Radiografía del compositor argentino

16 ene. 2010 - suerte, es la onda comercial tipo Goli- jov. Van a algo más duro Pero creo que ... CEL. O GÓMEZ. EL PUENTE SUENA. Instalación sonora de.
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EL PUENTE SUENA. Instalación sonora de Martín Liut realizada en 2004 en el Dique 3 de Puerto Madero

MARCELO GÓMEZ

NOTA DE TAPA | MÚSICOS

Radiografía del compositor argentino Una nueva generación de creadores, algunos de ellos radicados en el país y muchos en el exterior, reivindica la singularidad de sus obras, libres de ataduras a escuelas y estéticas y de los condicionamientos del mercado POR PABLO GIANERA De la Redacción de La Nacion

U

n músico radicado en Francia contó en una ocasión que, al enterarse de a qué se dedicaba él, una amiga de su mujer comentó: “No sabía que todavía había compositores”. La observación se crispa, y se vuelve un poco cómica, en la palabra “todavía”. Realmente, para muchos, la figura del compositor es, como los goliardos o los trovadores, una formación histórica: algo que existió una vez y no volvió a repetirse. Seguramente, más arduo habría resultado para ella imaginarse el gentilicio “argentino” pegado al sustantivo “compositor”. Podría reproducirse otro diálogo, oído al pasar después de un concierto. En el hall de la sala, cerca del pasillo que llevaba a los baños, un hombre abordó inoportunamente al compositor cuyas obras acababan de tocarse: “¿Cómo se llama esta música que usted hace? Le pregunto porque ya escuché muchas cosas parecidas”. “Mire, se llama música de hoy”, respondió, ya fastidiado, el compositor. La frase del curioso impertinente revelaba 4 | adn | Sábado 16 de enero de 2010

el reconocimiento de un aire de familia en la llamada música contemporánea (eso que la acerca más a un estilo que a un período), pero fracasaba en la detección de cierta condición fragmentaria que exhibe la composición en Argentina: allí donde no parece haber más que desemejanzas, el oyente ocasional encontraba similitudes. Quien, por ejemplo, haya ido hace pocas semanas al último concierto de becarios del Taller Melos/Gandini habrá advertido la fragmentación y el contraste: en un extremo, la evocación casi mahleriana de V, la pieza de Francisco Varela; en el otro, la discontinuidad de Sin puerta ni ventana, de Roberto Azaretto. “Los chicos quieren estar muy a la page. Entonces usan técnicas extendidas y esas cosas. Por otro lado, no hay que olvidarse de que vivieron intensamente la etapa del rock. Lo que no siguen, por suerte, es la onda comercial tipo Golijov. Van a algo más duro Pero creo que esta generación es mejor que la intermedia. Miran la música desde un lugar distinto del lugar desde el cual la miraba nuestra generación. La intención es pa-

recida, porque nosotros también tratábamos de ser de vanguardia; finalmente nos escapamos de eso. Lo que se ve poco es la creación a partir de una necesidad íntima. Hay una desconfianza hacia la expresividad. Y una conquista de los compositores de mi generación fue justamente el reconocimiento de la subjetividad; tratar de que la obra fuera personal”, explica Gerardo Gandini, figura decisiva, junto con Francisco Kröpfl y Mariano Etkin, cada uno de ellos con su poética particular, en la formación de buena parte de los compositores de hasta cincuenta años. A los nombres de esos maestros habría que agregar los de Marta Lambertini, Carmelo Saitta y Julio Viera. Gandini tuvo además durante años ciclos en la Fundación San Telmo y en el Goethe-Institut. “Yo programaba la música que me gustaba. Por ejemplo, la de Luis Mucillo. Cuando, en la primera época del Goethe, toqué su obra Tres Sonetos de Petrarca, Mucillo, que tenía poco más de veinte años, vivía afuera; y yo dije que iba a repetir lo que dijo Schumann cuando escuchó la primera obra de Chopin: ‘Sáquense el sombrero, señores; he aquí

un genio’. Los compositores se dividen en dos clases: los que se dedican solamente a escribir música y a esperar que otros se la toquen, y los que escriben música y además organizan conciertos para tocar su música y la de otros. Entre estos últimos incluyo a Juan Carlos Paz y a Alberto Ginastera. Para los compositores más jóvenes, como para nosotros, la pregunta por el público no aparece. Componen, por ejemplo, para la Compañía Oblicua. Ahí tenés a Marcelo Delgado, su instrumento es la Oblicua. Él es un compositor que arma un grupo y toca la música de los demás y también la propia.” Cuenta Delgado: “Cuando fundé la Oblicua, en 2004, lo hice convencido de la necesidad de que volviera a existir un grupo estable, a semejanza de la Sinfonietta Omega, que había creado Gandini en los años 90. Estaba seguro de que, si demostraba que era posible trabajar con continuidad, otros grupos iban a ir apareciendo; el tiempo probó la validez del planteo: hoy existen cuatro o cinco ensambles que tocan un repertorio del que casi nadie en las instituciones oficiales se hace cargo. En 2009, estrenamos obras de veintidós