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POLITICA
I
La gira presidencial
Miércoles 10 de noviembre de 2010
LLa reunión cumbre del G-20
PODER Y OCASO s EL HOMBRE FUERTE DE LA DICTADURA
Cristina Kirchner busca en Seúl un acuerdo con el Club de París Llega hoy e intentará alcanzar un entendimiento para el pago de la deuda sin el FMI MARIANO OBARRIO ENVIADO ESPECIAL SEUL.– El frío crispa la piel. La presidenta Cristina Kirchner llegará hoy a esta capital imponente, soleada y llena de historia y modernidad tecnológica para participar de la Cumbre del G-20, dominada por el conflictivo debate sobre la “guerra de monedas”. Pero ella tendrá como objetivo central convencer a los países desarrollados de alcanzar un acuerdo por la deuda argentina impaga con el Club de París, de US$ 6700 millones, sin la revisión técnica del FMI, algo que ese club y sus líderes, como la canciller alemana, Angela Merkel, ya rechazaron otras veces. Sin embargo, no habría anuncios aquí, sino sondeos a los jefes de Estado, como los de Estados Unidos, Japón y Alemania, durante la cumbre. Mientras tanto, en las sesiones del G-20 los mandatarios debatirán acerca de la posible crisis de competitividad de Europa, China y Brasil frente a la decisión de los Estados Unidos de inyectar US$ 600.000 millones en su economía, devaluar su moneda y mejorar sus exportaciones. Un informe reservado de la Cancillería –que LA NACION pudo ver aquí– indica que la Presidenta buscará promover “la finalización de la deuda externa con el Club de París y con los acreedores privados”. Con ello, sumado al crecimiento, se apuesta a “que el país sea atractivo para los negocios y las inversiones”. Ese trabajo oficial indica que, sobre la base de esa hipotética solución con el Club de París, que sin la revisión del FMI podría resultar en otra intentona fracasada, “esta visita es promisoria para promover el comercio, inversiones y los proyectos” bilaterales. La Presidenta haría el anuncio sólo si prospera el acuerdo, en Buenos Aires, y tras la aprobación del presupuesto 2011 en el Congreso. Nada se difundirá entonces aquí, en Seúl. Sin embargo, trascendió que la propuesta argentina tendría el visto bueno de algunos países centrales, según confiaron a LA NACION en la comitiva. Y no sería una renegociación, sino un pago en cuotas semestrales durante tres años, a partir de 2011, sin la intervención del FMI.
Tasas muy bajas Para ello, comienza a analizarse una colocación de deuda a tasas muy bajas para no tocar las reservas del Banco Central, hoy en más de US$ 52.000 millones. “Este es el momento”, dicen los conocedores del mercado. Un eventual acuerdo, que aún debe negociar la Presidenta con algunos pares aquí, podría abaratar el crédito para producción y destrabar inversiones de países que, como Alemania y Japón, no pueden habilitarlas si antes el país no arregla su deuda. Ese es el objetivo de la Presidenta con miras a las elecciones de 2011, en las que, tras la muerte de su esposo, Néstor Kirchner, aspiraría a su reelección. En el pasado, otras propuestas de acuerdo con el
ARCHIVO / REUTERS
Massera, en noviembre de 1985, antes de ser condenado
Inhumaron a Massera con la máxima reserva El entierro fue temprano en Pilar; revelan detalles de su último examen médico MARIANO DE VEDIA
En Seúl ultiman detalles para el comienzo de la cumbre de presidentes del G-20 AP
Club de París sin la revisión del Fondo fracasaron. El último intento fue en la reunión con Angela Merkel en Alemania. La condición del club, invariablemente, ha sido cancelar la deuda en un solo pago o hacer una reestructuración con aval del FMI, que la Argentina rechaza. Además de su disertación en las sesiones del G-20, Cristina Kirchner hablará ante 30 gerentes de multinacionales de primer orden mundial en busca de exhibir previsibilidad para negocios e inversiones, como se informa por separado. Pese a la imagen de abroquelamiento que se intentó promover desde la Casa Rosada en el primer viaje tras la muerte del ex presidente Néstor Kirchner, el 27 de octubre pasado, el Gobierno está llegando a Seúl casi desarticulado. La Presidenta arribará hoy, a las 19 –las 7 en la Argentina–, al elegante hotel Park Hyatt; el canciller Héctor Timerman lo hizo anoche; el ministro de Economía, Amado Boudou, llegará hoy más tarde que la Presidenta, y en otro vuelo diferente vendrá el vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro. Cristina Kirchner viajó durante 40 horas, con escala en Los Angeles, a bordo de un avión privado pequeño –el Tango 01 está en reparaciones hasta enero– con sus secretarios privados y el médico Luis Buonomo. Pero el que se instaló en Seúl antes que todos fue Alfredo Chiaradia, embajador en Estados Unidos y sherpa de la Presidenta durante la cumbre. Timerman se negó a conversar con los periodistas. “No voy a hablar”, dijo. Pero confirmó que le llegaron “rumores” de que el próximo director gerente del FMI, que reemplazará a Dominique Strauss-Kahn, será “un chino que trabaja en el Fondo”, tal como había anticipado vía Twitter.
Lavado de dinero: citan a Alak y a Sbatella La Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados resolvió anoche citar al ministro de Justicia y Seguridad, Julio Alak, y al jefe de la Unidad de Información Financieras (UIF), José Sbattella, para que den explicaciones sobre la política oficial sobre lavado de dinero, cuestionada por el principal organismo internacional en la materia, el GAFI, y por autoridades de los Estados Unidos, como dio cuenta LA NACION en las últimas semanas. El pedido lo había presentado el diputado del Peronismo Federal Gustavo Ferrari, mano derecha de Francisco de Narváez.
Insólita negociación con EE.UU. por la seguridad presidencial El Servicio Secreto amenazó con retirar su auxilio No importa adónde vaya, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner mantiene una costumbre automovilística inamovible: si viaja sola, se acomoda en el asiento delantero derecho, junto al conductor. Y si a alguien no le gusta, pues que se cuadre. Si no, que lo diga el mismísimo Servicio Secreto de los Estados Unidos, con el que la diplomacia argentina negoció durante los días previos a su escala en Los Angeles, rumbo a la reunión del G-20 en Corea del Sur. La pequeña puja de poder bilateral, según reconstruyó LA NACION, comenzó cuando el agente especial a cargo del operativo de seguridad en California, Andrew Zuk, le aclaró a su contraparte argentina que la Presidenta debía viajar en el asiento trasero. Ese protocolo de seguridad, le explicó, rige para todos los mandatarios, sin importar que se trate de Barack Obama o del jefe de Estado de una isla de la Polinesia. Pero fiel a las tradiciones argentinas, la avanzada de la Casa Rosada buscó obtener una excepción a ese protocolo. Para eso, la embajada en Washington inició una farragosa negociación con las autoridades del Servicio Secreto en la capital norteamericana, aunque la intentona criolla casi termina del peor modo, sin una custodia de los “agentes especiales” en Los Angeles, lo que luego quedó descartado. El argumento del jefe del equipo que preparaba la llegada de la Presidenta a California, teniente coronel César Yagüe, fue sencillo. Planteó que ya se había discutido lo mismo con el Servicio Secreto en la previa de los últimos dos viajes: en abril, para la Cumbre de
Seguridad Nuclear, en Washington, y en septiembre, para la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York. La respuesta del Servicio Secreto tomó por sorpresa a los argentinos. Les comunicó que en sus registros no figuraba ninguna excepción previa para la mandataria. Es decir que al menos en los papeles, ella recorrió la capital y la Gran Manzana desde los asientos traseros de los automóviles oficiales. Y subrayó que si tan relevante era el asunto para la diplomacia argentina o la Casa Rosada, quizá fuera más sencillo prescindir de su auxilio en Los Angeles.
Escala en Los Angeles Sin embargo, lejos de concluir allí, la ya tensa negociación incluyó otro capítulo más. La diplomacia argentina decidió apelar a la benevolencia de los responsables del área para dignatarios extranjeros del Servicio Secreto, a los que de entrada les aclararon que no deseaban prescindir de sus agentes especiales en las tierras de Arnold Schwarzenegger. A esas alturas, según indicaron desde Washington a LA NACION, el Servicio Secreto decidió aplicar una táctica más latina. Reiteró que su protocolo de seguridad impone que todo mandatario que pase por Estados Unidos y sea asistido por sus agentes especiales debe viajar sí o sí en el asiento trasero del automóvil. Pero luego dejó librada la decisión a lo que defina el jefe del equipo ofrecido a la Presidenta en Los Angeles. Es decir, Zuk, con quien comenzaron los últimos dimes y diretes de la relación bilateral.
La Argentina lleva sus propuestas al G-20 Cristina Kirchner pedirá en Seúl que los países en desarrollo tengan más presencia en el FMI SEUL (De un enviado especial).– La cumbre del G-20 en la que participará Cristina Kirchner, con agenda propia, desde mañana, no será nada sencilla, ya que estará denominada por el debate del momento: “La guerra de monedas”. Esta discusión comenzó con fuertes críticas de China, Japón, Rusia, Brasil y Alemania, entre otros países, contra la decisión de la Reserva Federal de los Estados Unidos de inyectar 600.000 millones de dólares en su economía local para mejorar sus exportaciones, lo que podría generar una crisis de competitividad en el resto de los países. En ese contexto, la Presidenta no participará de esta discusión en forma plena, pero llevará una propuesta más genérica, conteni-
da en un borrador al que accedió LA NACIÓN, que consistirá en los siguientes puntos relevantes: LEl aumento de la participación de países en desarrollo en el Banco Mundial y en el FMI. L La promoción de “inversión extranjera en países en desarrollo” con énfasis en industrias e infraestructura (con calidad medioambiental y uso eficiente de energía). L Aspectos organizativos y de representación de países en el G-20. L Una exigencia para que el G-20 no aborde temas políticos, sino sólo económicos, para que no se superponga con otros foros multilaterales, a los que se invitaría en el futuro. Si bien la Argentina se encuentra al margen de esta discusión, la
guerra de divisas la podría afectar porque incidiría sobre el tipo de cambio, una herramienta que utiliza el Gobierno para sostener las exportaciones y la competitividad de la economía. Según señalan algunos economistas, un dólar débil obligará a emitir pesos y ello fogonearía la inflación.
En busca de cooperación Según consignó ayer la página web oficial Sala de Prensa, Cristina Kirchner señaló que en el G-20 “se tratará de lograr un poco de cooperación, porque lo que se está viendo ahora es una gran guerra de monedas, de competitividad, en definitiva, y por ver quién coloca mejor sus productos y cómo se traslada la crisis” a terceros países.
También habrá críticas de la Presidenta al FMI, a los paraísos fiscales y a las calificadoras de riesgo. “Tenemos que ir tranquilos todos y cada uno exponiendo lo que se entiende como políticas a nivel global, así como la regulación de los movimientos de capital global, las calificadoras de riesgo y los países con secreto bancario y que podamos que esa inmensa masa de dinero vuelva a la economía real”, dijo la jefa del Estado en esa página oficial antes de partir de Buenos Aires. El G-20, que celebra su quinta cumbre desde su creación, ayer comenzó con reuniones de ministros de finanzas en las que hubo signos de distensión para apaciguar los ánimos mientras llegan los mandatarios de cada país.
LA NACION En el más absoluto hermetismo fueron inhumados ayer por la mañana los restos del ex almirante Eduardo Emilio Massera en el cementerio privado Parque Memorial, de Pilar. Para evitar posibles actos de protesta en el último adiós a quien fue el hombre fuerte de la Armada en la última dictadura militar, que falleció anteayer, a los 85 años, sus familiares y allegados evitaron dar a publicidad los datos del entierro, que tuvo lugar a las 8.30 de ayer, en plena reserva e intimidad. Asimismo, el Juzgado en lo Criminal Federal N° 1, a cargo de María Servini de Cubría, dio a conocer el último informe sobre la salud de Massera, realizado el 13 de octubre último por una junta médica. Fue encargado por la magistrada para constatar si se hallaba en condiciones de afrontar el proceso penal por la sustracción de bebes. Ante una consulta de LA NACION, fuentes militares negaron cualquier intervención de las Fuerzas Armadas en las exequias de Massera. El silencio también fue la respuesta en el Ministerio de Defensa. La reserva en torno del funeral del militar que fue un símbolo de la dictadura y que en 1985 fue condenado por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la represión militar contrastó con las voces críticas que se alzaron sobre su figura, aunque no se vieron exteriorizaciones callejeras. Las Abuelas de Plaza de Mayo, conducidas por Estela de Carlotto, lamentaron que el ex comandante de la Armada hubiera fallecido sin recibir la condena por el delito de robo de bebes. “Fue responsable de las desapariciones, secuestros y torturas que tuvieron lugar en la ESMA, así como de la apropiación de decenas de niños que nacieron en ese centro clandestino de detención, muchos de los cuales aún viven sin conocer su verdadera identidad”, señaló la
Desconcierto
entidad en un comunicado difundido ayer. “Massera gozó hasta el final de su vida de todas las garantías que brinda el Estado de Derecho, incluso a los asesinos. Las mismas garantías que él negó a sus víctimas en el apogeo del terrorismo de Estado”, señalaron las Abuelas.
El examen médico En la junta médica realizada el 13 de octubre último, examinaron al ex jefe militar los médicos forenses María Patricia Chamot, Mónica Santamaría y Ana María Arias y los doctores Lía Gladys Ricón y Juan Carlos Stagnaron, profesores titulares de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Dejaron constancia de que Massera presentaba fallas globales en la memoria e inestabilidad y fatiga en la atención. El ex hombre fuerte dependía de terceros para sus necesidades básicas. Los médicos concluyeron que presentaba un trastorno psicoorgánico, con un deterioro cognitivo global. Señalaron que la patología era “crónica, irreversible y progresiva, sin posibilidades de recuperación” y que no contaba “con capacidad psíquica para participar en el proceso”. El proceso a Massera se suspendió en 2002, al sufrir el imputado un derrame cerebral. Las Abuelas de Plaza de Mayo admitieron en el comunicado que los peritos de las víctimas avalaron el dictamen que en marzo de 2009 confirmó que el ex jefe naval “era incapaz de comprender las resoluciones judiciales”. Muy medidas, en tanto, fueron las expresiones publicadas hoy en los avisos fúnebres de LA NACION (página 14). Despidieron a Massera su esposa, Delia Vieyra; sus hijos, Eduardo y Emilio, además de sus dos nueras, siete nietos y amigos. Dejaron testimonio, además, el Centro Naval, que “participa el deceso de su estimado socio vitalicio”, y la promoción 73 de la Escuela Naval Militar. De allí egresó Massera como guardiamarina, en 1946.
Por NIK