EL BLUES DE SANTA ELENA Por Gustavo Sánchez ... - ObreroFiel

la de Jesús de Nazareth”. Bill Wright .... juguete. Cristo jamás titubea. Habla con autoridad. Su religión es un misterio, pero subsiste por su fuerza propia.
19KB Größe 8 Downloads 92 vistas
EL BLUES DE SANTA ELENA Por Gustavo Sánchez (Rosario/Argentina) “..indudablemente no hubo, ni habrá, por más que busquemos una personalidad más subyugante que la de Jesús de Nazareth”. Bill Wright Entré con la reverencia debida al salón de culto y quedé impresionado con una gran pancarta que cubría la pared detrás del púlpito, con letras realmente grandes rezaba: JESUCRISTO VIVE. YO HABLÉ CON ÉL ESTA MAÑANA. Impresionante, primero la verdad inmutable, objetiva, claro que es así, JESUCRISTO VIVE, pero luego la comprobación personal, lo empírico, lo testimonial, lo subjetivo, tan veraz como lo primero: YO HABLÉ CON ÉL ESTA MAÑANA. Pocas cosas son tan convincentes como la experiencia personal, como la del ciego de Juan 9, aún sin saber teología, y examinado por los sacerdotes y religiosos. Ningún argumento podía vencer la experiencia de quien tuvo contacto con el Señor. Lo mismo con el gadareno de Lucas 8 a quien el Señor no le deja acompañarle en su gira con sus discípulos, sino que le manda que vaya a LOS SUYOS Y QUE CUENTE “CUÁN GRANDES COSAS HABÍA HECHO DIOS CON ÉL”. Él no sabía teología, más aún nada de la Biblia. Al ser gentil, ni siquiera estaba familiarizado con la esperanza mesiánica de los israelitas. PERO TENÍA UNA EXPERIENCIA PODEROSA: su vida había cambiado al encontrarse con Jesucristo. A diferencia de cualquier creencia, el cristianismo, no es el culto conmemorativo, una especie de réquiem de una persona que trascendió a su tiempo. No es un credo, ni una religión, sino una relación viva con una persona, con la persona de Jesucristo. Así es. No somos la escuela de pensamiento cristiano, ni siquiera los seguidores de las enseñanzas de un maestro, por más sabias y loables que sean. Somos personas que nos relacionamos directamente, que tenemos una relación personal, con Jesucristo. Hubo muchos hombres sabios a lo largo de la historia, hombres que consiguieron muchos logros, y beneficios para la humanidad. Por ejemplo, Luis Pasteur descubrió la penicilina, la que constituyó la panacea a casi todas las patologías conocidas hasta ese entonces...Luego él falleció, y después de muchos años de su muerte, seguimos disfrutando de los beneficios de su aporte al desarrollo de la humanidad. No sucede así con Cristo. Él supera el bronce, los homenajes. Él no es nuestro prócer y el cristianismo tiene su razón de ser en que él viva y podamos tener una comunicación efectiva, lo que la Biblia llama comunión. Esto es en esencia la vida cristiana. De no ser así, estamos frente a una religión más. Colosenses 1:18 declara el señorío de Cristo en estos términos: “PARA QUE EN TODO TENGA LA PREEMINENCIA”. Rubén era el hijo primogénito de Jacob, el patriarca hebreo. Éste perdió su primogenitura y todos los derechos inherentes a ella por un pecado de carácter sexual al acostarse con la mujer del padre. No pretendo disculpar a Rubén, por supuesto, pero evidentemente esto debía suceder así para que la preeminencia pasara a Judá de donde vendría el LEÓN DE LA TRIBU DE JUDÁ. Es interesante como el mismo Jacob describe proféticamente el futuro: “no será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga SILOH [Jesús, el enviado] … A ÉL SE CONGREGARÁN LOS PUEBLOS”. No puede referirse al pueblo judío, sino a quien vino del pueblo judío (Romanos 9:5). Es una clara referencia al centro gregario: Jesucristo Otra escritura, entre las innumerables que se podrían citar, destaca enfáticamente este mismo aspecto. Se trata de Hageo 2:7: “y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el DESEADO de

todas las naciones”. Jesucristo tiene una dignidad inherente para ser el centro del universo y de la historia. ÉL es el SEÑOR, y ONTOLÓGICAMENTE califica para que en su nombre se doble toda rodilla. Quiera el mundo creerlo o no, un día todas las naciones reconocerán SU DIGNIDAD Y MAJESTAD. Un día el mundo por fin conocerá un gobierno justo porque el soberano que se sentará en el trono mundial tendrá méritos propios por naturaleza y por obra para esa función. Esto es muy cierto...pero hoy en día ¿cuál es el único pueblo que sabe y reconoce quién es en verdad Jesucristo? ¿Son acaso las naciones unidas? ¿La intelectualidad y la élite filosófica? ¿El pueblo judío? ¿Los poderosos? ¿Los artistas? Deploramos decir que no. Podríamos nombrar uno tras otro todos los grupos humanos, y no daríamos en el blanco. Solo SU IGLESIA, la congregación de los que han sido redimidos, no por méritos propios, sino que han aceptado la gracia salvadora y se han apropiado de los beneficios de la cruz del calvario, y por consiguiente AMAN CON TODO EL CORAZÓN PUES EL LES AMÓ PRIMERO Y LES SEDUJO. Yo no sé lo que le pasará a usted, mi hermano, al reflexionar en esto. Pero yo no puedo más que maravillarme. Quiero vivir para él; quiero comprometerme a darle mi vida, mi tiempo, mis fuerzas, mis bienes. ¿Fanatismo? No creo, sólo es la respuesta a su iniciativa. Existe un escrito atribuido a Napoleón Bonaparte, el gran conquistador corzo. Sobre el ocaso de su vida reflexiona sobre los logros que él ha conseguido y se compara con el mismo Cristo. Hay quienes dudan de su autenticidad; nosotros, no. Vale la pena transcribirlo todo: ...”Conozco a los hombres, y te digo que Jesús no es hombre. Nos manda creer y no da más razón que sus temibles palabras: YO SOY DIOS. Los filósofos tratan de resolver los misterios del universo con sus disertaciones vacías. Necios, son como el niño que llora por tener la luna para juguete. Cristo jamás titubea. Habla con autoridad. Su religión es un misterio, pero subsiste por su fuerza propia. Él persigue y exige, de manera absoluta, el amor de los hombres, la cosa más difícil de conseguir en todo el mundo. Alejandro, César, Aníbal conquistaron el mundo, pero no tuvieron amigos. Yo mismo soy la única persona de mi época que los ame. Alejandro, César, Carlomagno y yo hemos fundado imperios; pero ¿sobre qué? Sobre la fuerza. Jesucristo fundó su imperio sobre el amor, y en estos momentos hay millones que darían sus vidas por él. Yo mismo he inspirado a multitudes de tal manera que habrían muerto por mí, pero para ello era necesaria mi presencia. Ahora que estoy en Santa Elena... ¿dónde están mis amigos? Estoy olvidado, pronto a volver a la tierra y a ser comida de gusanos. ¡Qué abismo el que hay entre la miseria mía y el reino eterno de Cristo, Aquel que es proclamado, amado y adorado, y cuyo reino se está extendiendo por toda la tierra! ¿Es esto la muerte? Te digo que la muerte de Cristo no es la muerte de un hombre, es la muerte de un Dios. Te digo que JESUCRISTO ES DIOS “..... Alguien dijo alguna vez que Jesús es el mejor hombre para Dios. Claro, se refiere a la condición vicaria de nuestro Señor. Pero, no sólo es el mejor hombre para Dios, SINO QUE ES EL MEJOR DIOS PARA EL HOMBRE. Realmente Jesús es una causa a la cual bien vale dedicar la vida, vivir por él, y aun morir por él. Tomado de la revista “Momento de Decisión”, www.mdedecision.com.ar Usado con permiso ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.