Espectáculos
Página 2/LA NACION
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Jueves 21 de enero de 2010
TEATRO La banda de la risa: una de las compañías teatrales más emblemáticas, de aniversario
años 25 de comedia El nuevo elenco de Arlequino y su protagonista y director, Claudio Gallardou
Arlequino años 80 y Arlequino de la era K
Continuación de la Pág. 1, Col. 2 ciertas nuevas tendencias que de a poco iban apareciendo y tratar de fortalecer, desde ahí, su necesidad de ser artistas. La banda de la risa cumple en esta temporada 25 años. “¡La puta madre!”, dice Claudio Gallardou, uno de los referentes más sólidos del grupo, mostrando alegría y asombro a la vez. Y este cumpleaños, al menos para él, se da en un momento clave de su vida, porque está esperando un hijo: “Me decidí, ya era hora” explica este payaso cincuentón que parece, por un rato al menos, haberse sacado los grandes zapatones y la nariz roja, para ponerse un poquito serio. Los 25 años de La banda de la risa lo tienen súper activo. Es que reponen Arlequino, de Carlo Goldoni, una obra que concibieron a mediados de los años 90, en la Fundación Banco Patricios, y que ahora presentarán, a partir del próximo viernes, en el La Comedia. “Son 25 años de estar atrás de una idea –comenta Gallardou–, de un objetivo; de querer encontrarte con los amigos, de querer crecer, tener sueños juntos; de sostener un grupo, algo para lo cual no hemos sido educados. Más allá de las derivaciones que el grupo tuvo a lo largo de toda su historia, La banda sigue. Es probable que se haya agrandado demasiado y entonces participamos en los espectáculos los que tenemos disponibilidad.” Lo dice porque el “Bicho” Gómez está haciendo temporada en Villa Carlos Paz, Diana Lamas filma una película, Claudio Da Passano está en gira con un espectáculo de Daniel Veronese, pero ellos se volvieron a juntar el año pasado en el Cervantes para hacer una breve temporada de otra reposición, Fausto... o rajemos que viene Mefisto. La primer experiencia verdaderamente teatral del grupo y con la que entraron al Teatro Nacional Cervantes, a fines de la década del 80, con auspicios del Celcit y del Fondo Nacional de las Artes. “A partir de ahí encontramos una manera personal de expresarnos y una forma de contar el teatro clásico –explica Gallardou–: jugando, transgrediendo, con máscaras, con circo, con canciones. Tenemos la alegría de haber subsistido con propuestas arriesgadas porque consta que, todo el tiempo, buscamos géneros nuevos en obras que nos exponen de tal manera que tenemos que rebuscárnoslas para salir airosos.”
GABRIELA VALLE
PARA AGENDAR
Arlequino, de Goldoni. Versión y dirección de Claudio Gallardou. La Comedia, Rodríguez Peña 1062 (4815-5665). Viernes y sábados, a las 23; y domingos, a las 21. $ 65.
En la nómina de esos clásicos se suman al Fausto, Martín Fierro, Sueño de una noche de verano de Shakespeare, Arlequino de Goldoni, El Pelele (a partir de un texto de Carlos Arniches) y Un hombre es un hombre de Bertolt Brecht. –En los años 80, La banda de la risa respondía a un mundo joven que, en los albores de la democracia, se imponía con fuerza. ¿Qué pasa hoy, 25 años después? –Cada vez necesitamos estar más comprometidos con un discurso. Lo estético no alcanza, no vasta con la transgresión, tenemos que entrar en un terreno donde lo ético y lo conceptual nos permitan expresarnos. Por eso nuestro último espectáculo fue Un hombre es un hombre, de Bertolt
Estrenos Para elegir. De un texto de Koltès a Rudy Chernicof, pasando por dos propuestas de clown o montajes dirigidos por Laura Yusem y Enrique Papatino
Brecht, en el Teatro de la Ribera. Es una obra que habla de la situación que generan los sistemas que invaden las culturas y las sociedades, modificando la voluntad de las personas y haciendo usufructo de ellas. Tal el caso del mundo de hoy. La globalización ha penetrado en una sociedad y, a través de los medios de comunicación, logra que vos pienses lo que ellos necesitan según su necesidad. De eso habla una obra que Brecht escribió cuando tenía 25 años y antes de la Segunda Guerra Mundial. La banda de la risa, a medida que avanza, necesita encontrar discursos que estén acordes al mundo en el que vivimos. –No han sido muchos los grupos que, nacidos en aquel tiempo, lograron cumplir 25 años de activi-
dad. ¿Por qué pensás que ha sucedido eso? –Es muy difícil la subsistencia cuando no tenés subsidios que posibiliten investigar. Todo depende de tu voluntad. Nosotros tenemos una férrea voluntad de ser actores y, los que nos hemos juntado en esto, pudimos contra un sistema que no te ayuda. Es cierto que hoy hay subsidios, pero sólo alcanzan para acompañar una producción. Hoy, para competir en una cartelera como la de Buenos Aires, se necesita mucho más. Y bienvenidos los subsidios cuando llegan y los agradecemos mucho. Creo que haber llegado hasta aquí tiene que ver, sobre todo, con una férrea voluntad de no abandonar y sentir que lo que estamos haciendo puede servir a otros.
A poco de que Raúl Alfonsín asumiera la presidencia de la Nación se llevó a cabo en España La semana argentina en Madrid. La comitiva que viajó estaba integrada, entre otros, por el grupo de actores que, en el Teatro Nacional Cervantes, estaba representando entonces De pies y manos, de Roberto Cossa. Cuenta Claudio Gallardou: “Tuve la suerte de ver la versión de Giorgio Strelher de Arlequino, con el Piccolo Teatro de Milán, en el teatro María Guerrero de Madrid junto con Alfredo Alcón y Cristina Banegas. Ese fue el germen que me llevó a hacer esta obra. «Yo quiero esto», pensaba mientras miraba la función. Arlequino me sugiere felicidad, hacer la comedia es bueno para la salud de quien la hace y también de quien la ve. Cuando la comedia te lleva, te enreda y te hace olvidar lo que traes, es porque te hace superar a vos mismo por un instante. Y eso te da felicidad”. De la reposición de Arlequino participan los actores Adrián Blanco, Silvina Bosco, César Bordón, Cacha Ferreira, Cristina Fridman, Osqui Guzmán, Paula Solarz y Claudio Gallardou, quien también es responsable de la puesta en escena y la dirección.
Actor y funcionario Actualmente Claudio Gallardou es también el subdirector del Teatro Naional Cervantes, un cargo de mucha responsabilidad que parecería ubicarlo en la vereda de enfrente de su hacer dentro de La banda de la risa. “No me siento un funcionario –explica el actor–. Siento que estoy ocupando el lugar de un funcionario porque como artista quiero colaborar con mis otros compañeros que están en el juego, como el caso de Rubens Correa (actual director del organismo). Con él formamos una dupla maravillosa, nos llevamos muy bien y eso es parte del éxito que nos atribuimos porque,
desde hace dos años, le hemos dado al teatro un cierto orden administrativo, hicimos concursos para cubrir vacantes de diversos cargos y estamos trabajando en su estructura”. A su vez agrega: “También hemos hecho giras al exterior y al interior, que hacía muchísimos años que no se hacían. Anualmente pasan muchos artistas contratados por el teatro. Podemos decir misión cumplida. Mi trabajo ahí lo hago desde el artista que quiere colaborar con el teatro que nos pertenece a todos. Jamás desde el funcionario, porque no tengo respaldo de ningún partido político”.
Cuando el tiempo es un arma peligrosa Sensible puesta en escena de una de las últimas obras de Carlos Pais, con muy buenas interpretaciones
La noche antes de los bosques Texto del francés Bernard Marie Koltès (el mismo de En la soledad de los campos de algodón) con la actuación de Mike Amigorena y la dirección de Alejandra Ciurlanti. En el Paseo La Plaza (Corrientes 1660), los viernes y sábados, a las 23.30; y los domingos, a las 21. Desde $ 50
Por Verónica Pagés Enviada especial
Buena ((( Querida mamá, dirigida por Laura Yusem
Amalfi Llega el premiado texto de Enrique Papatino interpretado por Eduardo Leyrado, Mariel Rosciani y Jorge Albella, con la dirección del mismo teatrista. Teatro del Abasto (Humahuaca 3549), los viernes, a las 21. $ 30.
Dirección contraria Ins-
y elementos del clown. En El Piccolino (Fitz Roy 2056), viernes, a las 23.30. $ 30.
Días eternos. De Carlos Pais. Dirección: Gladys Lizarazu. Con: Marcelo Mazzarello, Ernesto Claudio y Max Berliner. Música: Javier Bustos. Iluminación: Jorge Merzari. Vestuario: Carolina Sosa Loyola. Escenografía: Alfonso Sierra. Producción del Teatro Cervantes. En el Radio City (Mar del Plata). Duración: 60 minutos.
Tangos y susurros
Rudy Chernicof y la dirección de Jorge Huertas. Viernes y sábados, a las 23, en el Paseo La Plaza (Corrientes 1660). $ 50.
pirada en la novela homónima de Eduardo “Tato” Pavlovsky, con puesta en escena de Eduardo Misch. En El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960), los sábados, a las 20.30. $ 20.
Arlequino
Rudy y la pianista Propuesta humorística-musical con la actuación de Rudy Chernicof y Sonia Kovalivker
Pieza multidisciplinaria creada por Victoria Almeida junto a George Lewis que incluye el uso de tecnología audiovisual
(Ver aparte.)
La última vez (que me tiré a un precipicio)
Poesía y tango con Ingrid Pelicori y el barítono Mario Solomonoff. Con dramaturgia y dirección general de Mónica Maffia. En La Casona (Corrientes 1975), los sábados, a las 23. $ 35.
Querida mamá o guiando la hiedra Nuevo montaje de Laura Yusem en el cual desmenuza el vínculo entre madre e hija. Basado en textos de Hebe Uhart, actúan Martha Rodríguez y Julieta Alonso. Patio de Actores (Lerma 568), sábados, a las 21. Desde 25 pesos.
MAR DEL PLATA.– A José lo echó su mujer de la casa poco después de perder el trabajo. Miguel no tiene trabajo ni mujer, pero lo tiene a Don Nicola, el anciano padre de una vecina que queda a su cuidado y que, de alguna manera, se transforma en su ocupación. Y Don Nicola no tiene más que su diezmada memoria, que aún le permite recordar unos viejos versos que lo mantienen en pie y le dan mucha más vitalidad que la que Miguel y José pudiesen haber tenido nunca. Días eternos pone blanco sobre negro un puñado de sensaciones sumamente
Ernesto Claudio, Max Berliner y Marcelo Mazzarello
reconocibles aun sin tener que haber pasado por las situaciones límite de alguno de estos personajes: la desazón de no saber qué hay más adelante o la de imaginar que no hay nada. El tiempo se presenta en esta obra (una de las últimas que escribió Carlos Pais) como un arma peligrosa que –contrariamente a su naturaleza– pareciera detenerse sobre sus víctimas enfrentándolas a un vacío intolerable.
Justamente es ese hueco el que viene a llenar Don Nicola, primero en la vida de Miguel y luego –por añadidura– en la de José (que ha recalado en lo de su amigo a falta de lugar donde ir); sólo que ambos personajes lo reciben de distintas maneras. El Miguel que interpreta Ernesto Claudio está perdido, la vida lo ha vuelto cruel, incapaz de conmoverse frente a un hombre viejo que se desespera por
comunicarse con él. Cosa que sí logra con el José de Marcelo Mazzarello que, quizá por estar menos vencido, sí presta atención (y entiende) ese farfullar de Don Nicola, bellamente interpretado por Max Berliner. La obra de Pais combina con sutil equilibrio un humor cercano al grotesco con la ternura más delicada, hecho que lleva al espectador por una enorme gama de sensaciones. Paseo al que se va de la mano de esos tres personajes que de tanta pena que inspiran (por distintas razones) se vuelven queribles. No solamente está Max Berliner para conmover con su viejo desvalido, sino Ernesto Claudio y Marcelo Mazzarello, que les dan tantos matices a sus personajes que logran acercarlos al espectador. La propuesta de Pais (como dramaturgo) y de Gladys Lizarazu (como directora) es pequeña, sensible y conmovedora, por lo que sorprende la elección de la sala en la que se presenta la obra en Mar del Plata; el Radio City es demasiado grande, por lo que hace difícil escuchar el texto y diluye la acción en un escenario desmesuradamente ancho. Es una manera de no cuidar la obra ni a los actores. Días eternos, una propuesta disfrutable que acerca de manera inteligente un tema difícil como la vejez, merecía algo mejor.