Casa Publicadora Brasilera Comentarios de la Lección de Escuela Sabática II Trimestre de 2014 Cristo y su Ley
Lección 13 (21 al 28 de junio de 2014)
El Reino de Cristo y la Ley Carlos Flávio Teixeira
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¿De qué modo define la Biblia al Reino de Dios? ¿Cuál es la relación que determina entre el Reino de Dios y las leyes divinas? ¿Cuáles son las implicancias de esas realidades para nosotros? La comprensión de estas cuestiones se ven grandemente afectadas por la perspectiva que se plantee acerca del propio ser humano. Algunos argumentan que el ser humano está constituido por dos partes separables (dicotomía): el cuerpo (estructura física) y el alma (ser metafísico dotado de vida propia). El ser humano sería una especie de “alma incorporada”, 2 una hipótesis en la que el alma subsistiría separada del cuerpo. Otros especulan que esta constitución se da en tres partes separables (tricotomía): el cuerpo, como la parte material; el alma, “como el principio de la vida animal”, y el espíritu, “el elemento humano racional, inmortal, relacionado con Dios” 3 En esta hipótesis, el espíritu subsistiría separado del alma y el cuerpo. Otro grupo (monista) defiende una tercera perspectiva. Para ellos, el ser humano es integral. No tiene un alma, él mismo es un alma 4 que está constituida de potencialidades inseparables (corporalidad, mentalidad, moralidad). Con su soplo de vida, o 1 Pastor, actualmente cursando el posdoctorado en Teología Bíblica Sistemática en la Universidad Andrews, en la Escuela Superior de Teología. Es Doctor en Ciencias de la Religión con especialidad en Teología Sistemática. Posgraduado en Maestrías en Teología y Derecho Constitucional. Miembro de la Adventist Theological Society, es docente en los cursos de Grado y Posgrado de la Universidad Adventista de San Pablo, campus Engenheiro Coelho. Está casado hace 16 años con Fernanda Cristina F. Teixeira, con quien tiene dos hijos de 12 y 4 años. 2 Gulley, Norman. Systematic Theology: creation, Christ, salvation. Berrien Springs, MI, USA: Andrews University Press, 2012, p. 115. 3 Berkhof, Louis. Teologia Sistemática. Traducido al portugués por Odayr Olivetti. 3ª edición revisada. San Pablo: Cultura Cristã, 2009, p. 177-185. 4 Gulley, p. 111. Recursos Escuela Sabática ©
impulso vital, Dios inserte en ese ser humano la capacidad física motor, la capacidad intelectual sensible (emociones), la cognitiva (razonamiento), y la capacidad moral (convicciones morales), que incluye el discernimiento de la verdad. Cuando todas esas facultades del ser están en un funcionamiento coherente, de acuerdo con el propósito divino, se concreta la espiritualidad humana pensada por el Creador. Cuando cesa el impulso vital (o aliento de vida) sucede la muerte, evento que pone fin a la existencia humana. En este caso, no se habla de una subsistencia del alma después de la muerte, como tampoco del “sueño del alma”. Esta extinción no es definitiva, pues a través de la resurrección, Dios re-crea a los seres humanos a la vida, unos transformados para una nueva vida (1 Tesalonicenses 4:16), y otros permaneciendo en su degeneración para escuchar su sentencia de destrucción final (Apocalipsis 20:5, 9). Cada uno de estos puntos de vista afecta significativamente la noción que una persona tenga acerca del Reino de Cristo y sus leyes. Los dicotomistas y tricotomistas mencionados espiritualizan de manera excesiva al Reino de Dios, a punto tal de despreciar los aspectos materiales de ese reino, tanto aquí como en la eternidad. Con ello, descartan algunas realidades puntuales que son elementos fundamentales del reino eterno, como –por ejemplo– el sábado del séptimo día (relacionado a la materialidad del tiempo), la definición de iglesia (relacionada a la materialidad del espacio sagrado), las leyes de la salud (relacionadas a la materialidad del alma). Los monistas, por otro lado, basándose en la Biblia, creen que el ser humano es un ser integral, llamado por el Creador a una vida plena mediante la santificación de todos los potenciales de su integralidad. Creen que Dios estableció leyes eternas que corresponden a las orientaciones necesarias para cada ámbito de las potencialidades humanas y que, aún después del pecado, esas leyes permanecen vigentes en el plan divino de redimir a los hombres en su integralidad. Los que así piensan, saben que no existe un rey que no posea un reino (una jurisdicción establecida en el tiempo y el espacio), con súbditos y con normas de gobierno bien definidas. Saben, a través de la Biblia, que así también sucede en el Reino de Dios. Su jurisdicción está determinada en el tiempo eterno y en todos los lugares del universo, y sus súbditos son aquellos que obedecen a las justas leyes de su gobierno. El estudio de cada una de estas verdades acerca del Reino puede contribuir significativamente a nuestro aprendizaje acerca de la importancia de la Ley. Veamos, entonces, algunas evidencias.
El Reino de Dios “Reino de Dios”, o “Reino de los cielos”, es un tema recurrente en toda la Biblia. Incluso en la predicación de Cristo (Mateo 4:23; Marcos 1:15; Lucas 4:43). Esta expresión indica una condición diferenciada del dominio de la Divinidad, el Dios Creador y Redentor, sobre todas las criaturas y cosas creadas. Dependiendo del contexto en el que aparece esta expresión, puede asumir los sentidos previamente señalados.
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General
Personal
Sentidos de la expresión “Reino de Dios” en la Biblia. El ámbito del dominio soberano ejercido por Dios a través de Sentido amplio sus leyes en todo el Universo, vasto e infinito, creado por Él (Soberanía) (Salmo 29:10, 33:8, 93:1-4, 95:3-5, 103:19; Ezequiel 1:26-28; Daniel 4:4). El ámbito de dominio soberano ejercido por Dios a través de Sentido estricto sus leyes en cada una de las galaxias y otros mundos creados, (Gobierno) incluyendo el planeta Tierra (Salmo 33:13-15, 45:6, 145:11-13; Daniel 2:20-22). El ámbito del dominio de la gracia ejercido por Dios a través de Sentido amplio sus leyes en toda la vida inteligente (ángeles y seres huma(Gracia) nos), incluyendo el tiempo y el espacio de la existencia de cada ser (Salmo 47:8, 79:6, 96:10; Daniel 2:37, 4:17; Mateo 5:45). El ámbito de dominio pactual ejercido por Dios por medio de sus leyes en la vida de los que lo aceptan como Señor y Salvador, incluyendo el tiempo y el espacio de la existencia de Sentido estricto cada pecador que acepta su gracia salvífica (Éxodo 19:6; (Pacto) Levítico 20:26; Isaías 62:12; Lucas 17:20-21; Jo 3:3-5; Romanos 14:17; 1 Corintios 4:20; Colosenses 1:13; 1 Pedro 2:5, 9; Apocalipsis 1:6).
En la Biblia, el reino eterno es instituido (Génesis 1; 2 Salmo 90:2); prometido (Génesis 3:15); predicho (Isaías 65; 66); garantizado (Lucas 1:32, 33)), restablecido (1 Corintios 15:28); y mantenido por Dios (Daniel 2:34-36, 44; 7:27). Cuando Dios decidió crear seres inteligentes para amarlos y relacionarse con ellos, les comunicó el sentido personal y pactual de su Reino. Le otorgó a sus criaturas cierto nivel de autonomía y autoridad correspondientes a su naturaleza. En tal libertad, las criaturas podrían ejercer cierto nivel de dominio sobre las cosas, en el tiempo y el espacio. En su esfera peculiar de existencia, podían reflejar los atributos creativos que les habían sido legados por Dios al dotarles de su imagen y semejanza. Por eso, en el cielo Satanás recibió cierto nivel de dominio, 5 así como Adán y Eva lo recibieron también en el Edén. 6 El plan era que las criaturas, angelicales y humanas, fueran un reflejo del Creador en el ejercicio del dominio que les había sido atribuido por la Divinidad. Eso les permitiría honrar a Dios cuando desarrollaran sus potencialidades, maduraran en su carácter, y velaran por los intereses del Reino. Todo eso de acuerdo con las leyes eternas establecidas para ello. Pero Satanás, en su orgullo y actitud rebelde, intentó establecer un dominio independiente de Dios, conocido como pecado (Isaías 14:12-14; Ezequiel 28:12-19). Siguiendo su ejemplo de apartamiento, desconfianza y desobediencia (Apocalipsis 12:7-9), Adán y Eva adhirieron a ese dominio (malvado e insurgente) de las huestes rebeldes (Génesis 3:6). Desde entonces, Satanás se siente el “príncipe de este mundo” (Juan 12:31). Procura ejercer su dominio en este planeta y sus habitantes (Efesios 2:2), los cuales él mismo llevó al caos (Romanos 8:22). Aunque no tenga White, Elena G. de, Patriarcas e Profetas. 16ª edición. Traducción al portugués de Flávio L. Monteiro. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2003, p. 35; A História da Redenção. Traducción al portugués de Ivan Schmidt. 11ª edición. Tatuí-SP: Casa Publicadora Brasileira, 2004, p. 14. 6 White, O Desejado de Todas as Nações. Traducción al portugués de Isolina A. Waldvogel. 22ª edición, 3ª reimpresión. Tatuí-SP: Casa Publicadora Brasileira, 2005, p. 114-115, 129-130. Recursos Escuela Sabática © 5
una jurisdicción que le pertenezca por derecho, actúa como si lo tuviera (Mateo 8:49; Lucas 4:5-7), procurando extender al corazón de los hijos de Dios su dominio cimentado en el orgullo, la rebelión y la mentira (Juan 8:44; 2 Corintios 4:4). 7 Esto coloca al Reino de Dios en estado real de gran conflicto entre el bien y el mal (1 Corintios 15:24, 25). Hace que sus súbditos sean, con frecuencia, perseguidos por el propio Satanás y por personas que rechazan la ciudadanía eterna (Hebreos 11:3238). Sin embargo, a pesar de todo, los ciudadanos del Reino ¡permanecen leales!
Ciudadanos del Reino ¿Quiénes son los súbditos del Reino de Dios? Aquellos que aceptan su autoridad y viven conforme sus leyes (Mateo 7:21; 18:3; 19:16-21; 21:28-31; 22:2-14; 25:1-13; Lucas 18:29, 30; 19:11-27). Ellos no solamente escuchan, sino se basan en la verdad (Juan 8:44). Además, este es el concepto bíblico de la fe, según Elena G. de White: “Cuando hablamos de la fe debemos tener siempre presente una distinción. Hay una clase de creencia enteramente distinta de la fe. La existencia y el poder de Dios, la verdad de su Palabra, son hechos que aún Satanás y sus huestes no pueden negar de corazón. La Biblia dice que ‘los demonios lo creen, y tiemblan’ (Santiago 2: 19), pero ésta no es fe. Donde no sólo hay una creencia en la Palabra de Dios, sino una sumisión de la voluntad a él; donde se le da a él el corazón y los afectos se fijan en él, allí hay fe, fe que obra por el amor y purifica el alma. Mediante esta fe, el corazón se renueva conforme a la imagen de Dios”. 8 Así, según la Biblia, fe es creer y someterse al señorío divino. Sólo los que se someten sin reservas al Espíritu Santo, experimentando el nuevo nacimiento, son considerados súbditos del Reino de Dios (Juan 3:3-5). La exigencia divina es que los súbditos del reino eterno amen, respeten, sirvan y obedezcan exclusivamente al Creador (Éxodo 20:11; Apocalipsis 14:7), viviendo desde ahora según el régimen normativo de la eternidad. Eso implica no sólo –sino fundamentalmente– comunión con Dios (Juan 15:4); amor y servicio a Dios y al prójimo (Romanos 12:10; 14:17, 18); inserción en la iglesia (Hebreos 10:25); cuidado de sí mismo (1 Timoteo 4:16); temperancia (Tito 1:8); rectitud en todas las cosas (Mateo 6:33); reconciliación y paz (Romanos 12:18); gozo en servir (Efesios 6:7); buen testimonio (Gálatas 5:22, 23), lo que incluye humildad (Efesios 4:2) y sencillez (modestia cristiana, Colosenses 3:22). Este estilo de vida es la expresión práctica de la fe genuina, la cual es la característica más marcada de los súbditos del Reino de Dios (2 Corintios 2:14, 15). Quien vive como quiere, en abierta confrontación a las leyes del Reino, no puede formar parte de ese Reino porque la ciudadanía del reino debe ser exclusiva (Gálatas 5:21; 2 Corintios 6:9, 10; Efesios 5:5; Apocalipsis 22:15). No es posible ser súbdito del Reino de Dios y –al mismo tiempo– serlo de otros reinos. La jurisdicción divina no acepta el compartir el dominio con la jurisdicción satánica (Deuteronomio 30:19; Mateo 6:24; Efesios 2:12, 13; Colosenses 1:13; 1 Pedro 2:11, 12). No es posible servir a dos señores (Lucas 16:13). Esta ciudadanía del Reino de Dios no puede ser comprada, ni forzada, y exige lealtad absoluta y plena de sus súbditos.
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Ibíd., p. 114-115, 129-130. White, El camino a Cristo, p. 63.
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La Biblia nos da una advertencia de esto al mencionar que Satanás cree en Dios, limitándose únicamente a creer en Él. Por eso le falta una fe genuina. Esta, conforme ya ha sido mencionado, además de presuponer la creencia, incluye además una confiada sumisión a las demandas de Dios en sus leyes. Satanás y sus súbditos no se ajustan a esas normas y por eso no son súbditos de ese reino. El sistema de la doble ciudadanía hoy aceptado por muchas naciones del mundo en el ámbito del derecho internacional, no se aplica al reino de Dios. Los que intentan vivir alguna forma de doble ciudadanía (espiritual/secular) se están esforzando en un emprendimiento que se dirige al fracaso, dando crédito a una peligrosa mentira satánica, por la que sería posible vivir encima del muro que las separan. Dudan en hacer una reserva total o parcial de sí mismos ante los reclamos del reino. En esa condición, la persona coloca obstáculos para que el Reino de Dios alcance su ser de manera integral, lo que impide su propia redención, ya que nadie será salvo “en parte”. Los ciudadanos del Reino son aquellos que desde ahora procuran vivir “como es digno de Dios” que nos “llamó a su reino y a su gloria” (1 Tesalonicenses 2:13).
Fe y Ley ¿Cuál es el espacio de ocupación del Reino de Dios? El Reino de Dios, incluyendo sus leyes, ocupa todos los espacios de vida de sus súbditos, comenzando por ellos mismos. La jurisdicción divina ejerce influencia planificadora, alcanzando las potencialidades físicas, mentales y morales del ser. 9 Cada aspecto de la integralidad humana es positivamente impactado por la respuesta de fe a la gracia divina. Cuando es aceptada por el pecador, la gracia produce fe y ésta, a su vez, afirma al cristiano en la obediencia a las leyes divinas que corresponden a las potencialidades humanas, ajustándolas a los ideales eternos (Efesios 2:8-10). Así, la genuina fe reconoce en las leyes morales de Dios, especialmente en los Diez Mandamientos, una guía segura para las convicciones humanas (Romanos 12:2). Una vez santificadas en la comunión con Dios, esas convicciones (el ámbito del potencial moral) pasan a orientar la razón (potencial de razonamiento lógico) y la emoción (potencial de sensibilidad y sentimientos). La persona ya no se deja conducir por especulaciones racionales (Efesios 4:17) ni por una creencia sentimental (Romanos 15:5; Filipenses 2:5; 1 Pedro 3:8). Antes, se deja guiar por las convicciones santificadas por el Espíritu Santo (1 Corintios 6:12; 10:23), lo que promueve el discernimiento al instruir por medio de las leyes morales de Dios (Efesios 4:23). Además, la fe bíblica también reconoce en las leyes divinas para la conciencia humana la guía segura para la orientación de los potenciales de la mente. Reconoce que el ser humano recibió de Dios el don de la autoconciencia (reconocer en uno mismo la relación con la verdad), y que su existencia es dependiente del Creador. Entiende que este don incluye las facultades de la emoción, la razón y la convicción, siendo esta última –santificada– la guía segura para el uso coherente del intelecto. Reconoce además que la autoconciencia es el presupuesto de la libertad (Gálatas 5:1), pero que también –y siempre– de responsabilidad (1 Corintios 8:9; 10:29; Gálatas 5:13).
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White, Educação. 9ª edición. Tatuí, San Pablo: Casa Publicadora Brasileira, 2003, p. 276. Recursos Escuela Sabática ©
Esta autoconciencia humana no debe ser violada en sus convicciones santificadas, ya sea por uno mismo o por otro agente moral libre (Romanos 14:3). Por último, la fe genuina reconoce las leyes de la salud, dadas por Dios, en especial en los ocho remedios naturales (aire puro, agua en abundancia, ejercicio físico regular, descanso suficiente, alimentación adecuada, temperancia y confianza en Dios), la guía segura para los potenciales de la corporalidad humana (Éxodo 15:26; 3 Juan 2). Reconoce que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo, y que por eso debe ser mantenido de manera apropiada para que sea su morada (1 Corintios 3:16; 6:19), en conformidad con todas las leyes establecidas para esa finalidad. En síntesis, los súbditos fieles del Reino de Dios viven de acuerdo con todas esas leyes (morales, de la conciencia y de la salud). Entienden que ellas son los marcos orientativos de los que aceptan la ciudadanía eterna. Saben que las leyes morales, guiando a las demás y en conjunto con ellas, son los mecanismos de Dios utilizados por Él para la restauración del carácter (Salmo 19:7) y la protección de la libertad humana (Santiago 1:25). Que su observancia posibilita una espiritualidad plena al conformar las potencialidades del alma a la voluntad del Creador. Actuando de ese modo, el fiel súbdito del Reino eterno perfuma con su estilo de vida todos los lugares por los que pasa (2 Corintios 2:15). En el hogar, en la escuela, en el trabajo, en la iglesia, donde sea que esté, es la misma persona. Su testimonio de fiel observancia a todas las leyes del reino eterno, es como una credencial que lo identifica como ciudadano de la Patria celestial, aunque por ahora tenga que vivir aquí.
El Reino eterno ¿Cuál es período de duración del Reino de Dios? En sí mismo, el Reino de Dios es eterno (Hebreos 1:8), como es eterno el propio Creador y su dominio sobre el universo creado (Lucas 1:32, 33). No obstante, el pecado hizo que los seres humanos perdieran el derecho a la dimensión de este reino que les era accesible en el Edén (Génesis 3:23. 224). Con el paso del tiempo, el pecado se agravó, lo que hizo que las nociones de las realidades de ese reino quedaran cada vez más opacadas en la mente de los seres humanos. La comprensión de la Ley no fue inmune a las distorsiones causadas por el pecado. 10 Dios fue respondiendo a estas condiciones a través de la progresión creciente de su revelación. Inicialmente, habló personalmente con los patriarcas (Génesis 7:1; 12:1; 28:13; Éxodo 3:4), y continuó haciéndolo a través de profetas inspirados (1 Samuel 15:1; 2 Samuel 12:1; Isaías 8:16, 20; 24:5; 28:10). Hasta que intervino mediante Jesucristo a fin de restaurar/reinaugurar para los seres humanos su reino antes presentado/inaugurado en el Edén, llamado en la Biblia “dominio anterior” (Miqueas 4:8). Para nosotros, pecadores, este reino tiene una doble dimensión: presente y futura. Está en el futuro, pero ya se hizo presente. Su dimensión presente es denominada “reino de la gracia” y su dimensión futura “reino de gloria”. 11 Cuando Jesús nos enseñó a orar “Venga tu Reino” (Mateo 6:10) y al mismo tiempo confirmó que el reino ya era de Dios (Mateo 6:13), estaba recordándole a sus seguidores que el reino sería completamente instaurado únicamente en la restauración 10 11
White, A História da Redenção. p. 145-150. White, O Grande Conflito. 42ª edición. Tatuí, San Pablo: Casa Publicadora Brasileira, 2004, p. 347. Recursos Escuela Sabática ©
final de todas las cosas, aunque ya estaba presente en alguna medida en la vida de los que le aceptaran. Así, el Reino de Dios es al mismo tiempo presente (Mateo 12:28; Lucas 17:21; Colosenses 1:13) y futuro (Mateo 7:21-23; 19:23; 25:34; Lucas 22:29, 30; 23:42; 1 Corintios 6:9). El apóstol Pablo comprendió muy bien esa doble dimensión del reino eterno cuando declaró que Jesús ya reinaba y, al mismo tiempo, estaba haciendo los preparativos para el establecimiento final de su dominio (1 Corintios 15:24, 25). Según explica Olson, “Dios, ahora y siempre, es soberano de jure (por derecho y poder), pero solamente será soberano de facto (en realidad, cuando todas las cosas estén de acuerdo con su perfecta voluntad) en el futuro”. 12 Esto quiere decir que, para el cristiano, el reino de Dios es, al mismo tiempo, una promesa y una realidad. Aun viviendo en este mundo de pecado, el cristiano en continuo trayecto de santificación, en cierta medida, va experimentando una anticipación de la gloria que se completará en el mundo venidero (Romanos 12:2; 1 Corintios 15:51; Efesios 4:13). 13 No cae en los peligros del escapismo, que proyecta el reino solo para el futuro, y que es indiferente a la realidad presente; ni del existencialismo, que sitúa el reino sólo para el presente y es indiferente a la realidad futura de la Tierra Nueva. El cristiano sabe que, debido a lo que Cristo hizo en la cruz (Hebreos 12:2), y a lo que ahora está haciendo en el Santuario celestial (Hebreos 8:1, 2; 9:15, 24), el reino consumado en su primera venida muy pronto alcanzará su plenitud en su regreso a este mundo (Daniel 2:44; Romanos 8:12-23; 2 Pedro 3:13). Como ya se ha dicho, “el reino del futuro consistirá, esencialmente, y tal como el del presente, en el gobierno de Dios establecido y reconocido en el corazón de los hombres. Pero en ocasión de la gloriosa venida de Jesucristo, este establecimiento y reconocimiento será perfeccionado, las fuerzas ocultas de reino serán reveladas, y el gobierno espiritual de Cristo verá su consumación en un reinado visible y majestuoso”. 14 Ante esta realidad, “en un sentido amplio podríamos definir a ese reino como compuesto por aquellos que reconocen, adoran, aman y obedecen a Dios, como el único Dios viviente y verdadero. Por lo tanto, ese reino puede ser concebido como existente en el Cielo, o también en el corazón de los hombres regenerados”. 15 En síntesis, este reino, en términos de tiempo, es presente y futuro, y en términos de espacio, abarca desde la vida del cristiano fiel hasta el universo que vive bajo la soberanía divina. Para sus súbditos están claros los fundamentos sobre los cuales ese reino está establecido.
Olson, 2004, p. 476. White, Visões do Céu: revelações sobre nosso futuro glorioso. 1ª edición. Traducción al portugués de Márcio Dias Guarda. Tatuí, San Pablo: Casa Publicadora Brasileira, 2004, p. 22. 14 Berkhof, p. 377. 15 Champlin, Russel Norman. Enciclopédia de Bíblia, Teologia e Filosofia, tomo 5, 8ª edición. San Pablo: Editora Hagnos, 2006, p. 623. Recursos Escuela Sabática © 12 13
La Ley en el Reino ¿Cuál es el fundamento establecido para las relaciones en el Reino de Dios? El fundamento es el amor divino (Mateo 22:36-40). Ese amor es conocido a través de la gracia, que es el principio dinámico del amor divino, que hace que la misericordia y la justicia de Dios sean una realidad para todas las criaturas. La Ley es su instrumento esencial para hacer objetivo y claro el carácter de la Divinidad y para orientar a los seres humanos en conformidad a él. Es por medio de ella que Dios revela los criterios de las relaciones que se concretan en el ámbito de su reino. La Ley es una importante forma de expresión del amor divino. Por eso, el mismo evangelio eterno (Apocalipsis 14:6) que anuncia el reino, también presenta la Ley como constituyente inseparable de la gracia. Coloca a ambas como realidades inseparables en el plan divino de salvación de la humanidad, y de la comunión eterna con los salvados. 16 La Ley de Dios fue revelada antes de manera oral y audible (Génesis 2:16, 27; 26:5), y luego escrita y legible en el Sinaí (Éxodo 31:18; Deuteronomio 9:10). También tuvo sus nociones dejadas de manera natural o visible en la creación (Romanos 1:18-32) y también comunicadas impresas o perceptibles en la mente humana (Jeremías 31:33; Hebreos 8:10). Nadie podrá alegar el desconocimiento completo de la Ley de Dios. Tiene un papel esencial para definir a los que entrarán en la etapa gloriosa del reino eterno y los que quedarán afuera (1 Corintios 6:9-11; Gálatas 5:19-21; Efesios 5:5; Apocalipsis 22:15). Aquellos que no se dejarán modelar, en su carácter, por las leyes divinas, serán considerados inaptos para habitar el reino de la gloria. Mientras formaron parte del reino de la gracia despreciaron las oportunidades de adaptarse a las leyes del cielo. Si fueran llevados al cielo, no se sentirían cómodos. 17 No se acostumbrarían a vivir según los criterios de la atmósfera celestial. Aun cuando con insistencia fueron advertidos, despreciaron, vez tras vez, las muchas oportunidades que tuvieron, hasta que el tiempo de la oportunidad finalizó (Apocalipsis 8:5; 22:11). Se darán cuenta entonces que la misma gracia que les fue insistentemente misericordiosa, será en esa ocasión también coherentemente justa en privarlos de la eternidad, realidad para la cual no se prepararon. Las leyes que tanto despreciaron, continuarán siendo el patrón eterno del gobierno de Dios. Su rechazo insistente en conformarse e ellas, los privó definitivamente de la preparación del carácter para habitar en la eternidad. Estas realidades nos muestran que el Cielo será un lugar de genuina y plena espiritualidad, pero que no puede ser espiritualizado a punto tal de negar la materialidad de lo que allí existe y existirá. El hogar eterno será el lugar en el que las realidad preanunciadas en la Biblia para los salvados, serán de hecho una realidad, incluso material. El Santuario de Dios, la Santa Ciudad, las casas que servirán de morada para los salvados, el árbol de vida y sus frutos, el río de la vida, la convivencia con Cristo, etc., son realidades materiales. 18 Del mismo modo, las leyes divinas continuarán siendo realidades normativas con una incidencia práctica en la vida de los salvados. Las leyes eternas continuarán siendo el indicador de quiénes somos (idenMacCarty, Skip. In granite or ingrained? What the Old and New Covenants reveal about the Gospel, the Law, and the Sabbath. Berrien Springs, MI, USA: Andrews University Press, 2007, p. 143-152, 275282. 17 White, Visões do Céu, p. 65-66. 18 Ibíd., p. 56-58, 65-66, 135-145. Recursos Escuela Sabática © 16
tidad) y lo que fuimos llamados a hacer a partir de lo que nos hemos convertido al aceptar a Cristo (misión). Aun en un mundo sin pecado, continuaremos siendo dirigidos por las leyes, a fin de que nunca más pequemos. Por eso, en la Tierra Nueva, las leyes de Dios continuarán siendo válidas. En primer lugar, porque continuarán sirviendo como un paradigma de la relación de amor y comunión entre el Creador y las criaturas. En segundo lugar, porque continúan siendo el patrón que establece el orden en el Universo y posibilita la armonía en su funcionamiento. Y en tercer lugar, porque el ser humano continuará teniendo libre albedrío. En este contexto, el pecado será una posibilidad, puesto que eso es una hipótesis inherente a la verdadera libertad. Pero el pecado nunca más se repetirá (1 Corintios 15:26, 54; Apocalipsis 21:4). Los salvados, así como los seres que jamás cayeron, tendrán las leyes divinas impresas en su propio carácter (Hebreos 8:10). Jamás volverán a darle la espalda al Creador (Jeremías 31.31-34). Las señales de la redención permanecerán visibles en Cristo como un recordativo eterno de cuánto le costó a la Divinidad el rescate de la humanidad. 19 Las criaturas jamás osarán apartarse de Dios, desconfiar de su carácter, y desobedecer nuevamente sus leyes. En plena comunión con la Divinidad, y libres de la culpa, el poder y la presencia del pecado, las criaturas antes caídas serán transformadas para vivir naturalmente según las normas divinas. Viviendo en la plenitud de la dependencia divina y en la observancia permanente de las leyes eternas, las criaturas experimentarán la vida en abundancia (Juan 10:10), que Dios siempre quiso para ellas. Ya no estarán sujetas al sufrimiento, la tristeza, el dolor y la muerte (Apocalipsis 21:4). Finalmente, los súbditos del reino, que aquí fueron peregrinos, y que incluso con sufrimiento aprendieron a vivir bajo los efectos protectores y orientadores de las leyes eternas, experimentarán el gozo de llegar a casa, y la plenitud de vivir en la presencia visible del Creador
Conclusión En síntesis, entendemos que sólo la perspectiva bíblica de un Dios íntegro, que a través de un plan integral busca redimir a los seres humanos en su integralidad, nos da una comprensión apropiada del reino eterno y de las leyes divinas. Comprendemos que el reino de Dios tiene una definición, con una jurisdicción establecida en el tiempo y el espacio, con súbditos y con parámetros de gobierno bien determinados. Por definición, su Reino es el dominio pactual ejercido a través de sus leyes en la vida de los que lo aceptan como Señor y Salvador. Sus súbditos son aquellos que no solo lo oyen y aceptan, sino que también viven un estilo de vida coherente con sus leyes. Su jurisdicción abarca la integralidad humana, alcanzando las potencialidades físicas, mentales, y morales del ser. Su duración es eterna, lo que incluye una cierta medida del reino que es posible de ser vivenciada en el presente, y la certeza de su instauración plena en el regreso de Jesús. Hasta ese momento, el Dios amante, misericordioso y justo, procura restaurar el carácter de los seres humanos en su integralidad (cuerpo, mente, moralidad) a través de las
White, Atos dos Apóstolos. Traducción al portugués de Carlos A. Trezza. 8ª edición. Tatuí, San Pablo: Casa Publicadora Brasileira, 1999, p. 333; White, Visões do Céu, p. 74, 131. Recursos Escuela Sabática ©
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leyes eternas (leyes morales, de la conciencia, de la salud), que les proporcionar la espiritualidad integral necesaria para la convivencia en la Tierra Nueva. Aun con toda la revelación divina de esas verdades, muchas personas intentaron establecer un reino paralelo al reino de Dios. Alejandro Magno, Nerón, Napoleón, Hitler, Stalin, Lenin, Mao Tse-Tung, Mussolini, entre tantos otros, son solo algunos ejemplos de ello. Tarde o temprano cosecharon (y también cosecharán) los tristes frutos de sus elecciones (2 Timoteo 2:11, 12). Son ejemplos negativos que nos sirven de advertencia de que es posible escoger entre el bien y el mal, pero no es posible escoger las consecuencias de esa elección. Tales resultados ya fueron definidos y revelados por Dios, a fin de que todos sepan de antemano los resultados de sus elecciones libres y conscientes. Lo mismo ocurre con el reino eterno y sus leyes (Hebreos 12:28, 29). Su obediencia aquí y ahora, como resultado de una vida en comunión con Dios, nos hace aptos para recibir la vida eterna (2 Pedro 1:3-11). Su rechazo consciente, total o parcial, resulta en la pérdida de la salvación. Aun incluso el intento de una doble vida resultará en la perdición eterna. Quien se apega a este mundo y sus costumbres está rechazando el reino de Dios (Juan 17:14). Todo lo que no contribuye a la restauración del carácter a la semejanza de Cristo será destruido. Si nos acostumbramos a esas cosas estaremos condenándonos a perecer junto con ellas. En cuanto a esto me gustaría recordarte la metáfora del muro. Nos advierte que, en cuestiones del Reino eterno, no hay terreno neutral. “Había un gran muro separando dos grandes grupos. De un lado del muro estaban Dios, los ángeles y los leales siervos de Dios. Del otro lado estaban Satanás, sus demonios y todos los seres humanos que no servían a Dios. Y encima del muro estaba un joven indeciso, que había sido creado en un hogar cristiano, pero que dudaba si continuaría sirviendo a Dios, o si debía aprovechar algo de los placeres del mundo. El indeciso joven observó que el grupo de los que estaban del lado de Dios lo llamaban a gran voz: –¡Desciende ya del muro…! ¡Ven aquí! El grupo de Satanás no decía ni gritaba nada. Esta situación continuó durante un tiempo, hasta que el joven indeciso resolvió preguntarle a Satanás: –El grupo del lado de Dios todo el tiempo me invita a que me baje y vaya de su lado. ¿Por qué tú y tu grupo no me invitan, ni tratan de convencerme para que baje del lado de ustedes? Grande fue la sorpresa del joven cuando Satanás le respondió: –Eso es porque el muro es MÍO”.
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No lo olvides: no hay un término medio. El muro ya tiene un dueño.
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Querido hermano y amigo: si a lo largo de las lecciones de este trimestre te has dado cuenta de que has permanecido encima del muro respecto del reino de Dios y sus leyes, ora ahora suplicando la ayuda divina. Clama a Dios para que te ayude a confirmarte en la ciudadanía celestial a través de la obediencia a las leyes eternas. Pide que Él escriba sus leyes en tu corazón. Y si flaqueas, reconoce tu pecado, acepta el perdón, la disciplina necesaria y la restauración salvífica. Espero que, por la gracia divina, muy pronto podamos juntos estudiar las leyes eternas en el reino de la gloria. Allí tendremos el privilegio de continuar viviendo bajo el gobierno de las justas normas divinas que hemos aprendido a obedecer desde ahora. ¡Qué Dios nos bendiga y hasta entonces!
Dr. Carlos Flavio Teixeira
Profesor Universidad Adv. de San Pablo Campus Engenheiro Coelho Traducción: Rolando Chuquimia © RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
“Encima del muro”. Disponible en http://blog.cancaonova.com/evangelizadores/2009/12/03/em-cimado-muro/. Consultado el 27 de febrero de 2013. Recursos Escuela Sabática ©
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