Llanto, desconsuelo y dolor en la Chacarita

7 feb. 2014 - sa y Maximiliano Martínez, se reali- zaron en Lanús ..... enfatizó Carlos, oficial en el cuartel de Glew. ... Informe de Alejandro Shaw jorge revilla.
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BUENOS AIRES

| Viernes 7 de febrero de 2014

la tragedia de barracas | el sepelio de los héroes

Llanto, desconsuelo y dolor en la Chacarita Desde el Departamento Central de la Policía Federal, una multitud acompañó el cortejo fúnebre que trasladó los restos de los bomberos hasta el panteón de la fuerza en el cementerio; hubo aplausos y gestos de admiración durante la caravana Bien podría imaginarse que el de ayer fue el día más triste en la historia del Departamento Central de la Policía Federal. En el imponente edificio de la avenida Belgrano al 1500, frente a los féretros de los cuatro bomberos fallecidos, el dolor sobrevoló la escena que nunca nadie quiere presenciar. Pero los familiares, amigos y compañeros que se acercaron al velatorio de los caídos en Barracas no estuvieron solos, y enfrentaron la angustia con el apoyo de cientos de efectivos y hasta vecinos y comerciantes de la zona que llegaron al lugar acompañados de flores y palabras de aliento para una tristeza que no tiene consuelo. La despedida de los efectivos Leonardo Day, Anahí Garnica, Damián Veliz y Juan Matías Monticelli tuvo lugar en el predio de Montserrat, mientras que los velatorios de los otros dos fallecidos, Eduardo Conesa y Maximiliano Martínez, se realizaron en Lanús y Florencio Varela, respectivamente, por decisión de los familiares. Apoyadas sobre la pared del cuartel de Montserrat había más de 80 coronas fúnebres enviadas por otros departamentos de bomberos, veci-

nos y Prefectura. Toda la cuadra de la avenida Belgrano mostraba un homenaje emocionado, que había comenzado la misma tarde del incendio y que se prolongó hasta avanzada la noche de ese miércoles fatal. Durante la tarde de ayer, los compañeros de los caídos lloraban a sus amigos en las mesas de la confítería Klaus, a una cuadra del destacamento, donde habían elegido reunirse. “Hoy es un momento en el que todos aquellos que abrazamos una vocación de servicio sabemos lo que significa entregar la vida en cumplimiento del deber”, manifestó el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, quien asistió a todos los velatorios para dar sus condolencias. El cortejo fúnebre, encabezado por la dotación de bomberos 102 –en la que Day, Garnica, Veliz y Monticelli partieron rumbo al incendio– salió del cuartel central a las 16.05, rumbo al cementerio de la Chacarita. Cuando la caravana estaba lista para salir, amigos y familiares de las víctimas les dedicaron un aplauso y comenzaron a sonar las sirenas, que no se detuvieron sino hasta llegar a destino. El ingreso al campo santo se hizo

en silencio, minutos después de las 17. El cortejo avanzó por una de las calles que rodean el panteón de la policía, donde a cada lado estaban dispuestos miembros de la escuela de cadetes y suboficiales con sus uniformes de gala. La sirena del móvil 102 sonó una vez más. “¡Atención!”, gritó uno de los suboficiales, mientras aquéllos formados, firmes, presentaban sus armas. “Presentes. Presentes”, volvió a gritar el mismo efectivo, para mostrar respeto marcial por los fallecidos. Al mismo tiempo, el resto de los comisarios, oficiales y suboficiales que se encontraban allí saludaban a los féretros. En ese momento, los amigos y conocidos de aquellos a quienes se despedía no pudieron contener el llanto. “Cómo cuesta mantenerse firme, cuando sabés que estás quebrado”, le susurró una mujer al oficial que tenía al lado. Minutos antes, durante el acceso al cementerio, la emoción había ganado aun a quienes pasaban por la zona. Una mujer que había salido de su casa sin ninguna intención de ingresar al camposanto vio el cortejo

Reconocimiento oficial

sergio berni secretario de seguridad

“Es un momento en el que sabemos lo que significa entregar la vida en cumplimiento del deber”

y desplegó la portada de un diario capitalino para que, a su paso, los ocupantes de los vehículos fúnebres vieran los titulares con la palabra “héroes” que homenajeaban a los fallecidos. La escena conmovió aún más a quienes cumplían la misión de despedir a sus familiares o amigos, y representó el prólogo de un acto lleno de dolorosos recuerdos. Ya en el panteón de la Policía Federal, la guardia de honor retiró de uno en uno los ataúdes que estaban en cada coche. A medida que eran colocados bajo la carpa donde se realizaría el responso, todos los presentes aplaudían. “Aunque es difícil rezar en estos momentos, pedimos que nuestro padre Dios nos alcance el consuelo de la fe”, dijo al iniciar la ceremonia el arzobispo Mario Poli. El sacerdote, luego de leer una carta de condolencias enviada por el papa Francisco, intentó consolar a los allegados de los fallecidos. “Para nosotros, los católicos, la muerte no es la última palabra. Esta forma en la que estos hombres y mujeres entregaron la vida es una exquisita forma de amar al prójimo. Debemos rezarle a Dios por la bendi-

ta vocación de servicio de estas personas”, señaló. El saludo final no fue sencillo para nadie, y menos aún para los jefes de quienes murieron. Tal el caso de Javier Revilla, subcomisario del cuartel primero, quien entrenó a Anahí Garnica cuando ella egresó de la escuela de suboficiales y se unió al cuerpo de bomberos de la Federal. “Yo la instruí y fui muy severo con ella –recordó–. Con el tiempo, creció una afinidad muy agradable. Ella, su marido y mi mujer egresaron juntos y yo los recibí a los tres. Anahí era buena en todo. Lo que le dieras para hacer lo hacía bien. Era una mujer de mucho carácter, se tenía que hacer respetar en una institución de larga tradición masculina y sabía cómo hacerlo. Siempre cumplió sus funciones con honor y éxito.” El comisario Jorge Laurens, quien quedará a cargo del cuartel primero, también lamentó la pérdida de los seis bomberos y destacó el “gran sentido del deber y la vocación de servicio que tenían los fallecidos”.ß Jael

Ariadna Díaz Runza

Informe de Alejandro Shaw

Facundo, el herido que lucha por su vida

Frases de dolor y de admiración

Fue operado y se encuentra en coma inducido; tiene tres hijos

“Estaremos eternamente agradecidos por su valentía”

Uno de los bomberos heridos de la tragedia de Barracas lucha por su vida. Y en esa pelea ya ha dado varias batallas muy duras. Facundo Ricardo Ambrosi, de 25 años, internado en terapia intensiva en el hospital Argerich, resultó herido en el primer derrumbe en Barracas y “ya fue operado de la pierna derecha; está delicado y hay que esperar su evolución”, dijo a la nacion su hermano, Rodrigo Ambrosi, de 30 años, quien también es bombero voluntario del cuartel de la calle Garibaldi 2042, en La Boca. “Tiene los pulmones muy delicados y está conectado a un respirador, en coma inducido. Si todo sale bien, lo van a operar de la cadera, el codo y el brazo”, agregó el hermano del herido. El bombero se desempeñaba junto con Sebastián Campos –una de las víctimas mortales– en el cuartel Vuelta de Rocha, de donde el miércoles pasado salieron distintas unidades para combatir las llamas en el depósito de Iron Mountain, en Barracas. Campos, de 35 años, falleció tras el derrumbe de una de las paredes del inmueble, mientras que Ambrosi sufrió múltiples fracturas. “Facundo se salvó porque escuchó el grito de advertencia de su compañero Diego O’Neil y por eso pudo salir a tiempo del galpón. Además, lo ayudó el casco especial que donó la embajada de Francia”, relató su hermano. El cuartel, como una familia “Su sueño siempre fue estar en el cuartel Vuelta de Rocha, donde además de hacer su trabajo vive y duerme en su habitación, como los demás compañeros”, dijo Rodrigo. “Mi papá, Ricardo Oscar Ambrosi, era el jefe de bomberos hasta el año pasado, cuando murió. Por eso, estamos acostumbrados a pasar el día en el cuartel. Para nosotros, el cuartel es un hogar, donde nos sentimos en familia”, concluyó. Según Rodrigo, Facundo es un gran amante de la música, sobre todo de Andrés Calamaro. “Es percusionista en la murga Bombo, Platillo y Elegancia, de La Boca, que integramos juntos desde hace algunos años”, contó. Lo único que en la vida de Facundo supera su pasión por la música es el amor a sus tres hijos: Abel, de 6 años; Thiana, de 1, y el recién nacido, Gael. “Es el tipo de padre que se pasa todo el tiempo con los chicos; le encanta estar con ellos y llevarlos al cuartel”, contó su hermano. Como todos los bomberos voluntarios de Vuelta de Rocha, Facundo no cobra un sueldo y, según Rodrigo, para vivir “hace de todo, sobre todo changas en comedores y museos”. Como el resto de la familia, el joven espera la recuperación de Facundo con una mezcla de ansiedad y desesperación. “Lo único en lo que no coincidimos es en el fútbol: él es fanático de Independiente y yo de River”, contó Rodrigo, con una sonrisa en la que brilla su esperanza. ß

el homenaje a los nueve caídos en el incendio mauricio macri jefe de gobierno porteño

ana maría becker madre de anahí garnica

“Venía zafando; la Virgen la venía protegiendo, pero bueno, Anahí murió como ella quiso” mario poli arzobispo de buenos aires

El velatorio de Sebastián Campos, ayer, en el cuartel de Bomberos Voluntarios de la Vuelta de Rocha

silvana colombo

En La Boca y Avellaneda, emoción y tristeza en el último adiós a los caídos Con dolor, los bomberos despidieron a los suyos; el homenaje se repitió en todo el país Valeria Musse LA NACION

La sirena comenzaba a sonar en el barrio de La Boca. El sonido aturdía. Pero no era un llamado de auxilio, no había corridas a las autobombas. El reloj anunciaba las doce del mediodía y, formados frente al destacamento Bomberos Voluntarios Vuelta de Rocha, 50 hombres y mujeres homenajeaban a las nueve víctimas de la tragedia de Barracas, entre ellas a su compañero Sebastián Campos. La emoción del acto provocaba escalofríos entre los presentes. Sin romper la formación y con su mano derecha alzada para el saludo, los bomberos se conmovían. Algunos perdían la vista en el primer piso del cuartel, donde desde la noche del miércoles eran velados los restos del joven de 33 años que prestó servicios en esa institución durante más de la mitad de su vida. Otros intentaban retener las lágrimas, pero no podían evitar que el dolor se clavara en sus gargantas. Asomados en el cuartel, los padres, hermanos y allegados de Sebastián observaban con orgullo el acto que realizaban los bomberos. “Lo vamos a extrañar mucho”, dijo a la nacion uno de los directores del destacamento Vuelta de Rocha, Sergio Velázquez. El ensordecedor ruido de la sirena duró sólo dos minutos, pero la conmoción que había en la intersección de Garibaldi y California era de tal magnitud que la alarma pareció durar una eternidad. Al finalizar el homenaje, que se repitió en los 770 cuarteles de todo el país, los bomberos se estrecharon

en un fuerte abrazo y agradecieron a sus allegados. Al cuartel de La Boca llegaban decenas de arreglos florales enviados desde distintos puntos del país. Lo mismo ocurría con las delegaciones de bomberos. No dejaban de llegar más y más colegas para dar su apoyo en este difícil momento. “Hoy, más que nunca, tenemos que estar con nuestros compañeros caídos”, enfatizó Carlos, oficial en el cuartel de Glew. Sobre la calle Garibaldi iban y venían hombres y mujeres que vestían uniformes azules y cascos. Entre ellos se mezclaban vecinos, familiares y desconocidos que sólo querían estar presentes. Tal el caso de María Teresa Lugones. La mujer se trasladó desde San Telmo para rezar por Sebastián. “Éstos son los hombres que tanto dan”, dijo, muy emocionada, a la nacion. Una de las personas que más se preocupaban para que la despedida del joven bombero y mecánico fuera perfecta era Marcos Herrera. Su ánimo parecía inmutable. Caminaba de un lado al otro. Y cuando se detenía, el dolor en su mano derecha vendada y en una de sus piernas le recordaba lo que había pasado horas antes con su colega. Fue él quien sacó a Sebastián de entre los escombros. “Un amigo perdió la vida”, repetía una y otra vez, sin consuelo. Tanto Sebastián como su hermano Lucas habían seguido los pasos de su padre, Cacho, quien durante más de 40 años ejerció su voluntariado en esa institución. El fallecido, padre de una niña de un año y medio, era mecánico, y por eso uno de sus jefes destacó que “la mayoría de los camiones fueron reparados por él”. Entre los funcionarios que se hicieron presentes en el cuartel de la ribera estuvieron el secretario de Seguridad nacional, Sergio Berni;

El Papa, profundamente apenado ^b^b^ El papa Francisco, por medio de la nunciatura apostólica en Buenos Aires, hizo llegar un mensaje en el que manifiesta que se siente “profundamente apenado” por la pérdida de la vida de siete bomberos y dos rescatistas en el incendio ocurrido en el barrio de Barracas. ^b^b^ “Quisiera transmitir a todos mi cercanía y decirles que me siento muy unido a los que sufren y están abatidos por tan lamentable suceso”, expresó el Pontífice. ^b^b^ “Pido a Dios que otorgue consuelo y fortaleza a los afectados por tan trágica desgracia e inspire a todos sentimientos de solidaridad fraterna, que ayuden a afrontar esta adversidad de la mejor forma posible”, concluye el mensaje de Francisco, que ayer fue leído en la ceremonia de sepultura de los bomberos de la Policía Federal caídos en el incendio.

el ministro de Seguridad de la ciudad, Guillermo Montenegro, y el presidente del club Boca, Daniel Angelici. Hacia el final de la ceremonia, los bomberos formaron un cordón y, minutos después, el cuerpo de Sebastián fue trasladado unos 50 metros hasta el coche fúnebre. Otra vez la sirena, que forma parte de la vida de estos profesionales, volvió a generar escalofríos. Y un estremecedor abrazo mantuvo en pie a los compañeros del joven voluntario. El cortejo, encabezado por una autobomba repleta de arreglos florales, partió rumbo al cementerio privado Parque Eterno en Burzaco. Fue entonces cuando el jefe Velázquez dirigió su mirada hacia la hilera de vehículos y afirmó: “Hasta que no veamos en los ojos de estos bomberos que están preparados para volver a la actividad, el servicio no será normal”. Por otro lado, en Avellaneda, en el sur del conurbano, otro de los héroes de Barracas fue despedido por sus compañeros y seres queridos. José Luis Méndez, de 31 años, era oficial principal en los bomberos voluntarios de Villa Dominico-Wilde, pero la tragedia del incendio y posterior derrumbe lo encontró en pleno servicio como personal de Defensa Civil de la ciudad de Buenos Aires. La lluviosa mañana de ayer entristecía aún más el paisaje en la calle Brandsen al 4800. El destacamento central era cortejado por seis autobombas que custodiaban el paso de los amigos del joven padre. El subcomandante Carlos Tortonese contó a la nacion que la triste noticia de la muerte de Méndez la dio un bombero que resultó ileso en Barracas. “Es una gran pérdida para nuestro plantel”, se lamentó. El cuerpo de la víctima fue trasladado alrededor de las 11 al cementerio de Avellaneda.ß

“Esta forma de entregar la vida es una exquisita forma de amar al prójimo” héctor martínez superintendente de bomberos

“Ellos serán nuestro ejemplo, nuestro orgullo y nuestra motivación” jorge revilla jefe del cuartel 1° de bomberos

“Cayeron como quisiéramos caer todos los que pasamos por esta profesión y vestimos este uniforme” sergio velázquez direc. cuartel vta. de rocha

“Hasta que no veamos en los ojos de estos bomberos que están preparados para volver a la actividad, el servicio no volverá a la normalidad” guillermo montenegro ministro de seg. porteño

“Es el día más triste que nos tocó vivir. Es la primera vez que hay dos personas de Defensa Civil de la ciudad que pierden la vida”