Política
Domingo 13 de abril de 2008
LA NACION/Página 13
Tras el conflicto con el campo: entre el malestar en las comunas y un récord oficialista
Por Juan Pablo Morales De la Redacción de LA NACION El intendente empezó a hablar cada vez más bajo, como si temiera ser oído. “No habría que crispar a la sociedad. Otro enfrentamiento nos puede liquidar”, se quejó el jefe comunal peronista de una populosa ciudad bonaerense. “¿Quién nos contiene? No puedo sostenerme sin la obra pública, pero tampoco podría vivir sin el campo”, protestó otro intendente K, preocupado en el interior por el destino del diálogo entre el Gobierno y los productores agropecuarios. La sensación de temor y disgusto aún absorbe el ánimo de muchos intendentes peronistas de la provincia de Buenos Aires, pese al compás de espera en el conflicto y el inicio de las negociaciones. Los más temerosos piden reserva para no profundizar la grieta abierta. Los más disgustados sienten amenazado su capital político y repiten que los urge una solución veloz del conflicto, sin duelos. “Si la semana que viene no hay señales concretas, no vamos a poder contener a la gente”, advierten. El intendente de Ituzaingó y jefe político de los intendentes bonaerenses en la Federación Argentina de Municipios (FAM), Alberto Descalzo, admitió que “hay preocupación”. Pero relativizó su alcance: “Eso no significa que haya habido reclamos o protestas en el oficialismo. Todos acompañamos la política de la presidenta Cristina Kirchner”. Descalzo mantiene con lógica férrea la posición de los caciques del conurbano, alineados sin concesiones. El ex presidente Néstor Kirchner les ordenó estar “movilizados” y cumplirán. Consideran fundamental mantener “aceitada” la “línea directa” con el Gobierno, una tarea sencilla en distritos con alta densidad y casi ningún productor. El jueves pasado, el campo fue tema de conversación en el acto que la FAM preparó para Kirchner. “Vamos a fortalecer el proyecto nacional. Y si para hacer tortillas hay que romper huevos, los vamos a romper”, anunció Julio Pereyra, intendente de Florencio Varela y presidente de la FAM. En el interior, los peronistas K se
inquietan con las frases desafiantes. “Mi corazón está con el campo. Pero hay que ser prudente. No quiero perjudicar más al sector”, dijo el intendente de Rauch, Jorge Ugarte. En Carlos Tejedor, la intendenta peronista María Gianini buscó un curioso equilibrio: “Hay que tratar de contener a los productores. Entiendo la protesta del campo. Pero el Gobierno está dando señales”.
Hacer equilibrio En estricto off the record, una vez iniciadas las negociaciones, varios intendentes del interior fueron más crudos. “Estamos haciendo equilibrio”, dijo una fuente de un distrito kirchnerista del interior. Sucede que muchos peronistas dicen vivir un “dilema político”: necesitan obra pública y aportes del Gobierno para mantener poder, pero no pueden enfrentarse al campo porque sus economías regionales giran en torno a él. “¡Somos parte del campo!”, sostienen los más preocupados. A mitad de camino entre el reclamo y la contención, al principio varios se habían ofrecido como “nexos políticos” con el Gobierno, para mostrarles a los productores locales que el problema no dependía de ellos. “¡Si no vienen a golpear la puerta del municipio!”, sostuvo uno de los intendentes afectados. Ahora aguarda, con tensión, la resolución de las negociaciones. También esperan atentos algunos intendentes que, aunque no dependen del campo, se sienten arrastrados por la escalada política. “A mí esto me trae problemas. La gente que me votó ve a Luis D’Elía por televisión y se pone nerviosa”, se quejó el jefe comunal de una importante ciudad de la provincia, donde hubo cacerolazos en los momentos más álgidos de la crisis. “No me pueden pedir que vaya a fondo. Algunos debemos ser la cara racional del proyecto”, señaló el jefe kirchnerista. En la intimidad, otros intendentes en la misma situación aseguran que no harán reclamos y seguirán esperando que las reuniones de la Presidenta con el sector descompriman la situación sin que ellos carguen costos. Mientras tanto, se refugiarán en el silencio, viendo cómo hacer para cicatrizar heridas.
Referencias
Promedio por año
Total
545
Iniciativas de Néstor Kirchner
r chne K ir
Senado 35%
m ne
60 4 años y medio de gobierno
52
Diputados 65%
Comparación DNU
10 años y medio de gobierno
Total de DNU, por tema
Cámara de origen
270
Carlos M e
El conurbano y el interior, enfrentados
Cantidad de decretos de necesidad y urgencia (DNU) firmados por los presidentes Néstor Kirchner y Carlos Menem en sus respectivos mandatos
Nést or
El agro también abre grietas entre intendentes del PJ
Gobiernos a sola firma
Proyectos de ley
270 205
Salarios
121
Presupuesto
35
Obras/Servicio público
23
Emergencias
12
Sistema financiero
21
Compet. Minist.
22
Beneficios fiscales
19
Contrataciones directas
11
Varios
Fuente: Ferreira Rubio & Goretti
6 LA NACION
Kirchner firmó cada seis días un decreto de necesidad y urgencia Superó a Menem y no hay presidente que haya dictado más normas de ese tipo Por Laura Capriata De la Redacción de LA NACION La semana pasada, el Congreso aprobó 13 decretos de necesidad y urgencia (DNU), que Néstor Kirchner había aprobado el último mes de su gestión, en los que sobresale una ampliación del presupuesto nacional en 20.000 millones de pesos. Fue como cerrar la página final de una enciclopedia gigantesca: Kirchner fue el presidente constitucional que más decretos de necesidad y urgencia firmó, en promedio, a lo largo de su gobierno. Después de mirar los números finales de su gestión, la estadística no miente: el ex presidente firmó un decreto de necesidad y urgencia (DNU) cada seis días y superó el récord histórico que hasta ahora tenía Carlos Menem, que había aprobado un DNU cada siete días. En cuatro años y medio de gobierno, el ex presidente Kirchner firmó 270 DNU, a un promedio de 60 por año, por arriba de los 52 DNU anuales a los que les puso la firma el riojano. En números totales, en cambio, Menem lleva la delantera. Firmó 545 DNU en diez años y medio de gestión. Los datos corresponden a un trabajo del Centro de Estudios para Políticas Públicas Aplicadas (Ceppa), realizado por Delia Ferreira Rubio y Matteo Goretti, al que tuvo acceso LA NACION. Cuando dicta un DNU, el Presiden-
te asume facultades que son propias del Congreso, es decir que modifica o deroga leyes o dicta normas con rango de ley. La reforma constitucional de 1994, en su artículo 99, incorporó esta herramienta, pero, dice el texto, sólo “cuando circunstancias excepcionales hicieron imposible seguir los trámites ordinarios previstos por la Constitución” para el dictado de leyes. Paradójicamente, fue en los 90 cuando los DNU comenzaron a usarse indiscriminadamente. Antes de eso, en 130 años de gobiernos constitucionales, sólo 25 veces se había recurrido a ellos. En 1983, con el retorno de la democracia, Raúl Alfonsín firmó diez DNU en toda su gestión, y Fernando de la Rúa, 73. La investigación excluye a los efímeros ex presidentes Eduardo Camaño, Ramón Puerta y Adolfo Rodríguez Saá, igual que a Eduardo Duhalde, porque gobernaron tras la crisis de 2001 y no fueron elegidos por el voto popular. “El uso de los DNU sólo se justifica en una situación de crisis extrema, o si hubiera un Congreso obstruccionista, que paraliza las leyes del Ejecutivo, pero nada de esto pasó con Kirchner”, apuntó Ferreira Rubio. Para Goretti, se trata de un tema de prácticas de los dos actores centrales. “Es todo un estilo de poder presidencial, pero además el Congreso abdicó de su rol institucional y perdió su poder transaccional”, opinó el politólogo.
Los autores del trabajo, que estudian los DNU desde 1989 y ya expusieron en las universidades de Oxford, Chicago y Cambridge, también resaltaron el fuerte contenido económico de la mayor parte de los DNU, que firmó Kirchner. De los 270 decretos, 219 se vinculaban a salarios, subsidios, presupuesto, obras públicas, beneficios fiscales o al sistema financiero. Otros, en cambio, versaron sobre temas más generales, como cambiarle el nombre al Ministerio de Salud [por el de Salud y Ambiente] o prorrogar las licencias de radiodifusión.
Proyectos enviados En el balance final de su mandato, el ex presidente envió al Congreso un total de 340 proyectos de ley, pero 135 de ellos eran ratificaciones de tratados o acuerdos internacionales, que se envían al Congreso como parte del trámite obligatorio para su vigencia. Es decir que sólo en los 205 proyectos legislativos restantes se trató de decisiones para la aplicación de políticas públicas. El número contrasta con los 270 DNU, que se utilizaron para los mismos fines. El estudio también revela que Kirchner prefirió enviar sus iniciativas al Senado, donde el oficialismo tuvo una mayoría más cómoda que en Diputados durante su gestión. El 65% de los proyectos ingresó por la Cámara alta, que se
reservaba así el poder de veto final sobre las modificaciones. Como en tantas otras cosas, el oficialismo y la oposición tienen una mirada diametralmente opuesta sobre el tema. “Por primera vez, desde que se sancionó la reforma de 1994, el gobierno de Kirchner sancionó la reglamentación de los DNU, según el mandato constitucional y puso en marcha un mecanismo que permite un tratamiento ágil de los decretos”, señaló el presidente de la bancada kirchnerista en Diputados, Agustín Rossi (Santa Fe). Rossi hablaba de la ley kirchnerista sancionada en 2006, que reglamentó el control parlamentario de los DNU, pero que no puso plazos para la aprobación de los decretos en el Congreso y estableció que para derogarlos se necesita el voto de ambas cámaras. Para la oposición, que fue muy crítica de esa ley, “todo nace de una interpretación equivocada y abusiva del texto constitucional”, en palabras del jefe del bloque de senadores radicales, Ernesto Sanz (Mendoza). “En la Constitución, los DNU son un remedio excepcional, para los Kirchner, son algo habitual”, agregó Sanz. En opinión del presidente de la bancada de Pro en Diputados, Federico Pinedo (Capital), “hay una proporción inversamente proporcional entre el respeto a las instituciones y el dictado de los DNU” y va a ser muy difícil “igualar el récord” de Kirchner.