Lázaro Báez tiene nexos con el jefe de la DGI

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POLÍTICA | 13

| Domingo 21 De abril De 2013

Los negocios deL poder | sospechas de lavado de dinero

El meteórico ascenso de Fariña en un mundo de negocios turbios En un par de años sedujo a empresarios poderosos con una mezcla de habilidad y arrogancia

Lázaro Báez, el viernes último, antes de su reaparición pública

horacio córdoba

Lázaro Báez tiene nexos con el jefe de la DGI

Su abogada tiene domicilio legal en las oficinas privadas del titular del ente impositivo, Ángel Toninelli; los otros vínculos Hugo Alconada Mon LA NACIoN

A la hora de pelear por sus impuestos, el empresario kirchnerista Lázaro Báez corre con el caballo del comisario. Su abogada constituyó su domicilio legal para litigar contra la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) en las oficinas privadas del propio titular de la Dirección General Impositiva (DGI), según consta en las copias del expediente interno de la AFIP que obtuvo la nacion. La insólita situación tiene como protagonistas a la abogada de Báez, Paola Martínez Naifleisch, y al titular de la DGI, Angel Toninelli. Pero hay más: la letrada difunde como teléfono de su estudio jurídico una línea que aún figura, en algunas guías telefónicas, a nombre del hijo del funcionario, el también abogado Federico Toninelli. Al tanto de los rumores que dentro de la AFIP lo vinculaban a Báez y otros empresarios patagónicos, Toninelli los calificó de “disparate” al asumir al frente de la DGI, en agosto de 2008. “No tengo ningún tipo de relación con las empresas, no los conozco”, añadió ante la consulta de la prensa. Martínez Naifleisch fijó, sin embargo, su domicilio legal en las oficinas comerciales de Toninelli en un asunto por demás sensible para la AFIP. Fue en el expediente administrativo en el que Báez detalló cómo traían valijas con dinero desde el Uruguay –incluso por Buquebus–, para capitalizar Badial SA, una de sus firmas constructoras, según reveló la nacion este jueves. Eso no es todo. Porque a Báez como contribuyente individual debería investigarlo la cuñada de Máximo Kirchner, Virginia García, desde Río Gallegos, mientras que a sus empresas que mudaron su domicilio fiscal a Buenos Aires quedaron bajo la órbita de Andrés Vázquez, el funcionario que ordenó el operativo con 200 inspectores contra el Grupo Clarín en 2009 y que fue sumariado por su vínculo con Cristóbal López. Desde afuera, Báez también su-

mó dos arietes de peso para proteger sus empresas y sus impuestos. Son el contador Daniel Pérez Gadín y el abogado tributarista Horacio Díaz Sieiro, hijo del célebre Vicente oscar Díaz, del que se encuentra distanciado. Los puentes entre Báez y la AFIP, sin embargo, no acaban en Toninelli, García y Vázquez. El propio titular del organismo, Ricardo Echegaray, fue abogado de Gotti SA, otra de las constructoras vinculadas al empresario kirchnerista. Echegaray trabajó como su letrado entre 2000 y 2001. Gotti SA es tan famosa dentro de la AFIP como Ciccone Calcográfica. Acusada de evadir cerca de $ 400 millones mediante facturas truchas, pronto se modificó toda la línea técnica que la investigó para, luego, reducirse el reclamo a $ 100 millones. Peor aún, se agotó la vía judicial penal porque la constructora se acogió a la ley de moratoria y blanqueo que promovió la Casa Rosada a fines de 2008. En el caso de Badial, en tanto, el monto de la presunta evasión fue mucho menor. Pero la línea técnica de la AFIP también concluyó que sus cuentas no eran fiables y le imputó un “incremento patrimonial injustificado” de casi $ 600.000,

Para Echegaray, Báez es uno más ^b^b^ El director de la

AFIP, Ricardo Echegaray, advirtió ayer que Lázaro Báez “es un contribuyente más”, pero afirmó que “si detectáramos algo, tendrá que responder en la Justicia”, con relación a las denuncias por supuesto lavado de dinero y evasión. Echegaray cuestionó la instalación de un “show, sin haber llevado el tema a la Justicia” y opinó que esa actitud “hace que no exista la mínima voluntad de que el caso se esclarezca”.

según consta en la copia a la que accedió la nacion. Esa imputación, aunque mucho menor, generó otro terremoto dentro de la AFIP. Se procedió, otra vez, a la remoción de la línea técnica, pero también se rompió con todos los precedentes del organismo y se reabrió el proceso para que pudieran evaluarse nuevas pruebas, como reclamaba Báez. Así se impuso sobre los inspectores que habían verificado ciertas inconsistencias en la ciudad de Buenos Aires. Pero la imputación, dados los intereses acumulados, subió a $ 1,8 millón. El empresario patagónico recurrió entonces al Tribunal Fiscal. Convocó para eso a la abogada Martínez Naifleisch, que fijó su domicilio legal en la calle Cerrito 520, piso 9, oficina “G”, a metros del obelisco. Ese es, a su vez, el domicilio fiscal declarado del propio titular de la DGI, Toninelli, según consta en los registros tributarios. Especializada en “asesoramiento jurídico tributario”, según se presenta Martínez Naifleisch en su página de Internet, la letrada también consigna un número de teléfono en su “brochure” oficial. Esa línea aún figura a nombre del hijo del director de la DGI, Federico Toninelli, en los listados telefónicos. Juntos, Báez y Martínez Naifleisch buscaron que el Tribunal Fiscal revocara el monto determinado por la AFIP. Y lo logró, por 2 votos contra 1, con el voto clave a su favor de José Luis Pérez, un miembro subrogante que llegó al Tribunal Fiscal de la mano del director de la DGI. Tanto, que habría asistido con su esposa, también nueva integrante de otra sala del mismo Tribunal, a la fiesta de casamiento del hijo de Toninelli. Con el fallo del Tribunal Fiscal a favor de Báez, llegó entonces el turno de la AFIP de apelar ante la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal. Pero no lo hizo hasta el último día, luego de que la nacion revelara los primeros datos del caso. Quien debía apelar era Agostina Carla García. Es decir, la nuera de Toninelli.ß

Antes de saltar a la fama Fariña no llegaba holgadamente a fin de mes, tenía deudas con amigos y viajaba en colectivo desde Retiro hasta La Plata con la excusa de que lo hacía mientras “blindaba su auto”. Ya entonces, sin embargo, decía representar a gente con poder. Con apenas 24 años, invocaba sus nombres a placer: Lázaro Báez, Cristóbal López, Raúl Moneta y Néstor Kirchner, entre otros. Tal era la confianza que generaba Fariña que comenzó a participar de reuniones en financieras y cuevas de la City, mientras se dejaba ver en restaurantes fashion como el Audi Lounge de Figueroa Alcorta con personas tan disímiles como Jacobo “Chizito” Winograd y Eduardo Angeloz, el hijo homónimo del ex gobernador que afrontó sus propias denuncias en Córdoba. Varios empresarios también sabían de su existencia, como lo admitió en privado un poderoso hombre de negocios kirchnerista vinculado con el transporte, hoy investigado por la Justicia. Quizá porque él mismo alentó las versiones de que era hijo natural de Kirchner o porque transportó bolsas repletas de dinero para algunos de esos empresarios. Rápidamente Fariña asumió roles más extensos que el de simple “valijero”. Comenzó a participar de operaciones de compras de propiedades, campos e incluso hasta coqueteó con ingresar al negocio de telefonía, siempre en nombre de “el jefe”, que identificó como Lázaro Báez ante ciertos interlocutores que luego rememoraron sus conversaciones en diálogos con la nacion. Fariña comenzó a manejar también información confidencial de los poderosos y a ufanarse de eso. Así fue como a fines de 2011 y principios de 2012, antes de que estallara el “caso Ciccone”, él les anticipó a sus amigos, despatarrados alrededor de una pileta en Puerto Madero, varios detalles del escándalo que se venía. Su actitud entre osada y soberbia, y su presencia poco pulida para los

Leonardo fariña contador vinculado a báez

Dijo en una cámara oculta del programa de Jorge Lanata que manejaba cifras millonarias en efectivo de empresas de Lázaro Báez. Después se desdijo. Ayer, volvió a aparecer en la TV estándares corporativos, llamaban siempre la atención, casi tanto como su flamante amistad con Ricardo Fort y otros personajes farandulescos. Había algo de misterioso en aquel joven que decía mover millones (y efectivamente lo demostraba en algunos casos, como con la compra de dos Ferrari), pero que al mismo tiempo podía deberle de 500 a 1000 pesos a varios amigos. Sus dos Ferrari las compró en Uruguay, una en José Ignacio y la otra en Carmelo, ambas con métodos similares. Encaró a sus dueños, que no pensaban venderlas, les ofreció más dinero de lo que valían, le replicaron que no, los tentó con más dinero, le dijeron que sí y les pagó con montañas de dólares en efectivo, según reconstruyó la nacion. No todos sus negocios, sin embargo, cosecharon buenos resultados. Incluso algunas de ellos terminaron con el cruce de cartas documento. Así ocurrió, por ejemplo, con quienes figuran en los papeles de las primeras sociedades que utilizó como si le pertenecieran a él. “Nos usó”, resumió uno de ellos, entre furioso y asustado por la tormenta en que Fariña los estaba metiendo. Pero por un leve período, a principios de 2011, cuando el ignoto contador de La Plata empezó a captar la atención de los programas de espectáculos por sus gastos, algunos de sus “socios” también mostraron una fuerte suba de su poder adquisitivo, que llamó la atención de quienes los conocían desde hacía años. Ésa fue la época en que subió su

perfil de la mano de Jelinek. La fiesta de casamiento la organizó Bárbara Diez, la esposa de Horacio Rodríguez Larreta, que fue a la boda. Al igual que Luis Ventura, que lo negó, pero aparece en fotos a las que accedió la nacion. La fiesta resultó insólita para muchos. Invitados por el vocero contratado por Fariña, asistieron sin conocer a los novios. Fueron para “hacer número”. Los familiares del novio brillaron por su ausencia en el Tattersall de Palermo. “Yo no lo eduqué para eso”, es la frase que un familiar directo suele repetir en La Plata cuando le preguntan sobre el muchacho, hoy de 26 años y distanciado del barrio de clase media trabajadora donde creció. Su madre, docente, calla incluso cuando sus alumnos le preguntan fascinados por su nuera. Así, Fariña y sus “socios” –todos sub 40, todos varones–, comenzaron a vivir de manera dispendiosa. Pero, de todos ellos, sólo Fariña pudo mantener los gustos y gastos caros, tras la muerte del ex presidente Kirchner. La causa de ese desbarajuste sería, al decir de varios conocidos de Fariña, un faltante millonario que comenzó a reclamar Daniel Pérez Gadín, un contador vinculado antes con el operador radical Enrique “Coti” Nosiglia y hoy cercano a Báez. El faltante, según a quién se escuche, se generó en tres operaciones distintas: las compras de un campo en Punta del Este y de otro en Mendoza, y una transacción financiera con una cooperativa de la City. El nexo de Fariña con sus jefes más poderosos es, para muchos de los que interactuaron con él, algo inexplicable. Tanto como para que Moneta lo califique ante sus colaboradores como “un joven brillante” o como para que el empresario inmobiliario Carlos Molinari lo haya puesto bajo su ala hasta que su perfil estrambótico le resultó indigerible. Cristina Kirchner, juran a su lado, ignoraba de la existencia de Fariña hasta que irrumpió con las Ferrari y Jelinek, y tuvo su primera denuncia penal. Fanático del truco, que juega cada semana con amigos en distintas casas –tocó en la suya hace un par de martes–, creyó tocar el cielo con las manos. Hasta que chocó con la realidad.ß