Crónicas de ayer,hoy y mañana. Contramanual de Ciencias Sociales.

desarrollo autónomo del siglo XIX en la América del. Sur -el Paraguay de ...... como “Pantalla”. Los avances del Socialismo del Siglo XXII -así se denomina la.
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Crónicas de ayer, hoy y mañana

Contramanual

de Ciencias Sociales

Juan Menoni

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Menoni, Juan Crónicas de ayer, hoy y mañana: Contramanual de Ciencias Sociales. - 1a ed. - Concordia: el autor, 2012. 90 p. : il. ; 21x15 cm. ISBN 978-987-33-2435-2 1. Narrativa Argentina. 2. Relatos. I. Título CDD A863

Ilustraciones: Mario Franco.

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Después no diga que no le avisaron

Advertencia

Este intento de libro, es claramente una toma de partido, a diferencia de los manuales y textos tradicionales, está alejado de toda pretensión de objetividad. Ni pura ficción, ni pura realidad, el límite aparece deliberadamente difuso. Los relatos, algunos escritos hace unos años y publicados originalmente en la Revista “Panza Verde” y otros pensados especialmente para esta ocasión, pretenden provocar, constituirse en pequeños y humildes disparadores, que inviten al lector a pensar que la historia, la actualidad y el futuro pueden ser diferentes. Deben abstenerse de leerlo los conservadores, los dogmáticos, las directoras de escuela que aún insisten con festejar el “Descubrimiento de América”, los remiseros que creen que los problemas del mundo se solucionan con “matar a los pobres”, los que discriminan remiseros o directoras de escuela. Quienes pretendan encontrar en estos textos alguna solución, alguna certeza, algún gesto de moderación, algún valor literario o poético, se han equivocado; pueden proceder a envolver este libelo 3|Página

en un papel de regalo, y entregárselo como un presente al primer enemigo que se les cruce por el camino.

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Prólogo para un libro de historia que no fue

Guadalupe

Guadalupe Andrade siempre soñó con escribir un libro, había empezado de muy joven la carrera de Profesorado de Historia, pero la docencia no era lo suyo -quiero investigar y escribir-, le decía a sus compañeros de división. Una noche del año 2003, Guadalupe salió del aula antes que los demás. Vaya a saber si deliberadamente, o por descuido, dejó sobre su banco un manuscrito arrugado en el que podía leerse:

Prólogo: No quedan dudas de que la historia es una ciencia basada en datos objetivos, sin embargo: la lectura, selección, interpretación y utilización de los mismos, es siempre subjetiva. El historiador interpreta el pasado desde un lugar social concreto, es un sujeto que pertenece a una clase social, que tiene intereses personales, es influido por el momento histórico en el que escribe, por una ideología, por un marco teórico, por una escuela

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historiográfica, etc. A su vez escoge un método desde el cuál reconstruye científicamente el pasado, método que conlleva la apropiación de determinadas categorías de análisis y procedimientos que le son propios. En nuestro país, la llamada Historia Oficial, fue escrita por un sector concreto de nuestra sociedad, la clase dominante, y en particular la alta burguesía comercial porteña, quienes impusieron a través de los medios masivos de comunicación y el sistema educativo (manuales de estudio, actos escolares, etc.) una historia al servicio de sus propios intereses de clase. Mitre, el historiador oficial por excelencia, se muestra a sí mismo como un prócer inmaculado, y al proyecto de país y de sociedad impuesto por la clase social a la que pertenece, como el mejor y el único posible. La oligarquía porteña, parasitaria y cipaya del capitalismo europeo, fue incapaz de constituirse como motor de un proyecto propio. De tal manera el capitalismo dependiente y sin posibilidades de desarrollo autónomo, parecía ser el único destino posible de la Argentina del siglo XIX. Personajes que son expresiones de un proyecto alternativo, como el caso de Bolívar, Artigas o Moreno, son vaciados de contenido, ignorados o mostrados como demonios, mientras que la única experiencia de desarrollo autónomo del siglo XIX en la América del Sur -el Paraguay de los López- es recordado como un ejemplo de aislamiento, autoritarismo y atraso.

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Cabe aclarar que allá por 1865 Paraguay, a diferencia de sus países vecinos, no tenía deuda externa, tenía bajísimos índices de analfabetismo, un sistema educativo muy moderno para la época, una reforma agraria que garantizaba el trabajo para la inmensa mayoría del pueblo y muchísimas otras bondades. Las clases dominantes de Brasil, Uruguay y Argentina en complicidad con el imperialismo inglés y comandadas militarmente por el mismísimo Mitre, destruyeron por la fuerza esa experiencia, y exterminaron cruelmente a prácticamente toda la población masculina de aquel país. Podríamos seguir mencionando ejemplos de cómo puede escribirse la historia al servicio de los poderosos. Hoy por hoy, bastaría observar como los medios de comunicación monopolizados por los grandes grupos económicos, tergiversan el proceso revolucionario protagonizado por el pueblo venezolano (por poner un ejemplo concreto y evidente), o como deformaron lo acontecido en la guerra imperialista contra Irak, etc. Es entonces imperioso, comenzar a revisar críticamente nuestra historia, para poder así encontrar en ella, las raíces de un proyecto de país y sociedad al servicio de los intereses de la inmensa mayoría de nuestro pueblo, pues el recupero de la memoria colectiva parece ser un requisito fundamental, aunque no el único, que nos permita construir una sociedad diferente.

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Luego de esa noche, Guadalupe no volvió nunca más al Profesorado, quizás la vida la fue llevando por otros caminos: los hijos, la necesidad de trabajar o vaya a saber que otro menester, obligaron a la joven a dejar los estudios y a abandonar su intención de escribir un libro. Es probable que nunca pueda escribirlo…o quizás sí… Pérez, aquel estudiante que encontró el “Prólogo” abandonado, asegura hasta hoy, que la única intención de la joven, fue dejarles, como legado a sus compañeros, la idea de que debían mirar siempre la historia y la realidad de manera crítica. Si esos estudiantes, o al menos algunos de ellos, entendieron el mensaje, Guadalupe podrá darse por hecha. De alguna manera su libro ya está escrito.

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Lección I (Para la cátedra de Historia Latinoamericana)

El día en que el General conoció aquello

1815- Banda Oriental (hoy Uruguay): Sentado sobre una cabeza de buey y rodeado de una docena de oficiales andrajosos, el General José Gervasio Artigas, Protector de los Pueblos Libres, referente indiscutible de los gauchos, negros e indios del “Nuevo Mundo”, dictaba los decretos revolucionarios de su gobierno. Aquel hombre influido por las ideas reformistas de la España de Campomanes y Jovellanos, el Contrato Social de Rousseau, y la enorme experiencia de haber convivido con su pueblo desde que era botija, allá en la Banda Oriental, parecía saber muy bien lo que hacía:

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-Una reforma agraria con la que quitaba de manos de los terratenientes- para darle al pueblo- el principal medio de producción de una economía inminentemente agrícola-ganadera y exportadora de materia prima. -Un reglamento aduanero proteccionista, que gravaba con impuestos las mercancías traídas de la Europa industrial y favorecía el comercio regional, tal cual lo había previsto Mariano Moreno en su Plan de Operaciones de la Revolución de Mayo, apenas unos años antes. -Libre navegación de los ríos interiores, para romper con el monopolio comercial de las burguesías portuarias. -Un proyecto de unidad de la Patria Grande, basado en un acuerdo ofensivo-defensivo que comprendía a gran parte de lo que hoy es Latinoamérica. -Una forma de democracia mucho más cercana a la participación directa y asambleística, que a la representación burguesa, que tanto enorgullecía a los europeos y porteños de la época. -La revocatoria de mandato y la soberanía popular resumida en su célebre frase: “Mi voluntad emana de vosotros y cesa ante vuestra presencia soberana” Para poner en práctica aquel programa, el intrépido Protector y sus montoneras, debieron enfrentarse a punta de lanza y casi

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simultáneamente al imperio español, al portugués -instrumento a su vez de la corona británica- y a la oligarquía portuaria. Nunca había escuchado hablar de relaciones de producción, plusvalía o lucha de clases, pero aquel hombre estaba tocando, sin saberlo (o sabiéndolo muy bien), los intereses medulares del incipiente sistema capitalista. El juego de pinzas al que se vio expuesto fue demasiado, aún para la fuerza y la destreza de aquel hombre y sus valientes y fieles seguidores; el General vencido y traicionado, se retira cabizbajo, pero orgulloso, hacia un exilio interno que duraría treinta años... 1850- Ibiray- en las afueras de Asunción- Paraguay: Aquel hombre que había hecho temblar a los infiernos, se había convertido ahora en un octogenario ancianito de largos rizos blancos, poncho paraguayo y un sombrero de paja alto. Solo le bastaba para vivir: un puñado de mandioca, un poco de agua, un paseo diario en su caballo “Morito” y la compañía de su fiel servidor el negro Joaquín. Sin embargo, el General no estaba del todo terminado, a menudo recibía visitas y ofrecimientos de cargos de parte de funcionarios del gobierno paraguayo de López. También solían frecuentarlo familiares, algunos viajeros venidos de Europa, e incluso algunos de aquellos que habían sido otrora sus enemigos porteños. No se sabe muy bien quién le trajo aquel libro, ni tampoco quién pudo habérselo leído en perfecto inglés y traducírselo al

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español, pero lo cierto es que el anciano Don José escuchó con mucha atención aquellas palabras: “Toda la historia de la sociedad humana hasta nuestros días es una historia de lucha de clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social, o al exterminio de ambas clases beligerantes...” -¡Que los parió!- exclamó el viejo Artigas con sorpresa. “...la moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido los antagonismos de clase...” -¡Siga, siga!- Ordenaba exaltado el general al ocasional lector, mientras sus cansados ojos se agrandaban de la sorpresa. “...La gran industria creó el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América... ” Se lo veía cada vez más excitado, al punto de inquietar a Joaquín y al visitante. Artigas no paró de exclamar hasta escuchar el final de aquel extraordinario libro: “¡Proletarios de todos los países. Uníos!”1 1

Marx-Engels, “Manifiesto Comunista”, editado por primera vez en 1848.

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El general dio un grito inusitado y profundo, como si fuese un sapucay, se calmó, guardó aquel libro debajo de la almohada, saludó amablemente al ocasional visitante que ya se retiraba en compañía del negro; y se sumió, plácidamente, en uno de sus últimos sueños...

Nota del autor: Lo expresado en este relato se ajusta estrictamente a narraciones históricas, con excepción del último episodio en el que Artigas conoce el Manifiesto escrito por Marx y Engels en 1848, digresión que solo existió en la imaginación del autor. Es altamente improbable (o no) que el mencionado libro haya llegado realmente a manos de Don José, pero no deja de ser un recurso literario o una licencia menor, al lado de las fantasiosas y crueles mentiras que la historia oficial, escrita por Mitre y su secuaces, acuñó en relación a Artigas. 15 | P á g i n a

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Lección II (Para la cátedra de Historia de las Ideas)

Balseros

Los dos hombres se conocían desde niños. Todo lo habían compartido: la escuela, la primera vez, y hasta el amor imposible por la vecina; pero ninguno de sus sueños era tan intenso, tan profundo y tan compartido, como el de huir. Ellos sabían que del otro lado del mar había otro mundo. Estaban seguros que ese mundo era mejor, sabían que la verdadera libertad estaba a pocas millas de su casa. Cuando adolescentes, se dieron un apretón fuerte de manos y se prometieron mutuamente que algún día emprenderían juntos la aventura de sus vidas. En cada tiempo libre se juntaban para hablar de eso, lo planeaban minuciosamente, lo pensaban y repensaban desde todos los lugares posibles. 17 | P á g i n a

En madrugadas de alcohol e insomnio, imaginaron una y mil veces que el sueño ya era realidad, cada vez que lo pensaban los dos muchachos reían a más no poder. A cada novia, amigo o compañero nuevo, le contaban cientos de veces su proyecto, siempre pidiendo reservas ya que nadie podía enterarse, pues eso era peligroso. Ya hombres y con familias, decidieron un día explicarles a sus mujeres e hijos que emprenderían la aventura. Les repitieron hasta el cansancio que lo harían por ellos, que una vez que se instalaran mandarían a buscarlos, que del otro lado del mar todos vivirían felices, que ese era el sueño de sus vidas y que por fin lo cumplirían. Todas las noches, luego del trabajo, se reunían sin que nadie lo supiera, escondiéndose como podían, construían la balsa. Palo por palo, armaban aquella soñada herramienta que los llevaría a la libertad. Muchísimas veces hicieron pruebas, la tiraron al agua, midieron la distancia, el peso, sacaron cuentas y más cuentas. Nada podía fallar. Los dos hombres -casi viejos- tenían todo dispuesto, se dieron la mano como cuando eran jóvenes, se despidieron de sus mujeres, sus hijos y el nieto de uno de ellos, que ya conocía de memoria el proyecto de su abuelo. Por supuesto, antes de irse, repitieron una vez más la promesa de reencontrarse con sus seres queridos. - Nos vemos allá- dijo uno. 18 | P á g i n a

- La libertad nos espera- gritó el otro. Los ojos de los hombres se llenaron de lágrimas cuando definitivamente pudieron tirar la balsa al mar. La emoción era inmensa, al fin emprenderían el tan ansiado viaje… …el trayecto pareció mucho más largo de lo planeado, sin embargo, el sueño ya se tocaba con las manos. El sol de la tarde caía a pique detrás de los antiguos edificios de La Habana, cuando los dos viejos, cansados pero locos de felicidad, tocaron tierra. ¡POR FÍN HABÍAN HUIDO DEL MALDITO CAPITALISMO!

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Lección III (Para la cátedra de Economía Política)

De locos y sinvergüenzas

En aquel pueblo olvidado, la gente acostumbraba a prender fuego por cualquier cosa. Todo era motivo para hacer un fueguito; el asado, la festividad de San Pedro y San Pablo, la quema de hojas secas, un cumpleaños, el triunfo del Sportivo Sacachispas o sencillamente por el gusto mismo de quemar. Antonio, el loco del pueblo, al grito de ¡fuego!, ¡fuego! corría siempre para el mismísimo lado de las llamas. Si no fuera porque algún pibe o algún viejo solidario lo rescataban, el final de Antonio hubiera sido la hoguera. El viejo Demetrio García que pasaba horas sentado en la vereda tomando mate y mirando los fueguitos, decía: -Loco…el Antonio está Loco. Antonio, que era loco pero no sonso, inventó un criterio muy original para medir el grado de locura; decía que el grado cero era 21 | P á g i n a

el de su propia demencia. Por tanto solo estaban colifas, aquellos que el mismo Antonio consideraba más locos que él. Demetrio solía decir: -Este Antonio, además de loco… ¡sinvergüenza!

Cuando se produce una crisis en la Bolsa de Valores norteamericana, los inversores extraen sus divisas de los países pobres y corren a depositarlas en el propio mercado norteamericano. El Riesgo País, se calcula a partir de la diferencia entre la tasa de interés de Estados Unidos y la de los países pobres. Para los norteamericanos y sus acólitos (chupamedias) el Riesgo País de Estados Unidos es siempre cero. Es probable que el viejo Demetrio haya muerto, pero me lo imagino sentado en su silla, leyendo el diario y diciendo a modo de sentencia: -Estos yanquis, además de locos… ¡sinvergüenzas!

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Lección IV (Para la cátedra de Derechos Humanos)

Celebración del optimismo

Marcelo Fischer fue un detenido-desaparecido, víctima del Comando Paraná, versión entrerriana de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), brazo armado de la derecha peronista durante el gobierno de Isabel Martínez, y luego fue nuevamente desaparecido por la última y nefasta dictadura militar. Después de meses de detención clandestina, los dictadores, dueños de la vida y de la muerte, decidieron liberarlo al solo efecto de dejar claro que, ellos y solo ellos, con su omnipotencia, eran capaces de “condenar” o “salvar” a quien se le ocurriera. Yo, que me jacto de ser optimista, siempre pensé que Marcelo había muerto dos veces: aquel cinco de diciembre de 1975, cuando los milicos se lo llevaron a la rastra de la Terminal de Ómnibus de Concordia y hace unos años cuando la diabetes, el cáncer y las demás secuelas de la tortura se lo llevaron definitivamente.

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Hace algún tiempo llegó a mis manos una grabación con la voz de Marcelo. Grande fue mi sorpresa al escuchar que aquel hombre, que había sufrido torturas, humillaciones y discriminaciones de todo tipo, afirmaba sin titubeos que: “… (Él) había nacido dos veces, una cuando lo parió su madre y otra cuando los dictadores lo dejaron libre”.

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Lección V (Para la cátedra de Realidad Social Latinoamericana)

La conciencia de Gualberto

Gualberto Valdivieso era un pibe de unos 8 ó 10 años cuando lo conocí, allá por principios de la década de los noventa. Fue en la Terminal de Villazón, una pequeña localidad boliviana fronteriza con La Quiaca. Sentado en su cajoncito de lustrar zapatos, pobre pero muy digno, Gualberto me daba lecciones de quechua, su idioma natal, que hablaba a la perfección y enseñaba como si fuera un experto en didáctica de la lengua. Cuándo le pregunté que le gustaría ser cuando sea grande, pregunta estúpida que uno suele hacerle a los niños cuando se siente superado por un largo silencio que no sabe cómo llenar, Gualberto me respondió sin titubear: - Trabajar…si puedo.

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Por aquellos tiempos, los chicos argentinos todavía respondían: Bombero, maestro o doctor. Aún hoy, después de décadas de ajuste en las que se llevaron nuestros sueños, desde los más auspiciosos hasta los más menesterosos, suelen responder con un: jugador de fútbol famoso, cantante de cumbia o, en el peor de los casos, político para vivir de arriba. Aquel -trabajar…si puedo- de Gualberto, tan sabio como sus lecciones de lengua quechua, recordado hoy a la distancia, es tan cruelmente certero que me produce escalofrío. El niñito boliviano sabía perfectamente cuál era su futuro. El hambre, la pobreza y la dependencia, que nunca dejaron tranquila a Bolivia y a Latinoamérica, se ensañarían con más fuerza que nunca, durante la década de los noventa. A veces pienso en Gualberto y me pregunto qué será de su vida, si habrá logrado sobrevivir a tanta hambruna en una de las regiones más pobres de nuestra Patria Grande. Si el sometimiento milenario sufrido por esos pueblos no logró llevarse al niño, será hoy un joven de unos 32 ó 34 años. ¡Un hombre! Como yo todavía pertenezco a aquella generación de chicos que teníamos grandes sueños para cuando fuéramos mayores, me permito imaginarlo, más vivo y sabio que nunca, con la misma dignidad, pero con un poco menos de pobreza material. Me parece verlo, con los ojos llenos de lágrimas y una sonrisa de par en par, festejando el triunfo de Evo Morales. 29 | P á g i n a

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Lección VI (Para la cátedra de Sistema Educativo)

Breve historia de la señorita Inés Marzo de 2004. Era martes nueve de marzo, la señorita Inés tomó el colectivo para ir a la escuela. Para ella y sus chicos, ese día empezaban las clases ya que el lunes había adherido al paro. Mientras soportaba imperturbable los sacudones en el último asiento del destartalado colectivo, que hacía más de 15 años la llevaba todos los días a la escuela, Inés pensaba si estaba bien empezar. En su cabeza repicaban las palabras del gobernador cuando decía que “éste era un paro político decidido por la cúpula gremial”, ella sabía perfectamente que junto con sus compañeras habían llevado como mandato a la asamblea no comenzar las clases; tenía la certeza que los paros se pelean siempre desde abajo. Mientras observaba por las ventanillas a algunos niños que iban de la mano de sus papás hacia la escuela, pensaba en el discurso que en los últimos días habían instalado los medios de 31 | P á g i n a

comunicación: “que el paro perjudicaba a los chicos, que los docentes solo pelean por su salario, que hay gente que gana mucho menos y no hace paro, que muchos no tienen trabajo, que de que se quejan los maestros, etc.” Pensaba en la promiscua y costosa propaganda oficial anunciando que todo estaba bien. El viaje hacia la escuela parecía haber pasado más rápido que lo habitual, saludó a un par de vecinos, a uno de sus alumnos del año pasado que se le acercó corriendo a darle un beso y entró a la escuela. Los primeros minutos no fueron muy auspiciosos, la directora les comunicó que no tenían agua potable y que el famoso arreglo del tanque no se había terminado. Al entrar a la sala de maestros escuchó a una compañera que se quejaba del dolor de muelas: -No pude ir al dentista-decía mientras se agarraba la cara- el IOSPER está cortado- agregaba casi murmurando. -Y en la Asistencia que no hay anestesia- agregó otra. -Yo este mes cobré menos y no sé por qué- dijo una desde un rincón. -Elenita, la de la tarde, está enferma de los nervios- comentó otra, mientras el timbre interrumpía abruptamente la conversación. Luego de un breve acto de rutina en el que la directora pronunció las tan reiteradas palabras de rigor, la señorita Inés marchó a paso lento hacia el aula.

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En la puerta la esperaban un par de papás, que le explicaban por qué sus chicos habían ido sin guardapolvos. -No nos dio para comprar- decía uno. - El más chico no pudo venir porque no tenía ropa- dijo otro. Inés les contestó a todos con una sonrisa casi compasiva y cómplice que -no se preocupen- y entró al aula. La experiencia de los años le permitía advertir el panorama con una simple mirada y lo que vio no le gustó nada. Los chicos eran menos que el año anterior, uno estaba en patas, otro tenía dos hojas sobre la mesa y un lápiz cortito y muy mordido, heroico sobreviviente del pasado año, los demás no estaban mejor. La señorita respiró hondo y comenzó a sacar sus cosas del bolso mientras los chicos se reían y conversaban a los gritos entre ellos. Inés se paró justo al frente y al medio con una actitud erguida, casi estoica, puso las manos atrás, miró hacia arriba y tomó aire como para pronunciar sus primeras palabras aleccionadoras y con la voz de pito que suele caracterizar a las maestras, gritó muy fuerte: -¡Cuidadoooooooooooo que se cae la escuela!

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Lección VII (Unas palabras para los actos escolares)

¿Dónde está?

En toda la Argentina, hay apenas un par de monumentos en su honor y alguna callecita perdida que evoca su nombre, es que la historia oficial y la institucionalidad burguesa se esfuerza en negarlo, pero parece que con más fuerza reapareciera, día a día, y por todas partes. Está en la remera de un hijo adolescente y también en la de su padre cuarentón. En decenas de canciones populares que lo evocan. En una bandera, en una marcha estudiantil en Francia o en Angola, en una cancha de fútbol de la “B” metropolitana o en un moderno estadio londinense. Sus principios, su proyecto político, su ética, sus ideales y su ejemplo, viven en cada cubano revolucionario y renacen día a día en Venezuela, Bolivia, Ecuador o Nicaragua. 35 | P á g i n a

Durante muchos años, con esa maldita y necrofílica costumbre nuestra de conmemorar la muerte, lo recordamos cada ocho de octubre, y sin embargo fue asesinado el día siguiente (el nueve de octubre del sesenta y siete). Es que hasta en eso supo vencer a la parca y lograr que desde sus admiradores hasta sus peores detractores recuerden, finalmente, más que su muerte, su último día de vida. Un santito, o un Jesucristo moderno para los creyentes, un auténtico revolucionario socialista, para los que solo creemos en las mujeres y los hombres como constructores de nuestro propio destino. No es fanatismo ni exageración, es un dato objetivo de la realidad, no hay en el mundo imagen de persona o biografía alguna, más identificable que la de él y la prueba irrefutable de lo dicho, es que todos sabemos de quién estamos hablando, sin haber pronunciado ni siquiera una vez su nombre. Tan presente sigue estando en todos, que la enfermiza y absurda cabeza de los dictadores y reaccionarios del mundo lo sigue percibiendo como peligroso después de medio siglo de su muerte. Al punto de impedir el uso de remeras con su cara en los juegos olímpicos del 2012. Es que, por más que el imperialismo o el arma de aquel enajenado soldado boliviano hayan querido quitarle la vida, está perfectamente vivo, en un ministerio de la Habana o en una callecita de la sierra cordobesa, nadie sabe con certeza donde, pero está, y seguirá estando.

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Lección VIII (Para las cátedras del Espacio de la Práctica)

La otra Escuela de Nahuel

Nahuel López era un adolescente de unos 15 ó 16 años y en esos días había llegado a la ciudad. Su padre-un empleado bancario- era trasladado cada tres o cuatro meses de una localidad a otra por razones de trabajo. Ese lunes, Nahuel debutaría como estudiante en una nueva escuela secundaria, una de las tantas que le había tocado transitar en estos últimos años. El joven caminaba rápido y decidido mientras escribía un mensaje en su celular. Acababa de atravesar el umbral de la puerta de la escuela, cuando fue interceptado por una Preceptora quien le solicitó que guardara el teléfono: 39 | P á g i n a

-Solo podés utilizarlo en caso de emergencia y con autorización de los directivos de la escuela. -Dijo la Preceptora en un tono maternalista. -Qué raro-comentó Nahuel- en la escuela a la que yo iba antes, lo usábamos en el aula para sacar fotos, filmar, escribir textos y luego analizarlos. La Preceptora pareció no escucharlo, e inmediatamente dirigió su mirada hacia otro chico que ingresaba a la escuela con una capucha puesta. El joven tuvo que preguntar varias veces en medio de los gritos del pasillo, hasta que logró localizar el aula que le habían asignado. Llegó unos minutos después de comenzada la clase. Nahuel parecía estar acostumbrado a esos avatares, sin ninguna timidez, pero con respeto, saludó a la profesora y a sus nuevos compañeros. Luego echó un vistazo general al aula y se dirigió hacia el primer banco que encontró vacío, justo al lado de una chica rubia y de ojos muy celestes, de esas que solo existen en las escuelas de las películas o en las publicidades de chocolate. -Me llamo Daiana -dijo la joven casi en voz baja-pero me dicen Dana. -Nahuel- dijo él- mientras sacaba una notebook de la mochila y la colocaba sobre la mesa que compartía con su nueva compañerita.

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Luego de desplegar y colgar un planisferio, María del Luján Anchorena -así se llamaba la profesora de geografía- comenzó a señalar una serie de lugares y a escribir sus nombres en un pizarrón que parecía haber soportado varias batallas. En un momento “La Anchorena”, como le llamaban los pibes, se dirigió a Nahuel y señalándolo con el índice de su flaco dedo, blanqueado por la tiza, le preguntó: -¿Su nombre señor? -Nahuel- titubeó el joven entre asustado y nervioso- Nahuel López. -Bien López –dijo la profesora señalando la notebook- guarde eso para la clase de informática, acá escribimos en la carpeta, si no se malacostumbran a estos aparatos y después no saben escribir. -Pero señora- dijo Nahuel – yo tengo un programa donde puedo explorar el mundo e incluso acercarme y ver las ciudades, las casas y los nombres de las calles… -Le repito López- dijo “La Anchorena” en un tono más severoeso le va a servir para la clase de informática. Nahuel guardó la computadora, no sin antes refunfuñar un poco, y comenzó a revolver su mochila buscando, sin éxito, algo con que escribir. Dana le alcanzó una birome masticada y una hoja un poco arrugada en la cual Nahuel pudo garabatear, con notoria dificultad, algunas de las capitales que la profesora había anotado en el pizarrón. 41 | P á g i n a

En el recreo, el nuevo integrante del curso, se juntó con sus compañeros varones y se adaptó bastante rápido la conversación que, como es frecuente en esos casos, oscilaba entre comentarios procaces en relación a sus compañeritas de curso y discusiones futboleras. -Ya están las fotocopias- gritó Pamela (otra compañera de división) desde la puerta del kiosco. -¿Fotocopias?- preguntó Nahuel asombrado. -Claro- le respondió Dana con una sonrisa, mientras desvolvía un chupetín- todos los profesores dejan las fotocopias en el kiosco y nosotros las encargamos. -¿No te dejan los apuntes en un pen?- Preguntó Nahuel. -¿Qué? -Respondió Dana sorprendida. -En la escuela donde yo iba antes, algunos profes nos daban los apuntes en pen driver y cada uno de nosotros lo ponía en su notebook… otros tenían un sitio de internet para su materia y ahí estaban los apuntes, las novedades, ponían videos cortos y actividades para hacer en nuestras casas- explicaba Nahuel, entusiasmándose cada vez más con su propio relato. Mientras tanto, sus otros compañeros de curso comenzaron a rodearlo para escuchar la conversación. -Pero no todos tenemos computadoras-dijo un compañero casi gritando.

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-Ni internet en las casas- dijo otro. Es raro-dijo Nahuel pensativo-allá había Wi-Fi gratuito en todo el pueblo, no se…lo ponía el gobierno, o algo así… y todos teníamos una notebook de un programa que se llama “Conectar igualdad” o una cosa por el estilo. Los profes nos ponían hasta las notas en esas páginas que armaban, yo todavía visito alguna de ellas- prosiguió Nahuel-y los preceptores publicaban los comunicados para los padres y las novedades en el muro de Facebook. -¡Igual que acá!- Dijo una compañera en tono irónico -los demás se rieron a carcajadas. -Sí-dijo Pedro, un morochito petiso que parecía de menor edad que el resto- el dedo nos queda mocho de tanto escribir a mano. Todos volvieron a reírse a carcajadas, mientras de fondo sonaba el timbre que marcaba el fin del recreo. Copie el horario López- dijo imperante la Preceptora Mercedes González (aquella misma que le había hecho guardar el celular a la entrada). -¿No me lo manda por Face? -Preguntó Nahuel. -¿Estamos graciosos López?- Respondió Mercedes. -No, no- Balbuceo Nahuel mientras la señorita González le mostraba una hoja amarillenta -guardada dentro de un folio- donde estaba la grilla con las respectivas materias. 43 | P á g i n a

-Van a tener Historia en la sala de videos- Anunció Mercedes en un tono casi solemne, dirigiéndose a todo el curso. -¡Por fin!-Exclamó Nahuel mirándola a Dana, la que a su vez, le sonrió en una actitud cómplice. El entusiasmo de Nahuel se fue desvaneciendo rápidamente, al tiempo que transitaban los interminables ciento veinticinco minutos del documental, que el Profesor Heriberto Miranda, había elegido para “enseñar” la historia de la Civilización Egipcia. -En la otra escuela estudiábamos historia latinoamericanadijo Nahuel a Dana y a otros dos compañeros que se encontraban arrinconados en el fondo de la sala de video -y una vez, con Estelita, la profe de Ética, trabajamos un video de Calle 13 donde mostraban un viaje de ellos por toda América, estaba copadísimo. La película, y una larga explicación del Profesor Miranda, ocuparon el resto de la mañana. Por fin, el timbre de salida indicaba el final del primer día de Nahuel en la nueva escuela. -Te acompaño-le dijo el joven a Dana en un tono decidido. Dana no contestó, pero lo miró sonriendo, caminaron juntos unas cuantas cuadras, en un momento Nahuel cortó una flor de un jardín y se la regaló a la joven, una cosa poco habitual para un adolescente de estos tiempos. Dana le volvió a sonreír- ¡era linda tu otra escuela!- exclamó. 44 | P á g i n a

-Era mentira- replicó Nahuel casi con vergüenza. -¿Cómo? -Preguntó la joven sorprendida. -Sí-dijo Nahuel- las otras escuelas eran iguales a esta… pero soy un poco tímido, y nunca sé de qué hablar con mis compañeros cuando llego a un lugar nuevo… Los dos sonrieron…se tomaron de la mano y caminaron hasta la casa de Dana… Nahuel, cansado de trasladarse por decenas de escuelas que parecían la misma, harto de profesores que solo conocían su ciencia, fue desarrollando la extraña capacidad de imaginarse que la escuela podría ser distinta. A veces, su mente volaba en medio de las clases y el pizarrón se transformaba en una pantalla que el profesor tocaba con sus dedos y cambiaba permanentemente de formas y colores; las imágenes, la música y las palabras se combinaban llenas de vida y alegría y así podía compartir aprendizajes significativos con sus compañeros mientras reían y se divertían. Cuando llegaba a su casa, buscaba en internet videos, páginas educativas, libros y relatos interesantes, e imaginaba que esos eran sus apuntes. Algunas veces, en las escuelas anteriores, había intentado convencer a sus profesores y compañeros de que alguna de sus ideas podría aplicarse, intentó abrir por su cuenta un grupo de Facebook para comunicarse con los compañeros y docentes e intercambiar información, pero nada. 45 | P á g i n a

–Las prácticas escolares no se cambian de un día para otro-le había dicho como sentencia el Director de una de las escuelas a las que había concurrido el año anterior. Esa escuela que Nahuel imaginaba le posibilitaba seguir andando, soportar los cambios, enfrentarse con cierta seguridad a sus nuevos compañeros, tener un tema de conversación que le permita relacionarse rápidamente con ellos. Como si esto fuera poco, había aprendido a disfrutar de la incomodidad que sus planteos le producían a los docentes. Finalmente -y quizás lo más importante- su prolífica inventiva le permitió conquistar el corazón de la rubia compañerita de mesa.

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Lección IX (Para la cátedra de Epistemología de las Ciencias Sociales)

El brazo de dios (O la relación sujetoobjeto) Corría el año 2000 y el país atravesaba una de las crisis económicas más terribles de la historia, la misma que al año siguiente terminaría literalmente con un estallido. Nuestra ciudad, se jactaba de encabezar los records nacionales de desocupación y pobreza. Junto a un par de amigos, a los que por diferentes razones nos interesaba experimentar con el lenguaje audiovisual, pensamos que debíamos reflejar de alguna manera aquello que estaba sucediendo. Luego de largas charlas y discusiones al respecto, decidimos que intentaríamos mostrar la vida cotidiana de alguien que viviera la crisis en su estado más puro; alguien que, para nosotros, reflejara en su máxima expresión lo que significa vivir en la pobreza, o peor aún en la indigencia absoluta. Por razones que no vienen al caso relatar en esta oportunidad, el elegido fue Armando, un joven de unos veinte y pico de años, que vivía en el último ranchito de una villa que por poco no se caía del mapa de la ciudad. 47 | P á g i n a

Uno de mis compañeros de realización del documental, conocía al joven en cuestión y había acordado que iríamos a visitarlo el sábado a la tarde para tener un primer acercamiento. Pocas referencias sobre la filmación, habíamos acordado eso para que Armando no se imposte, ni pierda naturalidad al momento de darnos testimonio frente a la cámara. Ese sábado, tomamos unos mates y el joven nos mostró su “casa”, un ranchito de madera lleno de agujeros, por los que se filtraba el sol de una hermosa tarde de otoño. Solo tenía dos ambientes. Uno en el que había una mesa construida con cachetes de madera, unos cajones a manera de sillas, un anafe colocado sobre otro cajón debajo del cual se escondía una garrafita; y del otro lado, otro cajoncito con un pequeño radiograbador polvoriento sobre el que podían verse dos casetes de “Yuli y los Girasoles”. El otro ambiente era su dormitorio, donde solo había una cama y un poster pegado sobre las maderas que hacían las veces de pared del fondo. Como es de rigor en esos casos, tenía un pequeño escusado que se encontraba a unos metros del rancho, en el terrenito del fondo. Armando nos relataba con entusiasmo como solía espiar a sus vecinos a través de los agujeros de las paredes de madera, nos contó la intimidad de una de las vecinas que era visitada por un “pata de bolsa” cuando su marido se iba a hacer alguna changa. Rápidamente nos hacía cruzar hasta el otro extremo de la habitación y nos mostraba, por los agujeros, el ranchito de enfrente. 48 | P á g i n a

-Ese es toquete- nos decía- y además consume sustancia- y así, recorría todos los agujeros y señalando los distintos puntos cardinales, procedía a contarnos vida y obra de sus vecinos. El otro tema de conversación recurrente por parte del entrevistado, era su miedo permanente a salir a la noche del barrio, por miedo a dejar solo su rancho y que le roben. Era curioso. Armando no tenía nada, pero tenía miedo a que lo roben. Los que tenemos alguna vinculación con las Ciencias Sociales, sabemos que es muy común que por los propios mecanismos de reproducción y enajenación de la conciencia que nos impone la clase dominante; los oprimidos, miremos el mundo, no con nuestros ojos, sino con el ojo del opresor. Que asumamos como propios sus valores y su ideología. Armando, aparentaba un típico caso de alguien que tiene alienada su conciencia. La pobreza y la marginación eran para él una cuestión del destino, una fatalidad o un problema del azar. Incluso en medio de la conversación, más de una vez, parecía echarse a sí mismo la culpa de sus desgracias. La miseria, para él, no era un problema social, sino estrictamente personal de cada pobre. En varias oportunidades buscamos correrlo de ese razonamiento, pero no hubo caso. Había algo, entonces, que me resultaba muy extraño, algo que no podía sacarme de la cabeza en todo el viaje de vuelta. No me atreví a comentárselo a mis compañeros, por miedo a que sea solo un prejuicio mío, un apresuramiento en juzgar al muchacho sin 49 | P á g i n a

conocerlo, una limitación mía de no entender cómo funcionan ciertas relaciones en realidades tan particulares como la de Armando. Al llegar a mi casa, pude contarle a mi pareja aquello que tanto me inquietaba de ese joven que aparentaba no tener un mínimo de formación o militancia política, que no veía la pobreza como una consecuencia decrepita de las relaciones capitalistas, sino como un simple designio de la fatalidad. Lo incomprensible y extraño en ese contexto, lo que no podía explicarme desde mi formación libresca, era por qué Armando tenía sobre la cabecera de su cama un poster del “Che”. La segunda cuestión que me había llamado la atención, como dato secundario, era la textura del poster, la tradicional imagen en blanco y negro de Guevara parecía resaltar sobre un fondo rugoso muy difícil de definir, la otra curiosidad era la pésima calidad de la foto, como si se tratara de una ampliación de mala calidad. El fin de semana siguiente comenzamos a filmar la entrevista y así continuamos por tres sábados consecutivos. Cada vez que Armando contaba algo para la cámara, corroboraba mi impresión del primer encuentro. Su forma de percibir el mundo no tenía ningún vínculo con lo que representa la imagen del Che. Se me podrá decir que muchos adolescentes portan su imagen en la remera y no saben quién es, pero en este caso era distinto, alguna elección debía haber hecho el joven para colgar ese poster, que además era el único adorno que podía verse en la casa. 50 | P á g i n a

Para el cuarto y último sábado, yo había blanqueado mi inquietud con mis compañeros y ellos acordaban en que la cuestión era al menos llamativa, por no decir extraña. A medida que pasaba el tiempo, me resultaba cada vez más difícil preguntarle por el poster, no sé por qué, pero me temía que la respuesta significaría el final de la entrevista, algo así como un remate del cuál no habría retorno. Estaba decidido a reservarme esa pregunta para el final. El sol de la tarde comenzaba a caer por detrás de la villa, la falta de luz artificial nos obligaba a terminar la filmación. El momento de la pregunta se acercaba inexorablemente. -¿Y por qué tenés un balbuceando.

poster del Che?-Pregunté, casi

-¿Qué?- Dijo Armando entre sorprendido y desorientado. - El poster, le repetí señalando la imagen del comandante que se erguía heroica en el fondo de la habitación. -Ah! –Me dijo Armando- ese, es el brazo de Maradona.

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Lección X (para la cátedra de Psicología del Adolescente o para leer en el recreo)

María la faltadora

María tenía la extraña particularidad de faltar a la escuela cuando todos asistían y asistir cuando todos faltaban. Las consecuencias de semejante rareza no se hicieron esperar, para la mitad del año y a pesar de la buena voluntad de la preceptora que le había perdonado la mitad de las faltas, María quedo libre. Manuela, la asesora pedagógica de la escuela, la citó para conocer las razones de las faltas de María y hacer un último intento de rescatar a la joven para que no perdiera el año. -¿No te gusta la escuela? –preguntó la asesora sin demasiadas vueltas. -Si! -respondió María- me gusta mucho, tanto como el mate dulce, las tortas fritas o el pan con dulce de leche. Tanto como 53 | P á g i n a

mirar una película mientras escucho el ruido de la lluvia golpeando sobre las chapas del techo de mi casa. Tanto como caminar o sentarme en la plaza en los días de mucho sol. Manuela estaba desorientada, no entendía la respuesta de María. Si le gustaba tanto la escuela ¿por qué faltaba? Indagó en posibles problemas personales, familiares o económicos, pero no obtuvo ninguna respuesta convincente. La asesora resolvió postergar la toma de una decisión hasta la semana siguiente y despidió a la joven, no sin antes advertirle que no podía seguir faltando a clases. Durante los días siguientes se entrevistó con los docentes de María, con su preceptora y revisó los registros de asistencias hasta que pareció encontrar la clave del enigma. Manuela entró a internet y buscó en los diarios digitales el pronóstico del tiempo de todo el semestre del año en curso. La incógnita estaba develada. A María le gustaba asistir a la escuela en los días de lluvia y disfrutar del aire libre en los hermosos días de sol.

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Lección XI (para la Cátedra de Procesos Históricos Argentinos Contemporáneos)

Andrea (Escúchame entre el ruido)

Bariloche, Río Negro, Argentina. Noviembre de 1980.

Ese día, el quinto año Comercial realizaba una de las últimas excursiones programadas por la empresa de turismo. La persona que hacía de guía era rubia, de pelo medianamente largo, alta, de rostro bellísimo. Vestía una camisa blanca suelta y un jean relativamente ajustado. Su voz era clara, con una dicción que podría ser la envidia de cualquier locutor de radio, pero era indefinida. Resultaba casi imposible determinar, si esa voz, era de hombre o de mujer. 57 | P á g i n a

Javier Vilches, era un joven delgado, de pelo negro enrulado y tez muy blanca, tenía fama de mujeriego y atorrante, en el viaje todas las chicas del curso habían coqueteado con él. -¿Es un tipo o una mina?-preguntó Javier a su compañero de asiento, señalando a la persona que hacía de guía. -Un tipo- Respondió algo dubitativo su compañero. -Una bruta mina- Replicó Esteban, que asomaba la cabeza por encima del respaldo del asiento de atrás. -Tipo, mina, tipo, mina… -Decía el resto de los compañeros, a la vez que la pregunta viajaba rápidamente hacia atrás y hacia adelante por el pasillo del ómnibus. El único que no había entrado en ningún momento el la conversación era Pablo, un pibe que miraba atentamente por la ventana, como atrapado por el paisaje. Parecía no escuchar a nadie. -Preguntale el nombre- le dijo Esteban a Javier. -¿Para qué?- dijo el otro. -Así sabemos si es hombre o mujer- respondió Esteban. Javier levantó la mano muy alta, como para llamar la atención, y dijo casi gritando- ¿Me podría decir su nombre? -Andrea -respondió muy amable la persona, y continuó relatando el viaje con una pasión que transformaba el paisaje en algo mucho más bello aún de lo que era. 58 | P á g i n a

-¡Yo les dije, es mina!- Sentenció Esteban muy seguro. -No sé- dijo una joven que escuchaba la conversación, mientras tomaba mate sentada sobre el apoya brazos del asiento de enfrenteyo tengo un tío italiano que se llama Andrea- agregó. -Como Andrea de Cesaris- dijo Javier, haciendo referencia a un corredor de fórmula uno que había debutado ese año. La excursión terminó con un aplauso cerrado agradecimiento a las brillantes explicaciones de Andrea…

en

El viaje de vuelta a la ciudad de origen, hubiera trascurrido con toda normalidad, si no fuera porque un operativo conjunto de gendarmería y ejército, los retuvo en medio de la ruta por mas de una hora. Todos debieron bajar del micro, fueron identificados, palpados de armas, y en algún caso, hasta maltratados por alguno de los soldados. Cuando volvieron a subir al ómnibus, una rubiecita que viajaba en los últimos asientos, notó la ausencia de su compañero -¡falta Pablo!- gritó, dirigiéndose a una de las profesoras que los acompañaba. La docente explicó para todo el grupo que Pablo había quedado en el puesto de los gendarmes porque había tenido un “pequeño problemita”, pero les dijo que se queden tranquilos, que sus padres ya estaban avisados y que irían a buscarlo.

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Pablo nunca volvió. La dictadura militar, que ya estaba comenzando a debilitarse, tenía sin embargo, lugar para algunos cientos de jóvenes más en sus tristemente célebres centros de detención clandestina. En el momento de la tortura, Pablo hacía un ejercicio mental para tratar de soportar el dolor, recordaba aquel paisaje que había visto por la ventana del micro, mientras la bella y dulce voz de Andrea, le sonaba como música en sus oídos, aplacando el espeluznante sonido de la picana… …Todos los noviembres, los “sobrevivientes” del quinto año Comercial, se reúnen para festejar un aniversario más del viaje de estudios. Pocas veces se refieren a Pablo. Como si fuera un tema del que prefieren no hablar, o no acordarse. Javier, ahora un cincuentón, cuyos rulos se han transformado en pelada, se acaricia su prominente barriga mientras pregunta a los gritos- ¿Che que era, un tipo o una mina? -Los demás ríen a carcajadas-Tipo, mina, tipo, mina-dicen… Estoy seguro que si Pablo viviera, no hubiera participado de esa conversación o quizás no iría a las reuniones. A él, no le gustaban esos chistes de sus compañeros. Tampoco le importaba si Andrea era hombre, mujer, travesti o transexual…solo le importaba el ser humano que había detrás de aquella voz. 60 | P á g i n a

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Lección XII (Para la cátedra de Ciencias Políticas)

La carta de Washington

Concordia, fines de 2007. Washington Rodríguez, había nacido en el Salto Oriental en 1930, justo cuando Uruguay ganaba su primera copa del mundo, pero sus padres se radicaron en Concordia cuando él era muy chico. Washington no se sentía ni uruguayo ni argentino, le gustaba definirse como un habitante de la Patria Grande, salvo cuando se jugaba el clásico de las selecciones de futbol del Rio de la Plata. Ahí sí. Se ponía unos días antes la camiseta de Uruguay y despotricaba: -¡Les vamos a ganar a estos Argentinos putos! Desde hacía unos años, una pastera de origen finlandés, se había instalado en la costa oriental del Rio Uruguay. A partir de entonces las cosas cambiaron bastante.

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A Rodríguez, no le gustaba nada lo que estaba pasando, máxime, que en ese año los tres puentes fronterizos habían sido cortados por un grupo de ciudadanos, a los que los medios denominaban “ambientalistas”. Las declaraciones y medidas adoptadas por los gobiernos de uno y otro país, no ayudaban en nada. A la gente de ambas orillas, le había brotado como una especie de chauvinismo que a don Washington le dolía en el alma. Aquella calurosa mañana de fines del 2007, el hombre entró a la sucursal del Correo Argentino, soportó estoico la larga cola hasta llegar a la ventanilla y le dijo a la mujer que lo atendió: -Mándela certificada. En la parte del sobre donde se escribe habitualmente la dirección decía: A don José donde quiera que esté. -Pero este sobre no tiene dirección- dijo la mujer. -Yo que sé, que lo busque el cartero-respondió don Rodríguez, poniéndose un poco nervioso, mientras apretaba muy fuerte el termo que llevaba debajo del brazo izquierdo, donde podía verse el escudo de su querido Danubio. -Me parece que el uruguayo está senil- le dijo en secreto otro empleado de correo, a la mujer que atendía. - Mejor seguile la corriente-agregó el trabajador postal. La mujer recibió el sobre, le colocó las estampillas, procedió a cobrarle a don Washington y se despidió de él con una sonrisa.

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El oriental no había alcanzado a doblar la esquina del correo, cuando los empleados ya se habían reunido alrededor de la mujer que había atendido a Rodríguez. -Abrila, a ver que dice- Dijo uno casi imperativamente. La mujer no dudó un instante más, rompió el sobre por una punta y comenzó a leer: San Antonio del Salto Chico, noviembre de 2007 General Don José Gervasio Artigas Protector de los Pueblos Libres

Mi muy estimado Don José, no sé por dónde andará usted ahora, pero me urge informarle sobre algunas cuestiones que pasan por estos lados. No sin antes pedirle disculpas por algunos neologismos que utilizaré en esta epístola y que quizás dificulten a usted la lectura, debo decirle que por estas tierras, por las que usted pasó hace ya casi doscientos años, lo seguimos recordando con el mismo respeto y admiración que por entonces lo reconocía el paisanaje, la indiada, la negrada y el pobrerío en general, que habitaba estas tierras. Le cuento que aquí las cosas han cambiado un poco, pero no tanto, ya no escribimos como usted, que dictaba las instrucciones sentado en la osamenta de un buey, 65 | P á g i n a

sino frente a un aparato llamado computadora, sin embargo, el pobrerío sigue sufriendo las mismas penurias que en aquellos tiempos. Sabe que en la Patria Grande algunas cosas se están poniendo lindas, un tal Fidel y un tal Chávez andan queriendo unir a toda Sur América, con todo respeto me recuerdan un poco a usted, pero claro los gringos del norte los acosan permanentemente y habrá que estar muy atentos para que no los derroten, aunque parece que detrás de ellos hay pueblos muy valientes, organizados y decididos a defender la Revolución. Bueno General, quien más que usted para saber de estas cosas, que luchó casi al mismo tiempo contra el imperio español, el portugués, el inglés y las oligarquías portuarias. Usted sí que aprendió de triunfos y derrotas, traiciones y lealtades. Continuando con mi misiva, le cuento que más al sur, acá por las Provincias Unidas de la Banda Oriental, la cosa está medio complicada. Resulta que hace un tiempo atrás, unos gringos de la Europa instalaron una industria que parece tira basura al Río de los Pájaros Pintados y es muy probable que termine pudriéndolo. Sí, como lo oye: ¡pudriéndolo!

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Para colmo de males al Oriente gobierna un señor llamado Tabaré (no se entusiasme con el nombre), que se ha obstinado en dejar que los gringos hagan tranquilos sus negocios y en esta otra margen, algunos, muy enojados, se las agarran con el pobre pueblo oriental. Es que de este lado, los gobiernos no son mejores y coquetean con dios y con el diablo, sin hacer nada por solucionar las cosas. Sabe general, aquí cerquita de donde usted cruzó el río seguido de miles de valientes orientales, hace tiempo que la gente se anda peleando con la gente, para ver si así, cosa rara, pueden torcer la voluntad de los gobiernos. Para completar, el tal Tabaré, hace unos días mandó a colocar un alambrado en el medio de río. Se imagina General, usted que se las pasó “desalambrando” para darle tierras al que no las tenía y ahora estos gobiernos andan protegiendo las tierras y las empresas de los que más tienen. Pero, bueno, yo creo que más temprano que tarde, ha de prosperar la lección que usted nos dejó. El pueblo entenderá que los verdaderos enemigos son los imperios y las clases 67 | P á g i n a

dominantes y que solo nos va a salvar la unidad de los de abajo, luchando por la libertad y la justicia de la Patria Grande. Bueno, mi estimado Don José, donde quiera que usted esté ahora, espero que me entienda y sepa disculpar las molestias ocasionadas. Desde las tierras de la Redota, se despide de usted este humilde servidor, que solo ha querido trasmitirle una versión de lo que por aquí anda pasando. Fraternalmente. Washington Rodríguez. La mujer, terminó de leer con un nudo en la garganta…

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Lección XIII (Para la cátedra Geografía del Mundo)

El mapa de Irene

Irene, cursaba el sexto grado en la única escuela primaria de su pueblito natal. La semana anterior la señorita Beatriz les había pedido a ella y sus compañeros de curso que dibujen un mapa del pueblo. La niña tomó un cuadernito, un lápiz y salió a recorrer calle por calle, barrio por barrio. Al cabo de la semana tenía su obra maestra orgullosamente terminada. Había realizado un plano con detalles minuciosos que podrían ser dignos del Google Maps. Ese día, era el plazo indicado por la maestra para presentar el trabajo. Irene desplegó su obra con aire triunfal y lo mostró al grupo, sus compañeritos que habían realizado unos croquis mucho más menesterosos y clásicos aplaudieron a la niña. 71 | P á g i n a

Sin embargo, a la maestra el trabajo no le gustó nada. En el mapa de Irene, la humilde casita en la que vivía con sus padres en los arrabales del pueblo, se encontraba al centro y arriba, de tal manera que el resto del caserío quedaba desplazado hacia abajo, como si estuviera cayéndose del mapa. -Pusiste mucho esfuerzo- dijo la docente con aire de compasión- pero debiste ubicar la plaza en el centro, como hizo el resto de tus compañeritos, y así el mapa te hubiera salido mucho más lindo. Unos meses después, la señorita Beatriz comenzó a enseñar la geografía del mundo y mostró con entusiasmo un planisferio nuevo, que en esos días había donado la Asociación Cooperadora. -Este es el mundo- dijo con orgullo la docente y comenzó a señalar cada uno de los continentes- el que está al centro y arriba es Europa, sentenció con aire solemne.-Señalando el “viejo continente”.

Allá por 1518 Diego Ribero, un cartógrafo e inventor portugués que trabajó al servicio de la Corona española, había dibujado lo que hoy se recuerda como uno de los primeros planisferios. El mapa de Ribero se parecía bastante al que hoy enseña orgullosa la maestra. La lógica con la que el Lusitano -y los geógrafos europeos que lo antecedieron y precedieron- habían dibujado sus mapas, era la misma que la de Irene. 72 | P á g i n a

Don Diego y sus colegas también partieron de su casaponiéndola al centro y arriba- y por tanto el resto del mundo quedó visiblemente desplazado hacia abajo.

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Lección XIV (Para la cátedra de Problemática del Conocimiento Histórico)

Nehuen (Recuerdos del futuro)

Argentina, año 2010. En esos días, Miguel cumplía treinta años. No había tenido la suerte de conocer a sus abuelos. Los maternos habían muerto antes de que él naciera. En el caso de los paternos, murieron cuando era muy chico. Miguel hubiese querido saber más sobre sus abuelos. Indagó todo lo que pudo, pero solo logró encontrar una caja con unas cuantas fotos, el documento de uno de ellos, y unas cartas que su abuela le había escrito a su padre, cuando éste se encontraba trabajando fuera de la ciudad. Su madre le había contado alguna vez, que sus abuelos no tenían ningún recuerdo de cuando eran niños, porque la inundación de 1959 les había llevado fotos, documentos, cartas y toda otra pertenencia que los ayudara a reconstruir su infancia. 75 | P á g i n a

-¡Yo no quiero que a mis nietos les pase lo mismo!- decía con frecuencia Miguel – voy a escribir mi propia historia, para que ellos puedan saber de mí. No es que sea egocéntrico-Agregaba-, pero quiero que puedan reconstruir su pasado familiar, que en definitiva, es su propio pasado-sentenciaba el hombre, con aire solemne.

Argentina, año 2051. Milton no pudo conocer a su abuelo. Cuando él nació, Miguel había muerto hacía dos años, arrastrado por la corriente del río en una terrible creciente, que se produjo justo 90 años después de aquella, que había borrado el pasado de sus propios abuelos. En los últimos 40 años, Miguel se había ocupado de escribir pacientemente su propia historia, obsesionado por aquella idea de dejarles el testimonio de su vida a los futuros nietos. Pero aquella, no era la única obsesión del difunto abuelo, además tenía una terrible negación con respecto al uso de las nuevas tecnologías. Miguel, se había empeñado en escribir a mano. En la ciudad, se aseguraba que sus textos eran los últimos manuscritos de toda la provincia, aunque al viejo le gustaba jactarse diciendo que eran los últimos del país. La creciente del 2049, había sido prevista con mucha anticipación gracias a los adelantos técnicos y a las formas de comunicación de la época; pero Miguel, se obstinó en quedarse en su casa pese a la insistencia de las Autoridades de Defensa Civil de trasladarlo a otro lugar. 76 | P á g i n a

Por aquel entonces, el hombre vivía en la misma casa que habían habitado sus abuelos en 1959, la única que quedaba del otro lado del muro de contención que desde hacía 40 años protegía por completo a la ciudad. Un borracho que había visto cuando el agua arrastraba al septuagenario, aseguraba que en una de sus manos, llevaba sostenidos los ya famosos manuscritos. Demás está decir, que a mediados del siglo XXI, los textos podrían haberse digitalizado con alguna de las tantas tecnologías existentes, e incluso se podría haber logrado una copia exacta de los originales, pero Miguel se había negado. -¡Quiero que conozcan estos apuntes, los que escribí con mis propias manos y no una copia hecha por una máquina!- había dicho un tiempo antes de morir.

Estados Unidos de Latinoamérica. Año 2125. Nehuen, es un adolescente de 14 años, pertenece a las primeras generaciones de niños nacidos en esta nueva gran República que llamamos Estados Unidos de Latinoamérica. La escuela, tal cual se conocía hasta mediados del siglo XXI ya no existe, pero los jóvenes de hoy tienen otras formas de socialización, algo parecido a lo que hace siglos eran los clubes.

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Allí practican deportes, cumplen tareas comunitarias, juegan, realizan actividades artísticas, etc. El aprendizaje de las ciencias sin embargo no se da metódicamente en los “clubes”, sino a través de una tableta ultra delgada, inventada por los chinos, y que se conoce popularmente como “Pantalla”. Los avances del Socialismo del Siglo XXII -así se denomina la forma de organización socioeconómica y el modelo político vigente en los Estados Unidos de Latinoamérica - permiten que todos los jóvenes puedan acceder a su Pantalla, y a través de ella comunicarse con profesores, tutores y compañeros. De esa forma aprenden, intercambiando información contenida en videos, textos y audios en todos los formatos imaginables. Este equivalente actual de la vieja escuela, se conoce simplemente con el nombre de “Red”. La calidad y definición de las imágenes que han alcanzado las Pantallas actuales, era impensada a principios del siglo anterior; se manejan con la voz humana, sin necesidad de apretar ningún botón, incluso sin tener que recurrir al sistema táctil, que tan de moda estuvo hace más de medio siglo. La generación de Pantallas que tiene Nehuen, una de las más modernas, es capaz de reconocer el pensamiento de la persona que se encuentra a menos de un metro del dispositivo, al instante comienza a mostrar todo tipo de hipervínculos que pueden ser controlados, solo con pensar en ellos.

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Latinoamérica es la única región del mundo que no se encuentra dominada por el Imperio Chino, incluso, los viejos Estados Unidos de Norteamérica, son hoy una colonia del coloso oriental. La unidad de los pueblos, los grados de justicia, equidad y desarrollo, logrados por el Socialismo del Siglo XXII, le permitieron a Latinoamérica mantenerse autónoma. La conciencia ambiental, por su parte, convirtió a nuestra Patria Grande en el último reservorio de agua y alimentos del planeta. A diferencia de los imperios anteriores, los chinos no pueden colonizarnos, explotarnos, saquearnos o depredarnos, por lo tanto deben limitarse a proveer a nuestro Estado de todos los adelantos tecnológicos necesarios, que son adquiridos a valores justos o canjeados por agua o alimentos. Por estos días, Nehuen comparte con sus compañeros de Red la consigna de investigar sobre su pasado familiar, a partir de los testimonios digitales que se encuentran en la poderosísima memoria de su Pantalla. El adolescente, comenzó a indagar en el pasado de su familia, rápidamente pudo reconstruir la historia de su abuelo Milton, gracias a la enorme cantidad de fotos, videos y otros testimonios que encontró almacenados en la memoria de su Pantalla. Con solo pensar en su abuelo, el aparatito le mostraba más y más opciones vinculadas a él y entrando en ellas, Nehuen encontraba más y más datos. 79 | P á g i n a

El joven, continuó rastreando en su pantalla sin encontrar alguna cuestión familiar que le interesara demasiado, hasta que llegó a conocer la fantástica vida Miguel, el abuelo de Milton, es decir, su tatarabuelo. La historia era alucinante, la obsesión de aquel ancestro por dejar testimonio de su vida, la tozudez de escribir en manuscrito, y la resistencia de mantenerse en la casa de sus abuelos aún al precio de que se lo lleve la inundación, le parecieron una epopeya difícil de igualar. Más pensaba Nehuen en Miguel, y más datos le aparecían en la Pantalla. El joven comenzó a indicarle a la propia máquina que los ordenara, y al cabo de un tiempo logró reconstruir minuciosamente la historia de su ancestro. Rápidamente, la almacenó en la memoria y la compartió con sus compañeros de Red.

Unos días después, Nehuen se encontraba mirando en su Pantalla una película del siglo XXI, en uno de los cientos de miles de canales que pululan en la red. En un momento recordó aquella parte de la historia de Miguel, cuando un borracho decía haber visto al anciano ahogándose con el manuscrito en sus manos. Se preguntó si verdaderamente habría sido así. Tanta concentración puso Nehuen en ese pensamiento, que provocó un cambio brusco de canal en su Pantalla. La maquinita hizo una especie de zapping, y se detuvo en algo parecido a los antiguos noticieros, un locutor anunciaba la aparición del último 80 | P á g i n a

manuscrito original de la historia de la humanidad; el mismo se habría hallado casi intacto, conservado en un recipiente herméticamente cerrado, y se estimaba que había sido escrito por un tal Miguel, las últimas páginas podrían ser fechadas a principios del año 2049. Nehuen, montó rápidamente en su bicicleta ultra liviana y partió en búsqueda de aquel manuscrito. Pese al extraordinario desarrollo científico-tecnológico y a los grados de equidad social alcanzados en estos tiempos, la bicicleta es el principal medio de transporte. Hemos aprendido, después de siglos, que es más sano, más económico, no contamina y evita los accidentes de tránsito. Nehuen, llegó al lugar que antes llamaban museo y ahora denominan “Reservorio de la Era Pre-pantalla”, un modernísimo edificio en el cuál se exhiben: Plasmas Notebook, Tablet, Teléfonos Celulares y otros artefactos que eran usados en el siglo XXI. -Soy el tataranieto del autor del manuscrito-dijo el joven a la mujer que atendía el Reservorio. -¿A sí? -pregunto la mujer- Pero no te lo podés llevar, es patrimonio de la humanidad- agregó. Ya lo sé- dijo el joven- solo quiero verlo, tocarlo y llevarme una copia. La mujer, pasó un láser por la cara de Nehuen, automáticamente apareció en una pantalla su filiación completa: 81 | P á g i n a

-Efectivamente, se trata de un antepasado tuyo- afirmó. Luego de identificar al joven, la empleada del “Reservorio”, se dirigió a un cofre vidriado que se encontraba en el medio de la sala, extrajo el manuscrito, y se lo entregó a Nehuen. -Solo por un ratito- le dijo la mujer. El joven, tomó temblorosamente el manuscrito. Le pasó la mano como acariciándolo y no se atrevió a leerlo frente a la empleada. Solo extrajo su Pantalla y la deslizó boca abajo por sobre la primer hoja del escrito de su antepasado. Con una sola recorrida, el documento completo fue copiado en la memoria del dispositivo. Nehuen devolvió el original, agradeció, tomó su bicicleta y volvió presuroso a su casa. Al llegar, se encerró en su habitación, prendió la tableta y comenzó a leer el legado de Miguel. A los pocos renglones el joven estaba pálido y sudoroso; rápidamente pensó en la reconstrucción de la historia de su antecesor, que él había realizado y guardado en la Pantalla. Automáticamente el aparato dividió la imagen en dos, mostrando de un lado el escrito de Miguel, y del otro, el suyo. La sorpresa fue mayúscula, del principio al final, hoja por hoja, palabra por palabra, coma por coma, los textos eran idénticos.

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Lección XV (Para los actos escolares II)

Mario (El discurso que no fue)

Jueves 23 de Marzo de 2006. Mario Pérez, era aquel joven estudiante de Historia que tres años antes, había encontrado el prólogo del libro que Guadalupe nunca escribió. Pérez, ya recibido de Profesor de Historia y a los meses de debutar como docente, tuvo la responsabilidad de organizar un pequeño acto en repudio al golpe de estado que treinta años antes daba inicio a una de las etapas más tristes y oscuras de nuestra historia. El joven docente había pensado minuciosamente las palabras que iba a pronunciar. Borró y escribió varias veces aquel discurso, era el primero y debía ser fiel a aquello que tanto había imaginado cuando era estudiante, contribuir desde su lugar de docente a que el presente y el futuro sean mejores.

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Unos minutos antes, sin embargo, sintió un impulso, sacó las dos hojas de su bolsillo, las hizo un bollo y las arrojó al suelo. Al momento de pronunciar su discurso, improvisó unas breves palabras de rigor, recitó de memoria un trillado poema cuya autoría suele atribuírsele a Bertolt Brecht y dio paso rápidamente a unos estudiantes que interpretaron un par de canciones de rock nacional alusivas a la fecha. Carmen, la portera, barría el patio cuando yo pasé por al lado de ella. -Esto se le cayó al profesor Mario- me dijo – Usted se lo puede alcanzar- agregó- estirando la mano para darme las dos hojas arrugaditas del discurso que Pérez no había leído. Cuando llegué a la sala de profesores mis compañeros ya no estaban, me pudo la curiosidad y antes de irme a mi casa me senté en el solitario salón y leí aquel discurso: Autoridades, señores docentes, estudiantes:

padres,

compañeros

La escuela, la familia y los medios de comunicación masiva, principales formadores (o deformadores) de la conciencia y las mentalidades de los pueblos, suelen instalar con cierta liviandad las efemérides, como forma de recordar hechos históricos y personajes, los que son “resucitados” de la oscuridad de los tiempos por un día o dos, y luego vueltos a ocultar hasta que el almanaque amerite una nueva resurrección. 86 | P á g i n a

Esta superflua forma de recomponer los retazos de nuestra historia, lleva la inmensa mayoría de las veces, a una deformación o un vaciamiento de contenido de aquello que intenta recordarse. El recuerdo del golpe cívico-militar y la genocida dictadura instalada en nuestro país el 24 de marzo de 1976, no escapa a las generalidades de la ley. Es habitual que en las escuelas se trate el tema durante la semana para “cumplir” y que luego: los aspectos históricos, económicos, sociológicos, éticos e ideológicos que envuelven al tema, no sean retomados y vinculados con los contenidos específicos de las cátedras. Es común que aquello que sucedió en el pasado reciente, no se vincule con nuestro presente y con el análisis de la realidad. Y lo que es peor, no se aproveche como disparador para generar un debate profundo sobre la historia y la sociedad en la que vivimos. Los medios de comunicación, por su parte, le dan una mayor o menor importancia al tema, según las circunstancias coyunturales en la cual nos encontremos para esta fecha. Es decir, si no hay otras noticias que “vendan más”, como por ejemplo algún entuerto farandulero, es probable que los medios le dediquen un mayor tiempo a la recordación. Y aun así, es muy factible que se 87 | P á g i n a

eluda el debate o el análisis profundo sobre el tema. Es trágico, además, observar muchas veces a funcionarios, empresarios, sacerdotes, etc., que hablan de la dictadura como si ellos no hubiesen tenido nada que ver, cuando sabemos que buena parte de la clase dirigente y fundamentalmente quienes detentaban el poder económico, fueron los mentores de ese trágico proyecto que costó la vida a miles de personas y obligó al exilio, el silencio o el miedo a muchísimas otras. Cabe preguntarse entonces si no es hora de comenzar a recordar de otra manera. Dándonos un debate profundo en el que podamos analizar el contexto histórico mundial, continental y nacional en el que se produjo tan horrendo proceso de exterminio, ver las causas económicas y los intereses que estaban detrás de aquellos militares asesinos, pensar seriamente en las consecuencias, acciones y responsabilidades posteriores que no terminan en diciembre de 1983. La relación entre aquella masacre y la pobre democracia que signa los tiempos pos-dictadura del ochenta y tres a la fecha, las secuelas como el endeudamiento externo, la dependencia económica, el miedo, el individualismo, el “no te metas” y sobre todas las cosas la continuidad de un proyecto económico-político que se fue profundizando en estos treinta años y que ha 88 | P á g i n a

sumido en el hambre y la pobreza a gran parte de nuestro pueblo, amerita el debate y el estudio profundo de nuestra historia reciente. La injerencia del imperialismo norteamericano y de los grandes grupos económicos internacionales, tanto en la gestación del golpe, su sostenimiento, posterior caída y su influencia en la implementación de políticas durante las décadas siguientes, es un tema que hemos eludido investigar y discutir colectivamente en las escuelas, universidades, medios de comunicación, etc. El proyecto político y social por el cuál luchaban la mayoría de las víctimas de la dictadura, ha sido silenciado por nuestra memoria colectiva, o recordado más de una manera romántica y afectiva que desde la auténtica reivindicación de aquella lucha. El análisis serio y profundo de aquel proyecto político inconcluso, la crítica y autocrítica de aquel valioso intento de construcción de una sociedad diferente, es también una tarea que nos debemos. Finalmente, reconstruir la historia reciente de manera colectiva, repensarla, revisarla, criticarla, nos permitirá encontrar herramientas para la edificación de un futuro más digno de ser vivido. De lo contrario, el 24 de marzo del „76 se convertirá tristemente en una efeméride o un 89 | P á g i n a

feriado turístico, carente de sentido, inerte y lejano para las generaciones que tuvieron la suerte de no vivir el horror. Pensé que al lunes siguiente podría entregarle el discurso a Mario y aprovechar la ocasión para preguntarle por qué no lo había leído, pero no fue posible. La suplencia de mi compañero había terminado abruptamente y no volvió a trabajar en esa escuela. Tiempo después, volví a cruzármelo en otras instituciones y en alguna asamblea gremial, pero nunca me animé a tocar el tema, ni a devolverle su discurso, me pareció que después de tanto tiempo era forzar la situación. Vaya a saber uno por qué, Mario tuvo aquel repentino cambio de decisión respecto a sus palabras. Habrá pensado que el discurso podría resultar aburrido o difícil de entender para los estudiantes, habrá tenido miedo de que el cuestionamiento al propio sistema educativo resulte chocante para nuestros compañeros y las autoridades de la escuela, habrá temido que alguno de los padres presentes tilde de excesivamente politizado su discurso. Es difícil saberlo, pero no podía perder la ocasión de rescatar esta interesante pieza oratoria y dejarla asentada en este libro. Es probable que alguien pueda retomarla para un futuro veinticuatro de marzo; de lo contrario, tómese como una pequeña contribución de mi parte a aquel acto inconcluso, y por qué no, como un estímulo para que en una próxima oportunidad Mario Pérez vaya por más.

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Lección XVI

(Para la cátedra de Geografía II) De parto Observe usted detenidamente el planisferio, verá que curiosas las formas de los continentes. Asia tiene un aspecto indefinido. Europa en cambio es deforme y lánguido, parece un viejo a punto de morirse. La América del Norte, tiene el estómago ensanchado justo en los EEUU, una barriga de gula, del sobrepeso de los que mueren de empacho, bien diferente a las panzas de los desnutridos que mueren de hambre. El África, tiene la cabeza grande y un cuerpo flaquito, como si fuera un niño mal alimentado y parece que intentara abrazarse con nuestra Patria Grande. Sudamérica, tiene forma de mujer preñada. Una gravidez milenaria, que de vez en cuando suele parir Revoluciones.

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Lección Final

Para leer antes de dormir

El valiente que haya llegado hasta aquí debe hacerse cargo, ya que las advertencias de las primeras páginas nos eximen de toda responsabilidad. Debe animarse a escribir cartas claras y valientes, como las de Washington, aún a fuerza de ser considerado senil, por algún insensible empleado de correo. Debe recordar siempre a Pablo y respetar a Andrea. Debe procurar disfrutar de los días de sol, como lo hacía María. Debe aprender a conquistar el amor con la palabra, como Nahuel, e imaginarse que la escuela puede ser diferente. Cada ocho de octubre, debe recordar el último día de vida del comandante heroico y cada veinticuatro de marzo (o mejor todos los días) pensar en aquel discurso no leído. Debe luchar, y saber que solo con la dignidad no basta, porque puede terminar bajo los escombros de la escuela como la señorita Inés.

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Debe tener la entereza de Gualberto, el optimismo de Marcelo y correr en el sentido contrario al fuego. Debe construir una balsa para escapar del Capitalismo. Debe aprender de Artigas y también, de aquel libro que Don José conoció en sus últimos días de vida. Si va a pensar en algo de lo que aquí leyó, debe tomar una distancia prudencial, ya que estos relatos pueden transformarse con el simple hecho de ser pensados. Como sucederá en el futuro, con los contenidos de la “Pantalla” de Nehuen. Debe desconfiar sanamente del contenido de este libro y de todo otro que lea, porque eso fue lo que nos enseñó Guadalupe. Pero, sobre todas las cosas, debe saber, que lo que para algunos es una imagen del Che, para otros puede ser el brazo de Maradona. El mapa, y también el mundo, pueden ser diferentes.

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Fuentes consultadas y musas inspiradoras:

Karl Marx, José Artigas, Mariano Moreno, Ernesto Guevara, Eduardo Galeano, Alejandro Dolina, Osvaldo Soriano, Rodolfo Walsh, Jorge Amado, Gabriel García Márquez, John Kennedy Toole, Paulo Freire, Celestin Freinet, Ray Bradbury. Las películas que he visto, la música que he escuchado. Mis viejos. Mis compañeros docentes, estudiantes y egresados del Profesorado de Ciencias Sociales de Concordia. Poli, Ernesto y Camilo. La vida.

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Índice: Después no diga que no le avisaron. Advertencia…………………………………………3 Prólogo para un libro de historia que no fue. Guadalupe…………………………………………..5 Lección I (Para la cátedra de Historia Latinoamericana) El día que el General conoció aquello…………...11 Lección II (Para la cátedra de Historia de las Ideas) Balseros…………………………………………….17 Lección III (Para la cátedra de Economía Política). De locos y sinvergüenzas………………………….21 Lección IV (Para la cátedra de Derechos Humanos). Celebración del optimismo……………………….25 Lección V (Para la cátedra de Realidad Social Latinoamericana). La conciencia de Gualberto……………………....28

Lección VI (Para la cátedra de Sistema Educativo) Breve historia de la señorita Inés………………..31 Lección VII (Unas palabras para los actos escolares). ¿Dónde está?...........................................................35

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Lección VIII (Para las cátedras del Espacio de la Práctica) La otra Escuela de Nahuel………………………...39 Lección IX (Para la cátedra de Epistemología de las Ciencias Sociales) El brazo de dios (O la relación sujeto-objeto)………………………47 Lección X (Para la cátedra de Psicología del Adolescente o para leer en el recreo) María la faltadora…………………………............53 Lección XI (Para la cátedra de Procesos Históricos Argentinos Contemporáneos) Andrea. (Escúchame entre el ruido)……………..57 Lección XII (Para la cátedra de Ciencias Políticas) La carta de Washington…………………………..63 Lección XIII (Para la cátedra Geografía del Mundo) El mapa de Irene…………………………………71

Lección XIV (Para la cátedra de Problemática del Conocimiento Histórico) Nehuen (recuerdos del futuro)………………….75

Lección XV (Para los actos escolares II). Mario (El discurso que no fue)……………….…85

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Lección XVI (Para la cátedra de Geografía II). De parto……………………………………….….93 Lección Final Para leer antes de dormir………………………95 Fuentes consultadas y Musas inspiradoras……………………………..99

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Prontuario del Autor: Juan Menoni es Trabajador de la Educación, Profesor de Historia, y actual Rector del Profesorado Superior de Ciencias Sociales de Concordia. Además, es Diplomado en Educación, Imágenes y Medios, Realizador Audiovisual, y como tal, integra un colectivo experimental llamado Producciones del Sur del Sur. Fue durante años columnista permanente de la Revista Panza Verde. Todos estos antecedentes, y los que no ha confesado, lo convierten en sospechoso de ser el autor material, o al menos el instigador, de todo tipo de delitos.

Cómplice: Mario Franco, era hasta hoy un prestigioso artista plástico. Su condición de ilustrador de este libro, sin embargo, lo transforma automáticamente en cómplice de las fechorías imputadas al autor.

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