Incendio en un geriátrico: dos muertos

9 jun. 2012 - pensiones por invalidez –opinó María. América González, legisladora de. Buenos Aires para Todos–. Y que, por una pelea política, el tema se.
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CIUDAD

Sábado 9 de junio de 2012

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EN FLORESTA s ESTABA HABILITADO POR EL GOBIERNO

Incendio en un geriátrico: dos muertos La cortina de un dormitorio, que entró en contacto con un calefactor, habría originado el fuego; fallecieron dos mujeres de 80 y 91 años Dos personas muertas y más de 22 heridos fue el saldo del incendio que se desató ayer a la madrugada en el geriátrico Josefina, situado en Mariano Acosta 171, entre Ramón Falcón y Rafaela, en Floresta. Las víctimas fueron dos mujeres, de 80 y 91 años, que dormían en una habitación del primer piso, donde se inició el fuego. Los bomberos las encontraron acostadas en sus camas, ya sin vida, cuando lograron ingresar en el establecimiento. Las causas del incendio, se presume, estarían vinculadas con una cortina que tomó fuego al entrar en contacto con una estufa. Aunque el jefe del equipo de bomberos que trabajó en el lugar afirmó que “es muy prematuro hablar por ahora de las causas”, aclaró que en la habitación donde comenzó el fuego había un calefactor de tiro balanceado con salida al exterior. En la investigación de las causas por el siniestro intervienen el juzgado de instrucción N°35, a cargo de Osvaldo Rappa, y fiscalía federal de Buenos Aires de Raúl Cavallini. En tanto, el gobierno de la ciudad informó que desde 2008 realiza campañas de prevención con las Cámaras de Geriátricos, que incluyen talleres de concientización para evitar los accidentes más comunes. Según adelantaron anoche fuentes judiciales a LA NACION, los primeros peritajes revelaron que el incendio se produjo porque se prendió fuego una cortina que estaba cerca de la estufa de la habitación donde dormían las dos víctimas. “Una de las mujeres murió carbonizada y la otra por intoxicación con monóxido de carbono”, puntualizaron.

Un hogar habilitado La Agencia Gubernamental de Control (AGC) del gobierno de la ciudad informó que el hogar “estaba habilitado y su titular es Carlos Bagbudarian”. La agencia detalló que la Dirección de Fiscalización y control realiza anualmente dos inspecciones integrales en los geriátricos. En Josefina, la primera de este año se hizo el 31 de enero y la próxima estaba pautada para agosto próximo. En tanto, el gobierno de la ciudad informó que desde 2008 realiza campañas de prevención con las Cámaras de Geriátricos, que incluyen talleres de concientización para evitar los accidentes más comunes. Los 22 pacientes heridos en el incendio, algunos de ellos de gravedad, fueron derivados para su atención médica a los hospitales Penna, Durand, Alvarez y Santojanni. Tres heridos presentaban un estado de gravedad y tenían “pronóstico reservado”, según informó el titular del SAME, Alberto Crescenti. Ayer a la mañana, los familiares de los pacientes del geriátrico se acercaban al lugar para verificar el estado de salud de sus seres queridos. La mayoría de los vecinos consultados por LA NACION aseguraron que el asilo era un lugar con muy buen trato y preocupación por los pacientes. También los familiares consultados coincidieron en la buena apreciación del lugar y no hablaron de cambiarse de institución. “No podía llegar de la desesperación, tengo a mi mamá internada acá”, dijo Silvia, de 58 años. “Me enteré por televisión de lo que estaba pasando y vine corriendo. Es muy bueno el lugar. Están todos los pacientes contenidos y los que trabajan

OPINION

Una tarea regulada a fuerza de tragedias EUGENIO SEMINO PARA LA NACION

FOTOS DE DYN

Personal del SAME asistió a los internados en el geriátrico, que fueron trasladados a diferentes hospitales de la ciudad

Ayuda de los vecinos Varios vecinos dijeron que, al enterarse del incendio, se acercaron al lugar personas que ya no trabajaban más en el lugar y trabajadores que ayer estaban de franco. “Acá hay muy buena atención. Los accidentes pasan como en todos lados... Todos los pacientes y familiares decían que el lugar es muy bueno”, aseguró Ninfa Sánchez, de 38 años, que tiene una panadería en frente del asilo. “Todo el mundo hablaba maravillas de este lugar. A los familiares que vi les extrañaba que hubiera pasado esto. Tenían buen trato y sobre todo son buena gente. Me da lástima lo que les pasó”, dijo Carmen Beldevere, de 58 años, que tiene un quiosco hace 32 años enfrente del geriátrico. Otros familiares opinaron diferente. Carlos Demarco, por ejemplo, aseguró que dijo que va a retirar a su hermano de 82 años del geriátrico: “Hoy me lo llevo a otro lugar. No me puedo quedar tranquilo sabiendo que mi hermano está en un lugar así”.

Informe de Marina Herrmann

Intoxicados por el humo Anoche permanecían internadas 11 personas afectadas por el incendio del geriátrico de Floresta. Dos de ellas, tenían pronóstico reservado, según informó a LA NACION el Ministerio de Salud del gobierno porteño. La mayoría de las internaciones se debieron a intoxicación producida por monóxido de carbono. Los hospitales Alvarez, Durand, Penna, Piñero, Santojanni y Vélez Sarsfield fueron los centros de salud a los que se derivaron los afectados por el fuego en el geriátrico. En el hospital Santojanni permanecían internadas cinco personas, dos de ellas graves y con pronóstico reservado. Una mujer de 83 años continuaba en terapia intensiva y un hombre de 81 años estaba internado en la sala de shock. Ambos abuelos presentaban pronóstico reservado.

Dramáticos antecedentes La historia reciente enumera varios antecedentes de accidentes en geriátricos de Capital Federal y el conurbano bonaerense que, años atrás, fueron escenarios del fuego, la muerte y la destrucción total.

El peor de los recuerdos

acá están poniendo el pecho. No voy a sacar a mi mamá, fue un accidente esto, no tiene nada que ver. Es un lugar agradable para los abuelos”, agregó a LA NACION. Daniel Curuchet también fue a ver a su hermano Sergio, de 55 años. “Mi hermano estaba bien, pero se alarmaron mucho. La encargada empezó a gritar y a pedir auxilio cuando vio el fuego. El estado del edificio siempre fue muy bueno y son todos muy profesionales. Nos llama la atención esto. La dueña está muy apenada por lo que paso”, dijo el hombre, acompañado por su mujer, Manuela.

Otro hombre, de 83 años, y dos mujeres, de 82 y 86 años, sufrieron una intoxicación por monóxido de carbono y estaban compensados. En el hospital Alvarez había anoche tres heridos: una mujer de 100 años que había sufrido una intoxicación por inhalar monóxido de carbono, aunque ya estaba compensada y en observación. Lo mismo ocurría con una mujer de 75 años y con un hombre de 83. En el hospital Durand había dos internados. Una mujer de 87 años también intoxicada por monóxido de carbono. Otra mujer de 89 años permanecía en el mismo centro médico y con idéntico pronóstico. En el hospital Penna se encontraba, al cierre de esta edición, una mujer de 70 años con el mismo cuadro clínico que las anteriores, compensada y fuera de peligro, según se informó.

Los familiares de los internados llegaron rápidamente al lugar

La gran tragedia que precedió al incendio en el boliche Cromagnon, donde murieron 194 jóvenes, fue la catástrofe en la clínica neuropsiquiátrica Saint Emilien, de Saavedra, donde murieron 68 personas y hubo 192 heridos. El fuego alcanzó los seis pisos del edificio de la clínica, donde había internadas 410 personas. La causa judicial donde se buscó a los responsables de la tragedia por acción u omisión quedó prescripta y está archivada, tras una decisión de la Corte Suprema de Justicia por lo que nunca los culpables fueron castigados. Hubo algunas demandas civiles que sí prosperaron y familiares de las víctimas cobraron indemnizaciones de la clínica, del gobierno porteño y de obras sociales de algunos ministerios.

Sólo 15 agentes controlan a 656 asilos en toda la ciudad Realizan dos inspecciones al año; la defensoría recibe denuncias diarias La Defensoría del Pueblo de la Tercera Edad porteña recibe cada semana una decena de denuncias sobre geriátricos. En la ciudad de Buenos Aires hay 656 establecimientos habilitados que son controlados por sólo 15 agentes. Así lo informó la Agencia Gubernamental de Control (AGC), que este año inauguró un sistema de auditoría integral para este tipo de establecimientos calificados de “críticos”. Esto significa que los geriátricos deben ser inspeccionados, por lo menos, dos veces al año. Una de las revisaciones debe ser completa e integral. “El operativo puede demandar hasta un día completo”, indicó a LA NACION Rafael Roldán, director de fiscalización y control de la AGC. Según Roldán, la cantidad de inspectores con los que cuenta para inspeccionar los establecimientos es suficiente: “Este año habremos completado las inspecciones obligatorias antes de tiempo. Es uno de los rubros más críticos. Se ve poco interés, poca inversión y mucha demanda”. Desde el Ministerio de Desarrollo Social, del que depende la Dirección de Tercera Edad, informaron ayer que contabilizan 584 geriátricos en los que viven 17.500 personas. La po-

blación de tercera edad, recordaron, está conformada por 620.000 abuelos. El gobierno porteño cuenta con dos hogares de residencia permanente, pero los alojados pueden entrar y salir cuando quieren. Ellos son el Hogar San Martín y el Rawson, que suman 500 plazas, y dos hogares más en Necochea y en Ituzaingó, en la provincia de Buenos Aires. En lo que va del año, se realizaron 200 inspecciones integrales y 186 regulares, según indicaron en la agencia. En ese lapso, hubo 22 clausuras. “Los controles más duros se realizan en los dispositivos de seguridad. Pasa lo mismo con los jardines de infantes”, agregó el funcionario.

Controles Roldán negó que la superpoblación sea un problema destacado en los geriátricos. “Las pocas veces que la capacidad de los establecimientos se ha visto superada ha sido por una o dos personas. Los controles estrictos no lo permiten”, aseguró. El defensor del pueblo de la tercera edad de la ciudad de Buenos Aires, Eugenio Semino, precisó a LA NACION que recibe “una decena de denuncias por semana”. Las quejas tienen distintas ca-

racterísticas. Algunas se refieren al maltrato individual, otras al maltrato institucional, problemas con el personal o de infraestructura. “Este hecho no es atípico se viene repitiendo desde la década del 80 hasta ahora, cuando murieron 67 abuelos al incendiarse el geriátrico Saint Emilien”, explicó Semino. “Lo que cambia es la cantidad de víctimas”, agregó. El defensor reclamó controles para los geriátricos y “un sistema integrado estatal para que haya disponibilidad de camas públicas”. “Este tipo de geriátricos, desgraciadamente, en muchos casos es un depósito de ancianos. Y que perjudica a los más débiles. Las personas que vienen de un nivel de clase media o media alta no los mandan a este tipo de establecimientos. Acá va la gente con pensiones no contributivas, con pensiones por invalidez –opinó María América González, legisladora de Buenos Aires para Todos–. Y que, por una pelea política, el tema se ha derivado al Ministerio de Salud de la Nación cuando debería ser el PAMI el que tiene que atender estas cuestiones. Respecto de los controles la Nación y la Ciudad tienen responsabilidad. Pero, como siempre, la gente queda en el medio.”

En geriatría hubo varios “Cromagnones” olvidados. En la ciudad hubo sucesivas tragedias en una actividad que fue regulada sólo en 2000. El Estado de la Ciudad empezó a controlar la situación de los geriátricos en 2002, luego de la catástrofe del geriátrico de la calle Superí, donde murieron cinco abuelas. A partir de esa tragedia, se redactó la ley 661, que está en vigor. Recién fue reglamentada en 2005, cuando murieron otras dos abuelas en un geriátrico de la calle Saavedra de forma muy parecida a lo que vimos ayer. La ley reglamenta la cantidad de metros, los detalles de infraestructura y lo que tiene que ver con la cantidad de personal y los mecanismos de atención. La Ciudad los controla, y los que tienen camas contratadas por el PAMI también reciben auditorías. Con esta ley pasó algo particular. Al momento de ser promulgada, había cerca de 1000 geriátricos en la ciudad. Cuando se reglamentó, quedó la mitad: hoy no llegan a 600. ¿Qué pasó? Los que no se adecuaron a la norma no dejaron de ser geriátricos, sino que pasaron a funcionar clandestinamente. Es muy difícil saber cuánta gente vive en esos “geriátricos truchos”. Como la ley considera geriátrico al establecimiento con más de cinco personas, muchos reciben a tres o cuatro, y así escapan de la ley. Mientras tienen abuelos autoválidos no pasa nada, pero cuando empiezan a deteriorarse, surgen los problemas graves.

“Hay dos víctimas en este sistema: los empleados de los geriátricos y los abuelos” El otro gran tema es que no hay camas suficientes para el requerimiento de la ciudad, tanto a nivel privado como público. Si se considera que un geriátrico privado puede costar entre 6000 y 7000 pesos, ¿cuántas familias pueden pagar esa suma? Con el agregado de que en mayo de 2002 el decreto de emergencia sanitaria, que agrega el Plan Médico Obligatorio, exime a las obras sociales y prepagas de la internación geriátrica; es la familia la que debe afrontar el pago. Y el sistema clandestino se alimenta de estas situaciones. Uno de los graves problemas que encontramos cuando hacemos operativos y clausuramos los “geriátricos truchos” es qué hacer con los abuelos. Van al hospital de agudos para ser compensados, pero a la semana les dan de alta y regresan al sistema clandestino. Hay una enorme escasez de camas y en la ciudad tenemos una población envejecida. La internación geriátrica es prácticamente una internación de urgencia: cuando se llega a ella, es porque se agotaron las posibilidades anteriores. Hay dos víctimas en el sistema: la gente que trabaja en los geriátricos y los abuelos. Esta es una tarea de muy baja calificación. El trabajo con adultos mayores genera un deterioro muy grande si no se lo hace con técnicos especialistas y con una adecuada rotación de personal. El problema al que muchas veces nos enfrentamos es que en el sector de atención a la gente mayor muchos buscan personal barato y esto, como es fácil comprender, deriva en que frente a los pacientes haya gente sin la capacitación adecuada.

El autor es gerontólogo y defensor del pueblo de la tercera edad porteño

Morón/julio de 2008

Avellaneda/abril de 2007

Palermo/julio de 2005

Balvanera/julio de 2004

Siete muertos, cinco de ellos carbonizados

Tres muertos y 20 heridos

Tres mujeres murieron tras una explosión

Dos muertos y destrucción total

El incendio ocurrió en un geriátrico situado en Monteverde 761, en la ciudad de Castelar. Cinco de las personas fallecidas fueron retiradas del lugar carbonizas, al tiempo que otras nueve resultaron heridas y trasladadas a distintos hospitales de la zona. El fuego destruyó cinco ambientes y fue extinguido por seis dotaciones de bomberos.

El siniestro, que se inició tras un cortocircuito en el geriátrico Mi Casa, en Gerli, terminó con la vida de tres ancianos y provocó heridas en otros 20. El establecimiento tenía habilitación provisional para alojar a 14 personas, pero hospedaba a 29 internos.

El fuego se inició en el geriátrico privado Costa Rica, situado en la calle con el mismo nombre al 4700, entre Borges y Gurruchaga. La explosión de un calefactor eléctrico de aceite fue el detonante para que comenzara el fuego. Tres mujeres murieron mientras dormían en la misma habituación en la que se encontraba el artefacto.

El incendio en un geriátrico de Saavedra 1934 terminó con la vida de dos personas y 41 heridos, que presentaron principios de asfixia y quemaduras en todo el cuerpo. El fuego provocó la destrucción total de la vivienda y los evacuados fueron a un templo evangélico.