Lección IV:
Cristo y la Ley en el Sermón del Monte “No penséis que he venido para abrogar la Ley”, en esto se yerra, No he venido para abrogar o los profetas”; sino para que sea entendido; Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra… Ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo sea cumplido. Recordar el Sermón del Monte es, recordar las Bienaventuranzas, Pero el Sermón está dividido, en tres capítulos y cuatro secciones; Las Bienaventuranzas forman la primera sección, con sus enseñanzas, Y la segunda nos habla de luz y de la sal, con hermosas comparaciones. En la cuarta y última sección, Jesús habla de la conducta cristiana, Que termina con la parábola del buen constructor, prudente y sensato; Que dice lo que debemos hacer, y la obediencia que del corazón emana, Y las antítesis o agudos contrastes, que no son allí, un simple ornato. Cristo no vino apara anular la ley o los profetas, vino a cumplir, No vino para eliminarlos, vino realmente a vivirlos y completarlos; Vino a “llenarlo hasta el borde”, darle cumplimiento, y redimir, Vino para revelar la esencia de los Escritos Sagrados, para exaltarlos. Confirmó la perpetuidad de la ley, pues existirá hasta el fin, Hasta que “todo se haya cumplido”, tendrá clara vigencia; Los que la violen serán llamados “pequeños”, hasta el confín, Más para los que la cumplen, hay vida para ellos y permanencia. Jesús no promovía la justicia vacía de los escribas y fariseos, Sino la justicia que ama a Dios, y nace de un corazón amante; Es la justicia que depende de los méritos de Jesús, de sus trofeos, No depende de nuestra justicia, que es nauseabunda y asqueante. En caso de haber un homicidio involuntario, había protección, Dios instituyó ciudades de refugio, para el que fuera acusado; Jesús no se concentró en al acto mismo, sino en la intención, Si no había intencionalidad, era de otra manera, mirado el pecado. Jesús va más allá del mandamiento, para señalar algo profundo, No son culpables del acto homicida, solo los que cometen el crimen; Sino también los que emplean palabras ásperas, propias del mundo, Albergan pensamientos homicidas, y Jesús pide que se reconcilien.
Y toma Jesús también como ejemplo el adulterio, como mandamiento, Y le da implicaciones más amplias, que las que aparecen en el Decálogo; Pide una cirugía radical, no que haya un rápido linchamiento, Llama a los adúlteros a dejar el pecado radicalmente, y no con diálogo. Las pasiones del momento, no pueden obstaculizar al Reino llegar, Cualquier amistad acariciada y pecaminosa, hay que abandonarla; La ganancia eterna es más importante, implica mucho que ganar, Y es necesaria una fidelidad matrimonial, para la eternidad “ganarla”. La rendición de la voluntad, se representa por la extracción del ojo, También por la amputación de la mano, si es causa para caer; No es aceptar una vida contrahecha o caminar por el mundo cojo, Es entrar por la puerta estrecha, y el que la abra, tendrá de Dios poder. También las Santas Escrituras condenan, la practica engañosa… Y nuevamente lo que preocupa a Jesús, son las intenciones; Si haces una promesa sabiendo que no la vas a cumplir, es pecaminosa, Es una conducta consciente de pecado, producida por malas decisiones. Hacer falsos juramentos, es cosa detestable que no se debe hacer, Porque aunque no hay intención de defraudar a Dios, hay pecado; Ananías y Safira tuvieron buena intención, ayudarían a proveer… Pero cambiaron pronto de opinión, y el Espíritu, no fue engañado. No hagas promesas que no puedas cumplir, cristiano… Que tu sí signifique sí, y tu no, sea no… sin tonos grises; No te hagas promesas que no puedas cumplir, por desgano, No le prometas a Dios cosas, y termines en dudosos matices. La ley de la represalia o ley del Talión, es algo amenazante, Pues lo mismo que hiciste, te lo tienes que dejar hacer; Ojo por ojo, mano por mano, pie por pie y vida por vida, Era un principio sencillo, para que nadie se tuviera que exceder. La obra de “desquite” era una ley, que mandaba a hacer lo bueno, Desquitarse con bondad, era lo que Cristo diariamente enseñaba; Y eso solamente se logra, cuando se saca del corazón el veneno, Cuando Cristo mora en el corazón, y con alegría se alaba. No existe un texto bíblico, que mande a odiar a los enemigos… Aunque algunos pueblos cosecharon lo que sembraron con Israel; Amar al prójimo es un mandamiento de levítico, para hacer amigos, Y a pesar del dominio de los romanos, Cristo manda al pueblo, sea fiel.
¿Cuál es la enseñanza que Cristo, a su pueblo quiere impartir? Nos está mostrando una mejor manera de vivir, para no vivir odiando; Es estableciendo el amor desinteresado a todos, como manera de vivir, Es permitiendo que el Espíritu santo haga su obra, y vivir amando. “Jesús tomó los mandamientos y los explicó por separado, Y explicó con profundidad y anchura, sus requerimientos”; Y desenmascaró a los judíos, que vivían en pecado, Pues con miradas concupiscentes, violaban los mandamientos. El que toma parte en una pequeña injusticia, hace una afrenta moral, Pues todo delito y maldad, comienza primero en la mente; El odio es el camino del homicida, el que termina haciendo el mal, Y sus ofrendas son aborrecibles a Dios, que el Dios clemente. El amor, es de la Ley Divina, el principio unificador, En cada antítesis de la Ley, Dios levanta el principio del amor; Es el amor el que evita que reine el odio, y permanezca pecador, Y es el principio para tratar al enemigo, cuando embate con furor. “Oísteis que fue dicho a los antiguos”, pero yo os digo” El problema no eran las referencias, sino la interpretación; Si veo las cosas de manera superficial, con esto lo maldigo, Pues pierde el significado profundo, y no sirve para edificación.
Hiram Rivera Méndez
20 de abril de 2014 Toa Alta, Puerto Rico