Espectáculos
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Página 4/Sección 4/LA NACION
LA GUIA DEL FIN DE SEMANA
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Viernes 29 de agosto de 2008
Música popular/música clásica/teatro/cine/televisión/danza
PALOMA HERRERA
Los pasos previos a la gala
En camarines La bailarina se ocupa personalmente del trabajo artesanal de acondicionar sus varios pares de puntas FOTOS/SOLEDAD AZNAREZ
II Continuación de la Pág. 1, Col. 5
cintas, de maquillar el raso con el mismo make up de su rostro para que, así, sus pies tengan el tono de la piel–, en el cuarto hay un caloventor encendido, templando la previa de un ensayo con el Ballet Estable que, finalmente, no podrá disimular los vaivenes que en estos tiempos transita el Teatro Colón (ver página 6).
Como frente a esas cámaras, con el canadiense Guillaume Côtè en calidad de partenaire, interpretará el grand pas del tercer acto del superclásico Raymonda, el pas de deux Verano porteño, contemporánea creación de Mauricio Wainrot que él mismo adaptó a la medida de esta estrella, y Paquita, con toda su bravura. Ella
cree que en la variedad de este programa está la clave para que el público porteño se sienta atraído y pueda verla, versátil, en esa esperada visita que llega una vez al año. Por lo menos desde hace seis, cuando el Banco Galicia decidió hacer de ella un puntal de su marketing cultural. Y algo de razón debe tener, porque en
2007, también con la compañía del Colón, llevó este espectáculo por el interior del país y fue recibido con mucho éxito.
La que enciende la luz En Buenos Aires como en el ABT, Paloma Herrera es, en general, la que enciende y apaga la luz. Llega
La clave es el mix Allí, ablandando las puntas en el marco de una puerta, revelando entre ordenadas pilas de calentadores y mallas dobladas algunos de los aspectos de su trabajo que en escena no se ven, la que aparece es la misma artista que en estos días protagoniza el documental de Jorge Fama Paloma Herrera. Aquí y ahora. PARA AGENDAR
Gala de ballet con Paloma Herrera y el Ballet Estable del Teatro Colón. Bailarín invitado: Guillaume Côtè. Luna Park. Bouchard y Corrientes. Hoy y mañana, a las 20.30, y pasado mañana, a las 19. Entradas desde 70 pesos.
Con Côtè Como en cada visita a Buenos Aires, Herrera se propone presentar al público una figura de prestigio internacional. En este caso, bailará con el canadiense Guillaume Côtè
temprano en este anochecer lluvioso, de tormenta de Santa Rosa y viento frío, que la convoca al ensayo con orquesta en el Luna Park, una sala que hace tres años que no cuenta con ella. “Mis prioridades son mis clases, mis ensayos, mis funciones –repite mientras chequea el estado de su traje–. Me encanta tener tiempo para hacer mis ejercicios y estiramientos.” Y aunque son conocidos su encanto y dedicación por el conjunto de la tarea que realiza, no deja de llamar la atención el manifiesto placer que le provoca el trabajo diario y minucioso, ese que en general tanto fastidia a las estrellas de ballet. Así, antes que nadie y antes aun de tomar la clase con la reconocida maestra Tatiana Fesenko, comprueba que todo esté en condiciones... hasta el tapete del escenario, que encuentra a punto, sin sorpresas. Sobre él dispone los cuatro pares de zapatillas (“ninguna está nueva-nueva”) que empleará para la pasada previa al estreno, frente a la mirada autorizada de Olga Ferri, su maestra desde los 7 años y ahora directora de Danza del Colón. Ellas son muy compinches.
“Es muy importante para mí saber que puedo venir acá y siempre hay una persona que tiene un ojo para mí”, dice Herrera, quien más de una vez se ha definido como “un producto argentino de Olga Ferri”. Concentrada, segura, prolija, seria, respetuosa. Paloma Herrera transita por seis laboriosas horas durante las cuales, además de entrar y salir varias veces de diversos personajes, resuelve cuestiones fundamentales del espectáculo a la par de los directores de los cuerpos estables (como si un adagio está sonando demasiado lento en la interpretación de la orquesta o si el cierre de un telón debería o no hacerse antes del intervalo). Al cabo de ese tiempo, todavía con mirada brillante y sonrisa fresca, se pone por última vez en puntas de pie, para abrazar en un saludo a su príncipe (el de carne y hueso), que a la medianoche la pasa a buscar.
Fotogalería. Mirá las imágenes del backstage del ensayo de Paloma Herrera en www.lanacion.com.ar
De grises alegorías y bellas formas
Relectura del cuerpo, a partir de la piel
El Ballet Contemporáneo estrena un genial programa con novedades y reposiciones Excelente
★★★★★
Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. Dirección: Mauricio Wainrot. Tangos golpeados: coreografía, Alejandro Cervera; música, Juan José Castro y Jorge Grela; pianista, Haydée Schvartz; diseño sonoro, Grela; vestuario, Pilar Beamonte; video, Turko González. El escote: coreografía, Roxana Grinstein; música, Martín Pavlovsky. Anna Frank: coreografía, Mauricio Wainrot; música, Bela Bartok; escenografía y vestuario, Carlos Gallardo. Iluminación en las tres obras, Eli Sirlin. Funciones: hoy, a las 13; mañana y pasado mañana, a las 17; el martes, a las 20.30. En el Teatro San Martín.
Lo nuevo en una alegoría a las dictaduras del siglo XX, lo vigente en la belleza de las formas, lo revisitado en un baile narrativo sobre el genocidio. Tangos golpeados (2008), El escote (1992) y Anna Frank (1984), obras de tres coreógrafos emblemáticos de nuestra escena, invitan casi sin proponérselo a echarles un vistazo a los últimos 30 años de la danza contemporánea argentina en un genial programa. Así, el segundo espec-
táculo que este año presenta el Ballet Contemporáneo del San Martín y que se estrena hoy incluye un único estreno, de Alejandro Cervera, y dos reposiciones, de Roxana Grinstein y Mauricio Wainrot. Cervera creó esta obra, que conjuga movimiento, espacio, video, música en vivo y objetos, para una docena de cuerpos jóvenes, los de estos hombres grises, perturbados, argentinos y golpeados; golpeados como los tangos de Juan José Castro que toca la pianista Haydée Schvartz (aunque ella y el piano son, definitivamente, mucho más que una intérprete y su instrumento para esta pieza). Compuso una coreografía de metáforas feroces y explícitas referencias a las dictaduras militares apoyada en el blanco y negro de un sórdido video. Diseñó una pieza de 25 minutos, compleja y fluida, que establece una atractiva puesta en el espacio y alterna aquellas músicas nacionales con las postales sonoras, alegóricas, de Jorge Grela.
Los once hombres de Tangos golpeados marcan la fracción rítmica del 2x4, manejan aviones y armas, adoptan un lenguaje impregnado de gestualidad y protagonizan momentos de gran intensidad. Una sola mujer, posiblemente la patria, siempre de inmaculadas vestiduras, a veces enceguecida, se mueve entre ellos.
De Maria Donata d’Urso, en el CETC
Lo que se ve (lo que no) Quince años después de su estreno, El escote se ve espléndido en la sala Martín Coronado y en el cuerpo de estos bailarines. Es que la belleza de la forma no tiene fecha de vencimiento, como esta pieza de Roxana Grinstein, tan vigente. Lo cierto es que cuatro siluetas sugerentes, fragmentadas, extrañamente femeninas, de espaldas a la mirada de un único varón, resultan irresistibles en sus trajes rojos de gran escote. Este universo plástico funciona para el espectador como oxígeno, inmejorable bisagra entre el contundente golpe ideológico de Cervera y la reposición
MARCELO GOMEZ
Once hombres de gris plomizo y una sola y blanquísima mujer, en la alegórica pieza de Cervera
que cierra el espectáculo, Anna Frank, obra cumbre de Wainrot. Este ballet, que narra una historia de intolerancias y arbitrariedades en dos planos escenográficos –es para destacar la puesta de Gallardo– y que conmovió al mundo en interpretaciones de más de diez compañías de diferentes procedencias, se dio por última vez en Buenos Aires en los años 90, en el Colón. Aquí y ahora, esa
partitura de movimiento simple, con importantes desplazamientos, interpretada con técnica limpísima, devuelve al público porteño la posibilidad de acceder a un relato sobre el genocidio, sobre el horror y, también, sobre lo que el propio coreógrafo dejó de sí en la creación: parte de su historia personal.
Constanza Bertolini
Una visión del cuerpo a partir de su superficie, una reflexión sobre la piel como órgano, una búsqueda de las percepciones internas. Con estas premisas, el Centro de Experimentación del Teatro Colón presenta Colección particular (2005), obra de danza contemporánea de la bailarina y coreógrafa italiana Maria Donata d’Urso, que lleva ya un par de décadas residiendo en Francia, donde creó su compañía Desorienta. “El título evoca una inversión, un universo que ya no tiene nada que ver con una narración”, dice ella, que desde anteayer ofrece un workshop en el subsuelo del Colón, sobre la segunda parte de Tríptico de la piel. “Juega con lo plural y lo singular: colección-particular. La reflexión sobre las superficies en torno al cuerpo, en primer lugar: el piso, el apoyo, el sostén, me han llevado a proponer una superficie plana, horizontal, que divide en dos el espacio del cuerpo y el escenario. Esa línea subraya entonces mis ejes de simetría y allí surge el juego de la visión del cuerpo. Es una relectura del cuerpo, como si esa línea creara una atracción, un eje por el que se ven aparecer cosas. Es una línea que corta y cicatriza, desdobla y reúne”, explica la artista siciliana, arquitecta de formación, dedicada a la danza desde los años 80. PARA AGENDAR
Colección particular. Solo de danza contemporánea de Maria Donata d’Urso. Teatro del Pueblo. Diagonal Roque Sáenz Peña 943. Hoy y mañana, a las 18. Entradas, 15 pesos.