Fiesta del cuarteto y el rock

30 nov. 2007 - “Con Juan tenemos una sociedad muy fuerte y miramos las cosas ... Fabiana Cantilo; Willy Crook; el Mono de Kapanga; los chicos de Gran ...
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Espectáculos

Viernes 30 de noviembre de 2007

LA NACION/Sección 4/Página 7

Hoy, en el teatro IFT

Avances en una ley de la música

Ariel Prat trae sus nuevas canciones Presentará su CD Negro y murguero Ariel Prat ve cómo la vida se va acomodando de a poco. Cuando hace unos años juntaba treinta personas y la suerte parecía darle la espalda, insistía en su porfía, acompañado por el sonido del bombo y la levita de murguero, su pañuelo en la cabeza, emocionando con esas canciones al borde, héroes de la gambeta y personajes del carnaval. Esos recuerdos parecen lejanos, ahora que le va bien en Europa, adonde se fue a vivir hace años. Regresó como un hijo pródigo, consolidando un estilo en el que se funden el tango, la milonga y la murga, que encandiló en el último festival Pirineos Sur, donde lo vieron unas cuatro mil personas. Recientemente editó su sexto disco, Negro y murguero, en el sello Universal, producido artísticamente por Juan Subirá de la Bersuit,

Prat regresa de España ARCHIVO

PARA AGENDAR

■ Negro y murguero, presentación del nuevo CD de Ariel Prat. Teatro IFT , Boulogne-sur-Mer. Hoy, a las 21.30. Desde $ 20.

y que presenta esta noche en el teatro IFT. Recién llegado de España, el “Negro” Prat sonríe, y su suerte, también. “A mí nadie me dijo que fuera por este camino. Me acuerdo de que cuando tocaba para treinta, de repente me sentía incomprendido. Pero no hubo tiempo para la queja; sabía que tenía que seguir; sabía que este sonido iba a prender, que tenía entidad y que iba a madurar. Ahora me sigue gente que no tiene nada que ver con la murga. Hace poco, el «Flaco» Dany, un gran bai-

larín, vino a bailar, y también Milena Plebs. Ya no tengo que explicar tanto, lo único que hice fue ponerle percusión al género de la murga y la milonga abrevando en la identidad negra”, cuenta Ariel Prat. Con Juan Subirá, de la Bersuit Vergarabat, su compadre, y con quien compuso “Al olor del hogar”, Prat estableció una complicidad autoral y generó una mirada original sobre la murga y los sonidos negros del Río de la Plata, que se reflejan en las buenas canciones de Negro y murguero. “Con Juan tenemos una sociedad muy fuerte y miramos las cosas de forma parecida. Entender mi juego es fundamental porque él sabe qué tipo de coralidad me gusta. No hay un exceso de mugre y tampoco de pulcritud en el disco y sabe como laburar con bombos de murga. A nivel compositivo, Juan aporta su experiencia. Los dos temas que hicimos juntos tienen un ritmo uruguayo, milonga, milongón y un poco de marcha camión. El disco respira todo el ambiente murguero y negro.” –¿Encontraste tu sonido definitivo después de tantos años de búsqueda? –Antes estaba muy metido en el rock, pero ahora mi sonido es cada vez más despojado y estoy muy identificado con la raíz negra. Con Los Trasplantados de Madrid ya se venía insinuando esa onda y acá ya se escucha para dónde vamos. Está el candombe de Buenos Aires, el toque de murga porteña, el guariló, la milonga negra y hasta la poesía de Centeya. Una de las mejores canciones de su nuevo CD estuvo inspirada en un poema de Julián Centeya: “Siempre fue uno de mis poetas preferidos. De chico se escuchaba en casa porque mi tío era fanático y tenía un vinilo con El hombre gris de Buenos Aires”. En medio de la nota suena su celular. El cantautor se ríe de aquella frase irónica que cantaba a fines de los 90: “Laten bolsillos con celulares”. Ahora, las cosas cambiaron: “Después de tanto tiempo, estoy empezando a cosechar y espero volver –confiesa–. Hasta voy cumpliendo con el sueño de sacar a mi vieja de Soldati”.

Gabriel Plaza

Proyecto para el Congreso

VICTORIA CONCI

La Mona Jiménez reunió un ecléctico clan de admiradores y músicos

Fiesta del cuarteto y el rock Muy bueno

✩✩✩✩ Presentación del disco Trilogía. Banda de once músicos. Estadio Luna Park. Miércoles 28 de noviembre.

La Mona Jiménez revivió una noche inolvidable, como cuando tocó a fines de los años ochenta en Cemento y su cuarteto comenzaba a filtrarse en el gen del rock vernáculo. Anteanoche, en el Luna Park, todas las tribus estuvieron juntas en un frenesí de baile, cuarteto y rocanrol. Mezclados y sin prejuicios –identificados con esas historias de pobres, amores prohibidos, personajes nocturnos, pibes chorros y padres policías, marginales y postales autobiográficas– bailaban Piti Alvarez de Intoxicados; Pato Fontanet, de Callejeros; el Polaco (ex Néstor en Bloque); Fabiana Cantilo; Willy Crook; el Mono de Kapanga; los chicos de Gran Hermano; Pablo Lescano, de Damas Gratis; Los Auténticos Decadentes, y hasta el juez Oyarbide. “Soy amigo de los buenos, de los malos, del linyera, de los de la clase alta y de los de la clase media, yo me tomo con cualquiera una birra en la vereda, vagabundo de la vida, sí, sí, sí, de la calle que es mi escuela”, cantaba genuino La Mona Jiménez, como señal de identidad, en medio de un Luna Park en llamas. El enloquecido ritmo de su grupo, los brillos dorados de su ropa, el estridente

registro de su voz y el estremecimiento de su cuerpo cuando baila a lo James Brown generan un extraño hechizo en quien lo escucha. Una vez que la Mona aparece sobre el escenario ya no importan los problemas de sonido, sino que el pulso se acelera, la adrenalina recorre el cuerpo y los pies se mueven sin parar. Sin descanso, La Mona dispara, uno tras otro, esos hits cuarteteros, como “El Federal”, “Muñeco de trapo”, “Muchacho de barrio”, “Goma de mascar”, “El caravanero” y “Beso a beso”, que la popular corea de punta a punta y que los iniciados de otras tribus siguen con las palmas y tratando de imitar los viboreantes pasos de los fieles seguidores del cordobés. El infatigable pulso de la percusión, el sostenido tunga tunga de los teclados, el clima in crescendo de las guitarras distorsionadas con acento rockero y la voz aguda de Jiménez llevan cada canción al clímax del vivo. Su público se lo demuestra bailando en círculos o agitando las remeras. Entre la multitud, el cantante conecta uno a uno con esos chicos parados sobre los hombros de otros, que sobresalen de la marea humana como edificios erguidos, a pesar de la oleada cuartetera que se agita revoltosa en el campo del estadio. Arriba del escenario la energía afectiva también es desbordante: Pablo Lescano, de Damas Gratis, le pide el micrófono a la Mona para gritarle “¡Maestro!”; Los

Auténticos Decadentes suben desatados para hacer un coro de cancha en “Malondón”, y Piti de Intoxicados llega justo para meter los primeros versos de “Por portación de rostro”. El cuartetero va de un extremo a otro del escenario, cantando esas letras de humildes como si fuera un altavoz de los barrios populares que interpreta con el gesto dramático de su voz: “Oh señor!, ayúdame ábreme las puertas de la libertad, no quiero cadenas que torturen más mi corazón, ya pagué las consecuencias del amor que tuve ayer”, dice, y la gente baila, brazos en alto, con ese ritmo explosivo –mezcla de tarantela, pasodoble y foxtrot– para exorcizar el dolor. Al final, la Mona recurre a otra artillería de sus temas más festivos; “Me mata”, con el Mono de Kapanga; “Quién se tomó todo el vino”, con Willy Crook, y “Agujita de oro” con Fabi Cantilo, que larga el micrófono y no puede resistirse a bailar cuarteto con los músicos. Abajo la escena se repite. Por cuatro minutos no hay diferencias sociales: chicas con bronceado Punta del Este y bolsitos Louis Vuitton bailan desenfrenadas el tunga-tunga con “negrazones” cordobeses de musculosa abierta y gorrita con visera. La felicidad les dibuja el rostro. El cuarteto cordobés todo lo puede.

El trabajo para la creación de una ley nacional de música avanza sin pausa. El último lunes, el grupo conocido como Músicos Convocados realizó un encuentro informativo ante unos 250 colegas, para difundir los aspectos fundamentales del anteproyecto que se está redactando y que se espera que a principios del próximo año pueda ser tratado en un par de comisiones de la Cámara de Diputados de la Nación. Además de la Unión de Músicos Independientes (UMI), que esta vez fue local, participaron representaciones de agrupaciones de intérpretes de Mendoza, Córdoba y Rosario. Según el titular de UMI, Diego Boris, es masiva la adhesión de músicos. Entre los nombres conocidos figuran Mercedes Sosa, Teresa Parodi, Litto Nebbia, Fito Páez, Luis Alberto Spinetta, Raúl Carnota, los integrantes de La Renga, Miranda! y La 25, Víctor Heredia, Lito Vitale y Moris. Al día siguiente, un grupo de representantes de los convocados se reunió con los diputados Jorge Coscia y Claudio Morgado para avanzar en la creación de un proyecto que a partir de marzo del año próximo pueda ser estudiado en comisiones de Cultura y de Finanzas (en principio) y en algún momento de 2008 pueda ser debatido sobre tablas. El proyecto incorpora la creación de un instituto nacional de la música. Uno de sus objetivos será el fomento, la promoción y el estímulo de la actividad musical. También se encargará de proteger y estimular la actividad fonográfica y la producción, distribución y difusión de la música nacional. Para varios de estos fines se creará un fondo de fomento.

Mauro Apicella Gabriel Plaza

Axel Krygier y Martín Buscaglia

Gente con mucho swing Los Hombres orquesta se presentarán hoy en La Trastienda Lejos del discurso rioplatense, un músico de este lado del río sin orillas se reúne con un colega montevideano. El disparador es una propuesta del sello discográfico que tienen en común, Los Años Luz, pero lo que provoca la “juntada” es la afinidad. Y ese swing irresistible que surca las discografías de Axel Krygier y Martín Buscaglia. “El sello fue el nexo, pero por distintos motivos, como afinidad y sintonía, esto es algo que se iba a dar tarde o temprano”, comenta Buscaglia. Tiene cuatro discos en su haber, pero sólo uno editado en la Argentina: El evangelio según mi jardinero. Y esa muestra alcanza para entregarse a su funk irresistible, a letras y músicas deformes que cruzan elementos electrónicos y analógicos con rimas arriesgadas. Inclasificables, tanto Krygier como Buscaglia se mueven en las turbulentas aguas de la creación desprejuiciada, lejos ya de las influencias prima-

rias y, sobre todo, de los manuales. “Cuando te sentís lo suficientemente libre para hacer lo que querés te convertís en algo bastante singular –asegura Axel Krygier–. Esto es porque las decisiones parten de una cabeza que no mide las consecuencias.” Acostumbrados a participar en distintos proyectos y a aceptar las invitaciones, Axel y Martín abrazan con gusto el mote de hombres orquesta y toman distancia de uno más pomposo, el de multiinstrumentista. “Yo no soy un virtuoso en todos los instrumentos que toco; es más: hay instrumentos que me tocan ellos a mí y no yo a ellos –confiesa el músico charrúa–. Siempre me gustaron mucho los discos de los artistas que tocan PARA AGENDAR

■ Hombres orquesta Presentación de Axel Krygier y Martín Buscaglia. La Trastienda Club Balcarce 460. Hoy, a las 23.30. Entrada, desde 15 pesos.

todo ellos, como los viejos álbumes de Stevie Wonder. Si vos armás todo para que suene como tiene que sonar y para que lo interprete alguien que toca como se tiene que tocar, entonces no tiene ninguna gracia, en el sentido más amplio de la palabra.”

Mirada virginal Esa suciedad del intérprete atrevido y desprejuiciado es la que prima tanto en las canciones con pulso funk de Buscaglia como en los temas de Krygier, donde se cuelan folklores de distintas latitudes (Zorzal es su trabajo más reciente). “Hay mínimos detalles que hacen a la cosa, y si un instrumentista viene con una carga muy fuerte de un estilo determinado se corre el riesgo de que se pierda lo que querías lograr –comenta Krygier–. A mí me gustan las músicas folklóricas, y muchas veces sus intérpretes no son virtuosos, sino tipos que tocan un instrumento de una manera más rústica. A mí me pasa con la trompeta, cuando yo la

Krygier y Buscaglia comparten riesgos, posturas y afinidades musicales MARIANA ARAUJO

toco me garpa porque la toco mal.” Para Buscaglia, el equivalente a la trompeta “mal tocada” de Krygier es la computadora. “Me involucro con ella cuando toco solo y cuando grabo, y me gusta mantener ese lado medio cavernícola al manejarla. No quiero saber exactamente lo que pasa dentro de la computadora, sino poder decir lo que quiero a través de ella y mantener la cosa lúdica.” Tipos con swing, tanto la música del argentino que fue parte de Instrucción Cívica y La Portuaria como la del mú-

sico uruguayo, que lanzó su primer álbum en solitario en 1997, son recibidas por los oídos y por los pies de los que se acercan a ellas. “Me copo naturalmente con tocar canciones y no con hacer una música abstracta, superintrincada –comenta Buscaglia– . Pero lo primordial es que yo sienta que está pasando algo. Si un tema te hace bailar es porque primero yo quise bailar con ese tema.” “El swing es lo que te hace mover”, dispara Krygier, y comparte la mirada del otro protagonista. “El swing

es lo que nos da placer como músicos cuando tocamos y le da placer al oyente cuando lo escucha, aun sin saber muy bien de qué se trata, pero es una pulsión que empuja.” De la variedad de elementos y antojos surgen las músicas inclasificables de estos hombres orquesta que esta noche se mostrarán en solitario y juntos para un gran finale o, como lo define Buscaglia, para un “We are the World” de dos.

Sebastián Espósito