cultura | 21
| Viernes 2 de enero de 2015
CULTURA
Edición de hoy a cargo de Constanza Bertolini www.lanacion.com/cultura | @LNcultura | Facebook.com/lanacion
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Soledad Costantini y el desafío de hacer del museo un lugar de letras persoNaje. Hija del dueño del Malba, lo suyo es instalar la literatura en los templos del arte; dirige un sello editorial y el Filba
Silvina Premat Pintura veneciana del siglo XVI, bronces y dibujos antiguos
Sala dedicada a pintores fauvistas
fotos fundación BemBerg
Espacio con obras del siglo XVIII
Extraordinario paseo de arte por la colección de un argentino en Toulouse museo. Con discreción, durante su vida Georges Bemberg acopió uno de los
fondos de obra más importantes de Europa, que hoy se exhibe en su fundación Texto Luisa Corradini Corresponsal en Francia
D
esconocido mecenas, coleccionista clandestino, circunspecto amateur, diletante ilustrado, el argentino Georges Bemberg –que murió en París en 2011, a los 96 años– se convirtió en uno de los coleccionistas de arte privados más importantes de Europa con la misma discreción que rigió su vida. Un fabuloso acopio del que muy pocos saben. “Siempre tuvimos cierto gusto por el secreto”, confesó en 1995, pocos días antes de la inauguración oficial de la Fundación que lleva su nombre en Toulouse. Instalada en uno de los más bellos monumentos renacentistas de esa ciudad, el Hôtel d’Assézat, que la municipalidad le alquiló por un siglo al precio simbólico de 1 euro anual, la Fundación Bemberg no sólo es un museo; también propone actividades sobre la historia y el conocimiento del arte. Con la desaparición del más enigmático de los Bemberg, que se fue sin dejar herederos directos, su Fundación recibió una colección de más de 1100 obras de una calidad excepcional que ese auténtico cosmopolita comenzó a reunir a los 17 años y que alimentó pacientemente durante más de siete décadas. Canaletto, Francesco Guardi, Giovanni Paolo
literatura
El escritor chino Mo Yan escribirá sobre corrupción “El poder, el dinero y otras tentaciones son pruebas para todo el mundo y piedras de toque para todas las almas”, consideró el escritor chino Mo Yan al anunciar que prepara un libro sobre corrupción. Premio Nobel de Literatura 2012, ha cuestionado la corrupción en obras como Las Baladas del Ajo y Jiuguo. Aunque dos escritores chinos alcanzaron el Nobel, Mo Yan es el único reconocido. La obra de Gao Xingjian está prohibida en China.ß
Panini, Giambatista Tiepolo y otros por la pintura del siglo XVIII. Lucas Cranach, Gerard David, Jean Clouet, François Clouet, Adrien Ysenbrandt, Tiziano, Veronese y Tintoreto por los flamencos, italianos y franceses del XV y XVI. Pieter de Hooch, Antoon Van Dyck, Jan Van Goyen, Giovanni Battista Carlone y Evaristo Baschenis por el XVII. Y después, el caravagista francés Nicolas Tournier. “La consigna que dejó Georges Bemberg fue que la compra de nuevas obras debía estar guiada por un «flechazo». Exactamente como lo hacía él”, afirmó a la nacion Philippe Cros, director de la institución. A pesar de su marcado gusto por lo clásico, impresionista y posimpresionista, integran ese fondo obras de Claude Monet, Auguste Renoir, Alfred Sisley, Camille Pissarro, Henri de Toulouse-Lautrec, Edgar Degas, Paul Sérusier, Paul Gauguin, Paul Cézanne, Henri-Edmond Cross. Sin contar una colección de Pierre Bonnard. El siglo XX concluye esta somera lista –que incluye unos 200 bronces del Renacimiento italiano y francés– con obras de Georges Rouault, André Derain, Henri Matisse, Pablo Picasso, Amedeo Modigliani y Maurice Utrillo. Georges Bemberg nació en Argentina en 1915 y llegó a Francia cuando
tenía seis meses. Desde entonces su vida fue un permanente ir y venir entre ambos mundos: París, donde vivía, Nueva York por sus inviernos, Venecia por sus veranos y Buenos Aires por sus afectos. Monsieur Georges, como lo llamaban sus empleados, llegó al arte a través de esos pequeños fracasos que suelen jalonar la vida de muchos herederos de portentosas fortunas. Aquellos que, teniendo todo, no consiguen brillar en nada. Atraído primero por la música, intentó sin éxito convertirse en compositor siguiendo en Harvard los cursos de Nadia Boulanger, la célebre profesora de la élite musical del siglo XX. Diplomado en literatura comparada, asiduo participante de los círculos literarios de Nueva Inglaterra y Argentina, donde su prima Victoria Ocampo le abrió las páginas de su revista Sur, publicó sin pena ni gloria varios libros y algunas piezas de teatro que fueron representadas en el off Broadway. De todos esos amores contrariados, finalmente prevaleció su pasión por las artes plásticas. “Monsieur Bemberg tenía la pintura en la sangre. Durante su infancia, los Fragonard y Nattier ornaban los muros de su casa. Su tío, que tra-
CoNtroVersia eN FraNCia
Thomas Piketty rechazó la Legión de Honor El economista Thomas Piketty, autor del best seller El capital en el siglo XXI, rechazó ayer la Legión de Honor, la distinción más importante de Francia. “Rechacé el reconocimiento porque no creo que deba ser el gobierno el que tenga que decidir quién debe ser honrado o no. Sería bueno que se preocupara en la reanudación del crecimiento en Francia y en Europa”, advirtió Piketty, según informó ANSA. En la obra, que ya vendió más de 1,5 millones de
ejemplares, Piketty plantea que el crecimiento no corrige las desigualdades y que la acumulación de capital crece a un ritmo mayor que la expansión de la economía, por lo que los ricos se vuelven cada vez más ricos. Lo que implica una amenaza para las sociedades democráticas y para los valores de justicia social. También fueron distinguidos con la Legión de Honor los premios Nobel de Literatura, Patrick Modiano, y de Economía, Jean Tirole.ß
bajó con Picasso, también fue pintor”, precisa Philippe Cros. Fiel colaborador durante 20 años, reconocido experto en bellas artes, Cros evoca un personaje de otra época, cuya existencia transcurrió en un mundo inverosímil para el común de los mortales. “En las numerosas visitas que hice a su pedido a Buenos Aires, jamás pude hablar una palabra de español”, rememora. Alojado en opulentas estancias, atendido por maîtres d’hôtel de guante blanco, servido en vajilla de plata y cristales de Baccarat, el joven e inquieto Cros desesperaba por descubrir otras facetas de la mítica capital sudamericana, tan celebrada en Europa. –Me gustaría conocer algo más–, terminó por confesar. –No hay nada más–, replicó su anfitrión. En francés. Juan Perón decía de los Bemberg que eran como un “inmenso pulpo venenoso que todo lo va emponzoñando y ocupando”. Ajenos a esas querellas político-ideológicas, los franceses que visitan su Fundación a 11.000 kilómetros de Argentina consideran a Georges Bemberg un “très grand monsieur”, que tuvo la generosidad de poner a disposición de todos la obra de una vida misteriosa, deslumbrante o sibarítica, pero en ningún caso banal.ß
LA NACION
Es la única de los siete hijos del fundador del Malba que trabaja full time en el museo. Y es, también, la responsable de haber puesto en pie una rara avis en el ámbito museístico: un área de literatura. A Soledad Costantini la avidez por la lectura la impulsó a generar, hace trece años, un programa que convocó a unos 700 escritores –entre ellos cuatro premios Nobel– y más de 50.000 asistentes. Lo que podría ser visto como la aventura de “la hija del dueño” es, en cambio, una propuesta muy respetada que ha comenzado a replicarse en otros templos del arte. Aquí, Soledad y otras dos personas trabajan exclusivamente en las actividades vinculadas con los autores y los libros. En sus escritorios se apilan las propuestas que les llueven desde distintos organismos y particulares. Pero no siempre fue así. Cuando comenzaron, en 2001, “había que salir a buscar a los escritores e intelectuales y no fue fácil que vinieran. Miraban con cierto recelo participar de una actividad en el museo de un empresario”, cuenta. “Por ejemplo, que viniera Beatriz Sarlo me llevó cinco años. También recuerdo cuando al principio invité a Abelardo Castillo para un encuentro y cuando llegó la fecha me dijo que no podía porque ese día volvía su mujer de no sé dónde. Estaba todo organizado y se había hecho publicidad del encuentro. Le ofrecí pasar a buscarlo por su casa. Fue muy gracioso el diálogo por teléfono esa mañana tratando de convencerlo. No sé si había olvidado o qué. Al final fue.” Con el tiempo las propuestas los desbordaron y los obligaron a seleccionar y hacer un trabajo similar al de la curaduría artística, pero con un objetivo diferente. “Se trata de hacer de puente, incentivar el interés a que se lea más y acercar a los lectores con los escritores y sus obras”. ¿Cómo? Buscando actividades que desnuden el entramado casi siempre presente entre arte y literatura. Cuenta Costantini que durante la muestra de Antonio Berni, este mes, harán un curso sobre los monstruos en la literatura japonesa. “Estamos queriendo acentuar aún más la integración entre el programa de literatura en el museo y las exhibiciones. Es un desafío que nos pidió el nuevo director [Agustín Pérez Rubio].” La historia detrás de la idea En su juventud, la pasión por la lectura la llevó a tomar cursos en distintos espacios y su intento de escribir cuentos la condujo hasta varios talleres. Un día de 1996 su padre le pidió que lo ayudara a hacer una muestra de su colección. Era la primera vez que Eduardo Costantini mostraría las obras de su propiedad en el Bellas Artes. Y esto colocó a Soledad del otro lado del mostrador. A ella siempre le había gustado visitar exposiciones, pero al producir esta muestra vio al museo con otros ojos. “Me pareció un espacio bello para llevar escritores. Se lo propuse a quien era el director del
Museo de Bellas Artes, Jorge Glusberg, y aceptó. Durante tres años hicimos ciclos de ocho meses de encuentros semanales en los que participaron José Saramago, Olga Orozco, Isidoro Blaisten, Silvia Iparraguirre, Abelardo Castillo, Liliana Heker, Cristina Piña. Después mi padre fundó el museo y trasladé ese programa al Malba. Se dio naturalmente”, recuerda. Para ese momento, 2001, ya había tomado una decisión. “Más que escribir lo mío era, por destino, acompañar a los que escriben, apoyar su obra desde este espacio familiar”, afirma quien también fue fundamental para el desarrollo de otros emprendimientos culturales porteños. En 2008, al volver de Edimburgo, donde conoció el festival de literatura que se despliega por esa ciudad en carpas abiertas al público, Costantini le propuso a Pablo Brown, dueño de la librería Eterna Cadencia, un emprendimiento similar en Buenos Aires. Así nació el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (Filba), que a poco de andar requirió la creación de una fundación, de la que ella es vicepresidenta. Más recientemente otra propuesta que Eduardo Costantini aceptó de su hija terminó en la creación de un sello editorial. “Hace tres años llegó a mis manos
“Mi foco está en apoyar a escritores, filósofos, críticos, académicos, que se queman las pestañas para descifrar el alma humana” El libro rojo, de Carl Jung, que no había sido traducido al castellano. Conseguí los derechos y le pedí a mi padre publicarlo desde el Malba, porque no iba a armar una editorial por un solo libro. Pero fue un éxito impresionante; publicamos algunos títulos más y luego hicimos una editorial como proyecto comercial independiente del museo”. Con gratitud, Soledad cuenta que J. M. Coetzee cedió los derechos de varios de sus ensayos, que serán publicados próximamente por El hilo de Ariadna. El premio Nobel es uno de los autores estrella de ese sello que publica también, al mismo estilo de Borges, su biblioteca personal. Se trata de doce títulos elegidos e introducidos por el autor sudafricano. Pionera en articular literatura y arte en el ámbito de un museo, sintetiza y va al núcleo de lo que la mueve: “Me alegra en el alma lo que podemos hacer todos los años, pero mi foco está en apoyar a los escritores, filósofos, académicos, críticos literarios que se queman las pestañas leyendo y escribiendo horas y horas para descifrar el alma humana, para que nos comprendamos más como seres humanos. Me conmueve el trabajo que hacen. Mi vocación es estar detrás de ellos que son los protagonistas”. ß
literatura ii
Acusado de plagio, un autor paraguayo acudiría a la CIDH El escritor paraguayo Nelson Aguilera anunció que acudiría a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) si la Corte Suprema de Paraguay rechazara la apelación presentada a la sentencia por plagio. En 2010, la escritora María Eugenia Garay lo denunció ante la Justicia por considerar que Aguilera usó partes de su obra El túnel del tiempo en Karumbita, la patriota. El trámite judicial está demorado por problemas internos de la Corte.ß
Costantini publica a J. M. Coetzee en El hilo de Ariadna
e. LasaLVia