Un director, una actriz y una historia de hoy

16 jun. 2010 - de cine. Francia me ayudó a compro- bar que ahora es más difícil hacer cine independiente que hace quince años. Decidí hacer algo desde ...
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Espectáculos

Página 2/LA NACION

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Miércoles 16 de junio de 2010

CINE Israel Adrián Caetano y Natalia Oreiro: Francia, estreno de mañana

Un director, una actriz y una historia de hoy Dos orientales aporteñados, con futuro asegurado

Continuación de la Pág. 1, Col. 4 y por goleada. Natalia está un poco “pachucha”, confiesa en diálogo con LA NACION (un poco de tos), pero asegura que se repondrá por completo viajando a su tierra natal, antes de la avant première de Francia, la película que mañana estrenará Primer Plano. Y así ocurrió: anteayer, Oreiro volvió a estar radiante, como siempre. Francia –que alude a un país soñado, síntesis de lo ideal, que los protagonistas de esta historia es más que probable que nunca conozcan– cuenta la historia de Cristina, una madre treintañera que acaba de separarse y trata de sobrevivir, a duras penas, con Mariana, su hija de diez años (Milagros Caetano, hija del cineasta, que encarna a la niña que cuenta esta historia en primera persona), en medio de algunos lógicos problemas de adaptación escolar. Un día, su ex (Lautaro Delgado, que en teatro presenta ahora Lote 77) necesita alojamiento y lo busca en el departamento que alguna vez también fue suyo. Las idas y venidas entre los adultos se repiten, al tiempo que la crisis de Cristina se desata. Sin embargo, hay una esperanza. En Francia, Oreiro, Delgado y la Caetano debutante no están solos. También son de la partida Mónica Ayos y Daniel Valenzuela. Natalia e Israel son nacidos y en buena medida criados en el Cerro de Montevideo, a poca distancia uno de otro, pero con ocho años de diferencia. Ella, a los 33 (llegó aquí a los 16), vive su mejor momento cinematográfico. El, a los 41 (llegó aquí a los 14) está en una etapa bastante activa y también de cambios. Mientras mañana estrena su último largometraje tras haber pasado por los festivales de Venecia, Huelva, San Sebastián (donde se llevó una mención) y Mar del Plata, Caetano, al mismo tiempo, rueda una miniserie (ver recuadro). –¿Adiós a la televisión? Oreiro: –No es difícil correrse de la TV y tampoco es difícil volver a hacerla. Estoy cansada de que me convoquen únicamente para encarnar a chicas de veinte. Fue bueno en su momento, pero creo que hay actrices de veinte que pueden hacerlo mejor que yo. Cuando me ofrezcan algo que me guste, seguro volveré, –¿Cristina es un papel difícil? Oreiro: –No me costó hacerlo, Adrián me dio mucha confianza. Trabajar con él fue muy placentero. Me gustaba su manera de contar las historias, Me gustó porque es el de una mujer como muchas de hoy en día, muy lejos del estereotipo y más todavía del que pueden tener los que me conocen por la TV. Si bien es muy distinta de mí, me identifiqué mucho con ella. Me permitió ser una mujer común y eso es muy gratificante –Estás haciendo mucho cine. ¿Hay algún papel que soñás hacer? Oreiro: –Me seduce lo desconocido y el cine no tiene tiempo, es algo que te detiene fuera del tiempo. Trato de

Estrenos Esta semana: Drama, emoción y el regreso de Toy Story

PRIMER PLANO

Oreiro se multiplica Caetano instruye a la actriz durante el rodaje de la escena del parto en que nace Mariana (arriba), ella misma como la Natalia soñadora de Miss Tacuarembó y de nuevo en Francia, junto con Lautaro Delgado y Milagros Caetano, los tres personajes que intentan superar penas PRIMER PLANO

hacer lo que me hace feliz. No soy de esos actores a los que les gusta multiplicarse y agotarse, o que dicen que se van a morir actuando. Cuando eso ocurra, seguramente voy a estar descansando debajo de un árbol y oliendo margaritas (dice con una sonrisa), pero lo que sí me gustaría hacer es de peluquera (se pone seria), como mamá. Peluquera de living de casa, como lo fue mi mamá en 1988, cuando volvimos de Málaga, donde vivimos durante un tiempo. Casa se convertía en una suerte de confesionario, que yo conocía muy bien porque era cosa de todos los días.

Palabra de director Caetano observa y sonríe, algo nervioso, porque su largometraje en solitario número cuatro será finalmente conocido aquí, adonde él vino a vivir cuando era un adolescente. En 1996,

SOLEDAD AZNAREZ

cuando Natalia hacía su irrupción en Buenos Aires, Caetano se lanzaba a la dirección de su primer largometraje –a cuatro manos con Bruno Stagnaro–, de Pizza, birra, faso, un film clave del más tarde conocido como “nuevo cine

argentino”. Después vinieron Bolivia, Un oso rojo y Crónica de una fuga, y series de TV que hicieron historia, como Tumberos y Disputas. –¿Porqué este tema? Caetano: –A través de mi películas hablo de lo que me pasó y de lo que me está pasando. Se explican por sí solas. –¿Porqué Francia? Caetano: –Porque sí, porque tenía ganas empezar de cero con respecto a mi visión del cine tras una experiencia muy comercial. Este no es un país de grandes producciones, sean buenas o malas, y la realidad te muestra que es muy difícil hacer cualquier clase de cine. Francia me ayudó a comprobar que ahora es más difícil hacer cine independiente que hace quince años. Decidí hacer algo desde cero y la verdad es que desde otro lugar se tiene una perspectiva diferente. Me

había olvidado de que hacer cine es tan difícil y de que hay muchos que patean en contra. No sé si es porque no hay reglas de juego claras o porque es un sálvese quien pueda. –¿Una historia muy pequeña? Caetano: –Creo que es una historia pequeña, pero muy actual, una que yo siento próxima, una mezcla de situaciones vividas por uno o por gente que uno conoce. Se trata de personajes con mucha dignidad por elección propia. –¿Y cómo encontraste a la pequeña actriz? Caetano: –Milagros fue la última en entrar. Ya tenía a todo el elenco cuando de pronto me pareció que Milagros podía con el personaje. Con Natalia ya había trabajado en un proyecto, Cimarrón, que finalmente no fue, y me pareció que era la persona que necesitaba para encarnar a Cristina.

New York, I Love You

Murió Argentinita Vélez

Cuentos de amor, en la Gran Manzana

El adiós a una figura de la revista

Llega el segundo film de la serie que se inició en París

Toy Story 3 (EE.UU.) De Lee Unkrich. Tercera entrega de la serie animada centrada en el grupo de juguetes de un niño llamado Andy, ahora ya crecido y camino a la universidad, liderado por el comando estelar Buzz Lightyear y el cowboy Woody.

Francia (Argentina) De Israel Adrián Caetano. Con Milagros Caetano y Natalia Oreiro. Ver aparte.

Cómplices del silencio (ArgentinaItalia) De Stefano Incerti. Con Alessio Boni y Jorge Marrale. Durante el Mundial de fútbol de 1978, un periodista italiano llega a Buenos Aires para investigar las condiciones de vida durante la dictadura militar y se ve envuelto en una serie de peligrosas aventuras.

New York, I Love You (EE.UU.) De Fatih Akin, Yvan Atallat Altal, Alexandra Cassavetes y otros directores. Con Kevin Bacon y Orlando Bloom. Ver aparte.

Más información. Mirá los avances de estas películas en www.lanacion.com.ar

Tanto Israel Adrián Caetano como Natalia Oreiro disfrutan de un momento clave de sus respectivas carreras haciendo lo que realmente quieren. La actriz acaba de terminar la coproducción con Uruguay Miss Tacuarembó, que se anticipa como mezcla de fantasía y provocación. La ópera prima de otro compatriota, el artista multifacético Martín Sastre, es una adaptación de la novela de Dani Umpi, en la que Oreiro compone dos personajes: por un lado, a una joven de pueblo que sueña con triunfar estilo Flashdance y en su imaginación está enamorada de Cristo (interpretado por Mike Amigorena), y por el otro a una catequista siniestra. –¿Una apuesta fuerte? Oreiro: –Si bien se la va a vender como una película juvenil, Miss… es mucho más transgresora de lo que muestran los avances en Internet. –¿Mucho cine...? Oreiro: –Sí, porque además de terminar Miss... que se estrenará el 15 de julio, en septiembre empiezo Mi primera boda, una comedia ácida de Ariel Wynograd, también con Mike. Con Caetano tenemos pendiente Mala, y en diciembre estaré junto a Graciela Borges en Viudas, de Marcos Carnevale. Si bien todavía no hay fecha en firme, puede ser que este año, en Estados Unidos, haga un papel en una película norteamericana, Freedom for Joe. El cineasta que alguna vez planeó filmar Leopardo al sol, casi un culebrón acerca de una familia de narcos colombianos, y dirigir a Oreiro –junto a Pablo Echarri– en Cimarrón, que no llegaron a concretarse, habla de su presente y futuro. Empieza en coincidencia con la llegada de Francia, ya que desde mañana y como bonus de los largometrajes en muchas salas se verá El héroe al que nadie quiso, corto del proyecto colectivo 25 miradas-200 minutos, a propósito del Bicentenario. –¿Ahora qué estás haciendo? Caetano: –En principio sé que no tengo ganas de hacer mamarrachos. En nuestra sociedad la libertad es cara, pero mientras pueda pagar el precio, seguiré pagando por ella. En TV conseguir libertad también es muy difícil, desgasta mucho. Por suerte ahora estoy con Lo que el viento nos dejó, una miniserie que recrea diferentes hechos históricos relacionados con el Bicentenario, producida por Sebastián Ortega y Pablo Cullel. Después, llegará el turno de Mala.

En 2006 el productor Emmanuel Benbihy convocó a un seleccionado de cineastas de todo el mundo para que contaran historias de amor ambientadas en diferentes barrios de París. Esa iniciativa de la que participaron Gus Van Sant, Olivier Assayas, los hermanos Ethan y Joel Coen y Alfonso Cuarón, entre muchos otros, resultó en un film encantador, desparejo e inspirador de toda una serie que continúa con New York, I Love You, que Alfa presenta mañana en la cartelera local. Una vez más el productor se ocupó de reunir a destacados realizadores de varias latitudes entre los que repartió algunos barrios de la Gran Manzana para que contaran sus historias. Entre los más interesantes están Fatih Akin (Contra la pared), el japonés Shunji Iwai y el francés Yvan Attal, que se hace cargo de los dos segmentos del film que transcurren en el Soho. Sin la variedad de locaciones que se vio en su versión parisina, este film recorre lugares que el cine ya mostró infinidad de veces, como Chinatown, Greenwich Village y el Central Park, al que su tamaño y diversidad le consiguieron no una sino dos historias muy distintas entre sí. La primera, dirigida por Brett Ratner (X-Men 3), está protagonizada por Anton Yelchin, que interpreta a un alumno de secundario desesperado por encontrar pareja para una fiesta escolar. La ayuda llegará de la mano de un simpático aunque algo extraño farmacéutico, papel que hace James Caan, que le ofrecerá a su propia hija como compañía. Con algunas sorpresas en su resolución –una herramienta de guión que repiten muchas de estas cortas historias–,

Vivió su apogeo artístico en la década de 1950

Julie Christie, en el corto de Minghella

este segmento apela más al humor que al amor. Algo que sí ocurre en el que dirigió la actriz Natalie Portman en otro rincón del fotogénico parque. En su debut como realizadora en un largometraje, Portman cuenta una pequeña historia de amor entre padres e hijos protagonizada por el bailarín de ballet Carlos Acosta. Aunque no se decidió a protagonizar y dirigir al mismo tiempo, la actriz sí aparece en el segmento realizado por Mira Nair (La boda), interpretando a una mujer judía ortodoxa que se dedica al comercio de diamantes. Otro de los jóvenes protagonistas del film es Orlando Bloom, que forma parte de una de las historias más logradas. Dirigido por Shunji Iwai, el segmento que transcurre en el Upper East Side, muestra a un músico (Bloom) en busca de su musa inspiradora. Algo menos realista, pero igual de inspiradora es la presencia de Julie Christie en el corto realizado por Shekhar Kapur. Escrita por Anthony Minghella poco tiempo antes de su muerte, la historia muestra a la actriz británica como una misteriosa dama de visita en esta ciudad que, una vez más, demuestra su fibra de postal turística y cinematográfica.

Natalia Trzenko

Orlando Bloom protagoniza el corto dirigido por el director japonés Shunji Iwai ALFA FILMS

Con la muerte de Argentinita Vélez, la revista porteña perdió a una de las figuras de mayor atracción y convocatoria durante los años 50. Con atributos como “un rostro bonito, un cuerpo atractivo, cierta simpatía”, LA NACION comentó a mediados de septiembre de 1978 un espectáculo de café concert en el que Vélez recordaba aquel tiempo de apogeo y recorría toda su trayectoria. Nacida en La Plata como Estela Luisa Lorenzi, llegó a convertirse en una atractiva vedette después de lucirse como primera bailarina en la compañía encabezada por Miguel de Molina. Así, la revista fue la culminación de un camino artístico que atravesó sucesivas etapas en el burlesque, el varieté y el music hall. Vélez pasó por todas ellas, viajando desde la suave picardía y el humor ingenuo de los primeros tiempos hasta la audacia de los escenarios revisteriles, en los que sacaba provecho de su físico escultural. Lo mismo hizo a lo largo de una extensa carrera internacional en clubes nocturnos y hoteles de varias capitales europeas, además de actuar en el legendario Tropicana Club, de La Habana. Participó en cinco películas. Entre ellas Buenas noches, Buenos Aires, en la que compartió con Hugo del Carril una versión del tango “Ahora te llaman Lulú”, y Funes, un gran amor, casi un homenaje en vida. Sus restos serán sepultados hoy, a las 9.30, en el Panteón de Actores de la Chacarita.