Viggo Mortensen, en el nombre del padre

22 jun. 2010 - Estoy esparciendo la «fe cuerva» en todo el mundo. Esa no sólo es mi misión, sino que es mi carrera, ése es mi trabajo. Lo del cine y la poesía ...
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Martes 22 de junio de 2010

CINE Entrevista con el protagonista de La carretera

Viggo Mortensen, en el nombre del padre Continuación de la Pág. 1, Col. 6 acento y los modismos argentinísimos que utiliza, que aprovechará al máximo el año próximo si finalmente se concreta el rodaje de su primer film argentino, Todos tenemos un plan, debut en la dirección de Ana Piterbarg. Por ahora, interpreta al hombre sin nombre ni apellido, en la película basada en la novela de Cormac Mc Carthy (también responsable del libro que originó Sin lugar para los débiles) ganadora de un premio Pullitzer. Allí está, en medio de un mundo azotado por un apocalipsis que no se nombra ni se ve, pero cuyas consecuencias se perciben en cada una de sus arrugas y en cada una de las lágrimas del chico (Kodi Smit-McPhee) que lo acompaña. “Lo que filmamos es bastante fiel al libro. Aunque el miedo y la desesperación estén llevados al extremo, lo que el film muestra del amor entre padre e hijo es real. Las diferentes maneras en que las personas se enfrentan a una crisis. Eso se entiende en todo el mundo”, dice Mortensen, que para este papel adelgazó mucho: tanto, que cada vez que sopla el viento en ese paisaje inhóspito que recorre, da la sensación de que no podrá dar un paso más. Pero lo da y sigue por la carretera con el niño de mirada imposiblemente inocente a cuestas.

Viggo Mortensen compartió todas las escenas de la película con el actor infantil australiano Kody SmitMcPhee que interpreta a su hijo

El film muestra una humanidad al borde de la extinción

“Es muy difícil prepararse para el fin del mundo. Para mí, fue cuestión de imágenes”, dice

Hijo del hombre “Hay momentos muy bonitos y tiernos en la película, que ocurren porque enfrente tenía a este gran actor, un genio. John Hillcoat, el director, y yo podríamos haber hecho el mismo trabajo con la misma entrega, pero si no hubiéramos encontrado un actor joven con la capacidad y la profundidad como persona que tiene Kodi, no habríamos llegado tan lejos”, recuerda el actor que desafió aquel prejuicio que dice que no hay peor castigo para un intérprete adulto que trabajar con un chico. “Me impresionó su aguante, porque, aunque yo estaba flaco y el frío me afectaba más de lo normal, para él –que es australiano y nunca había visto la nieve– era una experiencia completamente nueva. Se dio cuenta de una manera muy madura de que

FOTOS DE DISTRIBUTION COMPANY

esa incomodidad le servía y me lo dijo: «Ya bastante difícil es todo lo que estamos haciendo para encima tener que fingir que tenemos frío. Es más fácil sentirlo en serio». El paisaje también ayudaba; era nuestra medida, porque era tan de verdad que nosotros no podíamos ser menos auténticos”, recuerda Mortensen de los meses que pasó filmando entre la zonas afectadas por el huracán Katrina, un monte volcánico en el estado de Washington y en terrenos

destruidos por minas terrestres. Para hacerles frente a los rigores físicos del rodaje, pero sobre todo a los emocionales, el actor puso en marcha un proceso que suele diferenciarlo de sus pares y lo pinta de cuerpo entero.

La conexión argentina “Es muy difícil prepararte para el fin del mundo. Para mí, la preparación fue ver determinadas imágenes, películas y tomar notas. Tenía cosas

escritas en la pared... cosas que me hacían pensar. Son los momentos de crisis física y mental los que le cuentan al espectador cómo sos. Todo el tiempo tenía muy presente una cita de José Ortega y Gasset... La tengo acá en el cuaderno. ¿Te la puedo leer?”, pregunta Mortensen, y cuando se le dice: “Sí claro, por supuesto”, se larga a recitar. Terminado el interludio de filosofía, recuerda una frase de Flaubert, y entonces, a casi veinte minutos de comenzada la

charla, su tema favorito –al menos cuando se encuentra con un oído argentino–, San Lorenzo, se meterá en la conversación sobre padres, hijos y la falta de humanidad en un mundo posapocalíptico. Aunque la relación entre los temas parece poco probable y algo tirada de los pelos, Mortensen se las arregla para establecerla con una pasión que sólo un auténtico futbolero puede tener. “Javier Aguirresarobe, nuestro director de fotografía español, tenía

un asistente argentino, porteño, Matías Mesa, hincha fanático del Rojo, que, a pesar de ejercer una presión fortísima sobre Kody, no consiguió que se hiciera de Independiente. El nene aprendió a pedir choripán y mate y a hincharle las pelotas al español sorprendiéndolo con su acento porteño: es un «cuervo» total. Estoy esparciendo la «fe cuerva» en todo el mundo. Esa no sólo es mi misión, sino que es mi carrera, ése es mi trabajo. Lo del cine y la poesía, y todo lo demás son hobbies. De la evangelización del espíritu «cuervo», a eso me dedico”, se entusiasma Mortensen, y no se sabe muy bien cómo, pero con un par de palabras y mucha imaginación, logra su objetivo, conectar la desolación y la lucha de su personaje para sobrevivir en medio de ella con la campaña reciente del equipo de sus obsesivos amores. “Estos personajes, el padre y su hijo, a pesar de que parecen pasar mucho frío, y de hecho lo pasan, debajo de los trapos que llevan, tienen puestas las remeras de San Lorenzo”, dice el actor, y se ríe. Sin embargo, algo indica que está hablando muy en serio y que si a él le tocara enfrentarse al fin del mundo como lo conocemos, lo haría con una camiseta de su equipo, bien pegada al corazón.

Un Freud con el sello de David Cronenberg Por estos días, Mortensen volvió a ponerse a las órdenes de David Cronenberg, quien lo dirigió en Una historia violenta y Promesas del Este. En esta tercera oportunidad de trabajo en conjunto, el actor fue convocado para interpretar a Sigmund Freud en A Dangerous Method. “No será el Freud que conocemos de las fotos porque se mostrará un período de su vida, a los 50 años, que la gente no conoce tanto. La historia está centrada en la relación con Carl Jung, en la ruptura entre los dos terapeutas y, sobre todo, en el lugar que ocupó en la vida de ambos Sabina Spielrein. De hecho, los personajes principales son Jung y esta mujer. El de Freud es un papel secundario”, detalla el actor que compartirá la escena con Michael Fassbender (Bastardos sin gloria),

que será Jung, y Keira Knightley, como la dama en cuestión. “Para prepararme leí un montón de cosas muy interesantes. Además fui a Europa para ver dónde nació y dónde trabajó Freud. Le agradezco a Cronenberg que me diera esta oportunidad porque, en realidad, era otro actor el que iba a hacerlo, Christoph Waltz, que prefirió hacer películas «gordas» de Hollywood”, comenta algo desconcertado Mortensen. Una de las superproducciones que Waltz, ganador del Oscar por su papel en Bastardos sin gloria, eligió por sobre la de Cronenberg fue Avispón verde. “No sé por qué lo hizo, pero lo que él se pierde, lo gano yo. Tengo la oportunidad de rodar de nuevo con el amigo Cronenberg”, cuenta el actor, que

Director y actor, de nuevo juntos ARCHIVO

no descarta hacer también la segunda parte de Promesas del Este. “El personaje me gustó mucho. Al final no se sabe si está del lado de la ley o es un criminal. ¿Tiene que escaparse de la policía, de los rusos?”, se pregunta Mortensen esperando que el cineasta filme las respuestas.

Opinión Por Fernando López

El aporte al cine de un autor No sería éste el espacio más apropiado para hablar de Jean Anouilh ahora que se cumple un siglo de su nacimiento si no fuera porque un puñado de sus obras merecieron adaptaciones al cine que dieron bastante que hablar. Pero, además, porque su relación con la pantalla no se redujo a ceder los derechos de piezas que había concebido para el teatro. La biografía del autor francés habla también de su vínculo con el cine como adaptador, dialoguista y aun como realizador. Poco se recuerda que en 1943 él mismo filmó su versión cinematográfica de El viajero sin equipaje, con Pierre Fresnay al frente del elenco y una construcción que denunciaba su origen teatral. Ocho años después, repitió la experiencia con Deux sous de violettes, film negro que disgustó al público y a la crítica por su exceso de sarcasmos y de agravios. * * * Se había acercado al cine llevado por Jean Aurenche, uno de sus compañeros de trabajo en la agencia de publicidad en la que ingresó poco después

de abandonar sus estudios de derecho. Con él escribió las primeras piezas teatrales y, desde 1936, escenas cómicas o guiones enteros para el cine, incluidas algunas adaptaciones de piezas propias o de otros autores. Por

Jean Anouilh, de cuyo nacimiento se cumple un siglo, estuvo muy ligado a la pantalla ejemplo, fue responsable con Julien Duvivier y Guy Morgan de la versión de Anna Karenina con Vivien Leigh, que dirigió el primero en 1948, y de Caroline chérie (1951) y su secuela, Un caprice de Caroline chérie (1953), los films que revelaron a Martine Carol. Difícil establecer el número de películas a las que sumó su gracia y su anticonformismo: muchas veces prefirió ser omitido en

los créditos para no empañar su imagen como dramaturgo; sin embargo, suyas fueron muchas de las brillantes líneas de diálogo confiadas a Danielle Darrieux o Edwige Feuillère; el film Vous n’avez rien à déclarer? (1937), con un magnífico Raimu, sigue siendo considerado uno de los más graciosos de su época, y todos coinciden en señalar Pattes blanches (1949, Jean Grémillon), fascinante mezcla de film noir y cuento de hadas sobre una sociedad provincial de códigos casi medievales, como su mejor trabajo para el cine. Claro que los títulos más conocidos, aparte de la malograda versión de La ronda, que Roger Vadim filmó sobre adaptación de Anouilh en 1964, son los que la gran industria internacional dedicó a sus piezas teatrales. Especialmente dos: El vals de los toreadores (1962, John Guillermin), con un inolvidable Peter Sellers, y Becket (1964, Peter Glenville), con su formidable match actoral Burton-O’Toole, que ganó un Oscar (guión adaptado) y mereció otras 11 nominaciones.