Perversidad y salvajismo tras el poder

31 mar. 2008 - peonato Argentino de Motociclismo. La ausencia de Rousseau provocó que Ca- verna, Martín de Ramos y Joe, segundos en la línea de ...
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Lunes 31 de marzo de 2008

Una escena escalofriante de la batalla; los violentos utilizaron cuchillos, cinturones y palos para lastimarse

// FOTO BA IR ES

Perversidad y salvajismo tras el poder Detrás del mando y el botín que se disputan las distintas facciones de la barra brava de River, también se esconde el trasfondo político del club de Núñez; los vínculos del oficialismo y la oposición con los violentos con miras a las elecciones en la entidad Por Alberto Cantore De la Redacción de LA NACION

N

o fue el primer enfrentamiento, y seguramente tampoco será el último. La puja por el control de la barra brava de River, sin un liderazgo definido desde las ausencias de Adrián Rousseau y los hermanos Alan y William Schlenker, los antiguos jefes, sumó ayer un nuevo capítulo en la cancha de Vélez. La lucha por el poder y el botín que se reparten los violentos ahora la disputan las denominadas Banda de Gonzalo y Banda del Oeste, que tienen el beneplácito de diferentes sectores de la política del club para acceder a las entradas. Los nuevos protagonistas de la feroz interna son viejos conocidos de la tribuna popular de River. La Banda de Gonzalo es un desprendimiento de la facción que antiguamente comandaba Adrián Rousseau y que tenía a Gonzalo Acro –murió el 9 de agosto de 2007, tras 24 horas de agonía, luego de recibir tres disparos– como lugarteniente. La aplicación del derecho de admisión que pesa sobre Rousseau determinó que el ex líder no sólo fuera perdiendo presencia, sino también predicamento sobre el resto de sus soldados. El barrabrava ya no merodea el Monumental y tampoco acompaña hasta las adyacencias de los estadios a quienes hace unos meses respondían a sus directivas. Modificó sus hábitos: dejó las canchas y se acercó a los autódromos. En San Rafael,

El diferente presente de los antiguos líderes Con la denominada Batalla de los Quinchos, del 11 de febrero de 2007, en el Monumental, empezó la escalada de violencia en la barra brava de River. Ahí se fracturó el liderazgo de los antiguos jefes Adrián Rousseau y los hermanos Alan y William Schlenker. Sobre el primero pesa el derecho de admisión y espera declarar como testigo por la muerte de Cristian Rousoulis, hincha de Independiente; los hermanos están detenidos en el penal de Marcos Paz, acusados de ser los instigadores del asesinato de Gonzalo Acro.

Mendoza, participó el 2 de este mes en el Campeonato Argentino de Motociclismo. La ausencia de Rousseau provocó que Caverna, Martín de Ramos y Joe, segundos en la línea de mando en los últimos tiempos, se constituyeran en los jefes visibles de la organización. Una particularidad distinguió durante el torneo Clausura a esta facción: sólo se hizo presente en el Monumental. Ahí, desplegaba todo su poderío. Llegaba con los tradicionales bombos, redoblantes y banderas, y manejaban la tribuna Sívori. La fisonomía física de los componentes del grupo se asemeja a aquellos que integraban a Los Borrachos del Tablón en los tiempos en que Rousseau y los hermanos Schlenker eran los líderes. Cuerpos musculosos, trabajados en gimnasios y fortalecidos por complejos vitamínicos y anabólicos. La reaparición en escena de la Banda del Oeste se produjo tras el vacío de poder que se desató luego del enfrentamiento entre los grupos de Rousseau y los hermanos Schlenker. Esta facción tuvo cierto poder algunos años atrás, aunque fueron relegados y maltratados cuando quienes respondía a Rousseau empezaron a manejar la tribuna. El descontento por los pocos tickets que recibían y la supuesta afinidad con los hermanos Schlenker hizo que la tirantez de la relación fuera en aumento. La Banda del Oeste es liderada por Martín Stambuli, conocido como el Turco del Oeste, que tiene como laderos a Marcelo Franky Martínez y Sebastián Líder Barraza. También cuenta

con el apoyo de elementos violentos de la zona norte del Gran Buenos Aires. Este grupo intentó apoderarse del liderazgo de la barra brava el 10 de febrero último, cuando River se midió con Gimnasia y Esgrima, de Jujuy, en el Monumental. Pero se produjo una pelea en los descansos de las escaleras de la tribuna Sívori y la tentativa por tomar el control fracasó. El saldo de la refriega fue de dos heridos de arma blanca. Sin embargo, no claudicaron y siete días más tarde se hicieron presentes en Rosario, cuando los millonarios jugaron ante Newell’s, en el Parque de la Independencia. Se movilizaron en tres micros, comieron en un parador de San Nicolás y, para evitar un choque con la policía santafecina, que los esperaba apostada con siete camionetas, aceptaron las requisas en el peaje de General Lagos. La imposibilidad de acceder a un número importante de entradas para cuando el equipo juega en el Monumental hizo que desistieran de presenciar los partidos en Núñez. Ayer, y como River hizo de local en el estadio de Vélez, se adelantaron a sus rivales y se adueñaron del corazón de la tribuna. Pero la irrupción de la Banda de Gonzalo provocó la feroz pelea y reavivó la frenética y sangrienta lucha por el poder. Una contienda que también tiene un costado político, porque aunque faltan casi 21 meses para las próximas elecciones, los posibles candidatos, tanto del oficialismo como de la oposición, en lugar de seducir con propuestas a los verdaderos hinchas buscan el apoyo de los violentos. Y no dudan en colaborar.