economía | 3
| Domingo 17 De agosto De 2014
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la semana que pasó
lunes
Alerta entre los empresarios
Las autoridades de la Unión Industrial Argentina (UIA) se reunieron con el secretario de Comercio Augusto Costa para expresar su preocupación por el proyecto oficial que busca modificar la ley de abastecimiento. Los empresarios plantearon que el texto podía dar lugar a intervenciones negativas, como la posibilidad de establecer niveles de producción.
ÁLTER ECO Sebastián Campanario PArA LA NACIoN
El “relato” de la economía, pero en clave de humor absurdo: circos voladores y South Park e
ncandilado frente a un partido de fútbol que dan por televisión, mientras come papas fritas, el cantante inglés Mick Jagger no mira a su interlocutor, un asistente que le cuenta que el grupo humorístico Monty Python volverá a los escenarios para festejar los 40 años del cierre de su último show televisivo, Flying Circus. “Son unos viejos oportunistas cuyos días de gloria ya pasaron”, dice Jagger, sin darse cuenta de que podría estar aludiendo a su propia experiencia como líder de los rolling Stones, banda aún en circulación. Como los Stones, el mes pasado los Monty Python arrasaron en convocatoria con su show: las entradas para presenciar el evento del 1° de julio en el o2 Arena de Londres se agotaron en 43 segundos. El spot para promover a los cómicos tuvo a Jagger a la cabeza, un músico que cursó un año de la carrera de Economía en la London School of Economics antes de dedicarse de lleno a su banda. No es la única conexión entre la economía y el grupo de humor absurdo, protagonista de películas como La vida de Brian (1979) o El sentido de la vida (1983): con el boom reciente se multiplicaron interpretaciones de “montypythonomics” que aluden a sketches y chistes del grupo para explicar dilemas de la economía actual,
El grupo de humor inglés Monty Python que si algo de “relato” tiene es más de humor absurdo que de otra cosa. Aunque la época de oro de este conjunto se dio en la década del 70, fue en los 50 cuando sus integrantes comenzaron a mostrarse juntos en pequeños clubes y bares. “Hay que tener en cuenta que en los 50 la economía de Inglaterra estaba quebrada por los gastos de la guerra, de hecho hubo racionamiento de comida hasta el 55. Era un país con su orgullo herido, que había perdido su imperio po-
co tiempo antes y que estaba bajo la amenaza real del comunismo. En ese contexto de tensión surge el humor absurdo como un catalizador”, explica Stefan Szymanski, un economista inglés que desde hace unos meses da clases en Michigan y aparece regularmente citado en esta columna: es uno de los mayores expertos mundiales en economía del fútbol. Los Monty Python se burlaban de los aristócratas que por entonces se multiplicaban en directorios (y pro-
vocaban un enorme resentimiento en una sociedad empobrecida que los mantenía con sus impuestos). Por ejemplo, con una carrera de obstáculos para elegir al “noble descerebrado del año”. Pero también se reían de los “entrepreneurs” que ascendían rápido en la escala social y que se enorgullecían de su pasado en la pobreza (“Yo vivía en un pasillo de chico”, decía un personaje, a lo que otro respondía: “ojalá a mí me hubiera tocado vivir en un pasillo”).
Economía real
La inflación no sólo afecta a los bolsillos, sino también a los cajeros automáticos Los argentinos retiran, en promedio, 13 billetes por transacción, un número que triplica el promedio mundial; que no haya billetes de mayor denominación trae mayores costos
Déborah de Urieta LA NACIoN
En todo el mundo, de los cajeros automáticos se retiran, en promedio, 4,5 billetes por extracción. En Estados Unidos, por ejemplo, la cifra se ubica entre 5 y 6. Pero en la Argentina, por cada operación se sacan, en promedio, nada menos que 13 papeles. Además, 9 de cada 10 billetes que almacenan los cajeros llevan impreso el rostro de roca o Evita, es decir, son de los que tienen la mayor denominación. Los datos fueron aportados por NCr, una compañía especializada en soluciones para la venta minorista y la industria financiera. Según sus informes, en 2012 se registraron 720 millones de transacciones, cuando hoy el promedio es de 100 millones por mes, sin tener en cuenta las realizadas en las terminales de autoservicio de los bancos. Con esas cifras, vale la pena preguntarse, una vez más, si no es hora de imprimir billetes de mayor denominación, lo que ahorraría varias visitas a los cajeros automáticos, significaría un menor costo para los bancos a la hora de transportar el dinero y reduciría el gasto fiscal vinculado a la emisión, entre otros beneficios. Pese a todo esto, para varios economistas, la decisión aún no se toma porque el Gobierno “no quiere terminar de reconocer la inflación”. Las inversiones que hicieron compañías de seguridad privada como Prosegur y Brink’s evidencian la proliferación de billetes que hubo en los últimos años. Este mayor número de papeles no sólo vuelve menos eficiente el trabajo, como advierte Néstor Morena, director comercial de Brink’s, sino que también implica un mayor gasto para los bancos, que deben destinar más recursos que años atrás para recargar los cajeros. En Prosegur, dijeron a la nacion que desde 2008 y hasta hoy creció en un 25% la flota de camiones y el número de trabajadores, y en un 30% las horas de trabajo. Y fuentes de
Por la cantidad de billetes, son más caros el transporte y la seguridad Papeles de más alta denominación, sin embargo, tendrían también sus riesgos
Brink’s afirmaron que la planta propia creció un 50% en equipamiento e instalaciones desde 2008. Tal como detallaron en Prosegur, mientras que en 2008 recargaban los cajeros ubicados por fuera de los bancos con $ 300.000, hoy el monto alcanza los $ 800.000. A los comerciantes, por su parte, el hecho de que más de 63% de los billetes sea de $ 100 (cuando en 2003 la cifra alcanzaba el 34%), también
los perjudica por las complicaciones que tienen para conseguir cambio. Viven una situación similar a la de años atrás con las monedas, cuando no existía la SUBE. Además, para los consumidores también significa un problema llevar grandes volúmenes de dinero para comprar productos o abonar servicios costosos. Y a esto se le suma que deben ir más seguido a los cajeros automáticos. De hecho, entre 2008 y 2013 se multiplicó por 3,5 el monto extraído de los cajeros automáticos. “Si se imprimieran billetes de $ 300, se reduciría a más de la mitad las veces que vas al cajero”, aseguran desde la consultora Quantum Finanzas. Como explica el economista Juan Pablo Paladino, de la consultora Ecolatina, con la impresión de billetes de mayor denominación no sólo se resolverían los problemas antes mencionados, sino que también se reduciría el gasto vinculado con la emisión. Y es que imprimir billetes también tiene sus costos. Mientras que en 2006 se gastaban $ 126 millones en emisión; en 2012 ese costo
aumentó a los $ 881 millones. El año pasado, fueron $ 1002 millones los destinados a la impresión. Desde la consultora Abeceb.com afirman que si bien hoy con $ 100 se puede comprar lo equivalente a unos $ 25 del año 2007, “imprimir billetes de mayor denominación implicaría aceptar la inflación, y esto tendría un impacto en las expectativas”. Además de que “significaría reconocer que hay un deterioro del poder adquisitivo de la moneda”. Pero para el economista Martín Tetaz, imprimir billetes que tengan mayor denominación también tiene sus contras. “Psicológicamente aumenta la percepción de que la economía atraviesa una crisis y que la moneda ha perdido valor”, dice. Tetaz, que se especializa en economía del comportamiento, explica que los argentinos asocian este fenómeno con los procesos de fuerte inflación, en los que “se emitieron billetes de más alta denominación y el dólar disparó su cotización”. Por eso, considera que esa emisión “generaría el mismo efecto negativo que una devaluación en materia de expectativas y confianza de los consumidores”. otra desventaja que agregó el autor del libro Psychonomics es que “se reduce el bienestar de quien cobra su salario en billetes de alta denominación, toda vez que al displacer de gastar el dinero le agrega el trago amargo de tener que cambiar un billete grande”. Y recuerda que cuando el billete con el rostro de roca tenía más poder adquisitivo, “funcionaba como una barrera psicológica que fomentaba el ahorro y frenaba los gastos, por lo que la gente buscaba estirar y postergar el momento del ineluctable cambio”. Tetaz aporta un dato más para el análisis. Si bien con los billetes de alta denominación se abaratan los costos asociados al transporte de grandes sumas, “puede ser una contra, sobre todo si las grandes cantidades de efectivo están asociadas a actividades ilegales”.ß
miércoles
Sin acuerdo por la deuda
Fracasaron las negociaciones entre NML y Aurelius Capital con cuatro bancos –Citibank, HSBC, Deutsche Bank y JP Morgan– para lograr un acuerdo que saque a la Argentina del “default selectivo”. En un comunicado, el fondo Aurelius afirmó: “Ninguna propuesta que recibimos fue remotamente aceptable”.
Está en el video Four Yorkshiremen, que se puede ver en YouTube. En otro sketch delirante, el grupo presentaba un concurso de preguntas y respuestas del comunismo, del cual participaban Marx, Lenin, el Che Guevara y Mao. Y en un gag de El sentido de la vida se planteaba una comparación entre las “viejas finanzas” y las nuevas, con hombres trajeados y con piratas. En forma más reciente, blogs de economía hicieron referencia a una escena de Monty Python y el Santo Grial (1975), en la que el rey Arturo, con su espada, iba desmembrando al Caballero Negro, quien no se rendía y afirmaba: “¡Pero si es sólo un rasguño!”, cuando le cortaban los dos brazos y las dos piernas, y pretendía seguir peleando. La negación y falla en reconocer la realidad de este sketch se usó como metáfora para las políticas monetarias y fiscales europeas tras la última crisis. El grupo inglés también se burlaba en los 60 y 70 de la muy mala comida de los ingleses y de los pésimos servicios que, por entonces, recibía la sociedad británica. En un diálogo típico, uno de sus integrantes entraba a un negocio a quejarse por la compra de un loro que había efectuado una hora antes. “¿Cuál es el problema?”, le preguntaba el vendedor. “El loro está muerto”, respondía el cliente. Casi como el sketch de Cha-ChaCha en el que, con tono de novela de la tarde, a Pablo Cedrón, Alfredo Casero le gritaba: “¿Pero no te das cuenta de que este loro está mue’to?”. Los programas de Casero, Fabio Alberti y Diego Capusotto fueron lo más cercano al humor absurdo de los Python en la TV local, con contadas pero efectivas referencias a la economía. Como cuando, con clima festivo de ciclo de entretenimientos, Capusotto y Alberti recibían a una moto de delivery que venía a traer “¡Aquí, ahora, en exclusiva a los estudios de América, la plata del Megacanje!”. o los monólogos del ministro de Ahorro Postal Manhattan ruiz, en el que Casero imitaba a un Domingo Cavallo siempre al
borde de la histeria (para los que nos reímos mucho con ese personaje, resulta imposible escuchar o ver a Cavallo sin pensar en forma automática en Manhattan ruiz). “Es una lástima que hoy no tengamos un «Tato Bores» de la economía, alguien que haga esa magia, porque material para nutrirlo hay a montones –dice la economista Mercedes D’Alessandro, fanática de este tipo de humor–, pero también es una muestra de pobreza intelectual, porque para hacer un buen chiste, un relato absurdo, una parodia, necesitás comprender lo que querés contar, entender cómo lo entiende el resto, darlo vuelta, y que además sea interesante, gracioso, etcétera. Y que conserve cierto contenido. No hay mucha gente que pueda hacerlo.” ¿Su programa de humor absurdo relacionado con economía favorito? El episodio “Villa Margarita”, de la serie animada South Park. El programa es una sátira de la recesión mundial que afecta a gran parte del mundo industrializado. Kylees es retratado como un Jesús salvador que está trabajando para salvar la economía, y Stan se lo pasa tratando de devolver una máquina personal para hacer margaritas. Cuando empezó el Mundial de Brasil, los Monty Python difundieron un himno no oficial para su selección, un poco más humilde y autodeprecatorio que el “Brasil, decime qué se siente”. Decía: “Cuando estés en el Mundial, con todas tus esperanzas arriba, y todo el mundo quiera que su equipo gane. Entonces, (Inglaterra) se marcha y te decepciona, y se escabullen de regreso a la ciudad, es la hora de que comience esta canción tonta”. Luego venía el estribillo del final de La vida de Brian: “Always Look on the Bright Side of Life” (“Siempre mira el lado luminoso de la vida”). Inglaterra se volvió a su casa en primera ronda, y el tema fue un éxito. Al menos, hay algo que los guionistas de humor absurdo saben hacer mejor que los economistas: predecir el futuro.ß
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