20 | ADN CULTURA | Viernes 3 de enero de 2014
Arte
Lili, Marcos López, 1984
Mar de Okhotsk, Hiroshi Sugimoto, 1989
muestras
La toma del Palacio Ferreyra El Museo de Bellas Artes Evita, situado en la ciudad de Córdoba, inaugura su temporada 2014 con un site-specific audaz de Ricardo Cinalli y una exposición de la notable colección de fotografías de José Luis Lorenzo
Daniel Gigena La nacion
L
a apertura de dos muestras en el actual Museo de Bellas Artes Evita-Palacio Ferreyra –una de ellas un audaz site-specific a cargo de un artista argentino que reside en el extranjero; la otra, un bis de la vasta colección de fotografía de José Luis Lorenzo– promete un verano con afluencia de asistentes a uno de los centros culturales del país. Inaugurado en 1916, el Palacio Ferreyra es una de las maravillas arquitectónicas de la provincia. Su actual director, el arquitecto Tomás Bondone, reivindica “el esplendor decimonónico francés” adaptado a la Argentina y expresado en términos técnicos y decorativos. El inmueble fue expropiado hace seis años por el gobierno de la provincia de Córdoba, que debió pagar una suma millo-
naria a la familia. Juan Schiaretti rebautizó el edificio, que sin embargo mantiene en el uso los dos nombres. Aún sensibilizada por los saqueos que tuvieron lugar durante la huelga policial de diciembre, la sociedad cordobesa se toma un respiro para celebrar antiguos rituales con nuevas vestiduras. Nocturnos, el site-specific con el que Ricardo Cinalli (Santa Fe, 1948) intervino el palaciego hall del Evita, sorprende por la magnificencia de la escala elegida y por el gesto intrépido del enfoque. En un encuentro hace más de un año Bondone le propuso a Cinalli realizar una muestra en el museo. Al visitar el Evita, el artista –que vive en Londres y expone regularmente en el norte de Italia– comenzó a idear una muestra que transformara y realzara el espacio expositivo. Cuenta Patricia Rizzo, la curadora de la serie, que uno de los objetivos primeros fue “esconder” los gobelinos dieciochescos, de la firma Capranesi, con telas del mismo tamaño. Las cuatro pinturas de Cinalli, en
ese pétreo gris plateado que ya es parte de su copyright, también presentan escenas mitológicas, pero de una mitología en la que conviven temporalidades, estilos artísticos (del rococó al kitsch autoconsciente) y técnicas y materiales diversos. Los cuatro compases de Nocturnos crean una ópera erótica de amor entre dos centauros, amor que, como tantos, va complicándose. En un crescendo dramático, la pasión y el sexo explícito –en formas y escenas–, la
ricardo Cinalli sorprende por la magnificencia de la escala elegida y por el gesto intrépido del enfoque La décima muestra del programa de exhibiciones encuentra a José Luis Lorenzo en plena madurez
sombra de un triángulo amoroso, la admiración por la belleza (una de las pinturas reproduce en dos dimensiones el Fauno de Barberini, adorado por los centauros como si fuera el becerro de oro), lluvias de diamantes en noches de luna llena y agujeros negros que abren paso a un universo lunar, poshumano –aquí la obra se emparienta con la de Eduardo Stupía y la de Matías Ercole–, puntúan, en escorzos de factura diestra, un relato falsamente mítico, acaso autobiográfico. Para colgar las obras, Cinalli & Cía. debieron contratar a un alpinista. En las alturas transcurre la fábula de amor líquido adaptada lujosamente al marco del palacio cordobés. Completan la muestra ocho admirables dibujos de detalles de las obras mayores: una jarra de agua, tres pescados, un cráter seco, la cabeza de un durmiente (retrato del fotógrafo Juan Cabrera, amigo de Cinalli), velados con un tul adornado con aplicaciones de strass: los diamantes que regala la visión deslumbrada de Cinalli.