Las misiones interculturales - Recursos Escuela Sabática

22 ago. 2015 - Nació en Galilea, que tenía una .... que no era judío. En otro viaje, Jesús cruzó el mar de Galilea para restaurar a un hombre que, a los ojos ...
30KB Größe 9 Downloads 93 vistas
Casa Publicadora Brasilera Comentarios de la Lección de Escuela Sabática III Trimestre de 2015 Misioneros

Lección 8 (15 al 22 de agosto de 2015)

Las misiones interculturales Alexandre Palomares, Eliel Abreu, Emenson Câmara, Charlie Castro, Felipe Cayres Lima, Felipe Dutra y Odair Silva 1

Introducción Jesús no nació en la región más noble del territorio israelita. Nació en Galilea, que tenía una población de aproximadamente 200.000 habitantes, cercana a las rutas comerciales del imperio romano. Vivir en esa zona expuso a Jesús a un mayor contacto con los gentiles. En su ministerio, Él demostró que los gentiles también eran la meta del plan divino de salvación. ¿De qué modo nuestra vida debe ser impactada por el ejemplo de Jesús, quien trató a los gentiles de manera amable? ¿Cómo poner en práctica todo lo que nuestro Maestro nos enseñó? ¿De qué manera podemos traspasar las barreras que la cultura ha impuesto para alcanzar a los nuevos “gentiles” sin que el evangelio pierda su relevancia?

La mujer samaritana En lo que respecta a las misiones interculturales, Jesús fue un revolucionario en su tiempo. En un período cargado de tradiciones “antipecado”, si usamos esas tradiciones como molde para analizar el episodio del encuentro entre Cristo y la mujer samaritana (Juan 4:4-30), podemos ver a Jesús transgrediendo de manera explícita esas tradiciones, a punto tal de causar asombro en la samaritana y en sus discípulos. Era impensable siquiera el contacto entre un judío y una mujer que no fuera integrante de su familia. En el caso de Jesús, eso se agravó porque la mujer era samaritana. ¿Estaba haciendo algo malo Jesús al quebrantar esas tradiciones? ¡De ninguna manera! Esas costumbres que involucraban a los judíos y a los samaritanos habían generado actitudes de hostilidad y prejuicio. Jesús respetaba las tradiciones y las costumbres (supliéndolas cuando estaban en contra de los principios divinos). En Los autores son alumnos de 4º año en la Facultad de Teología de la UNASP (Universidad Adventista de San Pablo), campus Engenheiro Coelho, orientados por el pastor Marcelo Dias, profesor de Teología, y cursando el doctorado en Misiología en la Universidad Andrews, Estados Unidos. Recursos Escuela Sabática ©

1

esta ocasión, en Samaria, Jesús contextualizó el mensaje, abandonando las tradiciones humanas a fin de salvar a la samaritana. El mensaje de Cristo no se limita a una cultura o a un pueblo. Se presenta a todas las culturas de todos los tiempos. Muchas veces, al ingresar en un territorio misionero, los aspectos culturales de quien misiona, deben ser dejados de lados y éste tiene que adaptarse al entorno (sin transgredir los principios bíblicos). Es importante recordar al respecto, el consejo paulino: “Con los judíos me hice judío, por ganar a los judíos; a los que están sujetos a la Ley, –aunque yo no estoy sujeto a la ley– como si estuviera sujeto a la Ley; para ganar a los que están sujetos a la Ley; a los que no tiene la Ley, me hico como si yo estuviera sin la Ley, –aunque no estoy sin la Ley de Dios, sino en la Ley de Cristo–, para ganar a los que están sin ley. Me hice débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me hice todo, para que de algún modo salve a algunos. Esto hago por causa del evangelio, para participar de él” (1 Corintios 9:20-23).

El oficial del ejército romano En los Evangelios y en el libro de los Hechos, aparecen centuriones romanos con integridad y buen carácter. En Lucas 7:1-10 encontramos un ejemplo de ello. Aunque los judíos no sentían afecto por los romanos, y mucho menos por los soldados, fueron los ancianos de la sinagoga los que intercedieron por el centurión. Este romano tuvo consideración hacia el pueblo judío de Capernaúm, puesto que había construido una sinagoga, amaba a su siervo, y no quería que éste muriera. Probablemente, este centurión había escuchado acerca de los milagros de Jesús, y por ello fue llevado a creer que su siervo sería sanado. El centurión parecía entender que sólo era necesario confiar en Jesús. Fue esa fe de la que Jesús se asombró, proveniente de alguien que no era judío, ni discípulo suyo. Su fe fue notable, ante la perspectiva judaica, debido a que era gentil. En contraste, Jesús se asombró ante la incredulidad de los judíos. El siervo fue sanado, de acuerdo con la fe del centurión, a la distancia (Mateo 8:11, 12). En este episodio podemos tener una vislumbre del reino de los cielos y la reunión de los hijos de Dios, aquellos que hayan demostrado una fe igual a la de aquél centurión.

Tratando con demonios Dos sanaciones, dos pedidos, dos encuentros, dos consecuencias. Mientras que la mujer rogó encarecidamente por un milagro para su hija, el endemoniado le pidió a Jesús que se fuera. En los dos encuentros, encontramos el reconocimiento de Jesús como Mesías: la mujer lo llamó “Hijo de David”, mientras que los demonios lo reconocieron como “Hijo del Altísimo”. Estos dos sanamientos ocurrieron en territorio gentil. Jesús recorrió cerca de doscientos kilómetros sólo para tener un encuentro con esa mujer de Tiro. Fue el mayor trayecto recorrido por Cristo, y fue hecho en favor de alguien que no era judío. En otro viaje, Jesús cruzó el mar de Galilea para restaurar a un hombre que, a los ojos Recursos Escuela Sabática ©

humanos, no podía ser salvo. Aun sabiendo que su popularidad disminuiría en virtud del incidente con los cerdos, Jesús prefirió sanar. Dios ama a todos, independientemente del origen. En el contexto bíblico, hizo Pactos con Adán, Noé y Abraham, y ninguno de éstos era judío. Romanos 1:16 nos instruye que la salvación vino primero para el judío, pero también para el griego (no judío). En la época de Cristo, aparentemente los judíos estaban rechazando el pan (según el relato de la mujer siro-fenicia), y Jesús no sólo estaba ofreciendo migajas, sino que todo su poder estaba en favor de los gentiles. Todos los pueblos debían conocerlo.

Los diez leprosos En el relato de Lucas 17:11-19, se evidencian algunas actitudes de los diez leprosos, tales como el interés, la incredulidad y la ingratitud de nueve de ellos en contraste con la fe, la gratitud y el reconocimiento de único que volvió para agradecer. El interés demostrado allí no fue hacia la persona de Jesús, mucho menos por la salvación que Él podía ofrecerles, sino por la curación de su enfermedad. Su único y exclusivo interés era la sanidad física, desaprovechando la sanidad completa que Jesús podía efectuar. Creyeron que Él podía sanarlos, pero a través de su actitud demostraron no creer que podían ser salvos por Él. Finalmente, fueron ingratos ante la bondad y el amor de Jesús, que deseaba concretar en su vida la curación completa, la que solo Él puede ofrecer. Al contrario de los nueve restantes, el samaritano volvió y demostró fe en Jesús. Él alabó a Dios por el don recibido, demostró que estaba agradecido por haber recibido una nueva oportunidad. Tal vez ahora podía volver con su familia, hacia la comunidad, e incluso contarle a los suyos que había sido sanado por Jesús. Él reconoció que, de no haber sido por Jesús, continuaría perdido. Tal vez nos identifiquemos más con los nueve interesados, incrédulos e ingratos, por el hecho de que en muchas ocasiones buscamos a Dios pensando sólo en nosotros mismos. Falta muy poco para que en nuestras oraciones digamos: “Sea hecha tu voluntad, pero que ella esté de acuerdo con la mía”. Las iglesias están repletas de personas en busca de un “curandero”, en lugar de buscar al Médico que puede curar, no sólo las enfermedades, sino el ser completo. La pregunta que hizo Jesús resuena a través del tiempo: “¿Dónde están aquellos a los que vine a salvar? ¿No tendrán fe, gratitud y reconocimiento por lo que he hecho por ellos? ¿No volverán para que yo los salve, de una vez por todas?”. Jesús anhela que volvamos a Él para que así podamos escuchar estas palabras: “Tu fe te ha salvado”.

Los griegos y Jesús Jesús estaba rodeado de adoradores judíos que, comparados a los griegos, eran considerados maestros. Estos maestros no estaban entendiendo la misión de Jesús (Juan 12.34). Decían que estudiaban la Ley y que el Cristo permanecería para siempre, pero no entendieron que Jesús debía morir por ellos como expiación por el pecado. Por otro lado, “los griegos anhelaban conocer la verdad acerca de su misión. ‘Querríamos ver a Jesús’, dijeron. Lo que deseaban les fue concedido. Cuando la Recursos Escuela Sabática ©

petición fue presentada a Jesús, estaba en aquella parte del templo de la cual todos estaban excluidos menos los judíos, pero salió al atrio exterior donde estaban los griegos, y tuvo una entrevista con ellos”. 2

Para estudiar y meditar Los movimientos cristianos misioneros han existido en todos los períodos de la Historia. Desde la iglesia apostólica, las órdenes monásticas, los valdenses, los moravos y otros han movilizado cristianos para testificar del evangelio. En 1792, William Carey publicó una obra influyente que estimuló a muchos a involucrarse en la predicación del evangelio a todo el mundo, y una nueva fase en las misiones protestantes se inició. Actualmente, muchos cristianos del hemisferio sur han asumido esta responsabilidad mundial. El cristianismo no es una religión local, exclusiva de un grupo social o una etnia determinada. El solmene mensaje del poder renovador y de la gracia redentora de Dios debe llegar a cada habitante de este planeta, a los que están cerca y a los que están lejos, pues de todos los países se reunirán hombres y mujeres que estarán presente ante el Trono de Dios y del Cordero, exclamando: “La salvación se debe a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero” (Apocalipsis 7:10).

Traducción: Rolando Chuquimia © RECURSOS ESCUELA SABÁTICA

2

Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, p. 575. Recursos Escuela Sabática ©