INFORMACION GENERAL
Lunes 8 de agosto de 2011
Buenos Aires, ciudad tomada
I
Otra ocupación del espacio público
SIN VICTIMAS
Estacionar con “dueños de cuadra” En las zonas de Las Cañitas y Palermo Soho funciona una suerte de valet parking ilegal que nadie controla LAURA ROCHA Y FERNANDO MASSA
“Trapitos” ya usan la calle como garaje privado
LA NACION
Automovilistas invaden veredas impunemente
FOTOS DE HERNAN ZENTENO
En Arce y Arévalo, en Las Cañitas, los patrones de cuadra cobran 30 pesos para dejar el auto en la vereda
Los números de la ilegalidad Estacionamiento indebido
Hipodromo
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LA NACION
25 autos por “dueño de cuadra” Esa es la capacidad de vehículos que maneja cada “responsable de cuadra” donde funciona este sistema de estacionamiento ilegal en varias zonas de la Capital.
Los “trapitos” son los dueños de la calle, en Palermo El artículo 79 del Código Contravencional pena a quien exija retribución por el estacionamiento o cuidado de vehículos en la vía pública sin autorización legal, con uno o dos días de trabajo de utilidad pública o multa de $ 200 a $ 400. La pena se eleva al doble para el organizador, cuando se detecta que existe tal organización. Pero la exigencia es díficil de probar. En tanto, la multa por mal estacionamiento cuesta 75 pesos. Deberían labrarla los agentes de tránsito. Sin embargo, esto no ocurre. En la Subsecretaría de Tránsito señalaron que el sistema de grúas no llega hasta esa zona de Palermo, pero multas tampoco se labran.
Pese a las consultas de LA NACION en el Ministerio de Justicia y Seguridad de la ciudad sobre estas irregularidades, ningún funcionario quiso responder. Por intermedio de un vocero, se afirmó que se trata una responsabilidad policial y no de la Policía Metropolitana, pues aún no está desplegada en Palermo. El año pasado, el gobierno porteño “liberó” numerosas cuadras en las que ahora se permite estacionar sobre la mano izquierda. Sólo el año pasado fueron 110 cuadras las que se habilitaron para estacionar y, en lo que va de este año, son 300. Sin embargo, la solución del problema de la falta de lugar donde estacionar, al parecer, está lejos.
UN CASO QUE CAUSO CONMOCION
Ayacucho: la madre de la beba muerta reconoció que mintió Declaró a la Justicia que su pequeña hija había muerto durante un asalto A la luz de las evidencias, contundentes en las últimas horas a partir de resultados de nuevos peritajes, la verdadera historia se caía de madura. Y la propia protagonista se encargó de contarla. Viajó ayer hasta Dolores y le confesó al fiscal a cargo del caso que su beba, de apenas tres meses, no murió en medio de un robo ni asfixiada por delincuentes, sino que la encontró sin vida, ahogada con su propio vómito. “Fue un invento mío porque estaba desesperaba; no se me ocurrió otra cosa”, relató Soledad Ibáñez, de 24 años, quebrada no sólo por la pérdida de su hija, sino por la presión de ocultar el verdadero desarrollo de los hechos durante casi dos semanas. También, por haber generado una conmoción general entre sus vecinos y familiares, que, tentados y sacudidos por la versión inicial, aquel día no dudaron en salir de manera masiva y espontánea a las calles para exigir seguridad y denunciar una sucesión de hechos delictivos en el distrito. Entre sus conocidos
ZONA AMPLIADA
Ubicación
os mp Ca ría Ma uis .L Av
El estacionamiento es un bien preciado en la ciudad de Buenos Aires. La búsqueda de un espacio para dejar el auto fuera de un garaje puede demandar más de media hora. Además, hay que estar dispuesto a pagar entre 15 y 19 pesos la hora. Ante esta coyuntura, comenzó a funcionar en numerosos barrios un irregular y descontrolado sistema de ocupación del espacio público: se trata de los estacionamientos que, en plena calle, regentean los autodenominados “responsables de la cuadra”. Las zonas donde el sistema ya está instalado son Las Cañitas, varias cuadras de Palermo Soho y los alrededores del Palacio de Tribunales. En los primeros dos casos funcionan de lunes a lunes; mientras que en el tercero sólo lo hacen de lunes a viernes. Esta modalidad difiere en algo de la de los ya tradicionales “trapitos”. En estos lugares, los automovilistas son guiados por una persona hasta el sitio donde estacionar; bajan de su automóvil sin freno y dejan las llaves a los “encargados de la cuadra”. A cambio, de regreso de su salida, debe abonar entre 20 y 30 pesos. Los automóviles, sin conductores, quedan estacionados en las calzadas, y en varias calles hasta se utiliza la doble y la triple fila. Cuando ya no hay más espacio, empiezan a ocupar las veredas. “Esta situación se repite desde hace tres o cuatro años en la calle Clay, y en Arguibel desde que ensancharon las veredas en Báez. La semana pasada había autos estacionados hasta en las veredas. Lo curioso es que hay presencia policial constante”, denunció Alejandra Rodríguez, secretaria de la ONG Cañitas Activa. LA NACION dialogó con uno de los cuatro hombres que manejan la playa de estacionamiento que montaron sobre un tramo sin salida de la calle Arévalo, cuando se corta con el Campo Argentino de Polo. “Nadie nos molesta porque somos nosotros los responsables de esta zona. Así que mientras no haya lío ni rayones ni robos, no pasa nada”, dijo. “Los conductores dejan las llaves porque nos tienen confianza, y pagan lo que a ellos les parece, que suele ser entre 15 y 20 pesos”, agregó el líder del improvisado valet parking. Pero Alejandro –quien no quiso dar su apellido–, encargado del restaurante Las Cholas, en Arévalo y Arce, frente a ese estacionamiento, contó otra versión: “Algunos clientes se quejan porque les piden 30 pesos de mala manera. Otros nos suelen preguntar si son confiables. Lo que nosotros les aclaramos es que no tenemos nada que ver con ellos, que no es un servicio relacionado con el restaurante. El tema es que la policía lo sabe; todos lo saben. Funciona así”. Luis Cevasco, fiscal general adjunto de la ciudad de Buenos Aires, explicó que este tipo de casos no pueden tomarse como una contravención: “Para que se trate de una contravención, debe existir una exigencia [de dinero]. Además, para que actúe la Justicia debe haber una denuncia ante la policía. Sin estos elementos, no se puede decir que se está violando el Código Contravencional. Sí es una falta de tránsito porque no se puede ocupar la calle de ese modo”, indicó el funcionario judicial.
también dio a entender que con su mentira intentaba cubrirse de culpas que –según suponía– le iban a cargar por no haber cuidado a su hija. Este último testimonio de Ibáñez llegó apenas horas después de que también tomaran estado público los resultados de la pesquisa que confirmaban que en la casa donde murió su beba, Antonia Olano, no había huellas ni rastros de extraños. La revelación de Ibáñez sirvió, además, para corroborar el buen rumbo que había tomado la investigación desde las primeras horas, cuando ya se comenzó a sospechar que el hecho denunciado no parecía haber sido tal como lo contaba la mujer. Algunas contradicciones iniciales de su primer testimonio, la constatación de que no había faltantes en la casa y el informe forense que aseguraba que la beba murió por causas naturales ya anticipaban este desenlace. “Ahora se continuará con los pasos del proceso; se investigará a Ibáñez por el delito de falso testimonio y se evaluará en su momento si
le corresponde una sanción penal”, dijo ayer a LA NACION el fiscal Diego Bensi, que está al frente del caso. El funcionario recibió anteanoche la llamada del abogado que representa a Ibáñez. Le anticipó que su clienta quería ampliar su declaración. Ayer la recibió en Dolores. La mujer también estuvo acompañada por su esposo, Juan Pablo Olano. La muerte de Antonia ocurrió en la tarde del 27 de julio último, poco después de las 15. Ayer contó que esa tarde alimentó a la beba y la acostó. Entonces, aprovechó para ir a ducharse. Cuando salió, la encontró vomitada y ya sin vida. La pequeña estaba en tratamiento por bronquiolitis y los padres debían atender cuidados especiales para que su hija no corriera riesgos. Desesperada y víctima de una crisis nerviosa, Ibáñez llamó a la policía y afirmó que su beba murió mientras era asaltada por dos o más desconocidos.
Darío Palavecino
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30 pesos Es lo que cobran en estos sitios para dejar el auto todo el día, sin límite de horario. En cambio, una hora cuesta entre 15 y 19 pesos.
410 cuadras más para estacionar Desde 2010 hasta lo que va del año el gobierno porteño “liberó” 410 cuadras para el estacionamiento sobre la mano izquierda, debido a la carencia de sitios donde dejar los vehículos.
Son cuatro, cinco, seis autos estacionados uno detrás del otro en segunda fila. No tienen las balizas puestas, ni siquiera hay alguien adentro. Después de las 21, pueden verse cualquier día en la zona de restaurantes de Las Cañitas, o frente a los bares de Palermo. Los dueños de esos autos se cansaron de dar vueltas en busca de un lugar para estacionar y la hicieron fácil: lo dejaron sin freno de mano y le entregaron la llave al muchacho que maneja la cuadra. Así funciona cualquier valet parking, y ésta vendría a ser su versión más irregular. En una recorrida que hizo LA NACION el viernes por la noche, pudo advertirse esta situación en Palermo, sobre la calle Fitz Roy, entre Honduras y Gorriti, y también en Arévalo, entre Huergo y Báez, en Las Cañitas, un polo gastronómico donde todos los días de la semana hay decenas de personas esperando mesa fuera de los restaurantes. Un muchacho que se ocupa de mover los autos en segunda fila se acerca a uno que está parado cerca de la esquina y le pide al conductor que lo adelante un poco para poder meter en un hueco paralelo al cordón otro auto que espera más atrás. –¿Pero no es un garaje? –le consulta el conductor. –Sí, pero no hay problema porque a nosotros nos dan permiso. Esa misma respuesta da a LA NACION el hombre que maneja un estacionamiento montado sobre el tramo final de Arévalo que da contra el Campo Argentino de Polo. “La calle no tiene salida, entonces se puede. De un lado, hay una obra y del otro estacionan en doble fila, pero se respetan los garajes”, dice. La logística les demanda diferentes roles. Están los dos que organizan los autos en el callejón, el que mueve los autos y, una cuadra más allá, sobre el boulevard Chenaut, el que se encarga de atraer clientes, hartos de dar vueltas en busca de un lugar. Alejandro, encargado desde hace dos años del restaurante Las Cholas, en la esquina de Arce y Arévalo, cuenta que, si bien algunos clientes se quejan porque les piden 30 pesos, otros los pagan sin problema con tal de tener el auto a la vista mientras comen. “Esto funciona por todos lados, son grupos de tres o cuatro, pero se respetan territorialmente”, explica. Además de estas modalidades, pueden verse en la zona autos estacionados sobre la vereda. Como sobre la esquina de Báez y Clay, donde, prolijamente estacionados, hay tres autos arriba de la vereda y cuatro más detrás, sobre la calle. Sobre Avenida del Libertador, frente al Hipódromo también es habitual ver gran cantidad de autos mal estacionados.
Alarma en Bariloche tras una avalancha A dos esquiadores los buscaron cuatro horas SOLEDAD MARADONA PARA LA NACION SAN CARLOS DE BARILOCHE.– Cuatro horas de búsqueda y el tenaz esfuerzo de los avezados montañistas permitió, anoche a las 22, el rescate de los dos esquiadores locales que habían quedado atrapados por una avalancha de nieve en el Valle del Challhuaco, a unos 20 kilómetros de Bariloche, en una zona donde no existen pistas de esquí pisadas, pero a la que acuden asiduamente deportistas regionales atraídos por las buenas condiciones de la nieve. La comisión de auxilio del Club Andino Bariloche y rescatistas del Parque Nacional Nahuel Huapi, integrada por 25 personas y cuatro perros rastreadores, hallaron a los deportistas extraviados en buen estado de salud, según se informó. Habían iniciado las tareas de búsqueda en cercanías del refugio Juan Javier Neumeyer, alertados por un tercer integrante del grupo de esquiadores que logró escapar de la avalancha y dar el aviso. La denuncia fue registrada a las 18 de ayer y de manera inmediata el Club Andino Bariloche coordinó las tareas de búsqueda, que se iniciaron con la última claridad del día y se realizaron con la ayuda de reflectores y en condiciones adversas, por el intenso frío y la oscuridad. Según las primeras informaciones difundidas, los tres jóvenes realizaban una travesía con esquíes en una zona de cerros bajos y adonde sólo concurren para esquiar residentes locales que conocen de la existencia de nieve en abundancia en un circuito alternativo a los centros invernales. El esquiador que logró escapar de la avalancha llegó hasta el refugio Neumeyer, donde alertó a los responsables de lo sucedido y, desde allí, se denunció el hecho al Club Andino. El refugio es especialmente visitado en verano, cuando se realizan circuitos de trekking cortos, mientras que en invierno están habilitadas excursiones de caminata con raquetas por un bosque y prácticas de esquí con instructores proporcionados por el refugio. En sus cercanías existen los cerros Challhuaco, Blanco y Stratos, de no más de 2000 metros. En la última semana, la región recibió intensas nevadas y posteriormente lluvias, que podrían haber afectado la estabilidad de la nieve en las laderas. Este es el primer accidente por desprendimiento de placas de nieve que se registra en la temporada invernal, aunque en el cordón montañoso del sudeste de Bariloche, donde se ubican las laderas del Challhuaco, se suscitó en 2002 la mayor tragedia por avalancha de la ciudad, cuando nueve estudiantes universitarios murieron en el cerro Ventana, al ser sepultados por un alud de nieve.