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SOCIEDAD
I
A un siglo del naufragio
Viernes 13 de abril de 2012
La increíble historia del cordobés Edgardo Andrew
Un héroe argentino a bordo del Titanic grano y se aprestaba a visitarlo en Inglaterra. Edgardo (Edgar), que llevaba un año allí, lamentaba el desencuentro: “Ya me imagino cuánto sentirá usted que yo no me encuentre en ésta cuando usted venga, pero no por esto se desanime Josey, pues sirve para pasar lo mejor que pueda el tiempo. No puede imaginarse cuánto siento el irme sin verla y tengo que marchar y no hay más remedio.” Dos líneas después le dice: “Figúrese Josey que me embarco en el vapor más grande del mundo, pero no me encuentro nada de orgulloso, pues en estos momentos decearía (sic) que el «Titanic» estuviera sumerjido (sic) en el fondo del océano”. ¿Historia de amor trunco, presentimiento y tragedia? Edgardo se llevó las aclaraciones al fondo del mar. En la carta, que Josey leería bastante más tarde, fue categórico y a la vez sugerente: “Muy bien sé que la noticia de mi partida será muy dura, pero paciencia, así es el mundo”. Antes le cuenta que cuando supo que ella iría a visitarlo “estaba tan contento con la noticia que no podía pensar en otra cosa, y hacía cada programa, para cuando usted llegara a ésta, pero desgraciadamente mis anticipados programas no llegarán a realizarse”. Edgardo tenía arreglado partir en el Oceanic el 17 de abril, pero una huelga de carboneros lo obligó a pagar una diferencia por el boleto en el Titanic, el único barco que zarparía (una semana antes), gracias a que la White Star Line garantizó ese esperado viaje inaugural mediante acopio de carbón. El boleto le costó en total 12 libras, entonces unos 60 dólares. Hijo menor del administrador inglés de la estancia El Durazno, en San Ambrosio, al sur de Córdoba, Edgardo había sido enviado a estudiar ingeniería naval a Inglaterra, pero desde Estados Unidos su hermano mayor, Silvano Alfredo (quien prefería ser llamado Alfredo), que le llevaba doce años y estaba por casarse con una viuda muy adinerada, lo tentó para que fuera a trabajar con él en Trenton, Nueva Jersey. Alfredo Andrew, ingeniero naval de la Armada Argentina, había sido enviado a Estados Unidos a pedido del almirante Manuel Domecq para inspeccionar la construcción de dos barcos de guerra, el Rivadavia y el acorazado Moreno. En definitiva, una combinación de episodios provocó la presencia argentina en el Titanic.
Belfast se prepara para una cadena de homenajes
Album de una tragedia ANCESTRY.CO.UK
Continuación de la Pág. 1, Col. 2
Desde un show de MTV hasta actos solemnes Edgardo Andrew planeaba viajar de Inglaterra a Nueva York a bordo del Oceanic, pero una huelga de carboneros lo obligó a comprar un pasaje de segunda clase para el Titanic
En la lista de pasajeros de la segunda clase fallecidos aparece el nombre de Andrew, embarcado en Southampton
Violet Constance Jessop había nacido en Bahía Blanca, pero a principios de siglo emigró a Inglaterra
Andrew aprovechó laa breve escala que el Titanic hizo en Belfast para enviar una postal a sus familiares en San Ambrosio, al sur de la provincia de Córdoba
La tripulante de Bahía Blanca Es verdad que también la sobreviviente Violet Constance Jessop había nacido en la Argentina (cerca de Bahía Blanca), sólo que ella había emigrado con su familia a principios de siglo y vivió el resto de su vida, hasta 1971, como inglesa, la mayor parte del tiempo en el mar. Antes de retirarse a la campiña británica, Jessop, de ojos verdes y cabello rojizo, fue camarera y enfermera durante 42 años en distintos buques, lo que le valió el increíble récord de sobrevivir a un choque y a dos naufragios. Siete años mayor que Edgardo –con el que quizá nunca se vio en el Titanic porque ella atendía a la primera clase–, en 1911 navegaba en el Olympic cuando ese barco, gemelo del Titanic aunque de menor tonelaje, chocó con un buque de guerra. Por entonces el capitán del Olympic no era otro que Edward John Smith, al año siguiente transferido por la White Star Line al “infalible” Titanic, al cabo su tumba. Durante la Primera Guerra Mundial, la joven Jessop pasó a trabajar como enfermera en el barco hospital Britannic. Que en un principio se llamó Gigantic. Le cambiaron el nombre para ahuyentar remembranzas del Titanic, medida que resultó insuficiente. El Britannic se hundió en 1916. Y Jessop, una especie de Forrest Gump de las tragedias navales, esa vez estuvo entre 1125 sobrevivientes. Hubo 29 muertos. Podría decirse que el Titanic siempre fue leyenda, pero la realidad es que la mayor parte de los pormenores que hoy se conocen fue ventilada en los últimos veinte años, y no sólo debido al descubrimiento de los restos, en 1985, y a la impresionante recuperación de objetos desde entonces, sino también al hecho de que muchos sobrevivientes quedaron tan trastornados que sólo pudieron purgar sus ricos testimo-
Premonitorio ➾ Figúrese Josey que me embarco en el vapor más grande del mundo, pero no me encuentro nada de orgulloso, pues en estos momentos decearía [sic] que el ‘Titanic’ estuviera sumerjido [sic] en el fondo del océano ➵ Edgardo Andrew nios tras ser aliviados por el paso de las décadas. Edwina Troutt, Winnie, sin ir mas lejos, la maestra oriunda de Bath que tenía 27 años cuando recibió el salvavidas de parte de su compañero de mesa argentino, recién empezó a hablar de lo que le había sucedido en el Titanic en la segunda mitad del siglo. Eso sí, no paró hasta su muerte (en 1984, cinco meses después de cumplir cien años), como me lo certificó en 1998 una de sus mejores amigas en Hermosa Beach, California, donde Winnie se había radicado. Casada tres veces y convertida en una celebridad, muchos la describieron como una persona excepcional (no en vano manejó su auto hasta los 96). Fue ella la principal fuente de información acerca de los últimos días de la vida de Edgardo Andrew, a cuyo hermano Alfredo visitó. Don Lynch reproduce en su consagrado libro sobre el Titanic un diálogo que tuvo lugar en un pasillo
de la segunda clase entre Winnie, Edgardo y un empresario danés llamado Jacob Milling. Allí, Edgardo desafía a Winnie cuando ella le dice, nerviosa, que el barco se va a hundir. “¡Imposible!” Edgardo expresaba a esa hora un pensamiento muy extendido. Tanto que hasta incluía al capitán. La historia de Edgardo permaneció en la intimidad familiar (a lo sumo tuvo una módica repercusión en la prensa local y en Caras y Caretas del 8 de junio de 1912) durante 86 años. Llegó a mis oídos, en Río Cuarto, por casualidad. Alguien me aseguró que existía una postal despachada a la estancia San Ambrosio desde el mismísimo Titanic, pero sólo conseguí darle crédito al día siguiente, cuando la tuve en mis manos y me estremeció. “Desde este colosal barco –puso Edgardo en esa postal, que compró en la peluquería de a bordo y le envió a su hermano Wilfred con el matasellos de la escala hecha en Queenstown– tengo el placer de saludarte. Hoy llegaré a Irlanda, donde pasaré unas pocas horas. Yo lo estreno en su primer viaje a este…” (hay una palabra que no se entiende). Winnie Troutt fue rescatada por el Carpathia, con un bebe de cinco meses en sus brazos, Charles Thomas, que viviría hasta los veinte años. Otro bebe cayó en brazos de Violet Jessop; lo cuidó durante un día. Violet nunca supo a quién salvó, ni siquiera cuando medio siglo más tarde alguien que dijo ser aquel bebe le hizo una breve llamada a Inglaterra para agradecerle. Edgardo se arrojó al mar. Su cuerpo nunca se halló. Si sólo se hubiera dejado el salvavidas puesto tampoco se habría salvado. Pero su última cortesía significaba, también, renunciar a la pelea por disputar un lugar en los escasos botes salvavidas, donde los pasajeros de segunda eran todavía menos bienvenidos.
Recuerdos de un país en una valija de cuero El equipaje de Andrew fue encontrado en 2000 Muy cerca del casco del Titanic, a 4000 metros de profundidad, en el año 2000 fue encontrada una valija de cuero en un estado de conservación asombroso. Entre otras cosas contenía libros, cartas, sobres, pantuflas, un tintero de vidrio, zapatos, toallas y un sombrero. También había postales de Río Cuarto: era la valija de Edgardo Andrew. Varios de esos objetos han sido exhibidos en distintas exposiciones sobre el Titanic junto a unos pocos datos del pasajero argentino. La inclusión de este joven de la clase media rural de principios del siglo XX en el pasaje del barco, sin embargo, involucra un contexto histórico en general poco atendido por la titanicmanía. Edgardo Andrew nació en la estancia El Durazno, a 20 kilómetros de Río Cuarto, en 1895, seis meses antes de que en Lobos naciera Juan Domingo Perón. El país era gobernado por José Evaristo Uriburu. El octavo de ocho hermanos se crió en aquella Argentina promisoria que se postulaba como granero del
mundo. Su padre, Samuel Andrew, había sido traído de Whitby, Yorkshire, para administrar las tierras de Ambrosio Olmos, a quien en 1906 heredaría su viuda, Adelia María Harilaos. La viuda de Olmos, que no había tenido hijos, le donó su casa en Buenos Aires al Vaticano. Hoy es la Nunciatura, en Alvear y Montevideo. La estancia en la que Edgardo pasó casi toda su vida, y que a la muerte de su padre pasó a ser administrada por su hermano Wilfred, fue donada a los salecianos para la formación de un instituto agrotécnico. Miembros de las corrientes de inmigrantes que en las décadas del cambio de siglo casi duplicaron la población, los Andrew no eran acaudalados, pero les alcanzaba para enviar a sus hijos a estudiar a Inglaterra. Edgardo partió en 1911, cuando el gobierno conservador de Roque Sáenz Peña amasaba la ley que instauró el sufragio universal, secreto y obligatorio. Esa ley, hasta hoy factotum del sistema político, fue aprobada por el Congreso dos meses antes del hundimiento del Titanic.
Subastan más objetos del barco Un menú del Titanic, un trozo de alfombra, diarios de la época y otros recuerdos serán subastados mañana en Nueva York, en ocasión del centésimo aniversario de su naufragio. Entre los objetos que pondrá a la venta la casa de subastas Bonham’s figuran, además, un billete para asistir a la misa de botadura en mayo de 2011 en Belfast (estimado entre 50.000 y 70.000 dólares) y la descripción en dos páginas manuscritas de las operaciones de rescate del capitán del Carpathia, que respondió al pedido de auxilio del Titanic (entre US$ 90.000 y 120.000). También se subastará una colección de 20 cartas de sobrevivientes.
DUBLIN (EFE).– La ciudad de Belfast conmemorará este fin de semana el centenario del hundimiento del Titanic, asociado con la capital norirlandesa desde su construcción en los astilleros Harland & Wolff en 1911. El mítico barco partió del puerto norirlandés el 2 de abril de 1912 con destino a Southampton, la ciudad inglesa desde donde inició su travesía hacia Nueva York, interrumpida en la madrugada del 15 de abril de 1912 tras chocar contra un iceberg frente a las costas de Terranova. Durante años, Belfast ha tratado de evitar el recuerdo de un desastre que causó más de 1500 muertes, pero, un siglo después, la capital muestra con orgullo su pasado trágico. Las autoridades locales han diseñado un programa de eventos que mezcla actos solemnes con un multitudinario concierto al aire libre. Hoy, la cadena musical de televisión MTV retransmitirá desde un escenario montado junto a la misma rampa de la botadura del transatlántico Los sonidos del Titanic un espectáculo en el que participarán artistas como Olly Murs, Sean Paul o Rizzle Kicks. MTV ha querido así sumarse a las celebraciones del centenario y agradecer la acogida recibida cuando eligió Belfast, el pasado noviembre, para la ceremonia de sus premios anuales. Mañana, la Compañía Operística de Belfast pondrá punto final en la Grand Opera House a una semana de representaciones de Titanic, el musical, una obra premiada en 1997 con cinco premios Tony, los galardones que anualmente concede la comunidad teatral neoyorquina en Broadway. Con una banda sonora compuesta por Maury Yeston y Peter Stone, relata la historia de varios de los pasajeros reales del Titanic en su viaje inaugural. También mañana la cadena británica BBC retransmitirá en directo desde el Waterfront Hall de Belfast Titanic: una conmemoración de música y cine, un espectáculo que contará con la participación de la Orquesta del Ulster, actores y cantantes. Efectos de sonido y visuales se mezclan en esta “celebración” que sirve para recordar a los que construyeron el Titanic en los astilleros de Belfast, así como a las víctimas y los supervivientes. Entre los artistas invitados se destaca la presencia del legendario Bryan Ferry, la cantautora Joss Stone, el tenor Alfie Boe o los actores Colin Morgan e Ian McElhinney. Para concluir la jornada, la catedral de Santa Ana servirá de escenario para el concierto Réquiem por las almas perdidas, compuesto por Philip Hammond, en el que participan más de 200 artistas locales.
Fotogalería. Cómo era el Titanic por dentro. www.lanacion.com.ar/1463533 Más información. Las expediciones a los tesoros del Titanic. www.lanacion.com.ar/1464070 Infografía. Cómo fue el hundimiento del Titanic. http://www.lanacion.com.ar/1464387 Más información. Las teorías sobre la tragedia del Titanic. www.lanacion.com.ar/1464394 Acceda a este contenido digital a través del lector de códigos de su celular