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Un auténtico vodevil argentino

7 oct. 2012 - expresar vitalidad aún hoy. ß. Carlos Pacheco ... Claudio Da Passano, Néstor Ducó, Malena Figó, María Figueras, Magalí Meliá,. Miguel Moyano, Hernán Muñoa, Francisco Prim, Ángela Ragno y Federico. Tombetti.música y ...
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espectáculos

| Domingo 7 De octubre De 2012

Jacques Lacan, a puertas cerradas

teatro

teatro

Un auténtico vodevil argentino

El mundo Pinter, con personajes potentes

estreno. La primera obra escrita y

dirigida por el periodista Pablo Zunino Natalia Blanc LA NACION

Una escena de la vida de Jacques Lacan inspiró al periodista y psicoanalista Pablo Zunino para escribir una entretenida comedia “apta para psicólogos, pacientes y civiles”. El doctor Lacan, que se estrena hoy, a las 19, se presentará todos los domingos de octubre en La Casona Iluminada, Corrientes 1979. Con Mario Mahler y Silvia Armoza, la obra (primera experiencia de Zunino como dramaturgo, director y productor) tuvo un curioso camino desde su origen hasta el estreno. Mientras investigaba y reunía material sobre Lacan para un artículo publicado en adn, el periodista descubrió una anécdota que le pareció completamente teatral. “Lacan y su secretaria, la asturiana Gloria González, llegan como todas las semanas a la Escuela Normal Superior de París, donde el psicoanalista brindaba sus célebres seminarios y se encuentran con el salón vacío. Era el Mayo Francés del 68, los estatales estaban en huelga y los jóvenes tomaban las calles parisinas”, cuenta el autor. A partir de esa historia, que no se sabe si es real o si se trata de una leyenda, Zunino imaginó una obra que transcurre a puertas cerradas durante cincuenta minutos, la misma duración de una sesión psicoanalítica. El periodista escribió la pieza en nueve semanas, durante el verano pasado, en un ejercicio de autogestión típico del teatro independiente. A través de Facebook, Zunino se contactó con Silvia Armoza, una actriz que integró el mítico grupo teatral Gambas al Ajillo y trabajó en programas de Antonio Gasalla y Jorge Guinzburg. Ella quedó encantada con el texto y le propuso interpretar a Gloria. Juntos convocaron a Mario Mahler, discípulo de Miguel Guerberoff. Cuando Zunino lo vio, quedó impactado. Mahler tiene un parecido impresionante con Lacan. “Es él”, pensó

el director y lo invitó a sumarse al proyecto. A través del actor encontraron el espacio indicado: La Casona Iluminada, una antigua casa con imponentes escaleras de madera que se usaba para clases y ensayos. La sala del segundo piso, tiene capacidad para cincuenta espectadores. Zunino y equipo trabajaron en la puesta durante dos meses. Los primeros ensayos fueron sólo para amigos. Después de algunos ajustes, se animó a invitar a psicoanalistas y pacientes. Así, la obra tuvo varias funciones “secretas”, exclusivas para aquellos que se enteraron por el boca en boca y por Facebook. Ese sistema le sirvió al director para testear el texto y comprobar que es apto para todo público. “Los psicoanalistas se ríen al escuchar a Lacan hablar como lo haría cuando no estaba frente al público y los pacientes se divierten al ver al famoso psicoanalista entre bambalinas”, aclara Zunino. El autor hizo un relevamiento entre los espectadores iniciales para confirmar que todos entendían la trama, centrada en la peculiar relación entre Lacan y su secretaria, una española que dejó su país a los quince años para escapar de la Guerra Civil y fue desde su ama de compañía hasta su cable a tierra. Por momentos, Gloria parece ser su analista porque lo ayuda a pensar algunos hechos desde otro punto de vista. Aunque en el escenario sólo están Gloria y Jacques, en sus entretenidos y picantes diálogos aparecen el analista de Lacan (Rudolph Loewestein, un polaco que había huido del nazismo) y otras figuras clave de la época como la estrafalaria princesa Bonaparte. A través de la proyección de imágenes reales, que fueron intervenidas por el artista plástico Pablo Bolaños, el público se convierte en testigo de los sueños y las pesadillas del gran psicoanalista francés, una de las figuras relevantes del siglo XX.ß

Alarcón junto a Figueras, Catalano y Figó

Foto: m. cáceres

¡Jettatore...! . ★★★★ muy buena. autor: Gregorio de Laferrère. dirección: Agustín Alezzo. intérpretes: Mario Alarcón, Aldo Barbero, Lidia Catalano, Claudio Da Passano, Néstor Ducó, Malena Figó, María Figueras, Magalí Meliá, Miguel Moyano, Hernán Muñoa, Francisco Prim, Ángela Ragno y Federico Tombetti. música y dirección musical: Mirko Mescia. iluminación: Chango Monti. vestuario: Graciela Galán. escenografía: Marta Albertinazzi. sala: Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815. duración: 95 minutos.

D

esprestigiar a una persona descalificando su discurso, su conducta o su proceder con un rumor malicioso no es una modalidad novedosa de hoy. Ya en 1904, Laferrère había presentado este recuso en ¡Jettatore…! y sigue teniendo vigencia en la actualidad mediática si se lo toma como la gran bola de iniquidad que va creciendo hasta destruir a los humanos que encuentra a su paso. Por supuesto, un recur-

so subrayado por la mirada satírica del autor, que supera la comedia para llevarla a una aguda crítica social. El maduro Don Lucas tiene la pretensión de casarse con Lucía, quien a su vez está enamorada de su primo Carlos. Esta intención de Don Lucas moviliza la creatividad de los jóvenes de la casa quienes, para desprestigiarlo frente a la familia, fomentan la idea de que el pretendiente tiene fama de traer mala suerte. Cuando

este rumor comienza a correr todos los personajes se van enganchando con varias anécdotas de mayor o menor intensidad ajustando la realidad a la superstición de “jettatore”. Una simple historia que se realza con el ingenioso texto de Laferrère, que va dibujando cada situación con originalidad sin presentar puntos débiles. Logra encontrar para cada rumor un momento de la realidad que lo justifique, permitiendo que hasta el más sensato y reticente de los personajes termine por aceptar que existe la “jettatura”. En esta primera obra, el autor ya señaló la intención de volcar su atención crítica sobre la clase social a la que él pertenecía, lo que le dio validez y credibilidad a los temas que volcaba en sus comedias, siempre con un sesgo satírico. Ese espíritu de vodevil con que Laferrère impregnó a la obra, Agustín Alezzo lo impone en escena con una acertada y sintética escenografía de Marta Albertinazzi, quien con grandes bloques diseña figurativamente las entradas a todos los ámbitos de la casa familiar, al mismo tiempo que facilita un ritmo de acciones con mucha dinámica. El vestuario de Graciela Galán responde a los diseños de principios del siglo XX y la iluminación de Chango Monti le da una pátina de modernidad a este cuadro de época con una luminosidad que suprime cualquier rasgo de envejecimiento y aporta mucha frescura, algo similar a lo que provoca la música de Mirko Mescia. El gran mérito de la puesta se encuentra en la actuación donde los intérpretes alcanzan un alto grado de verosimilitud, bajo la mirada de Alezzo, un director que, como es habitual, se preocupa por los actores no sólo en la composición, consiguiendo lo mejor de cada uno, sino también en la proyección de la voz natural y en la articulación de las palabras que resuenan en la sala del Cervantes con una excelente nitidez. Un trabajo que beneficia la audición total del texto y que facilita el disfrute y las carcajadas de los espectadores al sentirse identificados con la esencia del hombre porteño, cualidad que se sigue manteniendo con el paso de los años. ß Susana Freire

en la carpintería

Una pieza basada en Mujercitas Los domingos se presenta En la mejilla que él llama mía, una obra escrita y dirigida por Laura Fernández basada en Mujercitas, la novela de Louise May Alcott. El elenco lo integran: Pilar Boyle, Gabriela Irueta, Gabriela Julis y Sol Tester. Domingos, a las 21.30, en La Carpintería, Jean Jaurés 858 . $ 45 y $ 35.ß

cristina escofet

La evocación fantasmal En Pan y Arte se presenta Ay Camila!, un monólogo teatral, dividido en 13 momentos, en los que el espíritu de Camila O’Gorman “vive” en un laberinto de tiempo y espacio. La pieza la protagoniza Corina Bitshman, bajo la dirección de Cristina Escofet. Domingos, a las 21, en Pan y Arte, Boedo 876.ß

el amante. ★★★ tor:

buena . au-

Harold Pinter. traducción:

Rafael Spregelburd. intérpretes:

Marta Bianchi, Ernesto

Claudio, Pablo Samaja. esceno grafía: Alejandra Varela. iluminación: Marco Pastorino. dirección: Raúl Mereñuk. en auditorio losada (corrientes ciones :

1551). fun-

viernes, sábados y do-

mingos a las 20.30. duración: 60 minutos.

E

scrita a comienzos de la década del 60, El amante es de una de las piezas claves en la primera etapa dramatúrgica de Harold Pinter. En ella sienta las bases de una producción que luego se afianzará con fuerza y en la que siempre expondrá un interés muy particular por introducirse en zonas oscuras de la conciencia humana. El amante es un texto peculiar, que sorprende por una trama inesperada, que mucho habrá costado aceptar en su momento y que hoy, todavía, puede promover cierta inquietud entre algunos espectadores. Sarah y Richard llevan un matrimonio en apariencia muy consolidado. La rutina los ha alcanzado, pero han encontrado la manera de escapar de ella. Sarah recibe a un amante en su casa durante las tardes, cuando su marido está en la oficina, y él mantiene relaciones con una prostituta. Ambos conocen el modelo de vida del otro y, si bien hay una aceptación algo incómoda por esa forma de vivir de ambos, creen que es lo más saludable para sostener su propia pareja. Pero en el final es Richard quien modifica el juego, dejando ver unos aspectos inesperados; la verdad se hace carne y cada personaje develará sus propios dolores. La puesta de Raúl Mereñuk es muy distanciada. En ella los personajes parecerían querer exponerse bajo una construcción exterior que, si bien los muestra en una plenitud formal, no les posibilita ahondar profundamente en sus conciencias. Se busca remarcar la representación de manera sobria. Excepto al final, cuando el drama se intensifica y ya no queda espacio para cierta banalidad. Tanto Marta Bianchi como Ernesto Claudio muestran unos trabajos muy precisos. En ellos dejan ver con claridad los carriles por lo que transitan las vidas de sus respectivos personajes. En el caso de Bianchi, exponiendo cierta estudiada frialdad ante los reclamos de su esposo, mientras Claudio sabe manejar esos matices que lo muestran entre la incomodidad y la aceptación, ante una situación que inevitablemente lo descoloca. Aunque un poco desdibujado, el mundo Pinter está en escena y se hace sentir. Su historia y sus personajes son muy potentes y eso le permite expresar vitalidad aún hoy. ß Carlos Pacheco