FRIDA Y EL SEÑOR LIN
MOISÉS
y el modo de hacer las cosas
© Equipo de Didáctica de CETR (www.otsiera.com)
MOISÉS
y el modo de hacer las cosas – Mamá, sobre pescar con anzuelo o con red, ¿qué dice la Torá? Así irrumpió Romina en casa; sin ni siquiera decir : “hola, ya estoy aquí”. Pero es que tenía prisa por aclararlo. – ¿Sobre pescar con anzuelo o con red? ¡Nada! – ¿Cómo que nada? ¡No puede ser! ¡Pero si habla de qué peces conviene pescar! ¿Cómo podía ser que la Torá no dijera nada de las redes?, se preguntaba sorprendida Romina. – ¿Y rén ? ¿Qué es rén, mamá? – ¿Rén? No lo sé, Romina. Romina se quedó muy decepcionada. A su madre no se le escapó que algo pasaba... Ya sentadas en la cocina, ante el chocolate caliente y las galletas, las palabras salieron más ordenadas: Frida, el cartel del señor Lin, el hanzi y tener rén para poder ser una persona. “¿O es que acaso sólo en China se debe tener rén para ser persona?” -preguntó Romina. – No, no sólo en China, Romina; ¡ahora te explicas mejor! Y sí, en cierto modo, sí que Moisés enseñó algo importante que tiene que ver con lo que tu estás buscando... ¡Por supuesto que sí! – ¿Qué quiere decir “en cierto modo”? ¿Sí o no? – Sí. Pero no al pie de la letra. Te doy una pista: la cosa no va de peces. ¡No te fijes en los peces, sino en el modo de pescar! “El modo de pescar”... Aquello volvía a parecerle un embrollo. Romina estuvo pensando.... No recordaba haber oído nunca nada del modo de pescar. De la manera de hacer las cosas, sí, claro, pero de pescar... – Si cambias el orden de las preguntas, quizás podrás ver cosas que todavía no has visto –insistió su madre. – ¿Qué quieres decir? – Cuando Moisés desciende del Sinaí, da unas orientaciones, ¿no es cierto? Pues, si en lugar de empezar por la pesca, te preguntas por qué pueden ser importantes las cosas que dijo... ¡vete tu a saber qué descubres! ¿Tenían algo que ver con llegar a ser personas de verdad? Yo de ti, me fijaría incluso en el orden en el que dijo esas cosas. Romina y su madre estuvieron un buen rato repasando las palabras de Moisés y pensando, y Romina apuntó algunas para poderlas compartir en clase. Aunque, bien pensado, quizás que antes de leerlas ... ¿Qué sabemos de Moisés?
EN AQUEL TIEMPO... Había una vez... ¿Quién no ha oído hablar del nacimiento de Moisés? De aquel niño en un cesto, rescatado de las aguas del Nilo por la hija del Faraón...
¿Quien no ha oído contar que las aguas del Mar Rojo se abrieron para dejar pasar al pueblo que huía y de lo que sucedió con el ejército del Faraón?
¿Quién no ha oído hablar de cómo, siendo mayor, se enfrentó al Faraón para hacer salir de Egipto al pueblo de Israel? ¿O de todos los hechos excepcionales y las desgracias que sucedieron?
La extraordinaria historia de Moisés y de la salida de Egipto quedó grabada en el recuerdo, pasando de padres a hijos, de boca en boca, durante muchas generaciones. Hasta que la escribieron. Y es así como nos ha llegado.
Cuando sólo hacía unos meses que andaban a Jetró vio que Moisés tenía que atender cada través del desierto, Jetró, el suegro de Moisés, de- día una larga fila de gente que le exponía sus procidió ir a buscarle, acompañado de su hija Séfora, blemas: “que este ha hecho...”, “que el otro me ha esposa de Moisés, y de sus dos hijos, Guersom y dicho...”, “que aquel me ha robado...” Eliezer. “Así no irán muy lejos” –pensó Jetro. Y aconsejó a Moisés que eligiera unas cuantas personas sinceras y de confianza, para que hicieran de guías de los distintos grupos. Solo hacía falta que los orientara sobre cómo actuar y cómo vivir. ¿Donde podemos encontrar las histoA Moisés le pareció una buena idea. Se despirias de Moisés y del pueblo judío? En la Torá, el texto sagrado del judaísmo. dió de su suegro que quería regresar a su casa, en Madian, donde le esperaban sus otras hijas. La Torá se compone de cinco docuPero, ¿qué orientaciones les daría? –se prementos, o libros, que son también los guntaba Moisés. Cuando eran esclavos era fácil, primeros cinco libros de la Biblia. bastaba con obedecer y callar. Pero ahora que eran libres, ¡era mucho más complicado!
Desde que habían salido de Egipto, Moisés escuchaba caso por caso, procuraba comprender desde lo hondo de su corazón y después hablaba. Pero, ¿qué les podía decir que les sirviera en situaciones distintas? Las leyes del Faraón habían quedado atrás. Ahora estrenaban una nueva vida. ¿Cómo debían hacer para vivir en paz y felices? No lo tenía claro. Deseaba pensar sobre ello a fondo. Necesitaba estar solo. Así pues, dejó las responsabilidades en manos de Aarón y de los otros jefes y subió a la montaña.
tiempo para escuchar por dentro, como estaba haciendo él en la cima de la montaña. Los días trascurrían y Moisés no regresaba. La gente se inquietaba. ¿Acaso le había sucedido algo? Empezaron a olvidar sus consejos. Miraban hacia la cumbre: llevaban días viéndola muy encapotada de nubes… Pero no; ¡nada le había sucedido! Finalmente le vieron bajar. ¡Habían pasado cuarenta días! Cargado con dos grandes losas con palabras escritas, parecía que el sol lo acompañara mientras descendía. Todo el mundo se congregó para recibirle. Y para escucharle. Y él les habló de lo que Dios quería. Les dijo que amaran a Dios y les habló del día especial: trabajarían seis días, pero el séptimo día sería un día especial. Un día para escuchar por dentro; un día para descansar, compartir, estar juntos, celebrar, agradecer, cantar... Seis días para trabajar y un día muy especial, en el que nadie haría trabajar a nadie, ¡ni tan siquiera a los animales! También les dijo que amaran a todo el mundo, que cuidaran de los padres, que no hicieran daño ni se quedasen con lo que no era suyo; que hablaran con sinceridad.
En la cima del Sinaí, Moisés pasaba los días y las noches en escucha interior, muy alerta; Pensaron mucho sobre el sentido de todo reflexionaba, pedía sabiduría para no equivocarse. aquello que les decía Moisés y buscaron forY poco a poco empezó a comprender y a saber. mas de organizarse lo mejor posible. Finalmente volvieron a ponerse en camino. El viaje fue larUn día, allá en lo alto, en aquella cumbre casi go hasta llegar a las tierras de Canaan, cerca del siempre tan nublada, ¡las palabras parecían lle- río Jordán. Y no faltaron las dificultades. Moisés garle muy claras! Supo que lo más importante murió poco antes de llegar; fue Josué quién los era aprender a amar. Amar a Dios, amar a los de- guió en el último tramo del trayecto. ¡Habían más, amar la tierra que nos sustenta. Pero todo transcurrido muchos años desde la salida de esto no sería posible si la gente no disponía de Egipto! Cuarenta, dicen las Escrituras.
Estas son las palabras de Moisés que Romina llevó a la escuela. Y sí, os puedo asegurar que descubrieron unas cuantas pistas interesantes...
Pueblo de Israel, ¡escucha! ¡Cuídate de practicar aquello que te hará feliz! ¡Escucha Israel! El Señor es tu Dios, sólo él. Lo amarás con todo tu corazón, con toda el alma, con toda la fuerza. Esto quiere Dios de su pueblo. Guarda el séptimo día, para santificarlo. Trabaja durante seis días y ocúpate en tus tareas, pero el día séptimo es día de reposo, día dedicado a Dios. No te ocuparás en ningún trabajo ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tus sirvientes, ni tu buey, ni tu mula, ni ninguna de tus bestias, ni los forasteros que habiten con vosotros; que todos puedan descansar, tal como tú, tu sirviente y tu sirvienta. Recuerda que tú también fuiste esclavo. Haced honor al padre y a la madre, cuidaros de ellos. No matéis, no actuéis por la vía torcida, no robéis, no mintáis, no hagáis daño. Respetadlo todo y cuidadlo. Pensad en todos los que os necesitan. También dejaréis descansar la Tierra. Seis años sembraréis y recogeréis el fruto de lo que hayáis sembrado; pero el séptimo año dejaréis descansar la Tierra; y aquello que crezca, dejadlo para que lo coman los pobres. Y lo que quede, será para los animales de los campos. Haced lo mismo con las viñas y los olivos. Si cuando siegas tus campos te dejas alguna criba olvidada, no des marcha atrás para recogerla. Déjala para el pobre, para el forastero, para la viuda, para el huérfano. Cuando vendimies, no pases dos veces. La uva que quede será para el pobre, para el forastero, para la viuda, para el huérfano. Si hay algún pobre cerca de ti, o en alguna de las ciudades que habites, no endurezcas tu corazón ni cierres la mano, más bien abre la mano y dale aquello que necesite. Pueblo de Israel, medita en tu corazón los preceptos que te doy, para ser feliz, tú y tu descendencia. Fragmentos del Deuteronomio, capítulos 5 y 6; y 24, 19-22
MÁS PISTAS PARA INVESTIGAR
Niara contó que cuando habló en casa de rén y de la pista que dio el señor Lin sobre las dos partes del hanzi, sus padres dijeron: “¡ubuntu!” – ¿Ubuntu? ¿Qué significa? ¿Es lo mismo que rén?–preguntó Frida a Niara. – No lo sé, quizás sí –respondió Niara-. Es el nombre que se da en África a lo que se necesita para ser personas de verdad. Es cuando sabes que aquello que haces para ti lo haces para todo el mundo y para la tierra. Como hacía Wangari Maathai. Niara admiraba mucho a Wangari y todo aquello de cuidar de las cosas le recordaba a ella. Explicó en clase que Wangari era una bióloga que había nacido a Kenia; ella se dio cuenta que muchos de los problemas que había en África, venían del hecho de haber cortado tantos árboles. No quedaba madera para cocinar ni para nada. Pero, además, sin árboles, la tierra se había echado a perder y las plantas no podían crecer bien. Había guerras por culpa del hambre. Wangari vio claro que la tierra, las personas y los animales necesitaban de los árboles. ¡Había que plantar muchos árboles! Animó a la gente a hacerlo; al principio les pareció un proyecto imposible. Pero ella insistía: si mucha gente colaboraba, lo harían posible. ¡Y así fue! Consiguieron semiLos seres humanos dedicamos mucho llas, y poco a poco.... tiempo a acumular cosas echándolo ¡Hasta ahora ya han plantado más de 50 millones de todo a perder y pisando a los demás. Pero árboles! en el fondo, ¿cuáles son las personas que En el año 2004 Wangari Maathai recibió el premio admiramos y nos inspiran, incluso mucho Nobel de la Paz por su esfuerzo por el bienestar de la tiempo después de su muerte? Son aquellas tierra y de las personas. “Ayudando la tierra a curarse que se dedicaron a cuidar de los otros y nos estamos ayudando a nosotros mismos” –dijo ella. del planeta, aquellas que se pusieron A Niara le gusta mucho un pequeño vídeo en el que Wangari Maathai habla de un minúsculo colibrí que lucha por apagar un gran fuego, mientras los demás animales lo miran y le dicen que todo es inútil. Y ella explica que prefiere ser como el colibrí, y no como los que miran sin hacer nada.
al servicio de los demás.. (Wangari Maathai)