ción// Sin cansarse o fatigarse 

• Fortaleza: Recinto forti cado  • Ira: Pasión del alma que mueve a indignación y enojo, dolor, irritación grande // Deseo de injusta vengan- za (hombre) // Deseo de justa venganza (Dios)  • Llevar: Transportar, conducir algo de un punto a otro (en el caso de 2 Cor 10:4-5, los pensamientos deben ser llevados del área de in uencia de las mentiras del ene- migo, a la Verdad de la Palabra de Dios). • Obediencia: Tiene un amplio signi cado, pero tam- bién implica con anza.   • Odio: Aversión (oposición y repugnancia que se tiene a alguna persona o cosa) y antipatía (repugnancia natural o instintiva que se siente hacia alguna persona o cosa) hacia alguien o algo, cuyo mal se desea. • Orgullo: Vanagloria, presunción (suposición, con- jetura, opinión, sospecha).   • Perdón: Es un antiséptico natural que debe em- plearse con toda rapidez hacia la persona ofensora, una vez que ésta nos ha herido ( ya que para Dios es la única reacción aceptable hacia la misma). De otra manera, un germen espiritual (espíritu inmundo) puede ganar entra- da esa herida y causar una infección espiritual (la cual re- cibe el nombre de demonización) (Interesante de nición que da Frank Hammond en “Victoria sobre el rechazo”).   • Enfermedad hipertensiva del embarazo.  • Poderosas: Que tiene poder // Activo, e caz, que tiene virtud para una cosa // Excelente, magní co.

 

Capítulo 12

EL PERDÓN COMO ARMA DE LIBERACIÓN

Además de la Sangre y el Nombre de Jesús, Do-ris M. Wagner dice que el perdón es una de las más poderosas armas que Jesús ha dado a la persona en esclavitud. El primer paso hacia el perdón, es reconocer los sentimientos de rencor y odio. Si la persona entierra el trauma, también entierra el odio. Pero Dios ha estructurado nuestra personalidad de forma que no poda- mos hacer esto y dejar así las cosas para siempre. Consideraremos al odio como el mayor de los ingre- dientes en aquellos playbacks mentales recurrentes que son un signo de que necesitamos curación de algunos re- cuerdos penosos. Porque prácticamente todo los traumas acaban acarreando fuertes resentimientos. Algunas veces somos bien conscientes de los rencores y luchamos contra ellos en la oración, si bien no obtene- mos resultado alguno. Otras, nos damos cuenta simple- mente de sentimientos generales de rabia dentro de no- sotros, pero somos incapaces de señalar las causas. Parece como si estuvieran sumergidos debajo del nivel de nuestra

74 Heridas Profundas 

memoria consciente. Esto es con frecuencia la causa de depresión entre los cristianos, este resentimiento congela- do y enterrado. En otras ocasiones, la tensión de este odio reprimido se expresa por medio del lenguaje de la enfer- medad. Hay muchas enfermedades que tienen sus raíces en resentimientos no curados. Cuando los cristianos dejan de expresar sus sentimientos verdaderos, sus cuerpos cla- man por medio de las voces de la enfermedad y el dolor. Esto es verdad de modo especial de los resentimientos en- terrados tan profundos, que no pueden regresar a la conciencia.

Estos sentimientos irrumpen en la mente y entonces viene la repetición/video en cámara lenta. Van surgiendo escenas e imágenes y la rabia se desparrama y domina. Los cristianos se quedan confusos cuando se dan cuenta de que “se vengan” en otro que está a su alcance, sea el cónyuge o un hijo a quien aman. Esto, a su vez, los llena de remordimiento, culpa y derrota espiritual. Se quedan más desconcertados aún porque no pueden averiguar de dónde procede todo aquello. Lo más probable es que, sin querer, hayan perforado en alguna bolsa o corriente subterránea de resentimiento que, como cuando se halla petróleo en un pozo, a ora a la super cie. Cuando esto sucede varias veces y no parece que mejore por medio de la disciplina, la oración y las ex- periencias más profundas en el Espíritu, debemos buscar las causas en la presión y dolor de recuerdos no sanados.   ¿Ira contra Dios?

Quizá la experiencia más desconcertante y traumática de todas ocurre cuando un cristiano piadoso se ve anona- dado por sentimientos de ira contra Dios. Esto es terriblemente difícil de admitir. David A. Seamands dice que ha pasado muchas sesio- nes guiando suavemente a algunos aconsejados al punto

75Víctor Rodríguez   en que nalmente se dan cuenta de su resentimiento con- tra Dios. El trauma ha sido tan grande que algunos se han desmayado en su despacho o han sentido náuseas hasta el punto de vomitar. Porque aman a Dios y quieren servirle y agradarle y están abrumados cuando descubren esta ira sumergida contra Él. Después de que pasa el trauma ini- cial, pueden poner estos sentimientos de rencor a la mis- ma presencia de Dios y dejarlos ahí para que El los lave con Su amor.  Conceptos deformados de Dios Olvidamos que junto con lo que se nos ha enseñado sobre Dios, las experiencias, recuerdos y sentimientos, tie- nen una gran parte en la formación de este cuadro. El factor preponderante es el hecho de lo que sentimos que Dios es y de quién es realmente. Es sorprendente el número de cristianos genuinos que están enzarzados en un con icto interno entre lo que piensan de Dios y lo que sienten sobre Dios (y lo que El siente hacia ellos). Su teo-logía cerebral es excelente, pero cuando se habla de su rodillo-logía (es decir, lo que sienten cuando oran) la cosa es espantosa.

Esta es la fuente de muchos problemas emocionales en cristianos y uno de los indicadores más fuertes de re- chazo y de la necesidad de una sanidad en los recuerdos. Al margen de lo correcta que sea la doctrina que saben, si no tienen una imagen, un sentido y una impresión vívida de que Dios es verdaderamente bueno y misericordioso, no puede haber una victoria espiritual duradera en sus vi- das. Lo que contribuye de modo principal a nuestro con- cepto de Dios, son las experiencias de la vida (principal- mente las de nuestros primeros años), las relaciones inter- personales y las enseñanzas que hemos recibido. Sin duda, lo que nos han enseñado, es en extremo importante. Pero lo que hemos aprendido o captado, también lo es.

76 Heridas Profundas De hecho, nuestros sentimientos sobre Dios pueden afectar de modo radical a nuestras ideas. Ocurre porque estos sentimientos son parte de la dinámica que determi- na la manera en que percibimos las enseñanzas que nos dan. Este hecho crucial lo pasan por alto muchos pastores y obreros cristianos. Suponen que si las doctrinas e ideas que predican o enseñan son bíblicamente correctas, de modo automático van a aclarar los conceptos de Dios y capacitar a las personas a creer y con ar en Él.

Aunque el Espíritu Santo es el que revela la Verdad, lo que oye, se imagina y siente el oyente es ltrado a través de sus patrones establecidos de pensamientos, conceptos y experiencias. Porque las palabras, incluso las mejores, están sujetas a las deformaciones de los oyentes pecami- nosos y dañados. El contenido o sentido de lo que leemos en la Biblia es in uido en gran manera por nuestros re- cuerdos (experiencias) y relaciones. Lo anterior ocasiona que en vez de con ar en un Dios predecible en su rmeza y digno de con anza en su delidad, muchos cristianos están llenos de temor y ansiedad porque a nivel se sus sen- timientos (los cuales derivan de su forma distorsionada de pensar debido a sus experiencias pasadas) tienen a Dios como de poco ar. No ven a Dios como un Padre que les nutre y afirma y que siempre les alienta en su crecimiento, en vez de ello, lo ven como airado, descontento, iracundo, vengativo.... se sienten rechazados por Dios. Sienten que no son acepta- dos por Él porque le son inaceptables y se ven atrapados en un círculo vicioso de procurar (esforzarse) complacer a un Dios imposible de complacer. Además, ciertas frases “bien intencionadas” (¿o legalistas?) que escuchan, tales como “debes esforzarte más” “debes agradarle a Él” “ora más, ayuna más, sirve más” “lo que pasa es que eres un carnal” “hipócrita y eso que eres cristiano”, etc., en vez de servirles, les hunden cada vez más y los llenan de culpa...

77Víctor Rodríguez

  porque no se trata de “un hacer”, sino de un “no poder” de- bido a pensamientos distorsionados, que dan emociones distorsionadas y a su vez, obras distorsionadas que nece- sitan sanidad, transformación por medio de la renovación del entendimiento. Estos cristianos sienten ira escondida contra Dios. Por tanto, llegan a considerar que Dios es injusto y parcial en sus juicios. Es un Dios injusto para ellos, pero trata a los demás con justicia. Con frecuencia les hablan clara- mente a los demás de un Dios amante y explican el Plan de salvación por gracia, pero son incapaces de aplicárselo a sí mismos. Así, los cristianos con receptores del amor dañados (recordemos que esto es consecuencia directa del recha- zo de que han sido víctimas) pueden recibir las Buenas Nuevas y transformarlas en malas nuevas. Es por eso que tienen la habilidad de prescindir de las promesas maravi- llosas de misericordia, amor y la gracia de Dios y de modo sistemático seleccionan pasajes de la Biblia que subrayan la ira, el castigo, el juicio y el pecado imperdonable A menos que los obreros cristianos entiendan verda- deramente la dinámica de esto, no serán capaces de ayudar a estas personas traumatizadas. En realidad, les causarán daño, recargando más los “debes” y la culpa al aplicarles las disciplinas espirituales de la oración, el ayuno y leer la Biblia. No se trata de que la razón o las emociones ataquen la fe, sino que hay emociones arraigadas profundamente que abruman nuestra razón, así como nuestra fe. Os Guinnes, citado por David A. Seamands dice lo siguiente al respec- to: “imagínate una fe sana y robusta como una persona que tiene un buen apoyo y mano firme, de modo que pue- de extender el brazo y agarrar lo que quiera. Imagínate que esta persona tiene una herida abierta en la palma de

78 Heridas Profundas 

la mano. El objeto que desea coger lo tiene enfrente, y su fuerza muscular es su ciente. Pero el dolor insoportable que resulta le hace muy difícil o imposible que agarre el objeto”. Esto es exactamente lo que pasa a muchos cristia- nos que tienen traumas emocionales sin curar. El mismo proceso de intentar creer, ejerce una gran presión sobre la herida emocional. De hecho, las preguntas y dudas que parecen proceder de su cabeza, surgen en realidad, de algún trauma ente- rrado profundamente en su corazón. Algo ha sido dañado y deformado profundamente en sus conceptos/sentimien- tos de Dios que ceden a la duda, a n de que no tengan que volver a abrir aquellas heridas profundas.

Mientras sus necesidades internas básicas que ya men- cioné al principio de este estudio no se hayan satisfecho y se hayan curado las antiguas heridas, las dudas permane- cerán. Porque es menos penoso llevar el dolor de las dudas que hacer frente al dolor de los recuerdos traumáticos de los sucesos que los causaron. Pastores y obreros deben estar bien familiarizados con esto, pues de lo contrario, tratarán directamente y con remedios en extremo simplistas que no pueden ayudar a la gente sino a llevarles a una desesperanza más profun- da. Porque estas personas quieren creer realmente, algu- nas veces más que nadie en el mundo. Tanto quieren creer, que no pueden correr el riesgo del terrible dolor de que- dar decepcionados después de haber creído. Porque este desengaño es lo que ya han experimentado muy atrás en sus vidas. Por ejemplo: ¿puede alguien que nunca ha expe- rimentado amor genuino (incondicional), sino sólo abo- rrecimiento, rechazo e incluso crueldad cuando era niño, creer realmente que Dios le ama? ¿Puede un hijo que sólo ha recibido de una madre o un padre, desagradables crí- ticas, regaños, correcciones y humillaciones, creer y sentir que agrada a Dios y que por tanto “ninguna condenación

79Víctor Rodríguez

 hay para los que están en Cristo Jesús”? ¿No hay que espe- rar que va a gravitar hacia los textos de las Escrituras que ponen énfasis sobre el juicio?  ¿Qué clase de preguntas teológicas se pueden esperar de una hija que dijo de su padre: “Nunca sabía si iba a abrazarme o a darme un golpe, y nunca supe de qué de- pendía la diferencia”. O de la que dijo “siempre estaba pre- sente, pero solo listo para castigar, para encenderse en ira ante la menor falta y para impartir “justicia”, o bien “me abandonó, se fue... nunca estuvo cuando más lo necesi- té”.... o las que dicen entre sollozos: “Me tapaba la cara con la almohada y lloraba cuando mi padre me ordenaba que fuera a la cama con él”.... Sin una curación a fondo, ¿cómo podrían estas personas realmente tener una teología ade- cuada de Dios como el Padre celestial que nos ama y cuida de nosotros y que nunca nos abandona?

Sí, algunos de estos casos son extremos, pero ilustran bien el punto: no todas las preguntas y dudas teológicas son una señal de incredulidad o rebelión. En muchos ca- sos son síntomas de la necesidad de una sanidad profun- da, interna. Sólo después que ésta ha tenido lugar, estas personas son capaces de dar forma a sus doctrinas defec- tuosas y entender debidamente las Escrituras. (Para más sobre este tema, ver el excelente libro de “La curación de los recuerdos” de David A. Seamands. Edit. Clie). Por otra parte, diré que el pecado reaccionario ya mencionado anteriormente, es una desobediencia hacia Dios de la cual somos responsables delante de El, ya que hemos escogido dar las respuestas equivocadas a Dios y al prójimo. Esto nos ha traído temor y culpa verdadera y ha reforzado nuestras percepciones y sentimientos torcidos hacia Dios. Así que, por más que hayamos sido víctima de los pecados de otros, también nosotros hemos pecado y debe-

80 Heridas Profundas

 mos aceptar nuestra parte de la responsabilidad (no la del otro, sino la nuestra). Tenemos mucho que perdonar, pero nosotros, por otra parte, también necesitamos ser perdonados por las malas elecciones (el pecado reaccionario). Sí, es un cuadro complejo, pero su propósito no es confundir, sino aclarar y ayudarnos a descubrir y sanar estas imágenes y sentimientos que deforman nuestros conceptos de Dios. Porque, a pesar de nuestra entrega a las más rigurosas disciplinas cristianas, nunca hallaremos “justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Rom 14:17) per- manentes hasta que hallemos a un Dios que también es nuestro Padre.

Por tanto, la mayor parte de nuestro fracaso en amar a Dios y con ar en Él, procede de nuestra imagen de Dios como no digno de amor ni con anza. Y la mayor parte de la ira contra El, en realidad no es contra el Dios verdadero, sino contra nuestro concepto no cristiano o subcristiano que tenemos de Él. Lo único alentador de esto es que Dios lo sabe, nos conoce y nos comprende. Él no está enojado con nosotros por nuestra falta de confianza o nuestra ira contra Él. Más bien está triste de que nuestra falsa imagen de El, nos im- pida llegar a conocerle tal como es realmente. Su corazón se duele de ello más aún que el nuestro. Es por eso que anhela ayudarnos a hallar sanidad de las heridas que han contribuido a que tengamos sentimientos/conceptos de- formados de El. ¡Gracias a Dios por ello! Dicho lo anterior, pasaré a hablar sobre el perdón. Un tema muy mencionado, pero no siempre explicado ade- cuadamente, ya que a la mayoría de nosotros sólo nos en- señan “debes perdonar” pero ni siquiera nos explican lo que realmente es el perdón.... mi padre tenía la costumbre de regañar y golpear cuando nos pillaba en un pleito... y su solución única, era “dénse la mano y pídanse perdón”

81Víctor Rodríguez 

(claro, esto a manera de orden o nos atendríamos a las consecuencias de desobedecerla)... esto me hizo ser lega- lista en cuanto al perdón... ¿acaso no el Señor también lo dice “si tú no perdonas, tampoco mi Padre te perdonará”? bueno, pues esto es un buen ejemplo de lo que acabo de mencionar en cuanto a la distorsión de la Palabra debi- do a las malas experiencias.... yo percibía que a Dios no le importaba mi dolor, ni nada ante lo que me hacían los demás, El, simplemente y al igual que mi papá, sólo decía “dále la mano (aquí también entraba lo de “si alguien te golpea una mejilla, pon la otra... para mí era “si alguien te golpea...dale la mano y pídele perdón”) y pídele perdón... no me importa lo que te hayan hecho, si tú no perdonas, ni me hables...” al menos es lo que experimentaba, ¿de verdad podía perdonar?

Por eso he dicho que es importante saber lo que es el perdón y por qué debemos perdonar.

Capítulo13

PERDONAR ES UN MANDATO DE DIOS Él lo ordena y debemos obedecer.... pero no por-que no le importe nuestro dolor y sufrimiento, sino porque Él sabe que nos seguirá dañando mientras no perdonemos y entreguemos el dolor a El, en vez de guardarlo para mantener en la cárcel a nuestro ofensor. Por tanto, podemos confiar que lo hace por nues- tro bien y que es lo que más nos conviene. Perdonar es aceptar vivir con las consecuencias del pecado de otra persona, Aceptes o no, de todos modos vi- ves con esas consecuencias. Perdonar es una opción, una crisis de la voluntad, pero también es un proceso: La crisis de perdonar, realmente significa comprome- ternos a estar dispuestos a continuar el proceso siempre que sea necesario, pues habrá muchas ocasiones en que los antiguos sentimientos volverán a levantar la cabeza, aún después de haber perdonado...son impredecibles y algunas veces pueden darnos un golpe cuando menos lo espera- mos. El perdón necesita ser reiterado con frecuencia y es mucho mejor ser perfectamente sinceros con Dios cuando

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estamos luchando con resentimientos antiguos. Es mejor decirle sinceramente que somos incapaces de entregarlos y ver que es imposible que nosotros cambiemos nuestros sentimientos sin Su ayuda. Lo que podemos hacer es admitir esto y estar de acuerdo con que Él los cambie. Cuando hacemos esto, y seguimos decididos a no sentir más rencor (recordándonos que ya perdonamos, que ya entregamos a Dios nuestro “derecho” a vengarnos) nos sorprenderán los cambios que Dios hará en nuestros sen- timientos. Debemos estar atentos a esto, para cuando el enemigo quiera tentarnos con rencores que ya confesamos a Dios. El problema de algunas personas, es que han hecho de su rencor u odio, una parte de su misma personalidad. Han edi cado su vida alrededor de estos sentimientos ne- gativos (los cuales no olvidemos que son pecaminosos) y tienen di cultad para renunciar a ellos. El Dr. Ed Murphy, en su también excelente libro “Manual de guerra espiri- tual” (Edit. Caribe) relata sobre un consejero que habló sabiamente a una chica de 15 años que sufrió abuso sexual por parte de su propio padre durante varios años, cuando esta le dijo “¿por qué he de perdonarlo cuando me ha echa- do a perder mis primeros 15 años de vida?”, respondién- dole “para que no eche a perder los próximos 15 también”. 

1. Perdone para que usted sea libre Tal vez no le interese libertar al otro de su anzuelo (aunque esto también sucede) pero al menos empiece por usted... recuerde que debe amar al prójimo como a sí mis- mo... lo dicho en este punto no es por egoísmo, sino para que al hacerlo primero por usted, pueda hacerlo luego igual con el prójimo

2. No espere que la otra persona le pida perdón (pri- mero) a usted. Perdone de todo corazón Es decir, sin condición (de forma incondicional): no dé libertad bajo caución, la cual es condicional, sino liber-

85Víctor Rodríguez 

tad completa, tal como Dios hace con usted y conmigo permita que Dios traiga a super cie las emociones doloro- sas que usted siente por lo que le hirieron su perdón será incompleto si no toca el núcleo emocional de su vida muy a menudo el dolor nos asusta, así que enterramos las emo- ciones profundamente dentro de nosotros deje que Dios las saque a super cie para que empiece a sanar esas emo- ciones dañadas. Perdonar es optar por no emplear nunca más el pecado ajeno contra la persona que lo cometió.  3. No espere para perdonar hasta tener ganas de ha- cerlo Nunca las tendrá. Tome la dura decisión de perdonar aunque no tenga ganas de hacerlo Una vez que usted opte por perdonar, Satanás pierde su poder sobre usted en esa área, y el toque sanador de Dios queda libre para moverse. Usted obtendrá libertad en ese preciso momento, sin que necesariamente sus sen- timientos cambien de inmediato.  ¿Qué es perdonar? 

Perdonar es como sacar un doloroso anzuelo.  Es como sacarse anzuelos que los demás nos han clavado  Es un proceso doloroso, pero cuando perdonamos a la gente, ya no seguimos más enganchados a ellos.  En la medida en que esos anzuelos sigan en nosotros, segui- mos atados a esas personas.  Cuando yo suelto a alguien de mi anzuelo, ellos no quedan sueltos del anzuelo de Dios.  Debemos con ar que Jesús trate a la otra persona con justi- cia, equidad y misericordia.  Perdonar es aceptar que no podemos cambiar lo que pasó.  Puedes estar enojado por mucho tiempo o puedes perdonar- los y dejar que Dios se las vea con ellos.

86 Heridas Profundas

A gente hace cosas malas podemos optar por no permitir que lo que hicieron, sea algo que domine. Para perdonar de todo corazón, tenemos que admitir el do- lor y el odio   1. Repase su lista de nombres, uno a la vez en ora- ción, pida a Dios que le revele a quiénes debe perdonar y por qué. Haga una lista con cada una de las personas y de las cosas que le vienen a la mente, no importa que parez- can insigni cantes o ridículas. Si lo ha pedido en oración, el Espíritu Santo sabe mejor que usted mismo, por qué y a quién le trae a la memoria. Sea obediente. Se sorprenderá.  2. Quédese con esa persona hasta que todo el dolor se acabe Entonces siga con la próxima. Es sumamente importante hacer hincapié en que de- bemos permitir que Dios traiga a super cie las emociones dolorosas que Él sabe están enterradas o disfrazadas por lo que nos hicieron. Es por eso que la lista debe ser hecha en oración, para ser fortalecidos en Él y en el poder de Su fuerza.

También por eso es imprescindible tener la lista al momento de proceder a la oración y permitir que el do- lor uya del interior hacia el exterior para que Dios pueda eliminarlo. Si en ese momento Dios le habla de algo en es- pecial (mostrándole algo, recordándole alguna otra cosa, etc.) no se resista, sea obediente, todo lo hace Él por su bien. Si bien es cierto que habrá cosas, ofensas más difíciles de perdonar que otras, recuerde que el principal motivo de perdonar es para honrar a Dios con su obediencia... lo demás lo hará Él y, por tanto, es asunto Suyo, no de usted (me refiero a lo que pase con quien que lo ofendió. Incluso, pídale la gracia para poder orar conforme a Su voluntad por esta(s) persona(s). No olvide incluir en su lista a usted mismo y a Dios (no porque nos haya hecho algo malo en realidad, sino

87Víctor Rodríguez

 porque esas imágenes distorsionadas que hemos tenido de Él, nos están causando serio daño... y Dios requiere nues- tra honestidad al respecto, para poder ayudarnos)

Ejemplo de oración   “Señor, yo perdono a… (Nombre la persona) por… (Men- cione lo que te hizo) ya que esto… (Recordemos que son las acciones y no las personas en sí, las que nos hieren) me hizo sentir… (mencione francamente cómo te sentiste) en el Nom- bre de Jesús decido por obediencia a ti, en forma voluntaria, renunciar al derecho que he creído tener de usar este pecado en su contra, por lo tanto, lo declaro libre de mi anzuelo y elijo dejarlo en tus manos sabias, justas y misericordiosas y renuncio a todo deseo de… (Mencione lo que le venga a la mente. Ejemplo: de venganza, de que le vaya mal, de que le pase equis cosa, etc.) También te pido que tú cambies mis pensamientos y sentimientos hacia… (Mencione el nombre de la persona por la que está orando) a partir de ahora, ya que por mí mismo/a yo no puedo hacerlo, pero para ti todo es posible. Y te pido perdón a ti, porque… (Mencione lo que el Espíritu Santo le muestre como pecado reaccionario) Oro en el Nombre de Jesús. Amén” No olvide que lo anterior, sólo es un modelo (suge- rencia) de oración, más bien, sea dependiente al Espíritu Santo y hágala lo más completa posible, pues los puntos que se sugieren, abarcan lo que he mencionado sobre el perdón, pero no debemos (ni podemos) limitar la convic- ción y revelación del Espíritu. Sólo Él puede llevarnos a toda verdad. A continuación, les comparto un material muy inte- resante sobre la Esquizofrenia, escrito por Ida Mae Ham- mond, donde ella menciona que se trata de una revelación dada por Dios al respecto. Recordemos que la Biblia en 1Tes 5:21 nos exhorta a examinarlo todo y retener lo bue- no.

Capítulo 14 LA REVELACION SOBRE LA ESQUIZOFRENIA (Por Ida Mae Hammond) Al trabajar muy intensamente en la liberación de Sara, una persona que no mostraba mucha mejoría, después de repetidas ministraciones. Sara se encontraba muy ansiosa y deseaba la liberación, se trataba de una creyente. Era muy cooperadora, pero los resultados finales eran muy descorazonadores. Una noche, la hermana Ida Mae Hammond recibió una revelación sobre el problema de la persona menciona- da y le dijo lo siguiente: “El problema es la esquizofrenia. El Señor me dio esta definición: la esquizofrenia es una perturbación, una distorsión o desintegración en el desa- rrollo de la personalidad. Sara tiene más de una persona- lidad dentro de sí. El Señor me ordenó colocar las manos juntas, con las palmas enfrentadas y los dedos firmemente entrelazados. Me dijo que esto representaba la naturaleza esquizofréni- ca. Cada mano representaba una de las dobles personali- dades dentro del esquizofrénico, pero ninguna de ellas era el yo real.

90 Heridas Profundas El Señor me dijo: “tus manos representan el nido de los espíritus demoníacos que constituyen la esquizofrenia. Quiero que sepas que eso es completamente demoníaco. Es un nido de espíritus diabólicos que han entrado en la vida de la persona, cuando era muy joven. Ahora te mos- traré cómo obran”. Luego, me hizo separar las manos muy lentamente. A medida que mis dedos se desenlazaban muy despacio, el Señor me mostró que esos espíritus satánicos en el esquizofrénico también se deben separar, expulsar y derrotar. El proceso necesita tiempo.

Para la persona es un choque descubrir que mucho de su personalidad no es el yo real. Se puede descontrolar cuando sepa cómo es su verdadera personalidad. Necesita tiempo para acomodarse y para no seguir en concordancia con las falsas personalidades demoníacas que se van co- nociendo. Debe llegar a aborrecer la personalidad esquizofrénica y debe estar en completo desacuerdo con ella. El Señor me trajo a la memoria Amós 3: 3 “¿Andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo? Uno a uno mis dedos se soltaron para ilustrar la sepa- ración de las personalidades demoníacas (más tarde cada dedo recibió el nombre de un espíritu). Los dos últimos dedos en separarse fueron los dos del medio. El Señor me mostró que estos dedos representan el núcleo del esquizo- frénico: rechazo y rebeldía. Cuando finalmente se separen, la persona se puede considerar curada, liberada, y con conocimiento de cuál es su yo verdadero. El espíritu control se llama Esquizofrenia o Doble áni- mo (mente). La Biblia dice: “el hombre de doble ánimo es in- constante en todos sus caminos” (Stgo. 1:8) Esta es la definición escritural de un esquizofrénico. La traducción ampliada podría decir algo así: “porque siendo como es, un hombre de 2 mentes, vacilante, dudoso, irre- soluto, es inestable y no se puede confiar en él, porque es inseguro en todo, en lo que hace, piensa, siente y decide”.

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La frase que se traduce “de doble ánimo o de dos mentes” viene de una voz griega compuesta que signi ca literalmen- te “dos almas”. La siguiente etapa en la revelación llegó unas pocas semanas después. El Señor me ordenó dibujar el contor- no de mis manos sobre el papel; luego fue nombrando los dedos como diversos espíritus y me mostró cómo cada de- monio se instala en el esquizofrénico. El demonio control Esquizofrenia invita otros demonios a entrar para produ- cir la distorsión de la personalidad. La Esquizofrenia siempre comienza con rechazo. Co- múnmente se inicia en la niñez o en la infancia y a veces mientras el niño está aún en el vientre de la madre. Hay muchas causas para el rechazo. Quizá el niño no fue de- seado. Puede haber tenido el sexo que no deseaban uno o ambos padres. Las condiciones en el hogar pueden haber sido inseguras. En fin, hay muchas puertas que llevan al rechazo. La Esquizofrenia se puede heredar demoníacamente. En otras palabras, los demonios buscan perpetuar su lina- je y es más fácil para ellos hacerlo dentro de una familia. Por ejemplo: una madre tiene una naturaleza esquizofré- nica. Los demonios elegirán a uno o más de sus hijos para alimentar ese espíritu de esquizofrenia dentro de ellos. La madre esquizofrénica siente rechazo. Ella es la res- ponsable principal de suministrar amor a la familia. Es la que acaricia, la que maneja, la que consiente al bebé. El demonio de rechazo dentro de ella, crea problemas en sus relaciones con el hijo. Así, el niño queda abierto al rechazo por la inestabilidad de la madre. Repito, la esquizofrenia siempre comienza con el rechazo. Ahora bien, uno puede tener un espíritu de rechazo y no ser esquizofrénico. En otras palabras, todo depende en la manera en como se forma la personalidad. Por el

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  contrario, el esquizofrénico siempre anda preguntándose ¿quién soy? La identidad del verdadero yo se pierde o se confunde. El rechazo (como aparece en la mano izquierda de la ilustración) es el demonio que controla una de las perso- nalidades que están dentro del esquizofrénico. El rechazo muestra un tipo de personalidad de retirada. Es un sen- timiento interior, es una agonía interna, es un morir de hambre de amor, es inseguridad, es inferioridad, es fanta- sía, es irrealidad, y todo está en el interior “no comparto eso con nadie ni a nadie”. En una personalidad así, se ins- talan los demonios. La segunda personalidad puesta por los demonios es la rebeldía (ver el dedo medio derecha en la ilustración). Cuando un niño no tiene una relación amorosa satisfacto- ria en su vida, entonces crece incapaz de compartir y sen- tir sus relaciones en amor. La rebeldía se instala y mientras comienza a luchar por amor, maltrata y satiriza a quienes le han dejado morir de hambre y no le han ofrecido amor. La rebeldía se afirma en terquedad, en obstinación, en egoísmo. Aquí hay otra personalidad. Ésta no es introver- tida y no está en retirada. Es una personalidad agresiva que embiste en ira, en amargura, en resentimiento, odio y vergüenza. El esquizofrénico, literalmente, está bajo estos dos po- deres opuestos. Puede saltar de un tipo de personalidad al otro en un instante. El Señor me mostró que debía referir- me a las personas esquizofrénicas como Sara 1 y Sara 2, la Sara1 era la persona real y la Sara 2, la personalidad esqui- zofrénica que tenía dos aspectos. Por tanto, realmente se trataba de tres personalidades: la personalidad verdadera, la personalidad de rechazo y la personalidad de rebeldía. Naturalmente, esto trae mucha confusión tanto a la persona misma como a quienes la rodean. La persona real

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 no es ninguna de las manos, el yo real se muestra en la par- te baja de la ilustración, entre los brazos. Los demonios no han permitido que el yo real se desarrolle. El esquizofréni- co no conoce su yo real. Cuando comienza a ser liberado, el yo real debe de tener a Jesucristo. Jesús debe comenzar a crecer en la persona, a desarrollar esa personalidad y a ha- cerla como Él quiere que sea. De ahí, por qué la liberación del esquizofrénico requiere tiempo, a veces varios meses, e inclusive un año o más. La liberación debe trabajar en equilibrio con el desa- rrollo del yo real. No se puede apresurar, porque la per- sona no tiene nada que la sostenga como apoyo. Si en el esquizofrénico se expulsaran repentinamente todos los espíritus, se sentiría perdido por completo. La identidad con el yo real requiere tiempo. A medida que se agota la naturaleza esquizofrénica, la naturaleza verdadera debe de salir para reemplazarla. Debe ejercitar su voluntad para no seguir en acuerdo con los demonios y debe romper todos los hábitos viejos.

El remolino en la parte superior de la ilustración, entre las dos manos, representa un “huracán”. El esquizofrénico crea continuamente tormentas a su alrededor. Es atrapa- da en esa tormenta y otros se afectan con lo que sucede. Note que algunas de las echas también llevan huracanes o torbellinos. Si la persona con quien procura relacionar- se, también es inestable, pone en contacto su tormenta con la del esquizofrénico. Entonces puede haber una tormenta dentro de otra tormenta. Otras echas son rectas. Esto se re ere a personas estables que pueden relacionarse con el huracán en una forma estable. Tal persona puede enfren- tar la tormenta sin recibir daño o sin salir perjudicado. El remolino no lo atrapa. El ministro de liberación debe de ser capaz de entrar como una echa recta. Estos momentos de tormenta hacen que la raíz de la amargura se forme (ver mano derecha) y que se introduz-

94 Heridas Profundas   ca cada vez más profundamente. Ahora, miremos qué re- presentan los dedos de la mano. El anular se designa lujuria. El Señor se mostró que este demonio “desposa a una persona con el mundo por amor”.

La lujuria tiene su raíz en el rechazo. Si no se ha reci- bido amor satisfactoriamente a través de los canales nor- males de la vida, la naturaleza carnal comenzará a buscar su clase de amor, el amor sensual. De esta manera se abre la puerta para que entre el espíritu de lujuria. Un espíritu compañero en este grupo es fantasía lujuriosa, es decir, la concupiscencia fantástica que hace que muchas personas se imaginen que son como los grandes amantes del mun- do del cine o que experimenten fantasías sensuales como preludios a los actos abiertos. El espíritu de prostitución en las mujeres puede ma- nifestarse inicialmente en el vestido y en la provocación seductora. Las perversiones sexuales representan los es- fuerzos e intentos extremos para vencer el rechazo. Las experiencias sexuales, reales o imaginarias, nunca pueden satisfacer la necesidad de un amor genuino. Son sustitutos del diablo en cambio de un amor real y dejan a una per- sona rendida y atada con frustración y culpa. El dedo me- ñique de la mano izquierda representa la inseguridad y la inferioridad, las cuales no son sino otras manifestaciones del rechazo. La persona que tiene un profundo sentimien- to de rechazo se siente insegura e inferior. El dedo índice de la mano izquierda es Auto acusa- ción. Este demonio hace que una persona se vuelva contra sí misma y desgarre su sentido de dignidad personal. En la mayoría de los casos hemos encontrado a Auto acusación asociado a “Compulsión a confesar”. Usualmente confiesa a quienes deberían mostrarle el máximo amor, llevado a hacer esto en un esfuerzo por impresionarles para que le

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den entonces una atención forzada y encontrar por tanto, algo así como un sustituto de amor. Ahora, la mano derecha de la ilustración: El dedo medio representa a Rebeldía. La rebeldía identi ca a una de las falsas personalidades instaladas por los demonios. Este grupo de demonios se puede considerar como espí- ritus compensadores del rechazo. Ya que la rebeldía es lo opuesto al rechazo. La primera es explosiva y turbulenta, el segundo es recogido e inseguro.

El dedo anular derecho representa a Obstinación o Voluntariedad. Este demonio “compromete” a una perso- na con los deseos egoístas. Esto abre el camino a Terque- dad, Egoísmo e Insensibilidad. De nuevo vemos que esto es una compensación para el rechazo. Como la persona ha sido rechazada o teme al rechazo, es dirigida a consentirse, mimarse. Por tanto, así trata de vencer los sentimientos de rechazo. El dedo índice se llama Acusación. También es un de- monio compensador, que procura hacer que no se con- sidere el rechazo. Busca eliminar la atención sobre uno mismo y la dirige hacia otros. El índice izquierdo señala al Yo “yo soy culpable” mientras el derecho señala a los demás “tú eres el culpable”. De esta manera el demonio de la acusación abre la puerta para los espíritus compañeros de Enjuiciamiento. El meñique derecho es Autoengaño. Sus compañeros son Ilusiones, Auto seducción y Orgullo. Estos tres espíri- tus del ego auto inflan el orgullo. El orgullo es otro meca- nismo compensatorio (1) para el rechazo. Quien se siente rechazado, quiere sentirse importante. El espíritu de Ilu- sión viene y le dice: “tú eres realmente alguien; eres un gi- gante espiritual” o alguna otra clase de gigante. El ego que ha sido herido parece que recibe un empujón hacia arriba. Pero todo esto es demoníaco y sólo lleva a una mayor frus- tración y a un mayor descorazonamiento.

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Los pulgares representan la fase paranoide de la Es- quizofrenia. Parte de esa fase se representa en el pulgar izquierdo porque tiene sus raíces en el rechazo. En el lado del rechazo están los espíritus de celos y envidia. Quienes tienen una de ciencia en las relaciones del amor recíproco se vuelven celosos y envidian a quienes experimentan un amor satisfactorio. En el lado de la rebeldía están los espíritus de des- confianza, sospecha, miedos y persecución. Hay otros de- monios en este último grupo que se llama “confrontación con honestidad a toda costa”. La sospecha y la desconfian- za crecen en el individuo hasta cuando se ve obligado a confrontar a la otra persona. Después de la confrontación las presiones disminu- yen dentro de él durante un tiempo. Pero deja a la persona atacada que maneje sus heridas. La persona que actúa bajo la influencia de los demonios paranoides es bastante in- sensible en lo que respecta a las muchas heridas que causa, pero es super sensible a toda ofensa hacia sí misma. La revelación que aparece en dedos y pulgares ha demostra- do que es infalible, de acuerdo con las numerosas minis- traciones en esquizofrénicos. No tiene imperfecciones ni grietas. Los demonios cuya lista aparece en la parte inferior de la mano izquierda, son representativos de otros espí- ritus que comúnmente se encuentran dentro del lado del rechazo en el cuadro de la esquizofrenia. Habrá algunas variaciones de persona a persona. La lista es más bien su- gerente, en lugar de ser exhaustiva. Es obvio que en muchas ocasiones los demonios que aparecen en la mano izquierda, de alguna forma se asocian con la tríada de los espíritus del tipo rechazo (2): rechazo, miedo al rechazo y autor rechazo. La lista de los demonios en la mano derecha incluye el control y la posesión que se relacionan directamente con la rebeldía.

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  “Porque como pecado de adivinación es la rebelión y como ído- los e idolatría la obstinación” (1Samuel 15:23ª) Este versículo puede considerarse de dos maneras: en primer lugar se puede interpretar con el signi cado de que para Dios la rebeldía es tan abominable como la he- chicería misma. También para signi car que quien tiene una naturaleza rebelde, tiene una naturaleza de brujería. El propósito de la brujería es controlar. Es el control de otra persona, por el empleo a sa- biendas o sin saber, del poder que tienen los espíritus del mal. La rebelión a menudo, conduce al control. En la vida siempre hay conflictos, cosas que suceden y palabras que se dicen y requieren una actitud de perdón. Aquí reside el problema con el esquizofrénico, ya que es incapaz de perdonar. Tiene un espíritu no perdonador. Las cosas que suce- dieron hace 30 años están tan vivas como si hubieran su- cedido hace un minuto. La raíz de amargura se mantiene viva y de ella salen resentimientos, odio, ira, desquite, ven- ganza, rencor, violencia, homicidio. Puede haber muchos más demonios adheridos a tales raíces de amargura (3). Entonces, ¿cómo hace el esquizofrénico para salir de toda esta mezcolanza? Las tres áreas principales que se de- ben conquistar son: Rechazo, Rebeldía y la raíz de amargura. A medida que estas áreas son conquistadas, la “casa” es decir, la vida, se debe llenar por dar y recibir amor, por someterse a toda autoridad válida, y por perdonar a todas las personas , si tener en cuenta las circunstancias. Cuan- do se conquistan estas tres áreas, los otros espíritus rela- cionados piden su fortaleza. Hay necesidad de una gran decisión. 

La persona que puede decidir con toda persistencia: “Voy a ser distinto”. “No dejaré que los demonios gobiernen en mi vida”, nalmente alcanzará la victoria.

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En la parte inferior de la ilustración, entre las manos hay una gurita que corresponde al “yo real”. A medida que el proceso de la liberación tiene lugar, después de un período de tiempo, el “yo real” debe irse hacia arriba, como lo ilustran las echas, y apartarse de las personalida- des esquizofrénicas falsas al dejar de estar de acuerdo con todas sus in uencias y todo lo que representan. El yo real, se debe constituir y tomar la naturaleza del mismo Señor Jesús. Los ejercicios espirituales como el estudio de la Biblia, la oración, el ayuno, la alabanza y el compañerismo con otros creyentes, constituye una parte esencial para el éxito de la liberación. La liberación de la esquizofrenia es la más profunda, la que exige más compromiso, la más de nida y la más difícil de todas las li- beraciones que hemos podido encontrar” (Hasta aquí, lo escrito por la hermana Hammond).  “Jesús anduvo por entre valle solitario,  Tuvo que andar solo;  Tuvo que andarlo solo, solo, solo.  Tú también tienes que pasar la prueba,  Tienes que pasarla tú mismo;  Nadie más puede hacerlo en tu lugar,  Tienes que pasarla, sí, tú mismo.  Cuando andamos por el valle solitario,  En modo alguno andamos solos;  Porque Dios envió a Su Hijo para andar con nosotros,  Por ello ahora ya no andamos solos”

Capítulo 15

PASOS EN EL PROCESO DE SANIDAD DE DIOS

Cuando lea acerca de la vida de Jesús verá que Él sanó a muchas personas física y emocional-mente. Hay ciertos patrones y principios que se repiten una y otra vez acerca de la manera en que Él tra- taba con las personas. No siempre van en este orden pero puede encontrar estos cinco principios en el proceso de Dios para sanar heridas y recuerdos.

1. El primer paso es revelar mi dolor Nunca va a saber a lo que se enfrenta hasta que reco- nozca sus sentimientos. La Biblia habla sobre el problema de “guardar” un problema y no hablar sobre el. “Así que guardé silencio, me mantuve callado. ¡Ni aun lo bueno sa- lía de mi boca! Pero mi angustia iba en aumento; 3 ¡el co- razón me ardía en el pecho! Al meditar en esto, el fuego se in amó y tuve que decir:” (Salmos 39:2-3 Salmos 39:2-3, RV 1995).  “Enmudecí con silencio, me callé aun respecto de lo bueno.”  Otra posible traducción: “Me callé más de lo conveniente, pero se agravó mi dolor”. “Se enardeció mi corazón dentro de mí; en

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 mi meditación se encendió un fuego y así proferí con mi lengua”: (NVI)

Está diciendo que guardar un dolor es como tener carbón encendido en su corazón. ¡Usted es el que se va a quemar! Las heridas no se curan mientras usted las ocul- ta. Al contrario, arden más. Ignorarlas tampoco las va a eliminar, sólo las hará peor. Hay personas que están can- sados todo el tiempo y una de las causas de la constante fatiga se debe a que está empleando toda su energía en guardar resentimientos, rencores, culpabilidad y angustia sobre su pasado. Emplea tanta energía en esas cosas que no tiene energía para el presente, así que está cansado todo el tiempo.

La Biblia dice que es agotador emocionalmente guar- dar heridas: “Mientras callé mi pecado, mi cuerpo se consumió con mi gemir durante todo el día” (Salmos 32:3 RV 1995).  Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día, (NVI).

Vivimos en un mundo pecador y las personas abusan de otras personas de maneras sorprendentes. ¿Cómo res- ponder ante los abusos? Algunos responden olvidándose de el. “Si lo ignoro, me olvidaré de ello y punto”. Algunos tratan de huir de ellos: beben en exceso, se drogan o tienen relaciones sexuales con personas que no conocen. Algunos tratan de culpar a otros o tratan o tratan de cubrir su abuso. Por alguna razón se sienten culpables. Creen que es su culpa. No quieren que nadie se entere, así que lo ocultan y eso es como una botella de Coca cola que hayamos sacudido: está a punto de explotar y un día se va a salir la tapa. Ninguna de esas respuestas funciona. Lo primero que debe hacerse es ser honesto sobre su dolor, su miedo, su enojo, su resentimiento y su amargura sobre lo que las per- sonas le hicieron, sobre la manera en que fue abandonado,

101Víctor Rodríguez  abusado, ridiculizado y sobre la vergüenza que sintió. Tie- ne que revelar su dolor. Tiene que ser honesto.  ¿Honesto con quién? Con tres personas diferentes: Primero, tiene que ser honesto consigo mismo. Tiene que decir: “¡Esto duele! Estoy avergonzado por esto y to- davía me duele”.

Segundo, tiene que ser honesto con Dios. Tiene que decir: “Dios así es como me siento!” Y tiene que desaho- garse, sacarlo todo de adentro. Dios puede soportarlo. Dios sabe que está herido porque Él vio cuando lo hi- rieron. Y Él sufrió con usted. Dios no se va a sorprender cuando usted le cuente sobre el dolor y la vergüenza en su vida. No lo va a sorprender. Él ya sabe. A Él le importa y lo ama. Dios sólo quiere que sea honesto con Él porque sabe que será una liberación o un desahogo el dejar salir sus heridas a flote. Lo tercero que tiene que hacer es ser honesto al me- nos con una persona en la que confíe. Dígale a alguien de carne y hueso. Hay algo sanador en revelar sus sentimien- tos a otra persona. Tú, que te destrozas en tu furor,  ¿será abandonada la tierra por tu causa, o serán removidas de su lugar las peñas? (Job 18:4 RV 1995).  “Sólo te estás lastimando a ti mismo con tu enojo”. Cuando lo oculta, te está lastimando. Si no tiene en quien con ar, tenemos líderes con los que podrá hablar. Tiene que sacar esa herida de su corazón. Nunca va a estar bien hasta que revele sus heridas.  2. Dejar ir el resentimiento hacia a aquellos que lo han lastimado  ¿Cómo puede ser libre? No podrá mejorar mientras guarde resentimientos. Por su propio bien, tiene que ol- vidarse de los deseos de venganza. ¿Quiere sanarse? o

102 Heridas Profundas 

¿Quiere vengarse de quien le hizo daño? No tiene su cien- te energía para hacer ambas cosas. No puede hacer ambas. Va a tener que decidir qué es lo que quiere hacer.

El vengarse de alguien no va a curar su dolor. Algu- nos lo han hecho. Algunos le han hecho “pagar” a la perso- na que los lastimó y saben que eso no resolvió el problema porque aún sienten dolor. Sólo hay una manera de sacar el dolor de su corazón cuando alguien lo ha lastimado y esa es a través… Del Perdón. Y usted puede decir “¡Pero no merecen ser perdonados!” Tiene razón. Yo no dije que lo merecie- ran. No lo merecen pero tampoco usted mereció ser per- donado y Dios lo perdonó. No le estoy diciendo que per- done porque lo merecen. Les digo que los perdonen por su propio bien. No puede continuar con su vida mientras siga viviendo en el pasado. Mientras usted guarde resentimientos, está estan- cado. Esa persona todavía controla su vida en el presente aunque haya estado fuera de su vida por años. La revista TIME tuvo un articulo que decía “¿Deben ser todos perdo- nados?” El encabezado decía: “Dejar ir un resentimiento puede ser beneficioso para su salud. Los estudios indican la creación de una nueva ciencia de redención basada en la gracia”. Ellos creen que han descubierto algo nuevo pero es algo que la Biblia ha enseñado por más de dos mil años. No puede guardar un resentimiento y disfrutar de la vida. Tiene que dejarlo ir. Tiene que dejar ir esas ganas de vengarse o de “hacerles pagar” por lo que le hicieron. No porque lo merezcan sino porque usted quiere continuar con su vida.  “No paguéis a nadie mal por mal procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de voso- tros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque

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 escrito está: «Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Rom. 12:17-19, RV 1995). La razón por la que no actuamos correctamente es porque nos olvidamos de esto. Nos olvidamos de que Dios ve todo el daño que nos han hecho. Cuando nos olvidamos que Dios vio como nos hirieron, creemos que podemos resolver el asunto por nuestra cuenta pero no podemos. Dios dice “Yo ajustaré las cuentas”. Deje que Jesús ajuste las cuentas. Confíe en que Dios cobrará la deuda. Dios vio lo que estaba sucediendo. Él vio el daño que le hicieron y Él hará justicia en el momento apropiado. Así que tiene que tomar una decisión: O se pasa la vida tratando de ajustar las cuentas o deja que lo haga Dios.  ¿Sabe que Dios tiene anotado cada una de las lágrimas que ha derramado, las veces que ha sido abusado, las veces que ha sufrido injusticia, prejuicios, dolor y rechazo? Dios tiene un record de sus lágrimas y un día va a ajustar las cuentas porque Él es el Dios de la justicia. Nada ha pasa- do inadvertido por Sus ojos. Ninguno de sus dolores. “Tú bien sabes las veces que he llorado” (Salmos 58.6b)

La razón por la que aún guarda resentimiento es por- que en su subconsciente piensa que si se olvida de la ofen- sa, los que lo lastimaron se saldrán con la suya habrán ga- nado. Usted cree que al guardar ese resentimiento los va a lastimar pero no es verdad, sólo se está haciendo daño. No se preocupe, el daño que le hicieron no va a ser olvidado. Dios lo va a recordar. Y si Dios va a recordar todo el daño que le han hecho tiene que dejar de pensar en ello y de desperdiciar energía con esos pensamientos. Jesús entiende lo que es al abuso. Cuando Jesús su- frió, Él no amenazó con hacerlos pagar por su abuso. Él dejó todo en manos de Dios. Jesús tuvo seis heridas antes de morir. Una herida en la cabeza, otra en la cara, en la espalda por los latigazos, en las manos, en los pies y en un costado donde le clavaron la lanza. Pero la herida más

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profunda de Jesús fue la que guardaba en su interior la de la traición. Jesús conoció el abuso, el rechazo, el odio, la in- justicia. Jesús pudo destruirlos en un instante pero en vez de hacerlo, levantó sus manos y dijo “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”.  ¿Por qué debemos perdonar a aquellos que nos han lastimados? En primer lugar porque Dios nos ha perdo- nado. En segundo porque vamos a necesitar que nos per- donen mucho más en el futuro. Y en tercer lugar porque esa es la única manera en que vamos a sanar. No hay otra manera. Tenemos que dejar ir deseo de vengarnos. El resentimiento envenena a todos en nuestro alrede- dor. Cuando estamos amargados, lastimamos a personas inocentes y el dolor porque al no liberar a esa persona que nos han ofendido, empezaremos a parecernos a él o a ella. “Nunca voy a ser como mi padre…” al decir esto se está enfocando en lo que no quiere ser y lo que usted resiste, persiste. Se va a convertir en una persona amargada. “Ase- gúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause di cultades y corrompa a muchos” (Hebreos 12:15, NVI).  ¿Sabe usted que la amargura puede pasar de genera- ción en generación? Algunos de nosotros tuvimos pa- dres amargados y aprendimos de esas conductas, el re- sentimiento hacia la vida y hacia las circunstancias. Si no rompemos la cadena, nuestros hijos aprenderán de esas conductas y la pasará a sus hijos. Alguien tiene que dete- ner esas conductas y solo lo podremos lograr al revelar el dolor y al liberar a aquellos que nos han lastimado.   3. Si querremos ser sanados tenemos que remplazar nuestros recuerdos con las verdades de Dios  ¿Cómo podemos ser sanados? ¿Con un antiséptico?  Su cerebro es como una grabadora. Ha grabado cada una de las experiencias que ha tenido a través de sus cinco

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sentidos: todo lo que ha olido, lo que ha visto, lo que ha tocado, lo que ha escuchado y lo que ha probado todo está ahí. Todo lo que las personas le han dicho. Su cerebro es una grabadora asombrosa. Lo ha grabado todo: bueno o malo, correcto e incorrecto, verdadero y falso. Pero aquí hay un problema: su cerebro no distingue entre las cosas que son verdaderas y las que son falsas. Cuando usted era niño le dijeron un par de cosas que no eran ciertas y las creyó. Y si creyó en ellas, actuó como le indicaban. Algunos aún viven el día de hoy con información de- fectuosa. Cuando basa su vida en información defectuosa toda su vida tendrá un estilo derrotista. Va a construir una vida llena de fracasos y dolor. Algunos, durante su infan- cia, escucharon a sus padres u otras guras de autoridad decirles: “Eres estúpido…eres feo…nunca vas a hacer nada con tu vida… ¡me da vergüenza llamarte mi hijo!…Eres torpe…eres tonto… ¿Por qué no puedes ser inteligente como tu hermano/a?” Las cosas que le dijeron: “No sirves para nada” eso se grabó en su cerebro y algunos tienen 20, 30, 40, 50 o 60 años, y siguen escuchando esa grabación y se preguntan por qué hacen cosas que los hacen fracasar. Tienen hábitos y acciones que los llevan al fracaso y esos deben ser remplazados por las verdades de Dios.  “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados me- diante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”. Romanos 12.2 (NVI).

Capítulo 16

 ¿CÓMO NOS CAMBIA DIOS? ¿CÓMO NOS TRANSFORMA?

Cambiando la manera en la que pensamos. Y ¿cómo se hace eso? Primero, tenemos que orar y decir: “Dios, ¿sanarías mis recuerdos? Esas cosa que me duelen, esas heridas en mi corazón. Todavía me duelen. ¿Sanarías mis memorias para empezar el pro- ceso? Segundo, tenemos que llenar nuestras mentes con la Palabra de Dios, la Biblia. Entre más llenemos nuestras mentes, más empezaremos a borrar los viejos y malos re- cuerdos y las verdades de Dios llenarán nuestras mentes. Tenemos que usar la Biblia para construir nuestras vidas sobre la Verdad y remplazar todas las mentiras. Debemos llenar nuestras mentes al memorizar versículos bíblicos, estudiar y leer. Y la tercera cosa que debemos hacer es creer la verdad sobre nosotros. ¿Cuál es su verdad? ¿Qué es lo que Dios ha dicho sobre usted? A través de lo que Cristo hizo por nosotros, Dios decidió hacernos santos ante sus ojos, sin un sólo defecto estamos frente a Él cubierto por Su amor.

108 Heridas Profundas Sin un sólo defecto, es así como Dios nos mira, una vez que hemos cruzado la línea y hemos entregado nues- tras vidas a Cristo. Sin un sólo defecto. Él borra todo lo que hemos hecho mal –la culpa, los arrepentimientos, la vergüenza, el dolor– los borra y dice: “Vamos a empezar de nuevo”. Los psicólogos han comprobado repetidas veces que la manera en la que uno se ve –el auto estima y la auto valoración que una persona tenga– está determinada por la manera en que las personas más importantes de su vida piensan. Así que quiero sugerirles que convierta a Jesucris- to en la persona más importante de su vida. Él le va a decir la verdad mientras que todos los demás le van a mentir. Así que tiene que decidir: ¿Va a escuchar a los mentirosos (que le dijeron que usted no valía nada) o va a escuchar a Jesucristo?  ¿Recuerdan lo que Jesucristo dijo? La Biblia dice que cuando usted está con Cristo es valioso, aceptado tal cual es, es amado, perdonado, capaz, y que Dios puede utilizar- lo. Eso es lo que Dios dice de usted. Repito la pregunta: ¿A quién va a escuchar? ¿A quién le va a creer? ¿Va a creer en la mentira que le dijeron? ¿Va a creer en lo que otro niño le dijo durante el recreo? ¿Vamos a creer en lo que una persona imperfecta y pecadora dijo? ¿O va a creer en lo que Dios dice? Es su decisión. Tiene que remplazar la grabación de su cerebro con las Verdades de Dios. Es un proceso hacer- lo pero tenemos que empezar.  Si queremos ser sanado de nuestras heridas ocultas tene- mos que concentrarnos en el futuro. Dejemos de enfocar- nos en nuestro pasado y enfoquémonos en los planes que Dios tiene para el futuro.

Este es uno de los problemas con las terapias que exis- ten hoy en día. Hay muchas terapias que se concentran en

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 sanar recuerdos y hacer regresiones hacia su pasado. Si el consejero no es cristiano y si no está basando su terapia en los principios de la Palabra de Dios, ¡salga corriendo! Si está recibiendo terapia que no es bíblica y basada en Dios, va a terminar peor de lo que empezó. Muchas personas que tuvieron un pasado doloroso, fueron a un consejero secular y siguieron las enseñanzas de Freud en vez de las de Dios y que hoy en día están peor que ayer. ¡Huya de eso! Lo que ese tipo de terapia hace es enfocarse tanto en su pasado que queda atrapado en el y no puede seguir con el presente y mucho menos con el futuro. ¡Se quedará atrapado ahí!

Tenemos que renfocarnos en el futuro. Hay tres pasos para hacerlo. Todos están en Job 11:13-16 verso 13: Si tú dispones tu corazón, y tiendes hacia Dios las manos; verso 14: si alguna iniquidad hay en tus manos, pero la apartas de ti, y no consientes que more en tu casa la injusticia, ver- so15: entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, se- rás fuerte y nada temerás. Verso 16: Olvidarás tu miseria, o te acordarás de ella como de aguas que pasaron. (NVI).

Primero dice: “si le entregas tu corazón”. Entréguele su corazón y el deseo que tenemos de vengarnos de aque- llos que nos lastimaron. Perdonarlos ya sea que lo merez- can o no.

Segundo dice: “hacia Él extiendes las manos”. Tiene que pedirle a Cristo que venga a tu vida y tiene que pedirle que empiece a sanar tus heridas ocultas y tiene que pedirle que te muestre lo positivo dentro de lo negativo que te ha sucedido. Si quiere sanar tus heridas, tiene que dejar de enfocarte en tu dolor y empezar a enfocarte en tu Sanador. Deja de pensar y obsesionarte con tu dolor y las personas que te hirieron. Empieza a enfocarte en Jesucristo que es el que te puede sanar. Jehová Rafa “El Dios que te sana”. Él es la respuesta, nadie más.

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Tercero dice: que tiene que hacer es “Enfrentarse al mundo…de Nuevo”. No se retire del mundo. No se encie- rre en un armario. Siga viviendo. Deje de decir, “Soy una victima”. Empiece a decir “¡Ya no soy una victima!” Mire hacia delante. 

El pasado no es su futuro. Eso ya pasó. No se quede atrapado en el pasado porque tiene el poder de Dios a tra- vés de Cristo para salir de el. Usted puede ser una nueva persona. Su pasado no es el futuro. Usted no está atado al pasado a menos que mantenga resentimientos. Tiene que tomar estos pasos – Revelar su herida oculta, Soltar a aquellos que lo han lastimado, rem- plazar las grabaciones de su cerebro con las Verdades de Dios, enfóquese en el futuro.  “Miren tus ojos hacia adelante, y fíjese tu mirada en lo que está frente a ti” (Prov 4.35).   Las personas con heridas profundas hacen cualquier cosa para evitar sentir dolor, se drogan, se embriagan y toman pastillas. Tienen relaciones sexuales con personas que no conocen. Hacen cualquier cosa para tratar de de- tener el dolor. ¿Cómo puede hallar alivio? ¿Con el sexo? ¿Con las drogas? ¿Con el alcohol? ¿Con la pornografía? ¿Saben cómo pueden hallar alivio? Con Jesús. El mundo solo le puede ofrecer analgésicos tempora- les. Y el problema de los alivios temporales es que:  1- El alivio no dura mucho tiempo  2- Son adictivos  3- Nunca solucionan un problema.   Y cuando usted deje de utilizar esos analgésicos, aun va a estar solo, avergonzado, amargado, enojado y sintién- dose sin valor. Deje de buscar alivio rápido. Eso no funciona. Entregue su vida a Cristo. “Yo soy el Dios que sana” Ese mal hábito que tiene tampoco es la solución. Jehová Rafa es la respuesta.