espectáculos | 5
| Domingo 20 De enero De 2013
teatro
teatro
Un controversial juicio a Lewis Carroll
Momento de intimidad compartida
Creando un país para aliCia . ★★★ buena. autor: Giuseppe Cafiero. traductor: Wencesalo Maldonado. director: Marcelo Silguero. intérpretes:
Guillermo Rodríguez Riedel, Rocío Galarraga, Rosita Pincovski, León
Duer, Diego Di Vicenzo. escenografía: Iván Salvioli. vestuario: Julieta Guiser y Victoria Gandia. iluminación: Brenda Navesnik. sala: Liberarte, Corrientes 1555 ($ 60 y $ 45). funciones: Domingos, a las 20. duración: 55 minutos.
¿P
uede considerarse con suficiente fundamento a Lewis Carroll como un pedófilo victoriano? No es por cierto la primera vez que se plantea este cuestionamiento frente a la acentuada preferencia del escritor (también matemático, lógico, diácono que no llegó a ordenarse sacerdote anglicano) por sus amigas niñas, al enfoque de algunas de las fotografías que les tomó, buscando un efecto erótico e incluso llegando a registrar algunos desnudos. La polémica está abierta a distintas interpretaciones y alcanza a otros artistas que han rozado el escándalo al crear desde una mirada adulta erotizada respecto de la infancia y la pubertad (Louis Malle y su film Pretty Baby, 1978; los cuadros de Balthus). El caso de Lewis Carroll –en los papeles, Charles Lutwidge Dogson (1832-1898)– es particularmente complejo y hay que situarlo en su historia personal (hijo de un eclesiástico, de un talento precoz y abarcador) y en el período victoriano que le tocó vivir. Varios de sus biógrafos recientes tienden a opinar que la inmadurez afectiva de Dogson-Carroll y su incomodidad frente al mundo de los adultos lo llevaron a refugiarse y disfrutar de ese mundo infantil que desarrolló en su vida paralela a la de profesor de matemática en el Christ Church College (donde se dice que sus clases eran soporíferas debido a su cortedad balbuceante). Obvio resulta deducir que Lewis Carroll, a través de las puestas en escena de sus fotos de niñas sublimó sus inclinaciones sexuales. Pero nada prueba que haya ido más lejos del beso que le da a Alice Liddell –su preferida y la inspiradora de los célebres relatos en el País de las Maravillas y Detrás del Espejo– en una de las fotos menos divulgadas. Que en la relación con Alice –interrumpida paradójicamente por un chisme que relacionaba a Carroll con la institutriz de la niña– no hubo abuso físico, lo demostraría
el tono de la carta que le envió el escritor veinte años después de dejar de verla, pidiéndole prestado el original de las aventuras de Alicia, y subrayándole el recuerdo intacto “del tiempo en que nos correspondíamos”. A su vez, Liddell, ya abuela, escribió en 1932 en The Cornhill Magazine un texto donde refiere las excursiones estivales por el río, Carroll de pantalones blancos y sombrero de paja portando una canasta con la merienda, dibujando, haciendo fotos, siempre dispuesto a contar nuevas historias fantásticas. Valga esta introducción somera para encarar Creando un mundo para Alicia, obra del periodista y escritor italiano Giuseppe Cafiero. En verdad, se trata de un radioteatro, adaptado para la escena, donde el autor entra de lleno en la controversia sobre los alcances de la sexualidad de Carroll, incriminándolo de pedófilo en la práctica. Por más discutible que resulte esta postura, alimentada por todo un enjuiciamiento a la larga era victoriana, ciertamente resulta saludable que la cartelera teatral se despabile un poco con un espectáculo un tanto revulsivo, que intenta hacer una lectura política y social de una sociedad marcada por la gazmoñería, la desigualdad, los avances científicos e industriales. Aunque con acotados recursos materiales (para la escenografía, algunos muebles enfundados; una vaga evocación de la época en el vestuario) y desniveles en la interpretación (donde faltó mejorar la vocalización), el director Marcelo Silguero logra mantener la tensión narrativa de un texto fragmentario y sin desarrollo cronólogico, que hace dialogar a Lewis Carroll, Alice Liddell, la propia reina Victoria, el príncipe Albert, John Brown. Como narrador acusador, autodenominándose bufón, un representante del pueblo sumergido en la pobreza, ronda la escena y la platea, y no ceja en su intento de denostar al creador de La caza del Snark. ß Moira Soto
televisión
teatro
Convocan a diseñadores
Master Class, en Mar del Plata
La señal *Glitz abrió una convocatoria para interesados en participar de la tercera edición de Project Runway Latin America. La oportunidad para inscribirse permanecerá abierta entre el 1° de febrero y el 31 de marzo y las condiciones para hacerlo se encuentran en la página www.projectrunwayla.com.ß
Sólo por hoy y este martes, Norma Aleandro vuelve a Mar del Plata con Master Class. En la obra, dirigida por Agustín Alezzo, la actriz interpreta el personaje de María Callas, la famosa cantante de ópera del siglo XX. Ambas funciones serán a las 21.30, en el Roxy (San Luis 1750, Mar del Plata). ß
una relaCión pornoGrÁFiCa. ★★★ buena. autor: Philippe Blasband. versión y producción general: Pablo Kompel.
intérpretes :
Cecilia
Roth y Darío Grandinetti. escenografía :
Alberto Negrín.
luces :
Alberto
Faura. vestuario: Ana Markarian. coreografía :
Carlos Casella. dirección:
Javier Daulte.
sala :
Paseo La Plaza.
duración 70 minutos.
En 1999 se estrenó una película franco-belga que pronto se convertiría en objeto de culto: Une Liaison Pornographique, que aquí se llamó Una relación particular, dirigida por Frédéric Fontayne, con Sergi López y Nathalie Baye. Simple, sencillísima, con dos personajes como único centro de atención, indudablemente iba a convertirse en obra teatral en algún momento. Hace dos años se estrenó en Madrid, dirigida por Manuel González Gil, con Pastora Vega y Juan Ribó. Por fin, esta gran historia llegó a Buenos Aires. Los personajes no tienen nombre. Tampoco el público conocerá demasiado sobre sus vidas. Porque el espectador será invitado por ellos mismos a espiar esta relación furtiva que comienzan. Por lo tanto, mostrarán sólo lo que ellos quieren: suficiente como para fisgonear las emociones o sentimientos que despiertan una relación meramente sexual y supuestamente eventual. Se conocen a través de un aviso en el que ella propone cumplir una fantasía pornográfica. A partir de ahí la relación comenzará a fluir y a desarrollarse en vínculo. Ahí, cuando estalle el primer chispazo de amor, todo podrá cambiar. La relación entre estos dos personajes, de quienes no se sabe mucho
Cecilia Roth y Darío Grandinetti más de lo que ellos mismos cuentan, es tan especial y transgresora como inocente y emotiva. Son dos atrevidos que incorporan al espectador como un tercer personaje, como un interlocutor que analiza... con cierta distancia, sin involucrarse. La adaptación de Pablo Kompel
eduardo carrera/afv
desarrolla esta historia por medio de relatos cruzados, surcados por diálogos y deliberados quiebres. Es una dramaturgia casi coreográfica y a través de ese entramado es que los actores deberán someterse a este difícil baile. Una relación pornográfica convo-
ca a un espectador voyeurista. No porque aquí haya escenas de sexo o desnudo alguno (cabe aclarar que nada de eso ocurre en el montaje de Daulte), sino porque activa otro tipo de morbo: el de cierta ansiedad por querer saber cómo continúa y se desarrolla esta relación ocasional, que se hace pornográfica sencillamente porque se corre el velo de una intimidad. Son los mismos personajes quienes corren ese velo y lo hacen visible para, de este modo, corromperlo. El problema es que faltan fuego e intensidad. No desde el contenido, sino desde la forma. Tal vez esa carencia sea deliberada para generar un mayor distanciamiento. Es válido, pero eso ablanda la propuesta. Hay una excelente musicalización que otorga y se hace potente en las transiciones, aunque esos momentos se rompen y ahí es cuando se manipulan las emociones. Al margen de estas objeciones, el resultado es muy interesante. Hay un gran trabajo actoral de Cecilia Roth y de Darío Grandinetti. Ella se muestra en uno de sus mejores trabajos teatrales de los últimos tiempos, plantada con solidez y generando una empatía especial con su compañero de escena. Por su parte, Grandinetti es quien aporta los únicos momentos de la puesta que emocionan verdaderamente. Su trabajo es delicado y su personaje conmueve incluso desde el pudor que refleja al revelar su historia. Es un gran actor. Otros méritos por destacar son la delicada puesta de luces de Alberto Faura; la imponente escenografía hiperrealista de Alberto Negrín y la coreografía de Carlos Casella, que ayuda a construir uno de los momentos más bellos de la propuesta. ß Pablo Gorlero