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Noches originales
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Miércoles 1º de abril de 2009
Gaturro Por Nik
GISELA ROMIO
Los hombres vestidos con los clásicos kilts y otros no tan clásicos como el celeste, listos para el baile
Batu Por Tute
Con el espíritu de William Wallace Apasionados por el baile escocés se reúnen cada semana para practicarlo Irene López precalienta antes de lanzarse con ímpetu a la pista. De la mano de Edward MacDougall la recorre dando los pasos característicos de un baile que va ganando posiciones. Los dos forman parte del grupo que todos los viernes, a las 21, se reúne a practicar baile escocés en los salones del Club del Progreso. Lo curioso es que la mayoría de los que asisten no tiene una gota de sangre escocesa. Apellidos italianos, españoles e incluso rusos se mezclan en esta torre de Babel, donde los orígenes los separan, pero los une el mismo espíritu: el amor a Escocia y su música, y de paso el gusto por el buen whisky escocés y las faldas escocesas, más conocidas como kilts. Irene López reconoce que no tiene nada de sangre escocesa. “Mi papá era hijo de españoles y mi mamá es ucraniana”, explica. Llegó a las clases en 1993, después de que se las recomendaran en un curso de conversación en inglés. “Siempre me gustó mucho la música escocesa, pero no me animaba a ir. Hasta que finalmente junté coraje y desde entonces hasta ahora, salvo feriados y vacaciones, no falté nunca –cuenta divertida–. Me interesa la cultura escocesa, me gusta y la disfruto”, concluye. “No tengo ningún antepasado escocés, mis cuatro abuelos son italianos”, confiesa Ariel Castiglione, un joven de 33 años que desde 2004 no se pierde una clase de baile. “Mi primer encuentro con la cultura escocesa fue en Villa General Belgrano, durante la Oktoberfest. Las distintas colectividades presentaban sus bailes y música típicos, hasta que llegó la colectividad escocesa y fue la que más me impactó. Cuando volví a Buenos Aires averigüé donde había una sociedad de ese origen y empecé las clases de country dance”, detalla.
Mejor, con pollera Castiglione no tenía kilt hasta que Eddie MacDougall, el impulsor de las clases de baile, le prestó uno. “En una reunión le pregunté a MacDougall que podía hacer para entrar en su clan y él me contestó que tenía que convidarlo con un whisky, darle un abrazo y automáticamente estaba adentro”, comenta con un sonrisa Castiglione, mientras observa a su
Jim, Jam y el otro Por Max Aguirre
padre espiritual de las Tierras Altas o Highlands de Escocia, Eddie MacDougall. “Soy argentino y me siento argentino, pero atrapado por la cultura escocesa”, reconoce Castiglione. Fabián Perotti, de 28 años, es instructor de highland dance los miércoles y viernes, de 18.30 a 20.30, también en el Club del Progreso. “El highland dance es una danza guerrera que en su origen era de guerreros. Es un baile de victoria, de celebración”, explica. La pasión de este joven con tres abuelos italianos y una irlandesa –que descubrió hace dos años– viene de 2003, cuando se asoció al club y le insistieron que se uniera a las clases. A partir de ese momento, lo suyo se convirtió en una pasión sin medida por la danza de esas tierras de
La foto que habla Por Nik
colinas suaves y campos dorados. “Empecé mi enseñanza con MacDougall y después seguí aprendiendo con libros y videos que me hacía traer del extranjero. Hasta que en 2007 visitó el club la profesora Fionna Campbell, de Glasgow, que terminó por darme mis últimas clases, disipar mis dudas y ajustar algunas cositas que, obviamente, por haber aprendido de libros y videos tenía que corregir. “El baile escocés refleja los valores más íntimos de ese país, tradicionalmente oprimido: el valor supremo del honor y la libertad”, cuenta Poretti, que encargó a un kilt maker de Escocia un kilt celeste que muestra con orgullo: celeste por el color de la bandera argentina y con el diseño del clan Robertson, en honor a los dos hermanos que organizaron la primera colonia escocesa, en Monte Grande, a principios del siglo XIX. Otra de las fanáticas del baile con faldas es Carmen Otanez, que llegó a las clases hace cinco años. “Me invitaron a una fiesta en homenaje a Robert Burns, poeta nacional de Escocia, y no me fui más. Quedé fascinada por la música, las gaitas y las fiestas, que tienen un poco de todo: hay un rato dedicado a la comida, otro de baile y también el momento de los brindis –cuenta Otanez, que tiene abuelos gallegos, asturianos y vascos–. Tengo sangre asturiana, pero me gusta más la gaita escocesa. El sonido es más lindo, más penetrante, se junta con el cielo.”
Fernando Castro Nevares
Desfile solidario Con la idea de juntar fondos para la construcción del comedor de la escuela N° 1035 de El Impenetrable, Chaco, a la que asisten unos 190 chicos que comen y estudian en el aula, la Fundación Pequeños Gestos organiza una comida, con show y desfile, que se realizará el próximo martes, en el restaurante Champs Elyseés, Alicia Moreau de Justo 138. La cantante Patricia Sosa abrirá el show, en el que deleitará al público con sus más recordadas canciones; después llegará el turno de las cosas ricas y de este invierno qué me pongo, con propuestas de moda para la temporada que se inicia. Además, habrá sorteos. Las invitaciones se consiguen por el 15-4444-4848 o al 15-44448900. Más información, http:// pgporlostobas.blogspot.com y www.patriciasosa.com
Macanudo Por Liniers
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