LA PIEDRECITA EN EL COCO Por Gustavo Sánchez - ObreroFiel

Cuentan que Alejandro Magno se entera de que uno de sus soldados, el cual ... ¡usted se llama Alejandro…o cambia de actitud…o se cambia el nombre! , pues ...
25KB Größe 7 Downloads 65 vistas
LA PIEDRECITA EN EL COCO Por Gustavo Sánchez “..Conoce la verdad, sigue la verdad, ama la verdad, defiende la verdad,…Hasta perder la vida”

Johannes Hus fue quemado vivo el 6 de julio de 1415 por la intolerancia religiosa de la época. Cuentan que Alejandro Magno se entera de que uno de sus soldados, el cual llevaba su mismo nombre, deserta en plena batalla. Lo manda llamar y enfurecido lo increpa duramente diciendo: ¡usted se llama Alejandro…o cambia de actitud…o se cambia el nombre! , pues es usted una deshonra, no sólo al ejército, sino al nombre Alejandro.

Cristiano significa; el que sigue a Cristo. Pensaba, entonces, al reflexionar sobre nuestro compromiso, que no hay otra forma de vivir el cristianismo que abocando la vida al servicio de él y de su causa. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo (1 Juan 2:6). Siguiendo sus pisadas, su ejemplo, añade Pedro (1 Pedro 2:21). Él dio su vida por nosotros, y no exige menos, no a cambio, Dios no es “un empleado en un mostrador que DA PARA RECIBIR”, como creía Charly García. La entrega total de la vida es la RESPUESTA NATURAL de aquel esclavo que ha sido comprado para ser liberado; de aquel que sirve por amor. 2 Co. 5:15 dice: “Cristo murió, para que los que viven ya no vivan para sí mismos, sino para aquel que murió y se entregó por ellos”.

No hay otro evangelio aparte de éste. Pero muchos cristianos han inventado otro, menos comprometido. Ya no vivir sólo para él, sino para sí. No se trata de una gran alteración de palabras, pero sí de la total subversión del cristianismo. Hay quienes se convierten, pero con el tiempo no se nota un crecimiento normal que devenga en la entrega total de la vida, de las convicciones, la rendición total de la persona a su señorío. Pablo lo definía en estos términos: “ya no soy yo quien vivo, sino que es Cristo quien vive en mí. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo la vivo por mi fe (o fidelidad) en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a al muerte por mí” (Gá. 2:20).

Cristianos formales son los que han adoptado todo el atuendo exterior de cristianos. Viene a los cultos (si no llueve o hace mucho calor), con su corbata, Biblia en mano, cantan, se emocionan, hasta quizás tengan alguna función en la obra. Pero en su corazón el verdadero rey, el que está sentado en el trono y tiene el timón de la voluntad no es Jesús, sino ellos mismos.

Éxodo 30:11-16 es uno de los textos del A.T. que descubre un principio constante en toda la Biblia, la que la vida es una prerrogativa de Dios. Cada israelita debía dar un rescate por su propia vida, si quería “USARLA”, por así decirlo, debía pagar un rescate. ¡Qué contraste con el pensamiento secular! El mundo dice: ¡mi vida es mía!, ¡con ella hago lo que yo quiero! Ellos lo hacen como una expresión de su ignorancia de las verdades espirituales, pero ¿y nosotros? ¡Cuántas veces este letal pensamiento es la base de nuestras acciones! Himitiàn decía que la iglesia, muchas veces, se parece a Inglaterra: un rey con toda la pompa, los cortejos…pero que no gobierna. Jesús es aclamado, vitoreado, venerado en su pueblo. Pero… ¿gobierna la vida? ¿O el primer ministro somos nosotros mismos? Jugamos a ser cristianos de esta manera.

¿Fanatismo? ¿No hablaba de esto el mismo Jesús cuando enumeró los requisitos para ser su discípulo? Si no se cumplen, la sal pierde su sabor, el cristianismo pierde todo sentido. Recordémoslo:”si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos, Y AÚN MÁS QUE A SU PROPIA VIDA, no puede ser mi discípulo, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo (Lucas 14:2530).

El Señor debe ser prioritario, ocupar siempre el primer lugar (Col. 1:18) y TODO, ABSOLUTAMENTE TODO, relaciones afectivas, proyectos personales, sueños, vocación, trabajo, posesiones materiales, Y AÚN LA PROPIA VIDA tienen que estar subordinados a su voluntad, a sus requerimientos como dueño, amo y Señor. Así lo entendieron los que en toda la historia de la iglesia asumieron un compromiso que abarcaba toda la vida con aquel que los rescató. Ellos comprendieron que el reino de los cielos es esa PERLA DE GRAN PRECIO, DE MUCHO VALOR, y que sobrepasa su valor a cualquier otra cosa en esta vida. Imposible sería tratar sólo de enumerar, los que abocaron su vida, el corto paso por este mundo, llegando en muchos casos al martirio y que sumados a los ejemplos bíblicos, son los mentores de los que hoy han tomado la posta, y han comprendido que la vida sólo tiene sentido cuando se consume en el servicio más sublime: el servicio a Dios.

Por ejemplo Policarpo, como cuenta la carta a los esmirneanos (155 AD.), pudiendo evitar su muerte si sólo confesaba que “el César es el Señor” y no Jesús, como él, tan denodadamente se empeñaba en proclamar. Aún los hermanos de Esmirna trataban de persuadirlo para que confiese lo que todos sabían que era mentira…y así salvar su vida. Él se niega rotundamente diciendo que no podía pronunciar que “el César es el Señor”, si él había servido al verdadero Señor toda su vida y moriría por él.

“Agradar a Dios, darle todo a él y consagrase completamente a su gloria” fue el lema de un misionero que trabajó entre los indios del norte de América... En su ministerio contrae una enfermedad que acaba con sus días en la tierra en 1774, contando sólo con 29 años de edad. Hablamos, por supuesto de David Brainerd, que inspirara a hombres como Jonathan Edwards, J.M.Sherwood, John Wesley, y Guillermo Carey, entre otros. Dijimos que no podemos mencionar, ni siquiera los más importantes obreros que ofrendaron sus vidas, sus fuerzas, su tiempo, siendo verdaderos arquetipos para nuestro tiempo. No obstante, quisiera citar un ejemplo del siglo xx, de consagración y a quien muchos cronistas de grandes siervos dejan de lado. Me refiero a Nee To Sheng, las convicciones, la renuncia a este mundo, sus enseñanzas, su ejemplo, su vida llena de padecimientos y persecuciones, de parte del estado, de la iglesia apóstata y de los falsos hermanos, le valen ser uno de los referentes más importantes. Casi 20 años de cárcel, donde muere fiel al servicio, lleno de gozo y agradecimiento. Los que mueren así no mueren en realidad. Tal vez nos toque perder la vida, como ellos en un acto inmolatorio, tal vez no, y la entrega sea diaria. Salomón, el gran rey de Israel, fue famoso por su sabiduría, pero también por su debilidad por las mujeres. Muchos creen que ése era su problema, pero 1 Reyes 11:4 (VP) revela que aún éste era una consecuencia de la verdadera causa, dice “pues no se había entregado por completo al Señor su Dios, como David, su padre”. No hay que confundir SANTIFICACIÓN GRADUAL con ENTREGA PARCIAL. Una cosa es el crecimiento y las victorias sobre la carne, pero hay que tener cuidado que no exista en nosotros mezquindad en entregar áreas de nuestra vida, rendirlas a sus píes, no guardarlas para nosotros, que acariciemos pecados, que nos reservemos espacios donde reinemos nosotros, la carne, nuestro viejo hombre.

El hermano Andrés es un misionero cuya identidad nadie conoce, por razones de seguridad, y que arriesgara su vida en tantas oportunidades en los duros años de la “guerra fría”, llevando apoyo, consuelo, y miles de Biblias detrás de la cortina de hierro. Recibió, por esta causa el calificativo de “el contrabandista de Dios”. En la actualidad, un ministerio fundado por él, que se llama “Open Doors” (puertas abiertas) desarrolla la misma actividad que otrora en los países socialistas, ahora en los países de la ventana 10-40. Este hermano dejando su comodidad, llevó consuelo y Biblias a lugares de acceso restringido y donde el cristianismo estaba en la clandestinidad. Se trata de un obrero verdaderamente comprometido con la causa de Cristo y la extensión del reino de Dios. Él ha entendido que nada hay más prioritario que llevar el mensaje, que servir a Dios, sirviendo a los hermanos, aún a riesgo de su propia integridad física.

Pero no siempre fue así. Él mismo cuenta en su libro que a pesar de pertenecer a una familia cristiana, con el ejemplo y la devoción de sus padres, la apatía y la indiferencia reinaban en su corazón. Tanto es así que se alistó en el ejército en busca de “una vida emocionante”. Cuando se estaba recuperando de una herida de bala que lo dejaría cojo, una historia que le contaron lo llevó a reflexionar sobre sus prioridades y el valor de su propia vida. Fue el detonante para consagrarse al Señor con todas sus fuerzas. Una monja se le acercó y le dijo:-¿sabes cómo los nativos atrapan a los monos en el bosque? -NO, dígamelo, respondió desconcertado. -Ellos toman un coco, hacen un agujero más o menos del tamaño de la mano del mono, y meten unos guijarros dentro. El mono, curioso tomará el coco y lo sacudirá. Querrá ver qué hay dentro y meterá la garra dentro del agujero. Palpará hasta tocar la piedra, pero cuando quiera sacarla, se dará cuenta que no puede sacar la mano, sin soltar la piedrita. Y déjeme que le diga que un mono nunca suelta lo que piensa es una buena adquisición. Así resulta fácil atraparlo. ¿Cuál es tu piedrecita, hermano? ¿Qué es a lo que te aferras y que te tiene tan atrapado?, ¿Qué es lo que te impide que te entregues sin reservas, con todas las áreas de tu vida al Señor? ¿Seremos como Salomón, mezquinando algo para nosotros mismos? ¿Qué piedrecita puede ser más importante que LA PERLA DE GRAN PRECIO? ¿Qué es lo que nos llama tanto la atención como un sonajero, nos cautiva, y a pesar de su intrascendencia, no lo podemos soltar? Quizás sea hora de revalorar las cosas y ponerlas en su debido orden. Una pequeña piedrecita puede ser un obstáculo GRANDE, GRANDÍSIMO, que nos condena a la muerte, pero no a la muerte que glorifica a Dios, como tantos mártires, sino la de tantos otros, que pierden su existencia transcurriéndola en la mediocridad, en la intrascendencia de no dar fruto. Salvarán su espíritu, pero perderán su vida.

Ojalá que cada uno de nosotros pueda examinarse, ver qué cosas lo atan, liberarse y entregar nuestra vida. Si el Señor dispone que muramos por él, o viviendo por él cada día muriendo a nuestra voluntad, y viviendo en la suya, la que sabemos perfecta, lo que nos cuesta creer a veces es que también es agradable ( Romanos 12:2).

Tomado de la revista “Momento de Decisión”, www.mdedecision.com.ar Usado con permiso ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.