LA COSTUMBRE Y LA MODA Por Rogelio Erasmo Pérez Díaz Usado con premiso En una ocasión se encontraron la costumbre y la moda. La segunda venía eufórica de su andar por el mundo y preguntó, orgullosa, a la primera: - ¿Has visto que popular soy?... Todos me siguen, ¡y no es para menos!... soy bella, moderna; tengo todo lo que a ellos agrada. Pues sé los gustos de última hora y me adapto, al momento, a ellos... ¡Estoy tan feliz! La costumbre, cabizbaja, como si se sintiera culpable de su poca “popularidad”, sólo atinó a responder, entre dientes: - Hay un tiempo para todo, solo que el tuyo es fugaz y el mío perdura. Y así ocurre también con frecuencia en la mente de las personas. Si la moda es usar un tipo determinado de vestuario ¡los precios se disparan en el mercado! En los tiempos de Elvis Presley era casi imposible, un gusto para millonarios, comprar un pantalón ceñido al cuerpo y de colores llamativos. Los Beatles hicieron millonarias a las casas de modas que confeccionaban pantalones “campana”. Los Rockeros dejaron poco menos que vacías de argollas y aretes todas las joyerías del mundo. Los Reaguetoneros han vuelto millonarios a muchos “pintores de tatuajes”, al punto que ya se llaman a sí mismos “artistas”. (No queremos detenernos en ninguna de estas modas en particular, pero llama la atención la última, en que las personas perpetúan algo tan pasajero y hacen a sus cuerpos “esclavos” de llevar de por vida dibujos que pueden ir desde un paisaje hasta una señal de sumisión al Diablo. La moda pasa, pero la marca queda y, llegado el momento, se puede convertir en estigma, en motivo de vergüenza para el portador.) Y, al final, de todas estas modas ¿qué queda? Solo el recuerdo y algunas fotos de familia en que los nietos se burlan de lo ridículos que lucían los abuelos con sus “pantalones de campana”. Hay también otras modas que afectan los cimientos de la humanidad y que son, en gran medida, responsables del deterioro de esta. Mencionemos algunas: - El alcohol y las drogas se han arraigado en la sociedad y constituyen “costumbres”. Ya no son vicios. Sólo se les llama, si acaso, hábitos o enfermedades. - La mentira: Hoy es tan común mentir que usted puede tener la certeza de que el noventa por ciento de lo que oye puede clasificarse como tal. (Recuerde que una “verdad a medias” clasifica como mentira y que una mentira por piadosa que pueda ser no es más que eso: una mentira.) - El robo: Se ha hecho tan común que, en algunos lugares se acostumbra a decir que desde que usted se levanta en la mañana está “fuera de la ley.” Cada una de estas cosas tiene material suficiente para escribir un libro. Quizá en algún momento volvamos a abordarlas en forma separada y más ampliamente. Pero este no es el tema que ahora nos ocupa.
Queremos esta vez referirnos a los términos “moda” y “costumbre” dentro de la comunidad cristiana. Comencemos por decir que a los que defendemos la costumbre en las congregaciones (me incluyo entre ellos) se nos llama “conservadores” y, se desvirtúa hasta tal punto el término, que suena como una ofensa ser tildados de tales. En los inicios la iglesia era una sola y a todos sus miembros se les conocía con un solo nombre: CRISTIANOS. Luego vinieron las divisiones. Con la Reforma primeramente, vino la más grande de todas: católicos y protestantes (el catolicismo optó por separarse, antes que ceder). A partir de ahí y cada día con más fuerza, han surgido más y más divisiones (perdón, denominaciones). Conclusión: Se ha convertido en “folklore” el sentido de la unidad en Cristo. El cristocentrismo es solo un estandarte virtual, que cada congregación que se llama cristiana, enarbola para defender su división (perdón, denominación). Y es que estamos tan enfocados en tener nuestra propia iglesia, en sacar del centro a Cristo para colocarnos nosotros que, al paso que vamos, pronto cada cristiano va a tener “su iglesia”. Y no precisamente en los términos de que su cuerpo sea morada del Espíritu Santo, sino en el que ya algunos seguidores de Satanás se han quitado la “máscara de cristianos” que hasta hoy usaban y proclaman a los cuatro vientos que ellos son dios, que tú eres dios… que todos somos dios. Y esto también se ha vuelto “moda”. Por otra parte, la costumbre es cosa considerada solo para personas conservadoras, “reacias al cambio”. ¿Y qué si le digo que Cristo es el mismo ayer, hoy,… siempre? No concibo un cristiano que niegue la preexistencia de Cristo. Juan 1 (un pasaje muy conocido… y llevado y traído) nos habla de su eternidad en el tiempo. Eso, por sí solo, echa por tierra cualquier tendencia al cambio, a ceñirse a cualquier tipo de “moda cristiana”… ¡Qué bueno sería que los cristianos de ahora siguieran las costumbres de los del primer siglo! Entonces el cristianismo sería realmente cristianismo y no una caricatura de religión y los creyentes seguirían siendo tal cosa y no los “casi cristianos” que encontramos a menudo en las divisiones (perdón, congregaciones). ¡Gloria a Dios que soy un “conservador” defensor de la costumbre! Oro porque usted (todos los que nos llamamos cristianos) lo seamos. ¡Esa es la “Iglesia Verdadera” que muchos se empeñan en encontrar y pocos lo logran! Este escrito es una contribución de la agrupación para eclesiástica cubana: Ministerio CRISTIANOS UNIDOS. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.