La historia de cómo romper una y otra vez una canción

20 ene. 2010 - una azotea, con una antena de tele- visión, cuatro tuberías curvadas y un fondo de paisaje urbano, rindió tributo al nombrar a Mercedes Sosa,.
2MB Größe 5 Downloads 46 vistas
Espectáculos

Página 2/LA NACION

2

3

Miércoles 20 de enero de 2010

MUSICA POPULAR Joaquín Sabina en Boca: el cantautor presenta esta noche su disco Vinagre y rosas

La historia de cómo romper una y otra vez una canción Continuación de la Pág. 1, Col. 1 mejor lo dejamos”, escribe en la bitácora del making off del disco Romper una canción el poeta Benjamín Prado. Siete meses y trece canciones después, Vinagre y rosas vio finalmente la luz. El nuevo álbum de Sabina enseguida trepó a los rankings y se transformó en uno de los discos más vendidos de España. Eso lo obligó a salir de gira nuevamente y regresar esta noche a la Bombonera: “Será un concierto más sobrio, donde el único protagonista será la canción. No habrá 20 elefantes ni chicas de Tinelli en tanga. Sólo nosotros, que somos muy poquita cosa pero ponemos el corazón”, dijo en su encuentro con la prensa. La popularidad sigue siendo su novia. A su llegada a Buenos Aires, el cantautor recibió un disco de platino por las ventas del nuevo álbum. Como buen contrapeso, Sabina reivindicó a Vinagre y rosas como el triunfo de las canciones por sobre la rutina de una carrera exitosa y una vida amorosamente sedentaria y plácida: “En esta nueva etapa de mi vida disfruto del placer de desayunar, de dormir la siesta y de ver tele basura. En fin, una mierda. Antes la vida era más al límite, más peligrosa, pero mucho más divertida. Digamos que además de la noche estoy descubriendo el día y no está mal, no está nada mal”, confesó, con honestidad brutal y una ironía a prueba del cliché. Enamorado y feliz, Sabina decidió aprovecharse del mal de amores de su colega, socio y amigo Benjamín Prado, con el que ya habían compuesto “Esta noche contigo” y “Números rojos”, para descubrir las mejores canciones que eran posibles en este momento de sus vidas. En el libro Romper una canción, Benjamín Prado cuenta: “Una noche en la que, como tantas veces, habíamos acabado en Los Diablos Azules, el bar que tienen Jimena Coronado y su amiga Lena de Marini en la calle Apodaca, en Madrid, Joaquín se tomó un par de copas para envalentonarse, me llevó a un rincón y me dijo: «Mira, Benja, te voy a proponer algo. Yo vivo en una felicidad doméstica de la que es imposible sacar un verso; pero tú estás hecho polvo, y eso es una mina. Te propongo aprovecharme de tus desgracias y que nos vayamos por ahí a escribir canciones contra tu ex novia”. Sabina y Prado se conocen desde hace treinta años. Cuando Sabina pasaba por su nube negra el poeta le lanzó una frase salvadora: “Tú sabes que la vida es igual que el arte, si no está en ti, no está en ninguna parte, lo que importa es la isla, no el tesoro”. La vida dio vuelta y fue el cantautor madrileño quien rescató a su amigo de una ex novia que le hizo la vida imposible y que todos llamaban La Virgen de la Amargura. Para vengarse de la fulana, Joaquín le propuso encerrarse a escribir versos despechados y sufridos, sin frases hechas ni latiguillos de oficio. El resultado es uno de los mejores discos del madrileño, después del memorable 19 días y 500 noches, con trece piezas con tufillo a himno, como “Cristales de bohemia”, y piezas juguetonas, como “Embustera”. Dicen que si la compañía discográfica no les hubiera puesto un límite de tiempo los muchachos habrían acabado haciendo un disco quíntuple, como El salmón de Calamaro. “Los dos lo hemos pasado muy bien y lo mejor de todo el proceso ha sido volver a ver a Joaquín tan feliz como no lo veía desde 19 días y 500 noches”, decía Benjamín de su amigo de Ubeda. Juntos y revueltos a la manera de un Dylan y Sam Shepard se lanzaron

TELAM

El madrileño en vivo en Junín, como parte de su gira por la Argentina

Anticipo del show de esta noche Por Pablo Tomino De la Redacción de LA NACION

LEANDRO ARANDA

En su encuentro porteño con la prensa, el cantautor recordó a Mercedes Sosa y a Sandro

a las calles y los bares de Praga para desguazar palabras y cadáveres exquisitos hasta dar con la canción perfecta. Con esta experiencia escribiendo a cuatro manos (intento que quedó frustrado con Fito Páez en Enemigos íntimos) queda sepultada la superstición de que el gen autoral, el estilo y el oficio implacable de Sabina dependen de una vida de excesos. En todo caso, la vida de Sabina sigue dependiendo de la búsqueda del estribillo y unos cuantos versos verdaderos. “Y allí seguíamos, poniendo ideas encima de la mesa, cortándolas por la mitad para ver qué tenían adentro; descartándolas, tachando y tachando para que la canción emergiese. Cuando nos salía un buen verso, con frecuencia

sospechábamos que estaba ocultándonos otro aún mejor y no dejábamos de hacernos preguntas. No hay en todo Vinagre y rosas una sola palabra que no haya sido conquistada después de sufrir dentro de ella una batalla, y quizá por eso el disco esté lleno de banderas”, cuenta a manera autobiográfica Prado. Tras la batalla de la dupla autoral, la amistad salió fortalecida. Vinagre y rosas es sobre un poeta abandonado y otro enamorado pero con la ironía invicta. Por esa atmósfera de dulce amargura transita este tiempo otoñal de Sabina: “Estoy de gira hasta octubre y ojalá siga vivo después de eso. No me veo ni más blando ni más sabio. Yo era un trueno y ahora me veo simplemente más viejo”.

JUNIN.– Sonriente y vivaz, su delgada humanidad irrumpió en el escenario con un aire quijotesco: llevaba un saco pingüino negro, una remera del mismo color, un pantalón de vestir bordó y su infaltable sombrero. Nada tardó Joaquín Sabina en conquistar a las seis mil almas que el domingo pasado vibraron con cada una de sus melodías en el estadio de Sarmiento, en esta ciudad de Junín, donde el español hizo su segunda presentación en la Argentina del disco Vinagre y rosas. Este hombre, que a juzgar por sus seguidores ha logrado fundar un mundo propio de poesías sin distinción de edades, brindó un show tan sobrio como gratificante durante dos horas y media. En una calurosa noche en la que tuvo que lidiar con algunos insectos voladores que lo cercaban, y a los que él calificó de “dragones”, Sabina arrancó el show con canciones del nuevo álbum, como “Tiramisú de limón”, “Viudita de Clicquot” o “Parte meteorológico”. Pero el pulso de las emociones lo dio con aquellos clásicos, como “Y sin embargo”, “Peces de ciudad”, “Calle Melancolía”, “19 días y 500 noches”, “Aves de paso” y “El bulevar de los sueños rotos”, entre otros. Sabina se entregó por completo, acompañado por músicos que a menudo cambiaban de instrumentos. A

ellos los presentó entre versos y apodos, uno a uno: Jaime Asúa, Chiquito de Amorebieta, Pancho Varona (“el timonel de la nave”, dijo), Antonio García de Diego, Pedro Barceló, (“Camarón y BB King, morirían por su toque”) y Marita Barros, la nueva corista. Con esa mujer castaña de “curvas redentoras”, el compositor español cantó a dúo el único tema en el que hizo un acting: “Una canción para Magdalena”. Vestida como prostituta y apoyada en una farola que replicaba cualquier esquina en algún lugar del mundo, Barros atajó las bromas de Sabina, que entre una pitada y otra al cigarrillo de la dama, cortó el cierre del tema para decir que ella había aceptado “de muy buena gana hacer este papel”. La ya clásica voz partida, cóctel de años de trasnoche, humo y alcohol, según reza su historia, sin embargo, fue clara y presente. A excepción del baterista y el saxofonista, los demás integrantes de la banda interpretaron algunos de sus clásicos, momentos en los que Sabina aprovechó para tomarPARA AGENDAR

Joaquín Sabina, el cantautor español presenta su álbum Vinagre y rosas. Estadio de Boca Juniors, Almirante Brown y Del Valle Iberlucea. Hoy, a las 21.30. Entradas desde 70 pesos.

se un descanso fuera de las tablas. Lo paradójico (o no) es que esas voces melódicas y más refinadas hicieron diluir el “aura” de cada tema. “Todos cantan mejor que yo, se habrán dado cuenta... Pero yo cobro más”, dijo Sabina, divertido, como todo el espectáculo. En un escenario que simulaba ser una azotea, con una antena de televisión, cuatro tuberías curvadas y un fondo de paisaje urbano, rindió tributo al nombrar a Mercedes Sosa, a Fontanarrosa, a Sandro y a Ginzburg”. Se llevó una ovación al cambiar la letra original de un clásico para decir “Junín” y “Sarmiento”; recitó poemas que leía de un ayuda memoria; recordó que muchas veces lo habían dado “por muerto”; se llamó a silencio para que el público cantara algunos de sus temas y hasta tocó con un bombo. La cuota de rock sabinesca sonó con fuerza, sobre todo, en el final, con “La del pirata cojo”, “Embustera” y “Pastillas para no soñar”, tema que eligió para cerrar un show por el que los espectadores pagaron hasta 380 pesos por verlo en el campo de juego. Hizo dos bises y al regresar por última vez bromeó con el público: “¿Están avisados sus padres de que están aquí?”, dijo Sabina, que se despidió con una frase: “Espero, Junín, que no pasen otros diez años para volver acá. Hasta siempre”. Y se marchó. Un show que “el viejo Sabina” dará hoy en la Boca. Y que lo vale sólo por ver su mejor versión.

Hoy comienza el festival, que tendrá un escenario renovado

Cosquín celebra 50 años de folklore Con un tributo a la cantante Mercedes Sosa será inaugurado el encuentro cordobés del Valle de Punilla Por Mauro Apicella De la Redacción de LA NACION Hay muchas formas posibles de inaugurar la programación de un festival folklórico como el de Cosquín, pero esta vez no había que dudar demasiado. La noche de apertura debería tener un tributo a Mercedes Sosa. Y lo tendrá, con un espectáculo especialmente preparado, en el que actuarán Teresa Parodi, León Gieco, Víctor Heredia, Jairo y Peteco Carabajal. “Solo le pido a Dios”, “Esa musiquita”, “Antiguo dueño de las flechas”, “Como pájaros en el aire”, “Gracias a la vida”, “Zamba para no morir”, “Ojos de cielo” y “Al jardín de la República” son algunos de los temas que eligieron para este tributo. Además, se espera que la voz en off de Mercedes se una a la del resto para las últimas canciones. La puesta en escena, el sonido y la iluminación del escenario mayor







ARCHIVO

Una de las coreografías que se vieron en la última edición del festival

serán renovadas para esta celebración del 50° aniversario. Al frente del proyecto está Juan Carlos Baglietto, quien además de cantar se dedica a esta actividad desde hace muchos años. “Algunos lo verán como un exceso de modernidad, otros como algo necesario. Estoy seguro de que no va a pasar inadvertido”, decía a LA NACION,

mientras seguía ajustando detalles para el debut de esta noche. “Ya en las primeras reuniones con los organizadores la premisa fue un cambio profundo, aprovechando la oportunidad de los 50 años del festival. Esto es una herramienta para que el escenario esté vivo, para tener distintas puestas para

cada artista”, explicaba Baglietto. Se pensó en una gran producción visual, con pantallas gigantes de leds y de trama de hasta 15 metros de ancho. Y, por supuesto, no faltará un espectáculo de apertura, como cada año. Esta noche también estarán Los Huayras, Mariana Cayón, Víctor Velásquez, Orlando Veracruz, Soledad, Argentino Luna, Carlos Di Fulvio, el Ballet Camín y Los Tekis. Mañana será el turno de Víctor Heredia, Paola Bernal, Jorge Fandermole, Minino Garay, el grupo Arbolito que volverá a compartir escenario con el bloque de percusión La Chilinga, Quebracho, Raúl Palma, Quique Ponce y dos visitas extranjeras, Pablo Milanés e Inti Illimani. Las actividades paralelas al festival también tendrán novedades. El Congreso del Hombre Argentino y su Cultura promete convocar a importantes nombres de la literatura. El encuentro de poetas realizará su novena edición. También habrá muestras y talleres, la tradicional feria de artesanías y las peñas, que forman parte del espíritu festivalero.