CRÍTICA DE LIBROS
DESEO DE SER PUNK POR BELÉN GOPEGUI ANAGRAMA 187 PÁGINAS $ 78
NARRATIVA EXTRANJERA
La organización de la rabia E
n literatura, siempre ha habido temas que son abordados y explorados por autores de cualquier época y lugar. Uno de ellos es el del personaje que reacciona frente a un mundo que considera absurdo por su injusticia, por su falta de autenticidad o por su estrechez. En ocasiones, se trata de novelas de iniciación, pero también es frecuente que el hilo narrativo se focalice en las estrategias de los protagonistas para resistir o combatir esa sociedad que consideran enemiga. En Deseo de ser punk, Belén Gopegui (Madrid, 1963) se adentra en ese territorio narrativo por medio del punto de vista de Martina, una joven de dieciséis años que vive con sus padres, que tiene un hermano mayor y una amiga, Vera, con la que comparte sus angustias y sus alegrías. Como personaje, responde al estereotipo del adolescente; sin embargo, la autora logra, mediante una narración zigzagueante en la que se intercalan relatos y flashbacks, darle la profundidad psicológica suficiente para que el conflicto que funciona como motor del texto empuje la intriga. Martina es dueña de todas las dudas, pero también de una certeza. Conoce la
Gopegui TONI GARRIGA / EFE
fecha exacta en la que cruzó lo que ella denomina el “punto de no retorno”: el 4 de diciembre. A partir de ese momento, las cosas comenzaron a complicarse para ella, desarrolló hacia su contexto una mirada mucho más mordaz que la que tenía
hasta entonces y fue amasando un fuerte rechazo por el mundo, que se traduciría en acción. En adelante, su preocupación sería encontrar la manera adecuada de cumplir con las palabras que alguien había escrito en una pared de su escuela y que funcionarían como emblema de su sentimiento: “Organiza tu rabia”. El 4 de diciembre fue una fecha decisiva para la protagonista porque asistió al funeral de Lucas, el padre de Vera. Este personaje resulta clave para la novela porque condensa la moral que desafía el chaleco ideológico que oprime a Martina. En él se nuclean la confusión, la solidaridad, la dificultad para distinguir prioridades, posición que implica un rechazo hacia la comparación, germen de la competencia en una sociedad determinada por la productividad. En otras palabras, el padre de Vera “tenía un código”, ingrediente indispensable para establecer un nuevo orden con el que golpear con fuerza al vigente. En este punto, aparece la música como una forma de identidad y un lugar de amparo, como una actitud, una declaración de intenciones frente al statu quo que impone el modelo de vida domestica-
do. Pero no cualquier música sirve, sólo aquella que transmite la electricidad genuina de la rebeldía, por ejemplo, algunas baladas de Iggy Pop y ciertos temas de Johnny Cash. La escritora española elabora con destreza la evolución emotiva de la protagonista de Deseo de ser punk; hay un crescendo gradual en el ánimo de Martina, que la llevará a una reacción acorde con su búsqueda. La muchacha permanece siempre lúcida y sutil en la interpretación de sus vivencias, incluso llega a advertir que el funeral del padre de Vera no tiene relación con el cruce del punto de no retorno, sino que ese hito es el resultado de todo el camino que ella ha recorrido hasta entonces. La novela está escrita en segunda persona: son las impresiones que Martina anota en un cuaderno y que están dirigidas a un personaje que permanece bastante velado para la trama. El tono del texto es certero y la voz desolada de la protagonista es decisiva para la verosimilitud de la narración que, a pesar de sus virtudes, muestra cierta liviandad en el tratamiento del conflicto. Jorge Consiglio © LA NACION
POESÍA
El ascenso por la palabra E
scrito “en y entre viajes”, como dice Bárbara Belloc (Buenos Aires, 1968) al comienzo del libro, Andinista se mueve (viaja) por el terreno de la lírica como lo haría una liebre que está siendo observada: con ojo avizor y oído atento. Así, la autora conjura el riesgo del lirismo adormecido en que el yo poético se atiene, sin más, a las vicisitudes o urgencias de la biografía personal: “El día que la lírica recupere su flor será coronada la reina de Marte”, escribe sin ironía en un poema en el que la retórica de informe le sirve para comprender y extender lo que se llama “materia poética”. Un poema en solitario, “Santa”, seguido de una sección llamada Canciones, y la sección final y más extensa, “Glossemata”, dibujan a un tiempo la
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forma de la montaña y la figura de quien emprende el ascenso. Montaña por donde asciende la serie de poemas en los que a la precisión de las palabras le sigue lo impreciso, lo necesariamente indeterminado que el discurso poético reclama para que, al fin, suceda la obra. Andinista se inscribe en una tradición de la poesía argentina en la que pueden incluirse los nombres de Hugo Gola, Arnaldo Calveyra, Hugo Padeletti. En Belloc, esto se manifiesta a través del léxico que no desdeña el uso del español rioplatense, con el efecto de proximidad que conlleva, y un imaginario en el que caben tanto el mundo natural, la materia viva representada por los animales, las plantas o el universo celeste, como la vida del espíri-
tu, se trate de la propia, o la de la lavandera de “Diaguita”. No es ocioso entonces que, inactual, se haga presente el misterio: “Quiero salir de la caverna. Sin resoplidos. Sin grandes gestos. Sin un hacha./ En la mañana fría, la nieve todavía sin hollar, espesa y rápida como humo blanco/ de almendras. Ese misterio debajo de los pies, y el instinto que tarde o temprano,/ como Héspero, vuelve todo a su red”. De las estrellas “santas” del poema inicial a las “estrellas de rock” y su hastío, Belloc revela un trabajo paciente sobre la forma. El título de la tercera parte, “Glossemata”, remite a la noción de la lingüística que destaca el papel central de aquella por sobre la realidad semántica o fónica del lenguaje; poemas como “Ciclo
ANDINISTA BÁRBARA BELLOC GOG Y MAGOG 43 PÁGINAS $ 25
del 8”, “Ciclo del 15” o “El regreso” se mueven en esa dirección. Los buenos libros no se explican sino por sí mismos y, en cualquier caso, cabe señalar los aciertos y su alcance. Por ejemplo, allí donde Belloc escribe “Perdida en el pie de página de un libro leí/ ‘escalar la ladera de una montaña llamada Metafísica’/ donde decía algo distinto”, ha de verse quizá, una imagen de la andinista similar a como se muestra en El monte análogo, la novela inconclusa de René Daumal: “Al subir uno ve. Al bajar, ya no se ve, pero se ha visto”. Sandro Barrella © LA NACION