RECURSOS ESCUELA SABÁTICA Comentarios de la Lección Joven I Trimestre de 2015 Proverbios Lección 7 14 de febrero de 2015
Cómo tratar con las peleas Profundiza “¡Se armó la gorda!” Juan José Andrada “Se armó la gorda”, “La cosa está que arde” o, “La cosa se puso color de hormiga”, son expresiones de la lengua popular para indicar la existencia de un grave conflicto. Por más inventos logrados en todas las disciplinas de su desempeño, el hombre no ha sido capaz de encontrar la fórmula para vivir en paz con sus semejantes. Lamentablemente por más que se busque un lugar que esté libre de conflictos, no lo encontraremos. Están en todas partes; en la escuela, en la calle, en el trabajo, en el hogar y también en la iglesia entre “los santos”. El punto no es si habrá o no conflictos, sino la forma de enfrentarlos. Lo importante es la actitud que se asume frente a ellos y tratar de no ser nosotros los generadores de conflictos sino los pacificadores. Recuerda que Jesús dijo: “Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9). El libro de Proverbios abunda en sabios consejos no solo para el manejo de conflictos sino para evitarlos. Una de las causas más frecuentes de conflictos sin duda son nuestras inoportunas palabras. Proverbios dice: “la palabra áspera hace subir el furor” (Proverbios 15:1). “En las muchas palabras no falta pecado, más el que refrena sus labios es prudente” (Proverbios 10:19). “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada…” (Proverbios 12:18). Otra causa es nuestra naturaleza caída que se revela en un carácter iracundo: “El hombre iracundo promueve contiendas” (Proverbios 15:18). “El que fácilmente se enoja hará locuras, y el hombre perverso será aborrecido” (Proverbios 14:17(. “El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos” (Proverbios 16:28). Otras razones comunes por las cuales surgen conflictos son: La subjetividad en la forma de percibir las cosas. Dos personas pueden estar en el mismo lugar, escuchando lo mismo y viendo lo mismo, pero percibir las cosas de manera diferente. También la información incompleta, las fallas en la comunicación, la desproporción entre los recursos disponibles y las necesidades, la independencia al actuar en una agrupación, el © RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
deseo excesivo de controlar a los demás y la tendencia a andar haciendo comparaciones pueden ser causas generadoras de conflictos. Se ha dicho que para que exista un conflicto se requiere la voluntad de dos; es decir, cuando uno no quiere, aunque el otro busque pelea, no la habrá. De modo que los desencadenantes (gestos, palabras ofensivas, acciones groseras, etc.), no son necesariamente la única razón para que surja un conflicto, todavía hace falta la interpretación por parte de la otra persona. Porque ante las acciones, gestos y palabras ofensivas puedo elegir interpretarlas de otra manera. ¿Qué tal si pienso? “Debe estar muy estresado (a)”, “En ocasiones yo he actuado igual, voy a comprenderlo/a”, etc. creo que las cosas serían diferentes. Los conflictos acarrean mucho mal. Todos nos sentimos sumamente mal cuando nos encontramos en una situación tirante o de conflicto con otra persona. Por lo general los conflictos pueden generar hostilidad, violencia, prejuicio, resentimiento. Afectan el rendimiento de las personas en todos los ámbitos de su desempeño. Dañan la imagen corporativa de la iglesia, afectan el poder del testimonio personal, pueden predisponer a las futuras generaciones (problemas entre familias que se pasan de padres a hijos); pero lo principal, ofenden a Dios. Dado que es un asunto muy serio ¿Qué podemos hacer para darles un manejo adecuado o evitarlos? En primer lugar: Partir de la verdad que todos somos hijos de Dios. Hemos sido creados por él; y para el cielo cada persona es de gran estima (Prov.22:2). Por lo tanto debemos respetar, valorar y amar a nuestros semejantes. En segundo lugar, reconocer y aceptar que todos somos diferentes, tenemos ideas, personalidad y carácter diferente; no que uno sea mejor o peor que otro sino diferente. Eso significa que hay que desarrollar una actitud humilde y de comprensión hacia los demás para que en esas diferencias, el ambiente en donde estamos sea enriquecido y cada vez mejor (Prov.16:32). En tercer lugar no tomar como personales (ataque) los comentarios de otras personas, no actuar de la misma manera, no sea que nos encontremos haciendo justamente lo que señalamos como un mal de otros (Prov.14:29). En cuarto lugar aprender a escuchar y dialogar. Todos tienen cosas muy positivas (Prov.15:31). Quinto, tratar de resolver cristiana y bíblicamente cualquier situación. Eso significa que no hay que compartir con otros el mal de nuestro prójimo sino acudir con él (ella), para que con el Espíritu de Cristo, poner las cosas en paz (Proverbios 25:9). ¡Qué bonito es estar en paz! ¿No es cierto? Todo nos parece mejor, el aire, el ambiente, los alimentos, la vida, los cultos, el hogar, etc. Qué tal si nos proponemos que en lugar de que se diga: “Se armó la gorda” o “La cosa está que arde”, que se diga: “…Hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros” (2 Corintios 13:11).
Profundiza Retórica divina y justicia para el desvalido
Emmer Chacón
Deuteronomio presenta a Dios de una manera muy polifacética y el pasaje de Deuteronomio 24:10-22 muestra una de esas facetas el carácter de Dios. Estamos leyendo © RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
acerca de hacer lo que es correcto, de hacer lo justo; de ser correcto, de ser justo. Se trata de justicia y equidad en el trato con aquellos que están en condiciones de desventaja y son vulnerables en el entorno social. El pobre, el extranjero, el huérfano y la viuda. Deuteronomio 24:10-22 es parte del Código Deuteronómico (Deuteronomio 12-26) el cual provee el marco legal para la vida del pueblo de Israel una vez llegasen y se instalasen en la tierra prometida. La lectura cuidadosa de este pasaje provee pautas para entender el trato que Dios espera que su pueblo dispense a aquellos que como el pobre, el extranjero, el huérfano y la viuda no cuentan con protección ni respaldo. Su protección y respaldo es el Señor. Es interesante la posible gradación en el orden de la lista en relación a la exposición y/o vulnerabilidad del individuo. Los versos diez al trece del capítulo 24 dan una pauta para casos de préstamo, versos 14 y 15 lidian con pago de jornales, el 16 con responsabilidad moral, los versos diecisiete y dieciocho son una especie de resumen; mientras diecinueve al 22 tratan de la cosecha en relación al extranjero, el huérfano y la viuda. Todas las negaciones, once prohibiciones en total, están expresadas usando la forma hebrea más fuerte posible. Son estructuras formadas por un negativo y un verbo en imperfecto. Esto es lo que se conoce como leyes apodícticas. Estas leyes son irrefutables tal como los diez mandamientos que usan esta misma estructura sintáctica. La lectura sencilla del texto revela lo enfático del vocabulario usado. Ejemplos tales como “Sin falta…” y el recuerdo constante de que el pueblo ha de ser cuidadoso en su trato con estos sujetos porque “fuiste siervo en Egipto” (versos 18 y 22), para que no se le cuente por pecado (verso 15) sino que le sea “justicia delante de Jehová tu Dios,” para “que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos.” Adicionalmente, dos veces el Señor dice “yo te mando que hagas esto.” Es interesante que en Deuteronomio 15:111, se declara que no habrá pobre en Israel mientras que el pobre no será erradicado de la tierra. El otro elemento resaltante es que tanto en Deuteronomio 15:1-11 como en Deuteronomio 24:13-15 la conducta hacia el menesteroso hace una diferencia entre 1 aquel a quien el Señor acredita justicia o pecado. Esto se ve reflejado poderosamente en el libro de Proverbios que elabora el resultado ético y trascendente de la conducta hacia el pobre y desvalido hasta el punto de declarar que “A Jehová presta el que da al pobre.” Declaraciones como esta dieron pie al concepto, especialmente explotado en la teología católica, acerca de los tesoros en el Cielo, en los cuales el creyente puede 2 depositar incluso méritos; este es un concepto ausente de la Escritura. El mismo texto en consideración enfatiza la responsabilidad absolutamente individual ante Dios, verso 16. Estas son leyes no negociables que “ordenan un trato preferencial para estos seres desvalidos y limitan la autoridad de los lideres, y expresan consistentemente una preocupación por la forma como las acciones de los individuos afectan a la comunidad co3 mo un todo”. Todo esto expresa una responsabilidad personal del creyente para con el desvalido, un compromiso ético ante Dios y la humanidad de cuidar de aquel y aqueOosthuizen, Martin J., Journal of Theology for Southern Africa, Nº 96 (Noviembre de 1996): pp. 53-54. Gary A. Anderson, Charity: The Place of the Poor in the Biblical Tradition (New Haven: Yale University, 2013), pp. 184, 185. 3 Deanna Thompson, Deuteronomy: A Theological Commentary on the Bible Belief: A Theological Commentary on the Bible (Louisville, KY: Westminster John Knox Press, Marzo 11, 2014), p. 13. 1 2
© RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
llos a quienes la mayoría olvida a quienes carecen de respaldo y cuido a quienes el Señor de alguna manera y por alguna causa los considera sus preferidos y a quienes hace sujetos de su especial cuidado y atención. Lo interesante es que para cumplir con ese cuidado y atención del pobre, el extranjero, el huérfano y la viuda… el Señor cuenta con su pueblo escogido sobre la tierra. El Señor cuenta contigo y conmigo para esta tarea.
Extraído del blog Escuela Sabática Universitaria Universidad de Montemorelos
© RECURSOS ESCUELA SABÁTICA