La historia cíclica de la crisis

economía emocional son una vía rápida para ganar el Nobel”. Iain Pears en Madrid durante la presentación de su libro 'La caída de John Stone'. / JMCadenas.
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OCIO / LITERATURA

Expansión Sábado 17/07/10

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findesemana

La historia cíclica de la crisis “La economía está en manos de matemáticos que ignoran su propio pasado” Iain Pears,historiador y ex reportero de la BBC, presenta en España su novela ‘La caída de John Stone’ y advierte de que los estragos de la crisis podrían evitarse si los economistas estudiaran más la Historia. Si la Historia es cíclica, el mejor remedio para la crisis es que los economistas la conozcan, y así no repetir errores y anticipar el futuro.

La novela ● Ambientada en los siglos XIX y XX,‘La caída de John Stone’encierra una trama detectivesca a raiz de la muerte de un financiero millonario. Una obra sin género concreto que puede ser leída como novela histórica o thriller. Pears reconoce que le encanta complicar la tarea de los ingleses al etiquetar libros.

ConstanzaCervino

El ser humano es contradictorio por definición. Y no siempre actúa de acuerdo con sus propios intereses. “Hay miles de ejemplos en la historia de gobiernos que sabotean la economía de su propio país porotrasrazones”,afirmaIain Pears, historiador y ex reportero de la BBC, que acaba de publicar en España su novela La caída de John Stone (Seix Barral). Asujuicio,losinversoresen hedge funds (fondos de alto riesgo) están convencidos de queelEstadosiempreharátodo lo posible para ayudarlos. Sin embargo, augura para ellos una sorpresa, y no precisamentebuena:“Lahistoriaes cíclica, y los economistas reciben una formación tan especializada, tan técnica, que se convierten en auténticos analfabetos en el campo de las humanidadesodelahistoria.Por esovuelvenacometerlosmismoserrores”. Especulacióncaduca Tras su experiencia como conferenciante en Suiza, país al que acudió para pronunciar una charla sobre hedge funds para especuladores y economistas,pudoconfirmarsuteoría. “Todos eran muy inteligentes. Rondaban los veintimuchos y los treinta y pocos años, pero ya controlaban sumas gigantescas de dinero, como si se tratara de un videojuego inmensamente complejo. La diferencia es que jugaban con el dinero de otra gente”, describe el historiador, quien añade que descubrió “que no tenían ni idea de historia y que actuaban guiados por el sistema del libremercado. Creían, ingenuamente, que siempre seguiría funcionando así y que siempre existirían libremercados, gobier-

● El novelista empezó a escribir su libro entre los años 2005 y 2006.Al tratar el Pánico de 1890 no pretendía analizar la actual crisis económica, pero comenta que las similitudes demuestran que la historia es circular. ● Escrita en orden cronológico invertido, Pears imita en su obra el sistema de aprendizaje de sus hijos, que empiezan con el presente para acabar profundizando en el pasado.

Iain Pears en Madrid durante la presentación de su libro ‘La caída de John Stone’. / JMCadenas

nos democráticos y el modelo denegocioqueconocíanhasta entonces. Y tuve que explicarles que ésto que creían eterno sólo tenía 30 años de antigüedad. No hay ningún motivo para que esta situación dure parasiempre”. Por ello, Pears recomienda estudiar la historia en profun-

“La historia es circular, por eso los economistas deben estudiarla para no repetir los errores” “El sistema de mercado que los especuladores creen eterno sólo tiene 30 años de antigüedad”

didad, ya que aporta las claves sobre posibles acontecimientos futuros y demuestra que las cosas pueden cambiar de formaradical. Según el autor, no hay nada que pueda indignar más a un especulador que la gente que lo tilda de inmoral. “Cuando trabajaba como reportero

económicoestuveencontacto estrecho con economistas, inversores y especuladores. Y reconozco que eran todos encantadores”. Pears atestigua que tenían valores morales, queeranconsideradosygenerososyqueposeíanunsentido muy profundo sobre su deber comoprofesionales.

El Pánico de 2010 “Los mercados hoy son muy flexibles tanto para transferir dinero como el caos en pocos segundos” sostiene Iain Pears. En su opinión, si la economía griega se declarara definitivamente en bancarrota, esta realidad se extendería como una onda expansiva por todo el planeta.“Se emplean los mismos canales por los que circula el dinero, y éstos están conectados con el resto del mundo. Por tanto, cualquier problema que surja tendrá un efecto dominó sobre el resto”. Según el historiador, es un error comparar esta crisis económica con el crac del 29, dado que se asemeja más al pánico desatado en 1890.“La diferencia reside en que antes, la economía era como el tiempo, no era algo que los gobiernos pudieran controlar.Y tampoco había democracias ni sufragio universal. Ésta es la primera vez en la historia que tanta gente posee cuentas de ahorro y que los gobiernos están tan involucrados.Ahora están obligados a producir riqueza y crecimiento para que los ciudadanos les voten.Vivimos una situación única y de dimensiones aún no muy claras”, concluye.

Sin embargo, reconoce que todaestaamalgamadebuenas intenciones quedaban contradichas por su profesión. “Algunosvendíantabaco,otrosfinanciaban compañías que fabricaban armas. ¿Cómo reconcilias tus valores morales con acciones que tienen consecuencias?Esmuydifícil”.

“No hay nada que pueda indignar más a un especulador que la gente que lo tilda de inmoral” “Algunas corrientes alternativas sobre la economía emocional son una vía rápida para ganar el Nobel”

Son estos contrastes llenos de dramatismo los que aparecen reflejados en la última novela del historiador. “Utilizo característicasdegentequehe conocidoparadotaramispersonajes de realismo. Sin estas contradicciones la obra perderíaautenticidad”. Falsamoneda Iain Pears no se limita a criticar la rama convencional de la economía. “Estaría muy de acuerdo con corrientes alternativas como la economía emocional o la economía conductual si no se limitaran a una simple ecuación matemática, pero muchas de ellas no se sustentan en bases sólidas y pueden desmoronarse rápidamente”. En su opinión, estos disidentes de lo tradicional publican libros en los que proponen fórmulas atractivas pero sin contundencia, “para ganar más rápidamente el premio Nobel de Economía”. Y justifica: “Con esta novela no pretendo cambiar el mundo. Si así fuera, sería arrogante y estúpido”.