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EXTERIOR
I
Sábado 16 de mayo de 2009
BENEDICTO XVI EN MEDIO ORIENTE Y TRAS LAS CRITICAS
Y ITALIA
CRONICAS NORTEAMERICANAS
Falleció Susanna Agnelli, nieta del fundador de Fiat
MARIO
DIAMENT
La nueva dicotomía católica y la Casa Blanca
La ex canciller murió a los 87 años a causa de complicaciones cardíacas tras una operación ROMA.– La ex canciller italiana Susanna Agnelli, heredera de una de las más importantes familias italianas y madre de Cristiano Rattazzi, presidente de la filial argentina de Fiat, falleció ayer a los 87 años en el Policlínico Gemelli, de esta capital, por complicaciones cardíacas surgidas tras una operación en el fémur. Hija de Eduardo Agnelli y Virginia Bourbon del Monte, y nieta de Giovanni, el fundador de Fiat, Susanna Agnelli (Turín, 1922) había sido internada el 3 de abril tras sufrir una caída en su domicilio. “Suni”, como la llamaban amigos y familiares, se casó en 1945 con el conde Urbano Rattazzi y tuvo seis hijos. Antes de que se divorciaran, en 1975, el matrimonio vivió en la Argentina, entre 1948 y 1956.
italiano, a partir de ese año Susanna Agnelli concentró su labor política en los asuntos exteriores: fue vicecanciller hasta 1991 y canciller entre 1995 y 1996, durante el breve gobierno del presidente Lamberto Dini, del Partido Independiente. Fue la primera mujer en ser titular de la cancillería italiana. En 1984, durante una visita a Buenos Aires, la entonces vicecanciller expresó su intención de mediar entre la Argentina y Gran Bretaña para que ambos países restablecieran conversaciones luego de la Guerra de Malvinas. Escritora, en 1975 Agnelli publicó una autobiografía (Nos vestíamos a lo marinero) que contaba cómo había sido su infancia en la familia más poderosa del país. Al año siguiente, el libro, un retrato de la alta sociedad italiana en las décadas de 1930 y 1940, se convirtió en un best seller en Italia. El actual canciller italiano, Franco Frattini, recordó ayer a Susanna Agnelli como “una de las grandes protagonistas del siglo XX”.
Labores humanitarias
SUSANNA AGNELLI EX CANCILLER ITALIANA
Susanna era la hermana menor de Giovanni (“Gianni”) Agnelli, presidente honorario de Fiat hasta su muerte, en 2003, y cuyo estilo de negocios convirtió a su familia en un símbolo de Italia. Conocida por su carácter franco y poco diplomático, Susanna Agnelli ingresó al mundo de la política en la década de 1970. Entre 1974 y 1984 fue alcaldesa de Monte Argentario, un municipio de la Toscana. También fue diputada por el Partido Republicano durante dos legislaturas, entre 1976 y 1983, y ocupó un escaño en el Parlamento Europeo entre 1979 y 1981. Si bien en 1983 ingresó al Senado
Mientras desarrolló su carrera política, la ex canciller siguió también con sus labores humanitarias y de caridad, que había comenzado durante la Segunda Guerra Mundial, cuando colaboró con la Cruz Roja en un hospital en Roma para asistir a soldados heridos. En los años 70 presidió el Fondo Mundial para la Vida Silvestre (WWF), y de 1984 a 1987 fue el único miembro de Italia en las comisiones de la ONU para los Derechos Humanos y Ambiente y Desarrollo. Desde 1992 Susanna Agnelli ocupaba la presidencia de la fundación Onlus Telethon, una organización que colecta fondos destinados a la investigación científica en el campo de las enfermedades genéticas.
Agencias ANSA, AP, DPA y EFE
AP
Benedicto XVI es ayudado a levantarse tras pronunciar una oración en la iglesia del Santo Sepulcro
El Papa terminó su gira con otro gesto hacia Israel Volvió a condenar el Holocausto, pero criticó al muro de Cisjordania ELISABETTA PIQUE ENVIADA ESPECIAL JERUSALEN.– “¡No más derramamiento de sangre! ¡No más enfrentamientos! ¡No más terrorismo! ¡No más guerra! ¡Rompamos el círculo vicioso de la violencia!” Visiblemente cansado tras ocho días en una de las zonas más explosivas del mundo, el Papa terminó ayer el peregrinaje más difícil de su pontificado con un enérgico llamado a una paz “justa y duradera”, y a que israelíes y palestinos implementen de una vez por todas la denominada “solución de dos Estados”. Para que su primer viaje a Tierra Santa no terminara siendo considerado un fracaso, el Papa también pareció ampliar su condena al Holocausto, un punto muy sensible en la relación entre la Iglesia Católica y el mundo judío. Su discurso al respecto en el museo de Yad Vashem del lunes pasado había sido considerado “frío” y poco categórico. Ayer, en el acto de despedida en
el aeropuerto, y frente el presidente Shimon Peres y el premier Benjamin Netanyahu, el Papa reiteró su más firme condena del Holocausto, que definió como “un espantoso capítulo de la historia”, que “no debe ser nunca olvidado o negado”. Benedicto XVI dijo que su tan criticada visita al museo de Yad Vashem fue “uno de los momentos más solemnes” de su estadía en Israel. Añadió que este sitio emblemático para los israelíes le recordó su visita de hace tres años al campo de concentración de Auschwitz “donde tantos judíos –madres, padres, maridos, mujeres, hijos, hijas, hermanos, hermanas, amigos– fueron brutalmente exterminados bajo un régimen sin Dios que propagaba una ideología de antisemitismo y odio”. Al Papa le habían reprochado en Yad Vashem haber hablado de “muertos” en lugar de “asesinados” y de no haber señalado a los responsables de la matanza de seis millones de judíos. También algunas autoridades y militantes israelíes mostraron
su malestar por el hecho de que el Pontífice alemán formó parte de las juventudes hitlerianas, aunque aclaró que fue forzado a hacerlo. El Papa visitó ayer, en la jornada final, la Basílica del Santo Sepulcro, donde se arrodilló para rezar ante el sitio donde resucitó Jesús. Más allá de ampliar su condena al Holocausto, Benedicto XVI también volvió a respaldar, ante las autoridades israelíes presentes en el aeropuerto, la necesidad de que haya un Estado palestino, y hasta describió al muro construido por Israel en Cisjordania como un claro impedimento para la paz. El gobierno israelí del premier derechista Benjamin Netanyahu se ha negado a respaldar la creación de un Estado palestino, considerada vital para sacar del estancamiento al alicaído proceso de paz en la región. “Una de las imágenes más tristes para mí durante mi visita fue el muro. Mientras lo recorría recé por un futuro en el que los pueblos de Tierra Santa puedan vivir juntos en paz y armonía”, dijo en Santo Padre.
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MIAMI.– La Iglesia Católica ha tenido una infrecuente visibilidad en las noticias esta semana. Con el papa Benedicto XVI en Medio Oriente vapuleado por israelíes y palestinos; un sacerdote mediático sorprendido in fraganti en pleno arrumaco en una playa de Miami y el estreno de Angeles y Demonios, el Vaticano ha tenido con qué entretenerse. Por si fuera poco, el presidente Barack Obama se dispone a incursionar en el centro mismo de la controversia religiosa, cuando concurra mañana al campus de la Universidad de Notre Dame, en South Bend, Indiana, para pronunciar el discurso central de la ceremonia de graduación y recibir un título honorario. Notre Dame es la mayor de las universidades católicas en los Estados Unidos y la más emblemática. Como tal, sostiene el principio de santidad de la vida humana, una manera retórica de definir la oposición al aborto y a la manipulación de las células madre, dos principios sobre los cuales Obama mantiene una postura contraria. El anuncio de la invitación y la intención del presidente de la universidad, el reverendo John I. Jenkins, de conferirle un título honorario a Obama, han sembrado el pandemónium dentro de la comunidad católica. Más de 70 obispos y un centenar de sacerdotes se han pronunciado contra tal invitación, y algunos días atrás, manifestantes distribuyeron fotografías de fetos abortados para protestar contra la invitación. El propio obispo de South Bend, John D’Arcy, anunció que se abstendría de concurrir a la ceremonia en vista de lo que calificó como “una falta de disposición de larga data (por parte del presidente Obama) a reconocer la santidad de la vida humana” y reprochó a la universidad y a su presidente por “elegir el prestigio por encima de la verdad”. Tanto fervor anti Obama puede parecer curioso frente al hecho de que la mayoría de los católicos votaron por él y una reciente encuesta del Instituto Pew indicó que el 67% aprueba su desempeño. Lo que la polémica parece estar exponiendo es una creciente dicotomía entre una jerarquía eclesiástica conservadora y una grey más liberal, para la cual temas como el aborto, el celibato sacerdotal o la investigación con células madre no definen los motivos fundamentales de su pertenencia al catolicismo. En numerosas cartas enviadas a los diarios, los signatarios se declaran católicos, pero expresan su preocupación por la dirección que ha tomado la Iglesia, en particular, desde la llegada de Benedicto XVI. En una de estas cartas, enviadas a The New York Times, Liesl Haas, de Costa Rica, una graduada de Notre Dame de la promoción de 1990, escribe: “La jerarquía eclesiástica ha estado trabajando por tres décadas para convertir a los católicos norteamericanos en votantes monotemáticos de la cuestión del aborto, y en el camino, reafirmar la autoridad eclesiástica sobre la comunidad católica”. Otro indicio de esta brecha lo da el hecho de que, ante el escándalo que estalló en Miami con la publicación de fotos del padre Alberto Cutié, sorprendido revolcándose en la arena con una mujer, la gran mayoría de los feligreses salió en su defensa y desestimó la gravedad del episodio, contra la opinión de la Arquidiócesis de Miami, que inmediatamente lo suspendió de sus funciones sacerdotales. Tal vez la mejor advertencia sobre las consecuencias de la enajenación de la jerarquía eclesiástica respecto del verdadero sentir de la mayoría la da James Carroll, autor de best-sellers, columnista del Boston Globe y ex sacerdote católico, en un artículo publicado en TomDispatch. com, donde afirma: “El triunfo de esta variedad de catolicismo contemporáneo que rechaza el pluralismo, el feminismo, la reforma clerical, la autocrítica religiosa, la teología de carácter histórico y el método científico aplicado a las textos sagrados solo logrará exacerbar las alarmantes tendencias en el conjunto del mundo cristiano y en el peor de los momentos. Esto puede ser particularmente cierto en las naciones del hemisferio sur, donde el catolicismo ve su futuro”.