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espectáculos
| Jueves 12 de diciembre de 2013
Pequeños grandes héroes en pantalla estreno. Con nuevos personajes y algunos viejos conocidos que regresan, llega a las salas El hobbit: La desolación
de Smaug, la segunda parte de la trilogía cinematográfica que Peter Jackson adaptó de la novela de J.R.R. Tolkien Viene de tapa
Un libro tan sagrado para sus fanáticos que millones alrededor del mundo conocen a todos los personajes que aparecen en él y hasta son capaces de recitar de memoria, sin repetir y sin soplar, el árbol genealógico de cada hobbit, enano y elfo presentes. Y por eso mismo saben que Jackson y sus guionistas habituales, Fran Walsh y Philippa Boyens –junto a Guillermo del Toro, que en algún momento iba a dirigir el primer film–, esta vez se animaron a inventar un personaje, lo que en manos de otro equipo menos apreciado por la comunidad tolkieniana hubiera sido considerado sacrilegio. Al tiempo del estreno del primer film, la polémica giraba en torno a una cuestión tecnológica y sus consecuencias estéticas: la decisión de Jackson de filmar y proyectar la película en 48 fotogramas por segundo, en lugar de los habituales 24. Una controversia que quedó en el pasado porque ahora la cuestión es la existencia de la elfa Tauriel, el personaje nuevo que interpreta Evangeline Lilly (Lost). Según explicó Boyens en una conferencia de prensa con medios de todo el mundo, la decisión de crear a Tauriel tuvo que ver con la falta de presencia femenina en el original. “Lo cierto es que el profesor Tolkien escribió fantásticos personajes femeninos, pero no lo hizo para El hobbit”, afirmó la guionista, que junto a sus colegas no sólo inventó una elfa bellísima, sino que además la hizo tan poderosa y fuerte como sus compañeros de armas. Algo que Lilly agradeció mucho cuando finalmente aceptó el papel, tras superar muchas dudas. Es que, sin que los realizadores lo supieran, la actriz que se hizo conocida en todo el mundo por interpretar a la intrépida Kate en la serie Lost, es una fanática empedernida de la novela y su venerado autor. “Debo decir, en defensa de Tolkien, que él escribió
Orlando Bloom regresó al universo de Tolkien para interpretar al elfo Legolas esta historia en 1937. El mundo es hoy un lugar diferente y mi argumento, el que vivo repitiéndole a la gente, es que en estos tiempos si ponés nueve horas de entretenimiento en las pantallas de las salas y pretendés que las chicas vayan a verlo el hecho de no tener ningún personaje femenino es una forma de decirles, subliminalmente, «no te tenemos en cuenta: no sos importante y no sos esencial para esta historia»”, explicó Lilly, que pasó de la indecisión a la certeza absoluta. Una vez que “conoció” a Tauriel, claro. “Creo que ya es tiempo de que dejemos de hacer historias sólo sobre hombres, especialmente si se trata
de héroes. Me encanta que hayan hecho a Tauriel una heroína,” comentó la actriz, que cuando se enteró de que el personaje con el que cumpliría su sueño de visitar la tierra de los elfos de Silvanos no estaba en el libro no la pasó del todo bien. “Inmediatamente pensé: «Me van a odiar todos»”, confesó Lilly, al tiempo de empezar a recorrer el mundo presentando el film junto a Orlando Bloom, su compañero de armas y especie. Es que diez años después de disparar la primera flecha y calzarse la peluca dorada, el actor británico regresó a la Tierra Media. Es otro intruso, según los puristas del universo Tolkien y hasta algunos se-
warner
guidores de la trilogía de El señor de los anillos, que recibieron con bastante desconfianza el esfuerzo de los productores por establecer lazos entre una y otra saga, especialmente después de las críticas algo decepcionantes que recibió El hobbit: Un viaje inesperado. “Dudé en regresar hasta que me senté a hablar con Peter. Sus ideas me convencieron de que se podía incluir al personaje de una manera prolija y efectiva aún cuando no aparece en la novela. Pero no podía aceptar antes de tener esa conversación. Hay mucho amor por estos libros, estas películas y estas historias. Me imagino que en las manos
de Peter los fans se sentirán seguros de que les brindará films que serán al mismo tiempo entretenidos y respetuosos de la visión que tenía Tolkien sobre estos relatos”, explicó Bloom durante el rodaje de esta película y la que vendrá el año próximo. Un modo de trabajo que el director y su equipo ya habían intentado con éxito artístico y comercial en la primera trilogía. Esa que convirtió a Bloom y sus compañeros de elenco –como Viggo Mortensen y Elijah Wood– en estrellas de la noche a la mañana, además de embajadores planetarios extraoficiales de todo lo relacionado con los libros y los personajes que in-
terpretaron en la pantalla grande. Una exposición que nadie esperaba, y mucho menos Bloom, que cuando fue elegido para interpretar al despampanante Legolas tenía apenas un puñado de papeles televisivos y una pequeña participación cinematográfica en su magro currículum. “En un sentido, la experiencia de hacer estas películas es completamente diferente de las anteriores. Nunca podría ser igual, porque en aquel entonces no se esperaba mucho de nosotros. Fue algo único. Y ahora, obviamente, la expectativa es enorme”, concluyó el actor, un inesperado invitado a la aventura de El hobbit.ß
Tres personajes para no perder de vista Una ayuda para seguir la compleja trama adaptada por Fran Walsh, Philippa Boyens, Jackson y Guillermo del Toro. Gandalf el Gris
Bilbo Bolsón
Thorin
En este caso veremos cómo comenzó su relación con Thorin y cuál será su camino hacia el encuentro de las malvadas fuerzas que acechan a la Tierra Media.
Ya en posesión del anillo que modificó su suerte y bastante de su carácter, el hobbit sigue siendo el integrante más sagaz de la compañía de aventureros.
El heredero del reino bajo la Montaña Solitaria aparenta ser el menos heroico de los integrantes de la compañía. Pone la misión ante todo lo demás.
cine
La segunda, menos obvia y más lograda el Hobbit: la desolación de smaug (tHe Hobbit: tHe desolation of smaug, estados unidos/nueva Zelanda/2013) . ★★★★ muy buena. dirección: Peter Jackson. guión: Fran Walsh, Philippa Boyens, Peter Jackson y Guillermo del Toro, basado en la novela de J.R.R. Tolkien. fotografía: Andrew Lesnie. música: Howard Shore. edición: Jabez Olssen. diseño de producción: Dan Hennah. elenco: Ian McKellen, Martin Freeman, Richard Ar-
mitage, Orlando Bloom, James Nesbitt, Evangeline Lilly, Luke Evans y Stephen Fry. distribuidora: Warner Bros. duración: 161 minutos. calificación: apta para mayores de 13 años. En salas 2D y 3D (versión doblada o subtitulada).
L
a desolación de Smaug, segunda entrega de la trilogía cinematográfica basada en el clásico literario de J.R.R. Tolkien, empieza con un chiste: un cameo del propio director, Peter Jackson, emulando a los que solía hacer en sus películas Alfred Hitchcock. Esa efímera broma cinéfila sintetiza de alguna manera los logros nada menores de esta segunda entrega, que resulta bastante más fluida, alegre, articulada y llevadera que la primera. Aun sin las escenas musicales del film inicial e incluso con la inevitable acumulación de diálogos pomposos recitados con voces graves y solemnes, La desolación de Smaug ofrece –por un lado– una mayor densidad dramática y –por otro– más y mejores escenas de acción. En este sentido, se destaca, por ejemplo, un escape de los enanos a bordo de unos barriles por un río correntoso en medio de un enfrentamiento entre elfos y orcos, que constituye una maravilla coreográfica. Este segundo episodio sigue el siempre tortuoso derrotero de los pequeños y aguerridos protagonistas en su largo viaje hasta la Montaña Sagrada (Montaña Solitaria en el libro original) custodiada por el dragón Smaug con el objetivo final de que Thorin (Richard Armitage) pueda recuperar el reino de Erebor.
Como si fuese un recorrido por un parque temático, Bilbo Bolsón (Martin Freeman) y la docena de compañeros de aventuras –ocasionalmente ayudados por el mago Gandalf (Ian McKellen)– se enfrentarán con arañas gigantes en un bosque, contra los elfos (que los encarcelarán durante un tiempo) y los horrendos orcos (que también buscan las riquezas de Erebor), mientras reciben ayudas esenciales, como la del personaje del contrabandista Bardo (Luke Evans). Esta segunda película –que si bien no alcanza la jerarquía de El señor de los anillos significa una sustancial mejora respecto de Un viaje inesperado– tiene un humor menos obvio y más logrado e intenta construir cierta tensión romántica a partir del triángulo amoroso entre el guerrero Legolas (Orlando Bloom), la bella Tauriel (Evangeline Lilly) y el enano Kili (Aidan Turner). Mucho se ha discutido sobre el exceso de convertir las menos de 300 páginas del libro de Tolkien en una saga de tres películas y 9 horas en total, pero mientras Un viaje inesperado tardaba demasiado en arrancar y su duración se sentía en el cuerpo, aquí la experiencia resulta mucho más satisfactoria. A Peter Jackson, esta vez, habrá que darle la razón. ß Diego Batlle
Joel Schneider logra un tenso thriller centrado en el atentado a la AMIA
primer plano
cine
Dos caras del fundamentalismo esclavo de dios (veneZuela-argentina-españa-uruguay/2013, Hablada en español, árabe, Hebreo y francés). ★★★ buena. dirección: Joel Novoa Schneider. guion: Fernando Butazzoni, sobre una historia de Butazzoni y Novoa Schneider. fotografía: Closed Eyes Visual. música: Emilio Kauderer. edición: Xue Fox Yin y Manuel Trotta. dirección de arte: Matías Tikas. elenco: Mohammed Al Khaldi, Vando Villa-
mil, César Troncoso, Augusto Mazzarelli, Rogelio Gracia, Victoria Césperes. distribuidora:
Primer Plano. duración: 90 minutos. calificación: apta para
mayores de 13 años.
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ese a su juventud (27 años), el venezolano Joel Novoa Schneider tiene considerable experiencia en el cine. Hijo de cineastas (un uruguayo, una venezolana) y formado académicamente en la Universidad de California, llevaba filmados ocho cortos, varios de ellos premiados antes de decidirse a
un primer largometraje. Quizá por ese prolongado ejercicio se atrevió a abordar un tema tan delicado como la personalidad de un fundamentalista. Un hecho real –el atentado terrorista contra la AMIA, que dejó 85 muertos– le sirvió como punto de referencia, y dedicó largo tiempo –junto con su guionista, el urugua-
yo Fernando Butazzoni– a reunir información y conocer el resultado de las múltiples investigaciones que se han desarrollado sobre el hecho, pero no para hacer foco en aquel ataque, sino para construir una ficción sobre bases reales. El propósito era lograr el abordaje humano de la figura del fundamentalista y con ese fin –y en busca de cierto equilibrio– se organizó la historia en torno de dos militantes radicales: un islamista de origen libanés que ha estado preparándose desde la infancia para vengar la muerte de su padre (un moderado y pacífico musulmán asesinado durante la guerra del Líbano), y con ese objetivo se ha inventado una nueva vida como médico en Venezuela, y un implacable agente ar-
gentino del Mossad que no repara en medios para llevar adelante la guerra contra los terroristas que le arrebataron a su hermano. Son dos caras del fundamentalismo, que sin duda representa en la visión del film el mismo y único enemigo, aunque en la superficie el retrato de los palestinos resulte algo más despiadado que el de los israelíes. La propuesta más interesante del guión está en la hipótesis de un tercer atentado que habría sido proyectado para pocos días después del de la AMIA. Es en ese punto donde se cruzarán las vidas del terrorista que está listo para cumplir su misión y el agente que ha estado atento a cada movimiento de la célula extremista para impedir cualquier ataque. Y es ése el hecho que regula el suspenso de la historia, hábilmente administrado por el director venezolano. Que el desenlace resulte menos convincente no resta mérito a esta producción, que es casi una rareza en el cine de esta parte del mundo, si bien es cierto que en el examen de los personajes no hay excesiva profundidad, sobre todo si se recuerdan algunos films palestinos que abordaron el tema. La forma es la del thriller, con todos los elementos necesarios para mantener el nervio y la tensión, más allá de alguna sobredosis de flashbacks y de esporádicos baches en el ritmo. La puesta en escena de Novoa acierta sobre todo por el cuidado puesto en la ambientación y la inteligente elección de escenarios (la acción transcurre en El Líbano, Caracas, Buenos Aires y Montevideo). También el uso de los distintos idiomas en los diálogos (cada personaje habla en su propia lengua) contribuye a fortalecer el realismo del relato en la misma medida en que a veces lo contradicen la recurrencia a lugares comunes y las situaciones previsibles. Como thriller, el film está construido con solidez y cohesión y logra sostener el interés. Es en general destacable el desempeño del elenco, en el que tienen especial lucimiento Vando Villamil y el actor debutante Mohammed Al Khaldi.ß Fernando López