Enfoques
Página 6/Sección 6/LA NACION
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Domingo 27 de abril de 2008
EL PERFIL
El fiscal que tiene en jaque al poder Como antes con el menemismo y la Alianza, Manuel Garrido, el titular de la Fiscalía de Investigaciones Administrativas, pone la lupa sobre la gestión K. En el último mes hizo dos jugadas fuertes: se atrevió con el secretario de Medios, José Albistur, a quien acusó por irregularidades en la distribución de la publicidad oficial, y dijo que Néstor Kirchner debe dar explicaciones por presunto enriquecimiento ilícito. Hay quienes lo creen soberbio y le critican ansias de figuración, pero nadie niega su capacidad y su compromiso con la transparencia Por Laura Zommer honestidad e inteligencia. Colabora y trabaja con las principales organizaciones de la sociedad civil del país y el exterior y Poder Ciudadano lo acaba de candidatear para el premio Transparency Internacional a la integridad.
Familia de médicos Es nieto de un médico forense y su abuela Rosa fue la primera mujer profesora titular de Farmacia y Bioquímica de la UBA (el Museo de la Facultad lleva su nombre). Garrido, el mayor de cinco hermanos –un geógrafo, una médica y dos abogados–, es hijo de dos médicos, Carlos Manuel y Rosa María Carnevale Bonino. Nació hace 43 años en Barracas, el barrio donde todavía vive. Toda su carrera se desarrolló en la educación pública. Estudió en el Normal Nº 5, donde conoció a su mujer, Claudia Lombardo, pedagoga y docente e hija de Héctor Lombardo, ministro de Salud de la Nación durante el gobierno de Fernando de la Rúa. Hombre familiero, se casó con ella hace 18 años y tuvo dos hijas: Camila, de 13, abanderada, y Paula, de 11, que sueña con ser actriz. El es agnóstico y su mujer, protestante. En la iglesia de La Boca a la que concurrían Claudia y su familia, Garrido conoció a Gabriel Cavallo, el ex camarista federal y actual CEO del diario Crítica de Argentina que dirige Jorge Lanata. “Siempre fue muy inteligente. Un tipo de mente preclara, con ideas propias. Es sumamente honesto y no tiene picardía política. Es muy valioso en su cargo y sería un gran ministro de la Corte”, dice Cavallo. Manuel Garrido habla muy rápido, tanto que a veces no se le entiende, y tiene mucho sentido del humor. Sus carcajadas –y también sus gritos– hacen que todos adviertan cuando llega a un lugar. Es hincha de Ferro, pero va poco a la cancha para no sufrir, y no juega al fútbol ni hace deportes, porque es un pata dura. Adora comer –prueba de todo en cada lugar del mundo que visita– e hizo varios cursos de cocina y de cata. Le gusta la literatura negra y la música, especialmente el rock: es fan de Pink Floyd, Led Zeppelin y Divididos, banda a la que va ver siempre. Se recibió de abogado en la UBA con 9,53 de promedio y diploma de honor. Nunca tuvo militancia partidaria. Llegó a ser subdirector de la mítica revista jurídica Lecciones y ensayos y fundó junto con Abramovich y otros “jóvenes brillantes” una revista más transgresora –llamada No hay derecho–, desde donde se cuestionaba con dureza a la Corte menemista. Antes de terminar la carrera entró como meritorio en Tribunales, donde no le costó ascender. Empezó en 1988 en el juzgado correccional a cargo de Elsa Poerio de Arslanian, la esposa del ex ministro de Seguridad bonaerense León Arslanian (la hermana de la jueza trabajaba en el Hospital Durand con el padre de Garrido). Luego trabajó en dos fiscalías y en 1993, cuando tenía 28 años, fue designado secretario de la Sala I de la Cámara Federal, que integraban Luisa Riva Aramayo, Raúl Vigliani y Pedro Cortelezzi. “Garrido fue el cerebro y quien redactó la resolución que reabrió
MANUEL GARRIDO
De chico leía la Enciclopedia Británica y, ya más grande, cuando preparaba sus exámenes en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA), estudiaba en su casa toda la noche en una bañadera rodeado de libros; siempre leía todo lo que se había escrito sobre un tema antes de dar un examen. “En las discusiones con compañeros y profesores, usaba hasta lo que un tratadista había escrito en las notas de un libro y, si había cambios de una edición a otra, él lo sabía”, recuerda Víctor Abramovich, miembro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y amigo de Manuel Garrido, el fiscal de investigaciones administrativas que en las últimas semanas crispó el ánimo del Gobierno con sus denuncias. No hay duda de que es tenaz y de que la palabra “resignación” no parece formar parte de su diccionario. En los últimos ocho años, denunció por presuntos actos de corrupción a más de un centenar de funcionarios nacionales –menemistas, de la Alianza y kirchneristas–, y todavía espera que la Justicia condene a alguno. Pero el fiscal que acusó por irregularidades en la distribución de la publicidad oficial al secretario de Medios de la Nación, José “Pepe” Albistur, e insiste en que el ex presidente Néstor Kirchner debe dar explicaciones por presunto enriquecimiento ilícito, está lejos de sentirse un héroe. Suele repetir frente a sus íntimos que cree que hoy su trabajo es meramente testimonial y que, hasta ahora, “únicamente logró que muchos abogados cobraran más honorarios y jueces corruptos subieran su precio”, cuenta otro abogado y amigo. Como sus investigaciones no avanzan en la Justicia, Garrido las presenta y cuelga de inmediato en el sitio oficial del Ministerio Público, para que, al menos, se difundan. Está claro que Albistur no es el primero ni el último en la mira del fiscal: impulsó denuncias por la intervención en el Indec contra el secretario de Comercio, Guillermo Moreno; contra la ex ministra de Economía Felisa Miceli por la bolsa con dinero hallada en su baño; contra el vocero presidencial Miguel Nuñez y el ministro de Planificación Julio De Vido por irregularidades con sus autos; contra el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, por irregularidades en la remodelación de locomotoras; contra el jefe del Ejército Roberto Bendini por malversación de fondos en las Fuerzas Armadas mientras era comandante en Santa Cruz; contra el ex secretario general de la Presidencia Alberto Kohan por enriquecimiento ilícito y contra el ex presidente Menem y el ex gobernador de Salta, Juan Carlos Romero, por lavado de dinero durante la campaña presidencial en la que se impuso Kirchner, por citar sólo algunas de las más relevantes. Aunque se ganó muchos enemigos y hay quienes lo tildan de soberbio y cuestionan sus ansias de figuración, las trece fuentes consultadas para esta nota –tres jueces, dos fiscales, cuatro abogados de estudios de primer nivel , dos amigos y dos colaboradores– reconocen su
Quién es HERMANO MAYOR Manuel Garrido tiene 43 años, está casado con Claudia Lombardo (hija del ex ministro de Salud Héctor Lombardo) y tiene dos hijas. Abogado recibido con diploma de honor (UBA), es hijo y nieto de médicos, y el mayor de cinco hermanos. Se formó en la educación pública.
POSICION Ex titular de la Oficina Anticorrupción, es profesor de Derecho en diferentes facultades desde hace 25 años. Aunque no lo manifiesta públicamente, en sus clases expone las razones por las que está a favor de la despenalización del aborto y de la tenencia de drogas para uso personal.
los juicios por robo de bebes contra Jorge Rafael Videla y otros ex dictadores. Se lo regaló a sí mismo para su cumpleaños, por eso hizo que la sentencia la firmaran los camaristas un 15 de septiembre”, recuerda un ex funcionario de la Cámara. La fallecida Riva Aramayo, un ícono de la justicia federal menemista, le tenía mucha confianza y aprecio a Garrido, cuya madre había muerto de cáncer al poco tiempo de que él jurara
como secretario. “La camarista decía que él debía ser defensor y no fiscal, porque si no, haría desastres. Siempre le recomendaba que sacara ‘todo el zurdaje’ de su currículum si pretendía ascender, algo que él jamás hizo”, revela el mismo ex compañero. Quizás convencido de que no ascendería, en 1997 pidió licencia en la Justicia y se fue un año a Guatemala a trabajar a la Misión de Verificación de las Naciones Unidas. Allí conoció a Ricardo Gil Lavedra, que cuando fue designado ministro de Justicia de De la Rúa lo convocó para que asumiera como director de Investigaciones de la Oficina Anticorrupción (OA), un organismo creado por el gobierno de la Alianza para cumplir con la promesa electoral de terminar con la corrupción en la Argentina. “No lo conocía, habíamos conversado durante una charla que di en Guatemala, pero tenía excelentes referencias y yo, para ese puesto, quería a alguien que conociera bien el funcionamiento de la Justicia federal y tuviera gran tesón y voluntad inquebrantable, como la suya”, explica Gil Lavedra. El jurista radical, que admite haber litigado en su contra en
muchos procesos penales, valora su inteligencia y que sea un gran peleador, que acomete sin miramientos: “Tiene buena fe y voluntad sincera de combatir la corrupción, aunque su ímpetu le hace, a veces, perder rigor. Pero, en un país devastado institucionalmente, prefiero tener en ese cargo a gente valiente y metedora, como él, aunque en algún caso se equivoque, y no a un cínico o a un inoperante”. Desde la OA, que primero comandó José Massoni y tras su jubilación lideró Garrido, impulsó denuncias contra el ex presidente Carlos Menem, el ex titular del PAMI Víctor Alderete y la ex polifuncionaria María Julia Alsogaray, así como contra Erman González, Claudia Bello, Raúl Granillo Ocampo y Germán Kammerath, entre otros célebres menemistas. También acusó a funcionarios de la Alianza. Fueron su blanco el interventor en el PAMI, Angel Tognetto, cuñado de la entonces ministra Graciela Fernández Meijide; y Basilio Pertiné, el cuñado de De la Rúa, a quien denunció por irregularidades en obras del Hospital Paroissien, antes de meterse con el propio Presidente y el entonces
titular de la SIDE, Fernando de Santibañes, por el caso de sobornos en el Senado a cambio de la ley de reforma laboral. Garrido dice que su contribución más importante al país fue no haber dejado que esa causa muriera. En diciembre de 2003, cuando Garrido dejó la OA y pasó a dirigir la Fiscalía de Investigaciones Administrativas (FIA) –un organismo del Ministerio Público Fiscal con más independencia del poder político–, había realizado 40 denuncias con seguimiento y 57 querellas contra funcionarios nacionales. Además, se habían derivado a la Justicia otras 929 denuncias, de menor valor institucional. Mientras estaba en la OA, Garrido se presentó a un concurso del Consejo de la Magistratura para ser camarista federal porteño en la Sala en la que antes había sido secretario. Aunque en el examen escrito se sacó la mejor nota, De la Rúa designó a Cavallo. Tras la muerte de Néstor Pinzón, el anterior titular de la FIA, que entre 1995 y 2003 presentó sólo cuatro denuncias, se llamó a un concurso para el cargo y Garrido lo ganó. Su pliego fue enviado al Senado por el ex presidente Kirchner y así llegó a la FIA a fines de 2003. “Cuando aterrizó, el organismo estaba devastado”, revela una de las empleadas de confianza de Garrido. Lo ilustra con un triste diálogo que presenció. “¿Dónde está mi computadora?”, preguntó el fiscal. El secretario del anterior fiscal no se anduvo con vueltas: “¿Usted va a precisar una?, porque su antecesor no la usaba”. Entre 2004 y 2007 se presentaron 40 denuncias judiciales de hechos de corrupción y se recibieron 1087 denuncias, mientras que entre 2000 y 2003 sólo habían llegado al organismo 231. Con su jefe, el procurador de la Nación, Esteban Righi, tiene una relación franca. “Righi no lo apoya, pero tampoco lo llama y, la verdad, lo deja trabajar”, coinciden dos importantes integrantes de la FIA. Garrido da clases de Derecho Penal desde hace más de 25 años en distintas facultades. Desde 2004, es profesor titular por concurso de la Universidad Nacional de La Plata, y también es docente del Máster en Derecho de la Universidad de Palermo desde hace seis años. Aunque jamás se pronunció públicamente al respecto, en sus clases expone por qué es partidario de la despenalización del aborto y la tenencia de drogas para consumo personal. “Es transgresor, pero a la vez muy serio y sólido, y conoce bien la profesión y el ambiente judicial. No es que no mida las consecuencias de sus actos sino que tiene claro que su función es esa. Eso debería ser lo normal, que los fiscales anticorrupción investiguen y acusen”, opina un juez federal, que no lo detesta como sus pares Rodolfo Canicoba Corral y Claudio Bonadío. Garrido gana 13.000 pesos mensuales, vive en una casa reciclada que compró con la herencia de sus padres y tiene dos autos: un Fiat Adventure y un Suzuki Fun que el fiscal utiliza desde el año último también para su trabajo, porque el motor del vehículo oficial se fundió y jamás lo repararon.
Semana 17 de 2008 Por Esteban Peicovich País inválido. Sus habitantes no hacen pie. Patinan. Tantean en humo y se deslizan por el tiempo dando tumbos. No logran fabricar un espejo donde poder mirarse. Son ciudadanos raros. Exóticos. Pánfilos. Líquidos. Se llevan puesto al semáforo, a la ley, al otro. ¿Es que existen los argentinos? ¿Cómo son? Inciertos: les da por producir incertidumbre. El neanderthal se aceptaba como tal. También hoy un bereber, un tibetano, un zulú. Ven la realidad. Saben cómo tratarla. Aquí no. Aquí todo (siempre) está por verse. Faltan espejos. Sobra humo. No hay modo de salir de la arena movediza. La realidad escapa. No se deja conocer. Imposible aplicar memoria fina y sacarle jugo a los fracasos cometidos. Se goza de un yo inflado y de un nosotros hueco. Les disgusta crecer. Son así (y el que no salta es un traidor). Párvulos que gritan caprichos
y ningunean derechos. Cholulos de alma. Adictos a la anestesia social. Atractivos pero imprevisibles. Aunque todo indica que a este folclore de décadas le queda poca cuerda pues de continuar lleva a implosión o explosión. Reacios a crecer les cuesta reaccionar. Pasan de un extremo a otro con la más cínica infidelidad. Pudiendo ser singulares les atrae ser banales. Al desprecio de los funcionarios lo toman como halago. Acatan la impunidad como si fuera legal. Y no ganan para sustos. En cuatro meses de 2008 pasaron de la sartén al fuego. Y no se ve cómo puedan salvarse. Mientras el mundo acelera sus cambios aquí practican la marcha atrás. No arrancan. Ahora mismo, en antesala de otro 25 de mayo motivador, no hay signos de que el gobierno se prepare para encarar una elemental modernidad. Democracia frenada. República marchita.
Un ministro mercantil implanta el hábito del diálogo a sopapos. La flamante presidenta gobierna en la Luna. El país entra en zona de riesgo sin que el aviso de peligro corra de boca en boca. Las voces que piden reorganizar la vida social, atender la fragilidad, recuperar la legislación y la dignidad pública, no llegan al oído general. Kirchner prometió sacar al país del Infierno y hoy es el que más azufre echa en las calderas. Desbocado, perdió el libreto. Tuvo a su favor la inercia del país y la tendencia del mundo, y las rifó por falta de visión y exceso de avaricia. Venía de gobernar el 5 por mil de la población nacional (los 200.000 santacruceños) y continuó, provincial y terco, aferrado al mercadeo de lo seguro y próximo. Tras fraguar el exitoso timo de simular irse y sucederse en su esposa, ahora teledirige el país que nunca evaluó ni comprendió. Sigue
en la chiquita. En el grito. Abusando cada día más de la tolerancia general. Sus frases rompen la sintaxis, el oído y la paciencia. Hasta Perón se tomaría de la cabeza al ver que al siglo 21 no arribó como su sucesor el pueblo que él predijo sino un pícaro exótico venido del frío que con su partido se hizo flor de fiesta. Pues así las cosas tras esta siesta argentina que lleva dos centurias en Babia. Bien que vendría salir un rato del país para que se airee un poco. No irse por Ezeiza o por Buquebús, sino por arriba, eyectándose. Y sentirlo domicilio de una gran familia a reunir. The Palabrero Press: 1) La estadística que faltaba: en el mundo, el islam tiene 1.300.000 millones de fieles (19%) y los católicos 1.150.000 (sic); 2) con una edad de 9950 años, un abeto de Noruega es el árbol más viejo de la Tierra (supera en 5.000 al más longevo;
3) en Japón venden tumbas conectadas a celulares con videoclip del ido y receptor de saludos, besos y deseos (¿?) post mórtem para el finado; 4) primero con Blumberg, luego con Carrió, ahora con Macri: ¿es el rabino Bergman el próximo Zelig de la ciénaga natal?; 5) según la Ctera, hay 1.139.120 de chicos y adolescentes sin educación pues faltan 1.486 escuelas (o bien, 60.000 aulas); 6) la villa 31 eleva sus palomares a 2, 3 y 4 pisos y un temerario se alzó hasta un quinto. Los vecinos lo llaman “El dueño del Sheraton”, 7) ah, y lean los labios de Alberto Fernández pues por ahí dirá “Hay que recuperar la cordura” (glup de platino). “Optimista es aquel que entra sin dinero a un restaurante y pide ostras porque sabe que adentro va a encontrar una perla.” (Anónimo.) www.peicovich.com