LA IRONÍA Y EL HUMOR EN LA DAMA BOBA Serafín González G. UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA. IZTAPALAPA.
Es importante tener presente que La dama boba funciona en todo momento sobre la base de una dinámica que se genera a partir de la cuidadosa articulación de varias oposiciones de contrarios. Son diversos los contrastes que parecen ayudarle al dramaturgo a dar cauce a las paradojas e ironías que expresan el carácter incongruente de la vida humana. En concreto, en el planteamiento de la comedia, el amor y el matrimonio aparecen como núcleos temáticos que dan lugar a la presentación de sistemas de valoración opuestos, cada uno de los cuales ofrece una peculiar percepción de la vida humana.1 La confrontación entre ellos remite a la contraposición entre lo real y lo ideal, lo social y lo poético. Se establece, pues, como base de la dinámica dramática que organiza a la comedia una tensión a partir del contraste inicial entre una versión idealizada y una visión pragmática de la realidad. Por una parte, la naturaleza humana es sublimada mediante una recreación poética ideal -la del soneto de Duardo- que niega la importancia de la experiencia sensible, de los afectos terrenos. Por la otra, la naturaleza es negada dentro del enfoque social: Octavio quiere casar a sus hijas tomando en cuenta primordialmente consideraciones prácticas. Esta oposición de contrarios que comentamos, se dinamiza después a través de un doble juego irónico, que el dramaturgo introduce para dar pie a una serie de matizaciones y contrastes con respecto a los dos polos temáticos principales que plantea la comedia. Por una parte, el tema del amor, tal como lo viven algunos personajes jóvenes de la comedia, no puede experimentarse en la realidad cotidiana en los términos ideales con que se plantea en el soneto de Duardo. Por 1
No es por supuesto privativo de La dama boba el hecho de presentar amor y matrimonio como hechos incompatibles que expresan la distancia existente entre las fuerzas que pugnan en el interior del ser humano y las que cohesionan a la sociedad. La forma en que tal conflicto se desarrolla varía evidentemente de comedia en comedia. Por ejemplo, en El castigo sin venganza y en El caballero de Olmedo, del mismo Lope, amor y matrimonio no se integran nunca. Por otra parte, en Fuente Ovejuna, en El perro del hortelano y en la comedia que comentamos se da la solución del conflicto planteado, que consiste en que el matrimonio dé cabida al amor y en que el amor conduzca al matrimonio; es decir, que lo individual y lo social se equilibren y entren en armonía. 571
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la otra, como trataremos de verlo a continuación, el tema del matrimonio, como lo concibe Octavio, no puede cumplirse sujeto estrictamente a las exigencias prácticas de la vida social; si bien es cierto que éstas no pueden dejarse de lado, sólo alcanzan un sentido más pleno cuando admiten en su interior las exigencias individuales a través de las que se expresa la naturaleza. Lo social y lo ideal evidencian, pues, ante los ojos del espectador límites que la vida se encarga de desbordar y poner en tela de juicio. De estas dos líneas temáticas que cruzan toda la comedia, comentaremos en este momento de manera exclusiva la que tiene que ver con la cuestión del matrimonio. En el interior de este núcleo temático, la ironía introduce, entre otras, la confrontación entre lo individual y lo social. Primero, la ironía marca el desfase existente entre lo individual y lo social; después, el humor apunta el carácter complementario de ambos aspectos. Con respecto al matrimonio, entendido como una de las fuerzas temáticas que impulsan la acción, podemos considerar que el mismo se relaciona, en principio, con Octavio; es él el personaje que se muestra en todo momento preocupado por realizar un compromiso matrimonial conveniente para cada una de sus hijas. Los esfuerzos que realiza apuntan en todo momento a la consecución de tal objetivo. Con esto, lo único que está haciendo, como personaje que encarna la figura de la autoridad, es asumir la responsabilidad que le corresponde como padre de las damas.2 En cuanto tal, su obligación consiste en tomar en cuenta ciertas exigencias y convenciones que puedan garantizar un matrimonio económica y socialmente ventajoso para sus hijas.3 En este sentido, el personaje aparece como el portavoz y representante de las normas y costumbres que cohesionan a la sociedad. Tal clase de matrimonio, pues, como fuerza temática que da expresión a determinados aspectos de la realidad social, se cumplirá en la medida en que Octavio sea capaz de hacer que su proyecto avance a través de una serie de acciones concertadas que se produzcan como la actualización de su forma de pensar y entender la realidad. Pero, como sabemos, esto no ocurre así; las acciones realizadas por el personaje manifiestan un conocimiento deficiente de los hechos y, por ello, son enfocadas en todo momento dentro de una visión irónica. Si finalmente el proyecto de Octavio se realiza, no es en el sentido en que él lo planea ni como resultado de su adecuada intervención en los hechos. " Comenta Diez Borque: «La tendencia del padre, y esto es obvio, sería buscar un matrimonio ventajoso de acuerdo con unas premisas en las que cuenta poco el amor (por eso precisamente la comedia lo ensalzará)», Sociología de la comedia española española del siglo XVII, Madrid: Cátedra, 1976, pág. 114. Recordemos que el matrimonio es presentado como un tipo de relación en la que sólo se toman en cuenta ciertos intereses. Queda así reducido a un contrato social y económico. En ningún momento se toma en cuenta, por ejemplo, la dimensión religiosa del mismo ni tampoco la dimensión humana, dentro de la cual hay que tomar en cuenta necesariamente al amor.
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Recordemos que entre las distintas formas a través de las cuales se expresa la ironía, está la que se conoce como «ironía dramática»; Roster, por ejemplo, comenta de la misma lo siguiente: «se entiende como una situación en que los espectadores y posiblemente algunos de los actores también son conscientes de algo que ignora otro personaje y para quien esos conocimientos tendrán hondo significado».4 Lo primero que cabe considerar entonces es si los obstáculos que la realidad opone a los planes de Octavio están al alcance de su conocimiento o si surgen dentro de una esfera de la realidad que el personaje desconoce, ya que de esto depende, en nuestra comedia, la realización o no de sus planes así como la preservación o no de cierto tipo de sociedad.5 Si nos explicamos en términos de Roster, podemos decir que la ironía pone énfasis en el hecho de que las expectativas de Octavio se vean contrariadas por obstáculos que desconoce; en consecuencia, las pretendidas bondades de su filosofía práctica y de su sentido común, con los que se jacta de entender con toda claridad y sensatez la forma en que funciona la sociedad, son exhibidos con todas sus patentes limitaciones. Veamos en este punto una de las situaciones a través de las que se expresa la cuestión que mencionamos. En las escenas iniciales de la comedia, Octavio se muestra convencido de la eficacia con que ha negociado el compromiso matrimonial entre Finea y Liseo. Las acciones que realiza en todo momento apuntan a la consecución de sus planes de acuerdo con los criterios ya expuestos. Si el personaje reconoce tener algunos problemas, considera que los mismos se derivan primordialmente de la forma de ser de sus hijas. Pero, como hemos visto, su filosofía práctica no le plantea ninguna duda de que él está actuando con ambas en la dirección conveniente. En contraste con lo anterior, es importante señalar, por otra parte, cómo desde las primeras escenas de la obra se resalta el carácter totalmente frágil del compromiso matrimonial, que Octavio confía en llevar adelante, entre Finea y Liseo. El galán, como sabemos, después de su encuentro casual con Leandro, en el que éste le informa acerca de las peculiaridades de cada una de las dos hermanas, se dirige a Madrid pensando en Nise y no ya en Finea. Después, para reforzar aún más lo endeble del compromiso pactado por Octavio, se nos muestra, Peter J. Roster Jr., La ironía como método de análisis literario: la poesía de Salvador Novo, Madrid: Gredos, 1978, pág. 14. En la misma línea, Roben Escarpit señala que la ironía dramática se basa en el «mecanismo del enceguecimiento no compartido», y la explica así: «En la ironía dramática, un personaje o un grupo de personajes ignora el secreto que conocen otros personajes y el público», El humor, Buenos Aires: EUDEBA, 1962, pág. 106. Nos referimos aquí específicamente a la sociedad de los adultos. Podemos dejar señalado, aunque este no es un tema que desarrollaremos aquí, que en nuestra comedia se da la confrontación del mundo de los adultos y el mundo de los jóvenes, confrontación de la cual ha de salir una sociedad renovada.
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por otro lado, que Finea empieza a sentirse atraída por Laurencio y que, por ello, le pesa estar comprometida con Liseo. Tal compromiso no representa inicialmente ningún problema para ella -dicho en sus propias palabras: «Yo, como, en fin, no supiese / esto de casar qué sea, / tomé el negro del marido» ( vv. 867-69)-, porque la dama no ha conocido el amor y, por lo tanto, no ha experimentado todavía el fuerte sentimiento de atracción erótica que la impulsa hacia Laurencio. Después de ver al galán, en cambio, ya no le parece bien su prometido y empieza entonces a preocuparse por el compromiso matrimonial que su padre ha negociado, pues lo ve como una amenaza contra el sentimiento que Laurencio despierta en ella.6 Frente a esto, insistimos, se nos muestra a un Octavio seguro de estar a punto de realizar para su hija un matrimonio dentro de las conveniencias sociales, cuidando solamente que la simpleza de Finea sea lo menos evidente posible para su prometido. Lo que él ignora es que el verdadero problema, por parte de Finea, surge cuando frente a la cuestión del matrimonio, planteada por él, aparece la fuerza del amor, experimentada por ella; este sentimiento amenaza, en consecuencia, con que los planes de Octavio se vengan abajo. En cuanto a Nise, Octavio reconoce en ella una seria dificultad para conducirla al matrimonio, que se origina, según él lo percibe, en la afición de la dama a la poesía. Lo relativo de tal obstáculo es también muy pronto puesto en evidencia por el dramaturgo, cuando se nos muestra a Nise poniendo su pasión amorosa por encima de su afición a la poesía.7 Esto ocurre, como sabemos, cuando ella, después de la lectura del soneto de Duardo, evidencia su alejamiento ante lo planteado en el mismo y pone todo su interés en la experiencia erótica que vive en ese momento con Laurencio. Ya desde el final del acto primero queda claramente planteado que los obstáculos que se oponen al matrimonio por el lado de Finea y Nise no son en lo pri6
Como sabemos, esta no es una situación privativa de nuestra comedia. En El vergonzoso en palacio, de Tirso de Molina, por ejemplo, Madalena acepta obedientemente la voluntad de su padre de casarse. Luego vemos, en escenas posteriores, que tal obediencia se había dado sin conflicto alguno por que la dama en ese momento no había conocido aún el amor. Por eso resulta tan importante la escena en que se nos muestra que la dama se queda atónita, cuando ya comprometida con Vasconcelos, se descubre enamorada de Mireno. Es cuando dice: «Qué novedades son estas / altanero pensamiento», etc. (c//\, Tirso de Molina, El vergonzoso en palacio, ed. Francisco Ayala, Madrid: Castalia, 1971). En dos escenas contiguas de gran riqueza dramática, se ofrece, entre otras cosas, el contraste entre lo teorizado y lo vivido. En la primera, los jóvenes que participan en la academia de Nise le leen a ésta un soneto de carácter platónico escrito por Duardo. En la segunda, Nise y Laurencio quedan solos. En la primera de estas dos escenas contiguas, se nos muestra que Duardo, con la anuencia de los otros dos galanes, teoriza sobre el amor, mientras que, en la escena siguiente, se nos hace ver que Nise lo está viviendo. Como dice Diego Marín: «Nise, prototipo de fémina intelectual, deja de interesarse por cuestiones poéticas en cuanto su pasión amorosa la inquieta», Lope de Vega, La dama boba, ed. Diego Marín, Madrid: Cátedra, 1984, pág. 44.
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mordial la simpleza y la pedantería respectivamente, como piensa su padre. Es el amor el que se levanta como el impedimento más poderoso contra los planes de Octavio. Si desde su punto de vista, y del tipo de sociedad a la que representa, Nise y Finea se visualizan como polos opuestos, el dramaturgo introduce con el amor otra escala de medidas, que presenta a ambas hermanas identificadas en cuanto al incentivo que las mueve a la acción. Larson comenta que con frecuencia los padres de Lope no oponen una resistencia a los planes de sus hijos. Dice que Octavio, por no ser un personaje obstructor, no es humorístico, que los verdaderos personajes humorísticos de la comedia son las hijas. Son ellas, afirma el crítico, quienes por sus peculiaridades mentales impiden el progreso hacia el matrimonio.8 Sin embargo, las cosas no parecen ser así. Octavio obstaculiza el matrimonio en virtud de que no da cabida en el interior del mismo a las posibles expectativas que sus hijas puedan tener. Ciertamente, esta situación manifiesta cuál es el estado de cosas en la realidad española del siglo XVII, estado de cosas que intenta ser puesto en su punto en la comedia.9 El desenlace de la misma nos muestra, por ello, cuando menos en el caso de Finea, la superación de los obstáculos impuestos por el padre. Por lo pronto, el hecho de que Finea no se case con Liseo, sino con Laurencio, si bien plantea la aceptación del matrimonio, contradice, por otra parte, los planes concretos de Octavio. Resulta importante insistir en que la visión del matrimonio delineada por Octavio, en la cual las exigencias de tipo social juegan un papel preponderante, presenta en cuanto a la acción una peculiaridad. Tal clase de matrimonio es un asunto negociado por el padre sin tomar en cuenta la voluntad de sus hijas. Pero la obra, junto a los supuestos que mueven a la maquinaria social, nos presenta, al mismo tiempo, otra clase de motivaciones que actúan en la conducta del ser humano y que son de carácter individual. Es en este nivel donde surge la fuerza amorosa que, frente al tipo de relaciones planeadas por la sociedad, se mueve de Dice Larson de Octavio: «he is not a blocking character, which is to say that he is not 'humorous'. The true 'humorous' personages of the comedy -those who display a mental quirk sufficient to impede the progress toward matrimony- are, of course, the daughters themselves». Concluye el crítico: «Lope stresses these 'humors' immediately upon introducing each of the young ladies to the public», Donald R. Larson, «La dama boba and the comic sense of life», Romanische Forschungen, 85 (1973), págs. 41-62. ' Citemos, por poner sólo un ejemplo, las siguientes palabras de Alexander Parker: «Según la convención, la norma aceptada era la de los matrimonios concertados entre padres, y las jóvenes debían mantenerse lo más apartadas posible de la ocasión de encontrarse con otros jóvenes para así evitar la aparición de vínculos sentimentales. Su deber consistía en aceptar al hombre elegido por sus padres. Tampoco los jóvenes mismos se hallaban en posición de elegir libremente a sus novias, aunque la rebeldía en ellos era menos sería que en las mujeres», Alexander Parker, La filosofía del amor en la literatura española 1480-1680, Madrid: Cátedra, 1986, pág. 158.
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acuerdo con una dinámica diferente, no prevista por las fuerzas sociales. Dentro de esta perspectiva, como ya hemos visto, ambas hermanas encuentran un punto de coincidencia en la pasión amorosa que las posee. Esto es totalmente ignorado por Octavio, a quien su propia visión de las cosas le escamotea el hecho de que el ser humano no se rige solamente de acuerdo con las exigencias sociales, sino también por otro tipo de motivaciones que él no toma en cuenta, como el amor. Ciertamente, como ya lo hemos señalado, si se advierte lo que normalmente ocurría en la sociedad española de ese momento, lo único que él está haciendo es cumplir con la obligación que le corresponde como padre de las damas. No obstante, tal situación es enfocada en el interior de la comedia tratando de poner de relieve lo que de imposición y autoritarismo se proyecta en la misma. Cuando Octavio se entera del compromiso matrimonial entre Finea y Laurencio, y empieza lleno de cólera a proferir amenazas, Miseno le plantea lo ocurrido como «caso sin remedio». Efectivamente, Octavio podría optar por la línea intransigente y en lugar de eso acepta lo sucedido. Entre «cortar» o «desatar», como le propone Miseno, opta por lo segundo, pero esta elección es evidentemente forzada por los hechos en virtud de que las circunstancias de la obra lo han sobrepasado. Si, como comentamos antes, Octavio se presenta como el portavoz de ciertas normas y costumbres sociales, frente al personaje, frente a su concepción del mundo, como ya lo hemos visto, la obra presenta a Nise y Finea tomando distancia con respecto a lo preconizado por él. Esto pone en evidencia que la perspectiva delineada y ofrecida por el padre de las damas no es, precisamente, más que eso: un enfoque, entre otros, de la realidad; su visión de los hechos no representa más que una percepción parcial de las circunstancias que rodean a los personajes de la comedia. El dramaturgo apunta de manera evidente, con sus planteamientos, a recrear la confrontación y el conflicto que se producen entre dos maneras de entender y vivir la realidad. Por una parte, el empeño de Octavio de casar adecuadamente a sus hijas y, por la otra, la fuerza amorosa que las impulsa a ellas. Si la solución que se presenta al final es el matrimonio, éste se cumple no simplemente en el sentido en que lo visualiza en todo momento el padre, sino que hay que añadirle los riesgos de un proceso que lo muestra como una forma en la que se conjugan en diversa medida la libertad personal y la determinación social. La comedia busca transmitirnos la estrechez de los puntos de vista sustentados por Octavio, pero esto no quiere decir de nionguna manera que se pretenda enfocar tales concepciones como falsas y prescindibles. Se busca mostrar exclusivamente el carácter limitado de ciertas verdades que al confrontarse y entrar en contradicción con otras manifiestan, por decirlo así, el equilibrio inestable que da expresión a la vida humana. No es la opción entre lo individual o lo so-
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cial, lo vital o lo racional, sino la confluencia de esos opuestos lo que nos puede dar el sentido profundo de lo que es la vida humana. La visión de Lope, aunque sea, como es sabido, ideológicamente comprometida, no se olvida de mostrarnos, sin embargo, la vitalidad desbordada y dinámica que subyace al mundo de los valores sociales y morales. Como sabemos, Lope no intenta llevar a cabo la representación de un mundo estático; sabe profundamente que la realidad es algo dinámico, que la vida humana es un movimiento en proceso constante. No por ello se olvida, sin embargo, de que no todo es vitalidad desbordada. Dicho de otra manera, podemos afirmar que en nuestra comedia, a final de cuentas, se aspira a reconocer el fuerte peso de las formas en las que cristaliza la vida, pero se acepta también sin dejar lugar a dudas la potente fuerza que muestra la espontánea vitalidad humana. La visión que a través de los personajes y sus acciones nos da la comedia no tiene la intención de recrear una percepción de la vida humana como algo congruente, sino, por el contrario, marcada por lo contradictorio, por la tensión de opuestos y el juego de equilibrios entre distintos ámbitos o aspectos de la realidad. Frente al esfuerzo de Octavio para lograr el predominio de lo social sobre lo individual, se nos muestra regocijadamente, desde el punto de vista de las acciones llevadas a cabo por las damas, el importante peso que tienen los factores individuales en las distintas situaciones que ellas viven. Comenta Jorge Portilla: «El horizonte del humor es la trascendencia de lo existente respecto a los valores negativos».10 En los valores sociales representados por Octavio, se expresa sin lugar a dudas un aspecto negativo de los mismos que se opone a la vida, que avasalla la libertad individual.Tal adversidad, sin embargo, es trascendida por los jóvenes y con ello se destaca claramente que la circunstancia que los rodea es incapaz de anular la libertad individual del ser humano. La visión que nos ofrece finalmente la comedia es de carácter humorístico y de una gran amplitud de miras. Ello ocurre en virtud de un relativismo que consiste en tratar de ir más allá de planteamientos unilaterales que se empeñen en acercarnos a verdades anquilosadas. Tal hecho no ocurre, ya que no se niega la concepción representada por Octavio, como tampoco se hace con la encarnada en los jóvenes. Por otro lado, no obstante, ninguna de ambas versiones se afirma completamente. Los dos puntos de vista son en parte negados y en parte afirmados. Por ello, podemos hablar de un relativismo que nos muestra la realidad con sus reflejos contradictorios.
Jorge Portilla, Fenomenología del relajo y otros ensayos, México: FCE, 1984, págs. 73-74.