Norberto Oyarbide, el juez que tiene en vilo al poder político

29 nov. 2009 - televisión un video, ... en TV. Oyarbide tenía entonces un perfil tan alto como hoy. Mientras duró .... en la pileta del Hotel Panamericano. Suele.
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ENFOQUES

I

Domingo 29 de noviembre de 2009

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El perfil

Wikipedia, la suma del saber colectivo

Norberto Oyarbide, el juez que tiene en vilo al poder político

GASTON ROITBERG LA NACION

En el año 2000 enfrentó un juicio político que casi lo aniquila. Hoy ningún otro magistrado concentra como él causas de tan alto impacto. Quién es el juez que investiga el patrimonio de los Kirchner y las escuchas que complican a Mauricio Macri PAZ RODRIGUEZ NIELL LA NACION

D

e riguroso jaquette, avanza por la alfombra roja con una diva de los setenta de un brazo y una rubia despampanante del otro. Es la noche de la inauguración del festival de cine de Mar del Plata. La gente lo reconoce y él, orgulloso, saluda con cadencia. Sus guardaespaldas lo siguen de cerca. No es un actor, aunque se mueve frente a los flashes como si lo fuera: Norberto Oyarbide es el juez federal que tiene en vilo al matrimonio presidencial y al jefe de gobierno porteño. A los Kirchner los investiga por la multiplicación de su patrimonio; a Mauricio Macri, por el escándalo de escuchas ilegales que compromete a su flamante policía y también a su familia. El avance rimbombante de este expediente le valió el odio del macrismo, que lo acusa de haberse alineado con el Gobierno, y una innegable simpatía en las filas kirchneristas. “Pueden decir lo que quieran, pero allano lo de Ciro James [principal acusado] y encuentro todo un sistema de escuchas, allano lo de Chamorro [Osvaldo, entonces subjefe de la Policía Metropolitana] y aparece todo a la vista. ¿Qué quieren que haga? ¿Que destruya las pruebas? Eso es un delito”, se defiende el juez ante sus amigos. Es innegable que Oyarbide maneja ese expediente de un modo nunca visto en los tribunales federales de Comodoro Py. Cada mañana ofrece en la puerta de su edificio de Rodríguez Peña al 1900 una conferencia de prensa en la que da detalles del avance de sus investigaciones. Esa verborragia suele traerle problemas. El jueves pasado, la Cámara Federal porteña, el mismo tribunal que confió en él para que se hiciera cargo de uno de los juzgados vacantes, lo llamó al orden. Cuesta creer que Oyarbide vaya a escarmentar: lleva años con el mismo estilo y, hoy, el único pedido de juicio político que tiene abierto es por eso. Se trata de una acusación de prejuzgamiento promovida por el gremialista Juan José Zanola. El juez dijo que el bancario estaba “altamente comprometido” en la causa por los remedios adulterados. La mafia de los medicamentos, las escuchas de Ciro James, la fortuna de los Kirchner, el presunto enriquecimiento ilícito del ex secretario de Transporte Ricardo Jaime, los supuestos sobornos de Skanska... No hay otro juez que concentre como él causas de semejante voltaje político. Tampoco existe otro con su personalidad. No sólo caminó por la alfombra roja de Mar del Plata con la actriz Marcela López Rey hace 20 días; en 2007, mientras investigaba a 200 sindicalistas por el manejo de las obras sociales, viajó a Córdoba para homenajear a la Mona Jiménez; hace dos meses fue, vestido de jaquette, a la procesión de la virgen del Milagro, en Salta, y los habitués de la noche porteña lo vieron más de una vez en Esperanto, el boliche preferido de vedettes y futbolistas. Pero si algo define su carrera es su resurrección. “Soy un muerto social... Tengo vergüenza de salir a la calle”, dijo Oyarbide en el Senado en 2000, cuando avanzaba el juicio político en su contra. Llevaba dos años en el centro de un escándalo: lo señalaban como cliente vip de Spartacus, un burdel gay, y circulaba por televisión un video, supuestamente de él, en ese lugar.

Aquel juicio incluyó además otras acusaciones. Se lo vinculó con una red de protección de prostíbulos que terminó con el pase a disponibilidad del jefe policial Roberto Rosa. Este comisario admitió 70 llamadas cruzadas con Luciano Garbellano, que regenteaba Spartacus y era conocido de Oyarbide. Garbellano fue quien recorrió distintos medios (uno de ellos, LA NACION) con el propósito de vender el video. El rumor de aquellas imágenes había llegado a Tribunales mucho antes de su difusión en TV. Oyarbide tenía entonces un perfil tan alto como hoy. Mientras duró su juicio político, en cambio, sólo salía de su casa para ir a correr a la reserva ecológica. Lo habían suspendido. Había tocado fondo. El día de su renacimiento fue el 11 de septiembre de 2001. Cuando en Nueva York acababan de caer las Torres Gemelas, el PJ reunió los votos necesarios para un empate en el Senado, y lo absolvió. El juez dice que durante el juicio político se aferró a Dios con una desesperación y sinceridad que jamás había tenido. Hoy siente que ese capítulo de su vida fue hace 200 años. “No miro para atrás. Los espejos retrovisores son para los autos” es una de sus frases de cabecera. Su fervor religioso se mantiene. Hasta el año pasado, empleados de distintos juzgados se reunían a rezar el rosario en su despacho y más de una vez fue corriendo a Luján. Si algo le reconocen en Comodoro Py es que no hay juez más atento que él con empleados y funcionarios. Tres personas que trabajaron con él lo confirmaron y relataron que es, además, un verdadero showman: no

hay reunión de fin de año en la que no cante y toque el piano o la guitarra. Oyarbide se mueve en un auto oficial (no sabe manejar) y tiene seis custodios de Gendarmería. En la actualidad, uno de ellos está en Haití porque, impulsado por el juez, viajó a hacer un curso. A ellos los puso en aprietos más de una vez. Una noche estaba en el casamiento de un empleado del juzgado en el sur del Gran Buenos Aires y les encomendó la nada fácil tarea de recorrer la zona para comprar champagne Chandon para toda la fiesta. La estrecha relación de Oyarbide con las fuerzas de seguridad le fue siempre de gran ayuda. Dio clases durante más de diez años en la Escuela Superior de la Policía Federal y, en 1990, esa fuerza le otorgó un “diploma de honor al mérito”. Cuentan, con esa lógica, que hoy su interlocutor en el poder es el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, quien desde la llegada del kirchnerismo tuvo siempre a su cargo a la policía. Oyarbide tiene además buen diálogo con Javier Fernández, referente del oficialismo en

Quién es Nombre y apellido: NORBERTO MARIO OYARBIDE

Edad: 58 Su trayectoria: oriundo de Entre Ríos, viajó a Buenos Aires para estudiar Derecho en la UBA. Empezó en Tribunales como pinche. Fue secretario de un juzgado y fiscal federal. En 1994, Carlos Menem lo eligió juez federal. Estilo personal: cultiva un alto perfil. Cada mañana improvisa una conferencia de prensa en la puerta de su casa y habla de sus causas. Amante de la buena ropa, se hace las camisas a medida en una casa de Callao y Alvear.

Conectados

la Auditoría General de la Nación y el hombre señalado en Comodoro Py como operador del kirchnerismo en la Justicia. “Lo conoce por la Auditoría, pero no tiene más relación que los demás jueces”, dicen en su entorno. LA NACION le preguntó a un alto funcionario del Gobierno qué opinaba de Oyarbide después del impulso que le dio al caso de las escuchas. Sonrió: “Es sólido”, dijo. Y agregó: “Creer que es un juez del Gobierno es un error. El juega su juego”. Habrá que ver si el kirchnerismo consigue, tal como pretende, que el juez cierre la causa por supuesto enriquecimiento de la Presidenta antes de la feria judicial. Carrera en ascenso Oyarbide empezó en Tribunales como “pinche” y en 1984 –por concurso– fue nombrado secretario de un juzgado criminal y correccional. En 1993, cuando Carlos Menem era presidente y Carlos Arslanian su ministro de Justicia, dio el salto: lo designaron al frente de la fiscalía federal 1, la única con competencia electoral. Un año y tres meses más tarde, ya era titular del juzgado federal 5. Su pliego fue aprobado por el Senado, en 1994, con la oposición del radicalismo. Oyarbide no sólo fue el primer juez de su familia, también el primer abogado. Su padre, Gregorio Oyarbide, tenía una peluquería de hombres en San José, Entre Ríos, y su madre, Isidora Portillo, trabajaba en una empresa telefónica. El murió hace más de 30 años; ella, hace dos. Oyarbide habla de ambos como sus principales modelos. Su llegada a Buenos Aires no fue fácil. Paró en varias pensiones baratas y su primer trabajo fue barrer pisos en una empresa de electrónica. En 1980 se recibió de abogado en la UBA. Hoy, con 58 años, es un soltero que se da algunos gustos. Lejos está de ser un modelo –no llega al metro setenta–, pero la ropa le encanta. Sus zapatos siempre brillan, suele usar moño y las camisas se las hace a medida en una casa de Callao y Alvear. Su despacho también está siempre impecable. Sobre su escritorio hay pocos objetos: una Biblia con tapa de nácar, una imagen de la Virgen y una foto con su madre, a quien cuidó con devoción hasta su muerte. Ceremonioso y protocolar, se aferra a sus rutinas. Por la tarde va a Colmegna, un spa urbano, y en verano es habitual encontrarlo en la pileta del Hotel Panamericano. Suele comer en El Mirasol de la Recova. LA NACION habló sobre él con cuatro de sus pares y con cinco fiscales federales. Quienes lo quieren destacan que es un caballero, cálido y atento. Quienes no, lo acusan de superficial, parlanchín y pretencioso. Pocos cuestionan su trabajo. Casi todos coinciden en que es serio, muy formal, superprolijo, que sabe lo que pasa en cada expediente y que lo controla todo. Oyarbide es de los pocos jueces que acostumbra ir a todas las indagatorias para conocer a los acusados. La ley exige que los magistrados estén siempre en estas audiencias, pero no lo cumplen casi nunca. “El ha llegado a darle su teléfono personal a a algún preso para que lo llamara si tenía algún problema”, relató un fiscal. En Tribunales le reprochan, no obstante, que sus investigaciones suelen no llegar tan lejos como él augura; sobre todo, cuando comprometen al poder de turno. Aunque fue un año de muchísimo trabajo, este verano no planea tomarse vacaciones: demasiado importantes son sus causas como para dejárselas a otro juez.

Hace tiempo convertida en la mayor enciclopedia mundial, emblema de la Web 2.0 y con la credencial de quinto sitio de mayor tráfico en Internet (325 millones de usuarios únicos mensuales), la famosa Wikipedia se vio envuelta en los últimos días en un controvertido debate sobre la supuesta caída en el número de voluntarios que la editan, la moderan y realizan el control de calidad del contenido, según reportó The Wall Street Journal. El artículo se refiere a un estudio realizado por el investigador y docente español Felipe Ortega, que asegura que si se comparan los primeros meses de 2008 y 2009, el nivel de deserción de los editores de la Wikipedia fue diez veces mayor (49.000 bajas en el primer trimestre de este año versus 4900 de 2008). La Fundación Wikimedia, la organización que está detrás de Wikipedia y otros proyectos colaborativos similares, puso en duda a través de un comunicado las conclusiones del estudio porque otorga la categoría de “editor” a los usuarios que tuvieron una única participación cuando para los responsables de la enciclopedia esta categoría se alcanza a partir de la quinta intervención. Lo que está en juego es el eje de tensión entre los estándares de calidad que tiene que tener una fuente de consulta tan masiva y presente en la formación de una audiencia global y la aplicación de mecanismos de seguridad que garanticen la precisión de los contenidos. Esa fuente multimedia, inabarcable y políglota, creada por Jimmy Wales y el menos conocido Larry Sanger, comienza a transitar una etapa de madurez que le otorgará mayor credibilidad y coherencia a sus contenidos. Uno de los grandes aportes de la Web actual es su capacidad para promover la construcción de conocimiento por la contribución de los usuarios. Es ir de los expertos a la suma de talento colectivo. El circuito se está modificando con una irreversibilidad que asombra y Wikipedia se encuentra en una posición excelente para impulsarse, aún más, en ese cambio. Mail: [email protected] Blog: http://blogs.lanacion.com.ar/conectados Twitter: http://twitter.com/grmadryn

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http://www.lanacion.com. ar/1170300 Entrevista exclusiva de lanacion.com con Jimmy Wales.

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http://en.wikipedia.org/wiki/ Encyclop%C3%A6dia_Britannica Qué dice la Wikipedia sobre la Enciclopedia Británica.

3

www.linux-magazine.es/Readers/ white_papers/wikipedia_es.pdf El estudio de la polémica.

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Terapia (arriba también se sufre)

Hoy, Guido Alejandro Antonini Wilson DIEGO SEHINKMAN PARA LA NACION

Antonini: ... Che, Vicky, ¿sabés por qué en la valija que traemos para la campaña de Cristina los 800.000 dólares vienen todos en billetes de 50? Porque “El cambio” recién empieza... Terapeuta: ... A: (se besa los dedos en cruz) ¡Se lo juro, doctor! Así. Con el “che” y con el cantito que tienen los argentinos, así se lo dijo muerto de risa Claudio Uberti a Vicky Bereziuk. Estábamos aterrizando en Aeroparque... ¿Se da cuenta? ¡Ellos mismos se burlaban del slogan de Cristina! (se agarra la cabeza) ¡Dios! ¡Pasaron dos años y esta vaina de la maleta todavía me trae pesadillas! T: ¿Cómo es eso? A: ¡Lo que me humillaron en ese país bananero! La agente aeroportuaria me pregunta: “¿Qué lleva en el maletín?”. “Libros”, le digo. Y me miró de una forma que yo me imaginé una situación, que obviamente no estaba sucediendo: ella, como si fuera la cronista

de un documental sobre Latinoamérica, mirando a cámara dice: “¿Lo notaron? Dijo . Este hombre no es un imbécil por haber respondido semejante pavada. Sencillamente, es que como la impunidad en estas tierras es tan grande, ni siquiera se preocupa por tener preparada una respuesta más creíble”... T: Reláteme más de esa madrugada... A: ¡What a fuck! !¡Nunca la voy a olvidar! Me hicieron firmar el acta diciendo que la maleta era mía. Recuerdo que Uberti me tomó del brazo y me dijo al oído: “No te preocupes, Antonini. Que te agarren con dinero negro en la valija, es como que te agarren con alfajores de dulce de leche. No es del todo correcto llevarlo en el avión, pero no te dicen nada porque se sabe que son ”... T: ¿Pero usted qué sintió en ese momento? A: ¿Qué sentí? (le empieza a temblar el mentón)... Que me estaban mandando al matadero y yo no pod... (lloriquea) T: Ahí tiene pañuelos de papel...

A: Grac... (se suena la nariz) T: Es curioso. Pasaron dos años y usted revive aquello con la misma intensidad emocional que si hubiera sucedido ayer... A: ¿Ve este pañuelo de papel? Así me sentí yo. Descartable. Chávez y Kirchner me usaron y me tiraron... T: La victimización sirve frente a un juez. No frente a un terapeuta... A: ¡Pero yo soy víctima de la mala suerte! En la Argentina, que está 106 sobre 180 en el ranking de corrupción, primero me toca una agente aeroportuaria que me detiene porque no recibe a tiempo la llamada para que nos den la “luz verde”. Y después aparece un video que me muestra a mí en un acto en la Rosada. ¿Y quién le entrega el video al juez? Por impericia, ¡el propio canal estatal de Argentina! (resopla indignado) Como decía un vecino mío de Key Biscayne: “Argentina, el país donde la única lucha real contra la corrupción la da la torpeza”. T: ¿Usted se incluye entre los torpes? A: ¡A mí me dijeron que vuele, que el

único riesgo en Aeroparque era que te estafe un taxista! T: Antonini, ¿Por qué vino? A: (Inspira y resopla) Me persiguen imágenes. De día, de noche, de repente se me aparecen imágenes de todo lo que me sucedió por esta maldita maleta... T: ¿Desde cuándo? A: Pues supongo... que me empezaron más fuerte desde que salió a la luz este fucking video del acto en la Rosada... T:... A: ¡Pff ! Otra vez se me aparece el Aeroparque, el acto... y sobre todo (traga saliva)... el juicio que hubo después... aquí en Miami. T: Hábleme del juicio... A: Yo... (titubea)... Yo aquí no tuve otra que decir que me estaban presionando para no revelar el origen y el destino del dinero... (mira de reojo, avergonzado)... Y arreglé

colaborar con el FBI a cambio de mi libertad... En ese juicio, por mis acusaciones, condenaron por espionaje a unos empresarios venezolanos que yo conocía... (Se toca la cabeza, como agobiado) ¡Qué vaina doctor, las imágenes que no me dejan en paz! T: Tal vez esté padeciendo un “síndrome de estrés postraumático”. A veces, cuando una persona pasa por una situación emocional muy fuerte, psicológicamente muy intensa, sus defensas mentales no pueden procesarlo. Entonces el evento no “digerido” vuelve en forma de imágenes, de “flashbacks”... A: (se queda en silencio) T: Estamos sobre la hora... A: (Rígido, serio, con la mirada perdida) Fue socio mío en cientos de negocios. Amigo íntimo. Compartimos Ferraris y mujeres... Hasta es el padrino de mis hijas... Cuando pasó cerca de mí, esposado, condenado a 4 años de cárcel, Franklin Durán me dijo: “Gordo... esta vez sí que me has cagao”.