Perdidos en un laberinto de inconsistencias Cristina Kirchner e ...

18 ene. 2015 - laberinto de inconsistencias. Cristina Kirchner e. Irán, entre espías y aprendices de brujo. ADante Caputo le ganó la ansiedad. Salió apurado.
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OPINIÓN | 25

| Domingo 18 De enero De 2015

Perdidos en un laberinto de inconsistencias

Jorge Liotti —LA NACION—

L

a denuncia que presentó esta semana el fiscal especial de la causa AMIA, Alberto Nisman, provocó una conmoción política a partir de un concepto central de extrema gravedad: planteó que en la decisión del Gobierno de firmar con Irán el memorándum de entendimiento no sólo hubo “culpa”, por tratarse de un acuerdo judicialmente inviable y políticamente indescifrable, sino que además hubo “dolo”, porque se hizo con la aviesa intención de exculpar a los funcionarios iraníes acusados por el atentado a cambio de beneficios comerciales. En el primer caso, configuraría un nuevo caso de mala praxis en la política exterior del kirchnerismo, aunque en un tema de extrema sensibilidad social por el costo en vidas que implicó el ataque terrorista. La declaración de inconstitucionalidad en la que avanza la Justicia alcanzaría para desactivar sus efectos. Pero si se prueba la veracidad de la hipótesis intencional de Nisman, la responsabilidad de la presidenta Cristina Kirchner –y subsidiariamente del canciller Héctor Timerman– tendría una trascendencia institucional similar a la acusación de encubrimiento que pesa sobre Carlos Menem. La diferencia entre ambos escenarios es decisiva. Al promediar la gestión de Néstor Kirchner, el régimen de Teherán acercó por primera vez una propuesta para conformar una comisión conjunta que estudie las responsabilidades del atentado. Según un ex funcionario argentino al tanto de esas conversaciones, los iraníes entendían ese órgano como un ámbito de resolución política del problema, sin una dimensión judicial real. “Para ellos la línea divisoria entre la política y la justicia es casi inexistente, y por eso concebían la comisión como un espacio de negociación de gobierno a gobierno”, rememora la fuente. La existencia de una causa judicial en la Argentina invalidaba una alternativa de estas características, y la idea fue rechazada. El espíritu de ese frustrado entendimiento fue replicado en el pacto que en enero de 2013 terminó firmando Timerman con su par Ali Akbar Salehi en Etiopía. ¿Qué hizo que la misma propuesta fuera aceptada años más tarde, en lo que representó uno de los virajes más inexplicables de la política exterior argentina? La principal respuesta de Nisman es el interés de la Argentina en potenciar el intercambio comercial y conseguir petróleo. Sin embargo, el flujo de negocios no pareció regirse por los vaivenes políticos. Las exportaciones argentinas a Irán crecieron en forma notoria a partir de 2006, cuando se pasó de cifras irrelevantes a 1200 millones de dólares en 2008, el pico máximo según los datos de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales. Es decir que el mayor crecimiento se dio durante un período marcado por la frialdad en la relación. Desde entonces el comercio con Irán se amesetó (como pasó en líneas generales con las exportaciones argentinas a todo el mundo), pese a que abarca los años de las conversaciones bilaterales más asiduas. Tampoco la necesidad energética de la Argentina emerge como una variable determinante. Los expertos en el mercado hidrocarburífero aseguran que en los últimos años se multiplicaron las opciones de compra no sólo de productores tradicionales como los países árabes o Venezuela, sino también de proveedores más exóticos, como Nigeria o Trinidad y Tobago. No es sencillo justificar por esta vía el cambio de posición. Un hombre que conoce muy de cerca a la Presidenta interpreta su salto de postura desde una visión más sofisticada: “Cristina entendió que se aproximaba un período de deshielo del mundo con Irán, y quiso anticiparse, ser la primera en normalizar relaciones con el régimen. Pensó que si se solucionaba el tema AMIA estaba destinada a cobrar un rol en ese proceso, y en Medio Oriente en general, por el vínculo que tiene la Argentina con las comunidades judía y musulmana. Era su manera de quedar en el bronce. Y Timerman creyó que la

imagen del acuerdo en Addis Abeba lo llevaba directo al Nobel de la Paz”. Hay una parte de la lectura presidencial que se probó cierta. La tapa del diario oficialista iraní Teheran Times estuvo ilustrada esta semana con fotos del secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y del ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeir, por las avanzadas conversaciones sobre el control del plan nuclear persa. Pero no aparecieron Cristina ni Timerman; tampoco hubo mención alguna de la denuncia de Nisman. La Presidenta siempre se refirió a la causa AMIA como un tema de interés personal. Pero no mostró una posición consistente sobre las posibles causas o las eventuales soluciones judiciales. Cuando en los 90 era diputada e integraba la comisión bicameral de investigación del atentado abonó la denominada “pista Siria”. En la década siguiente, como senadora acompañó con fervor a su esposo en la línea de acusación a Irán, que incluyó la creación de la fiscalía especial que preside Nisman. Continuó en esta senda ya como presidenta y la profundizó al acusar en las Naciones Unidas al entonces presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad por el atentado, una posición que la acercaba a la visión de Estados Unidos e Israel. Eso fue en 2009. Pero al año siguiente comenzó un nuevo giro. Con el antecedente del caso Lockerbie, propuso la posibilidad de juzgar a los responsables en un tercer país. Los iraníes dejaron en claro que no aceptaban esa alternativa, pero aprovecharon para volver a la carga con la vieja idea de la comisión conjunta, que Cristina y Timerman aceptaron explorar a partir de la reunión en Alepo en 2011. El fracaso del pacto firmado en enero de 2013 llevó a la Presidenta a la última estación de su largo recorrido en la causa AMIA, marcada por la desilusión con Irán y los gestos de acercamiento a Israel, confirmados por el viaje que hizo Timerman a ese país el año pasado. La consulta con expertos en relaciones internacionales deja como conclusión que no hay antecedentes de un acuerdo como el que firmó la Argentina con Irán, no sólo por su sentido político, sino por sus deficiencias formales. La más gra-

No habría antecedentes de un acuerdo como el que firmó la Argentina con Irán, no sólo por su sentido político, sino también por sus deficiencias formales ve fue no establecer bajo qué jurisdicción actuaría la Comisión de la Verdad que creaba. Teherán nunca entendió este órgano como un brazo extensivo de la causa argentina, mucho menos que tuviera facultades como para que el juez pudiera disponer la eventual detención de sus funcionarios supuestamente involucrados en el atentado. Nunca aceptaría que un país periférico, como considera a la Argentina, juzgara a una potencia regional como Irán. Apenas se previó que los imputados pudieran ser interrogados por Rodolfo Canicoba Corral, pero no bajo las formas del código de procedimiento penal argentino, es decir, no tendrían validez jurídica para la causa. Las circulares rojas que había activado Interpol quedaron en un limbo en primera instancia. Era el interés principal de los iraníes, porque los sospechosos no podían viajar al exterior sin el riesgo de quedar detenidos. Cuando escaló la polémica sobre este punto del acuerdo, el gobierno argentino confirmó la vigencia de las alertas internacionales. Desde entonces, el régimen iraní enfrió su entusiasmo por la ratificación del memorándum. Evidencias todas de que las inconsistencias del acuerdo son tan groseras que sólo el apuro, la impericia o, según Nisman, los intereses ocultos pueden justificarlas. El fiscal tiene ahora por delante la dura prueba de demostrar que hubo una voluntad fraudulenta en la firma del memorándum, una intencionalidad que se sugiere en las escuchas difundidas, pero que debería fortalecer con el material adicional que prometió dar a conocer. Tendrá que comprobar, en definitiva, que no sólo se trata de un nuevo caso en el que la incapacidad y el desconocimiento se asemejan peligrosamente a la corrupción.ß

redefinición por Nik

Cristina Kirchner e Irán, entre espías y aprendices de brujo

Fernando Laborda —LA NACION—

N las palabras

¿Habemus diplomacia? Graciela Guadalupe —LA NACION—

“Creía que la Argentina no tenía política exterior, pero ahora veo que sí: es desastrosa.” (Del ex canciller Dante Caputo.)

A

Dante Caputo le ganó la ansiedad. Salió apurado a opinar sobre el extraño “apoyo” que Timerman dio al pueblo francés marchando perdido entre millones de personas que repudiaban los trágicos ataques en el semanario Charlie Hebdo y en un supermercado kosher de París. A Caputo le resultó indigerible que el actual ministro de Relaciones Exteriores dijera que participó a título personal y no en representación de nuestro país. “Creía que la Argentina no tenía política exterior, pero ahora veo que sí: es desastrosa, calamitosa”, dijo el ex canciller de Alfonsín. Si hubiera esperado unas horas, el fiscal Nisman le habría aportado más datos para poder explayarse. Fue un error táctico el de Caputo. Timerman no es Vicente Leonidas Saadi, cuando éste se oponía al Tratado de Paz y Amistad entre la Argentina y Chile, transformando en nubes a los cerros de Úbeda. Timerman es como la galera de un mago: de él siempre se puede esperar un plus. A la hora de las explicaciones, sostuvo que ni siquiera había consultado a la Presidenta sobre su participación en la marcha del domin-

go pasado en París, cuando se limitó a enviarle un comunicado sobre el atentado en Nigeria. “Tampoco en ese momento hablé con ella”, dijo el canciller, imbuido de una súbita preocupación por los continuos y feroces avances de Boko Haram. ¿El canciller y la Presidenta no dialogan, no acuerdan en qué foro internacional estar ni qué decir? Esa sospecha podría quedar desbaratada si se comprueba la grave denuncia de Nisman respecto de que Cristina y Timerman, entre otros funcionarios, crearon una diplomacia paralela para desincriminar a Irán por el atentado a la AMIA. Pero sería la confirmación del peor de los diálogos imaginables. Como cabía esperar, en el Gobierno revirtieron públicamente la acusación descargando sobre Nisman viejas facturas horneadas en la cocina del espionaje criollo. Timerman hurgó en la galera y se mostró sorprendido e indignado. Aníbal Fernández calificó la acusación de “ridícula”; Scioli, de “inconcebible”; Rossi, de “disparate absoluto”, y Capitanich –¡ay, Capitanich!– dijo que la denuncia pretende contrarrestar el boom de consumo en las playas. Una opinión que sigue la escuela del secretario de Comercio, Augusto Costa, quien, en lugar de reconocer las trabas a las importaciones, prefirió hablar de una “corrida del tampón”.ß

o será fácil que la Justicia pueda condenar a la Presidenta y a su canciller por el supuesto “plan criminal” que denunció el fiscal Alberto Nisman para encubrir a ex funcionarios iraníes a quienes se les imputa el atentado contra la AMIA. Pero la grave acusación aporta indicios de las chapucerías que puede cometer un gobierno a partir de una visión distorsionada de las relaciones internacionales y, probablemente, de la creencia de Cristina Kirchner en que Irán es inocente. Tanto la existencia de una virtual diplomacia paralela, a cargo de figuras de la talla del piquetero Luis D’Elía y del líder de la agrupación Quebracho, Fernando Esteche, quien reivindica la violencia política y el derecho a disputarle al Estado el monopolio de la fuerza pública, como la posibilidad de que se hayan buscado ventajas comerciales con Irán mediante oscuras negociaciones que habrían utilizado como carnada a las 85 víctimas del atentado registrado el 18 de julio de 1994, parecen hablar de una novela protagonizada por aprendices de brujo en materia de política internacional mezclados con personajes del submundo del espionaje. Si algo le faltaba a esta obra de humor negro eran las groseras explicaciones del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, asociando la difusión de la denuncia del fiscal especial de la causa AMIA a un intento de las “corporaciones mediáticas” por tapar “buenas noticias” de la Argentina, tales como el récord de turistas en Mar del Plata. Distintos funcionarios del Gobierno respondieron a las acusaciones de Nisman, esgrimiendo que todo formaba parte de una operación montada por agentes de inteligencia despechados que fueron recientemente despedidos por Cristina Kirchner. Olvidaron consignar que, a lo largo de casi 12 años, el kirchnerismo empleó a esos agentes para operaciones clandestinas, que sirvieron para presionar o perseguir a dirigentes políticos opositores, jueces, empresarios y periodistas indóciles frente al relato oficial. Si, como señaló el canciller Héctor Timerman, a Nisman lo maneja el hasta hace poco director de operaciones de la Secretaría de Inteligencia Jaime Stiusso, habría que preguntarse por qué durante casi diez años el Poder Ejecutivo toleró esa situación. El fiscal habló de una “confabulación criminal” para “fabricar la inocencia” de los funcionarios iraníes acusados del atentado contra la AMIA, montando una pista falsa para imputar el acto terrorista a grupos “fachos locales”. Sostuvo que Cristina Kirchner dio la orden para poner en marcha ese plan y que Timerman fue el ejecutor, en tanto que el actual diputado camporista Andrés “el Cuervo” Larroque fue un intermediario, que se reunía con la Presidenta y le llevaba información a D’Elía, quien a su vez informaba de todo lo que se decidía a sus contactos iraníes. A esas conclusiones llegó Nisman a partir de escuchas telefónicas logradas tras la intervención de los teléfonos de Jorge Khalil, referente de la comunidad islámica que se contactaba con Mohsen Rabbani, ex agregado cultural de la embajada de Irán en la Argentina y uno de los prófugos de la Justicia. Al margen de la virtual diplomacia paralela y de los presuntos fines de aquellos contactos, que derivaron en la celebración del controvertido memorándum de entendimiento entre los dos gobiernos en 2013, Nisman aportó, a modo de conclusión, que de las escuchas telefónicas se desprende que “Irán admite y se jacta de que cometió el atentado”. Una gran pregunta es por qué la Justicia no avanzó mucho más en el esclarecimiento del caso con esa supuesta confesión de parte que reveló el fiscal. Nisman también sostuvo que a Irán sólo le interesaba que se suspendieran las alertas rojas de Interpol que pesaban sobre cinco de los ocho imputados iraníes que tenían pedidos de captura internacional. Y sugirió que el acuerdo entre la Argentina e Irán suponía el levantamiento de esas notificaciones, en

el marco de un pacto de impunidad. Timerman le respondió con vehemencia y mostró un correo electrónico que le envió el ex director de Interpol Ronald Noble, en el que se califica de “consistente” y “firme” la posición del gobierno argentino sobre el mantenimiento de aquellas alertas rojas. Esta discusión podría tomar un giro interesante si se recuerdan algunas explicaciones que la propia Cristina Kirchner ofreció el 1° de marzo de 2013, en su mensaje a la Asamblea Legislativa, cuando defendió el memorándum de entendimiento con Irán. Señaló textualmente: “Todos sabemos que esa tarjeta roja de Interpol es tarjeta roja ma non troppo, porque esos funcionarios [por los iraníes acusados] se mueven y se entrevistan con todos los funcionarios europeos: alemanes, franceses, etcétera; y también, algún día lo sabremos, tal vez, con todos los personajes menos pensados de la historia de este momento en el mundo”. En otras palabras, para la presidenta argentina, las alertas rojas de Interpol para la captura de prófugos tenían muy poco valor y no valía la pena rasgarse las vestiduras por ellas. En ese mismo discurso ante los parlamentarios, la primera mandataria insinuó indirectamente dudas sobre la pista iraní. Tras considerar que sin tomar declaración ninguna causa penal puede avanzar, recalcó que, de hecho, en Londres se le tomó declaración al ex embajador de Irán en nuestro país, Hadi Soleimanpour, con las pruebas remitidas por la justicia argentina, y fue dejado en libertad, teniendo que pagar la Cancillería 25.000 dólares en concepto de costas. Y, en más de una ocasión, la Presidenta enfatizó que su compromiso con la búsqueda de la verdad en la causa AMIA es también “saber qué pasó adentro”. “Quiero saber quiénes fueron los que encubrieron, quiénes fueron los que escondieron las pruebas”, afirmó. ¿Podría relacionarse ese deseo presidencial con la hipótesis de Nisman sobre la intención kirchnerista de crear una pista falsa basada en grupos “fachos locales”? La oposición política recibió con prudencia las denuncias del fiscal. Cuando éste se presente mañana en el Congreso, la mayoría de los legis-

En más de una ocasión, la Presidenta enfatizó que su compromiso con la búsqueda de la verdad en la causa AMIA es también “saber qué pasó adentro” ladores no kirchneristas lo escucharán con atención, pero su objetivo será dejar en evidencia lo pernicioso del memorándum de entendimiento con Irán aprobado por el Poder Legislativo, merced a los votos del oficialismo, y que ya ha sido declarado inconstitucional por la Cámara Criminal y Correccional Federal. El postulante del Frente Renovador, Sergio Massa, subrayó que, en el reciente debate legislativo sobre el Código Procesal Penal, propuso incluir la figura del juzgamiento en ausencia, que podría aplicarse a causas como la de la AMIA, y recordó que, sospechosamente, el kirchnerismo no aceptó discutirlo. La lucha electoral irrumpió no bien ex funcionarios kirchneristas que hoy adhieren al massismo, como Alberto Fernández y el ex vicecanciller Roberto García Moritán, establecieron claras distinciones entre la gestión de Néstor Kirchner y la de su esposa en materia internacional. El gobernador cordobés, José Manuel de la Sota, en campaña presidencial, junto con el gremialista Gerónimo Venegas, descartó un posible acuerdo electoral con Massa por considerar que éste encarna el “neokirchnerismo”, aunque se distanció aún más de Daniel Scioli, a quien tildó de “continuista”. En lo que sí parecen coincidir los postulantes presidenciales de la oposición es en que la Presidenta ha quedado prisionera de las ambigüedades de una política exterior que la terminan haciendo aparecer abrazada a los regímenes más violentos y negando actos terroristas a los que no hace mucho asoció con “montajes hollywoodenses”.ß Firmas la nacion. Todos los textos del autor, en la nueva aplicación disponible para Android y iOS