Espectáculos
Página 6/LA NACION
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Jueves 7 de enero de 2010
CINE Ninjas inverosímiles y clase B
Emotivas y bellas postales desde el Chaco Una ópera prima local con variados aciertos
Regular ((
Buena (((
Asesino ninja (Ninja Assasin, Estados UnidosAlemania/2009). Dirección: James McTeigue. Guión: Matthew Sand y J. Michael Straczynski, basado en una historia del primero. Fotografía: Karl Walter Lindenlaub. Con Rain, Naomi Harris, Sun Kang. Hablada en inglés. Presentada por Warner Bros. Duración: 99’. Para mayores de 16 años.
Andy y Larry Wachowski, los sobrevaluados autores de Matrix, merecedores de algún aplauso por los aciertos de V de venganza y la reprobación absoluta por su versión del animé Meteoro (películas que ellos respaldaron), vuelven a las andanzas detrás de esta producción que toma a ninjas como protagonistas de una historia violenta y más fantástica que verosímil. En Asesino ninja, poco importa el argumento, que termina diluyéndose entre piruetas voladoras, espadas que cortan cuerpos a lo loco y chorros de sangre que salpicarían a la cámara si no fuesen puro efecto digital. En esta propuesta del australiano James McTiegue (el mismo de V de venganza), el protagonista, llamado Raizo (interpretado por el actor coreano Rain), es un asesino superdotado rescatado de las calles y de inmediato entrenado en esas lides por el clan Ozu, una sociedad secreta cuya existencia se considera un mito. Afectado por la ejecución de su mejor amigo por integrantes de la secta, decide desertar y desaparecer, para volver a la carga por revancha. Será en las calles de Berlín, donde los miembros del clan tienen un encargo, secundado por una bonita mujer que trabaja para una agencia de inteligencia. En definitiva, Asesino ninja no es más que una película de clase B bastante floja, cuya batería de efectos sólo confirma su vacío cinematográfico. Si bien la secuencia inicial promete, el resto no alcanza a parecerse siquiera remotamente a los clásicos del cine dedicado a las artes marciales de la década del 60.
Claudio D. Minghetti
La Tigra, Chaco (Argentina/2008). Guión y dirección: Federico Godfrid y Juan Sasiaín. Con Ezequiel Tronconi, Guadalupe Docampo, Ana Allende, Federico Ibáñez y Roger Grancic. Fotografía: Paula Gullco. Música: Daniel Godfrid. Edición: Valeria Otheguy. Dirección de arte: Lorena Segovia. Sonido: Diego García Milá. Distribuidoras: Sudestada Cine y La Tigra Cine. Duración: 80 minutos. En el Arte Cinema y en el MALBA.
UIP
Alec Baldwin y Meryl Streep protagonizan el film como una pareja que redescubre su relación
Un amor que renace tras el divorcio La comedia de Nancy Meyers es tan desenvuelta como convencional y sosa Buena ((( Enamorándome de mi ex (It’s Complicated, EE.UU./2009, color; hablada en inglés). Dirección y guión: Nancy Meyers. Con Meryl Streep, Steve Martin, Alec Baldwin, John Krasinski, Caitlin Fitzgerald. Fotografía: John Toll. Música: Hans Zimmer y Heitor Pereira. Edición: Joe Hutshing. Presenta UIP: 120 minutos. Sólo apta para mayores de 16 años.
la vida ha podido observar mirándose a sí misma o a sus congéneres. Es, probablemente, que con sus films –amables, ligeros, superficiales– ha venido a satisfacer una demanda no satisfecha por Hollywood: no abundan las historias románticas entre gente de mediana edad. El público–especialmente el femenino– se lo agradece: basta el ejemplo de Alguien tiene que ceder.
Convencional Se diría que las comedias romántico humorísticas en torno de personajes que han pasado hace rato los cuarenta son una especialidad de Nancy Meyers. No quiere decir esto que la directora y guionista norteamericana despliegue especial agudeza o imaginación al abordar esos temas ni que su sagacidad la habilite para traducir en apuntes irónicos todo lo que a esta altura de
Meyers no arriesga nada. Sólo aplica una fórmula convencional y lo hace con cierta desenvoltura, apoyándose en el atractivo de sus intérpretes más que en la gracia del muy charlado guión o en la emotividad que pueda extraer de las situaciones. A ellos (más allá de los despistes de Baldwin y de la opacidad del papel que le tocó a Steve Martin), les alcanza con su presencia para sostener el interés
de una platea que, como se presume, está bien predispuesta. Exitosa en los negocios (es una experta cocinera), Streep es la elegante divorciada a quien su marido abandonó hace diez años para unirse a una mujer bastante más joven. La ceremonia de graduación de uno de los hijos del matrimonio obliga a un reencuentro entre los ex esposos, que han mantenido una relación amistosa pero a la distancia. La circunstancial convivencia, algún recuerdo que perdura y cierto exceso de alcohol, marihuana y risas terminan por poner todo patas arriba: de repente, la protagonista se encuentra representando el papel de “la otra”. En medio, claro, están los hijos, lo que añade algunos condimentos a un plato que resulta fácilmente digerible, pero bastante soso.
En una de las primeras imágenes de este film, la cámara hace un paneo lento, a la velocidad necesaria para que el espectador pueda leer el cartel que marca la entrada al espacio escénico y al pueblo en que transcurrirá la historia. “La Tigra, rugir del Chaco”, dice sobre el arco de ingreso del lugar al que regresará Esteban (Ezequiel Tronconi) en busca de su padre. Claro que ni el nombre del paraje ni su slogan tienen, en apariencia, demasiado que ver con sus calles más que tranquilas, donde hasta el sonido de los pájaros se escuchan al mínimo. En el marco de la eterna siesta en la que parece transcurrir el pueblo de cielos interminables (captados por una fotografía de notable lirismo y belleza, a cargo de Paula Gullco), Esteban no encontrará a su papá pero si tendrá la compañía y el cobijo de
su tía Candelaria. Interpretada con soltura y una increíble dosis de melancolía por Ana Allende –más que notable en la escena aparentemente sencilla en la que le canta a su perro– una de las varias vecinas de La Tigra que participó de esta ópera prima de Federico Godfrid y Juan Sasiaín. Con un guión que se ahorra diálogos demasiado explicativos pero que al mismo tiempo, por su mismo estilo de dirección e interpretación, puede resultar algo repetitivo en sus intenciones, La Tigra, Chaco cuenta con un dúo protagónico tan expresivo como carismático. A la espera del padre camionero ausente y sus graciosos y tiernos intercambios con la tía Candelaria, Esteban irá en busca de Vero (Guadalupe Docampo), su amiga de la infancia. A partir de ese encuentro y sin dejar de lado la línea argumental del implícito conflicto familiar, la película explora la atracción, el seductor baile de acercamiento y distancia entre la pareja que comunica sus intenciones, sus deseos en conflicto con unas pocas miradas que la cámara apenas capta. Para el espectador iniciado en los temas y la cadencia del nuevo cine argentino, La Tigra, Chaco es una propuesta interesante pero sobre todo sorprendentemente emotiva.
Natalia Trzenko Ezequiel Tronconi y Guadalupe Docampo, en una escena del film
Fernando López SUDESTADA CINE Y LA TIGRA CINE